Blogia
Travelling. Blog de cine.

Grandes temas.

La bicicleta es para el cine.

La bicicleta es para el cine.

La bicicleta es la protagonista del reportaje que dedicamos a este medio de transporte como deporte, que aparece como  una mirada nostálgica al pasado, a pesar de su reivindicación en la actualidad. En toda película de inspiración rural, como Diario de un cura rural, la bicicleta es un elemento imprescindible, contrapunto idílico de los ruidosos y contaminantes vehículos a motor, para adoptar la importancia de un símbolo contra la sociedad moderna, como encontramos en París-Tombuctú (José Luís García Berlanga).

 - A la mierda, los curas, lesbianas y futbolistas, a la mierda este puto país de juerguistas genéticos, de convenciones, de comisiones, de estreñidos. ¡Mierda!.
                     diario de un cura rural elprado de las estrellas

                 hq98uq9plzpej2p8kg

Sinónimo de independencia y libertad, la bicicleta es, en ocasiones, el vehículo idóneo para huir de los perseguidores, como lo veíamos, con un toque fantástico, en E.T (Steven Spielberg). Pero ya desde la perspectiva del melodrama, en El ladrón de bicicletas, el protagonista necesita de una para escapar, aunque sea levemente, de la miseria.

-Hace falta la bicicleta hoy, sino me presento rápido el puesto se lo lleva otro.

 -¿Qué vas a hacer tú?

- ¡No debías haber empeñado la bicicleta!

- ¿Y de qué comíamos?

- Maldito sea el día que nací.

- No maldigas.

Una de las curiosidades dentro de la cinematografía dirigida a la bicicleta, es el anime Andalucía No Natsu (El verano en Andalucía). Nos encontramos con  la historia del ciclista español Pepe durante la competición de la Vuelta a España. Una rareza del anima con españoles como protagonistas y Andalucía, como escenario.  El mundo del ciclismo aparecía también en la película Prado de estrellas (Mario Camus):

- Fui ciclista profesional hace veinticinco años, he ganado alguna etapa pero sobre todo ayudé a los compañeros que tenía entonces a ganarlo todo.

Pero la bicicleta se ha relacionado en el cine, sobre todo con una forma de recuperar los placeres sencillos, disfrutar del presente, del aire libre y conquistar a la chica deseada. No cabe duda que en materia sentimental, un paseo en bicicleta puede ser el inicio de una bonita amistad. Así, aparecía por ejemplo en la serie Verano azul o en una de las escenas románticas de Dos hombres y un destino. Al final, contemplamos cómo las bicicletas son para el cine, bueno, también para el verano. Así lo veía Antonio Chávarri, en la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano.

- Papá, yo quiero la bicicleta. Las bicicletas son para el verano.

- Y los aprobados para el invierno.

ladron de bicicletas

dos-hombres-y-un-destino

Otros artículos en Travelling.

Boxeo y cine: celuloide entre las doce cuerdas. 

El cine se pone las botas: fútbol en el celuloide.

Superación personal y cine.

 




 

Cine carleario: las amistades peligrosas entre el carcelero y el encarcelado.

Cine carleario: las amistades peligrosas entre el carcelero y el encarcelado.

Lo hemos visto en un centenar de ocasiones, el sonido que sentimos al cerrarse una de las puertas que forma por sí solo un subgénero: el cine carcelario. Se nutre de una tradición que ha dado resultados excelsos en la gran pantalla, con la relación entre el encarcelado y el carcelero, que a menudo trastoca las posiciones de salida. Un ejemplo lo encontramos en La milla verde o Cadena Perpetua, ambas dirigidas por Frank Darabont y ambas, frutos de adaptaciones de Stephen King. 

- Esto se acabó, búsquese a otros para sus chanchullos.

 - No se acabó nada, nada. O cumplirá la condena más dura que existe, sin protección de los guardias. Te mandaré sacar de tu habitación de lujo y te entregaré a los sodomitas. Pensarás que te ha follado un tren. Y la biblioteca, ¡fuera!.

 Estas relaciones la encontramos también en ambientes en donde los abusos de autoridad y poder se sitúan en reformatorios de chicos violentos o con vidas mal dirigidas. Slepeers (Barry Levinson), con un reparto formado por caras muy conocidas y una trama interesante, es uno de los mejores ejemplos en el séptimo arte.

 - Acojonados de mierda, pero yo intenté haceros fuerte, intenté haceros duros.

- Entonces, me equivoqué contigo. Tanto tiempo pegando, que parecía que te divertía joder y pegar a niños.

-Vais a arder en el infierno, hijos de puta.

- Después de ti. 

También el cine bélico presentó la convivencia de carceleros y encarcelados, sobre todo en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, en películas como La gran evasión (John Sturges), Feliz Navidad, Mr. Lwarence (Nagisha Oshima) y El puente sobre el río Kwai (David Lean), que nos dejó una escena sublime y un ejemplo de la flema británica cuando el coronel inglés (Alec Guiness) llamó la atención al coronel japonés Saito, dirigente del campo de prisioneros, para indicarle que los oficiales tenían el privilegio de no trabajar.

                  RioKwai01

- ¡Oficiales prisioneros, cojan las herramientas!. ¡Y vuelvan a sus filas!.

- Tengo que llamarle la atención, coronel Saito, respecto al artículo 27 del Tratado de Ginebra. Los beligerantes podrán emplear como obreros a los prisioneros, físicamente aptos, excepto a los oficiales.

- Deme ese libro.

- Con mucho gusto. ¿Usted sabe leer nuestro idioma?

- ¿Y usted sabe el nuestro?

- No señor, pero con una traducción más o menos literal podemos resolver el problema. Verá usted, el código especifica situaciones...

- ¡Quietos, que nadie se mueva!

Un verdadero duelo mental, una lucha de poder no exenta en muchos casos de deseos que subvierten el orden jerárquico y en esta tradición destaca una particular, muy americana, la rivalidad entre el preso cualificado y el alcaide, o director de la prisión, personaje que casi siempre presenta ribetes sádicos y a quién le gusta exhibir su dominio.

                            el hombre de alcatraz 

- Estoy empezando a conocerte. El día que llegué aquí, casi me pediste que me pusiera de rodillas y que gimiera. No lo hice entonces y no lo haré ahora. No lameré su mano y eso es lo que le corroe. ¿Verdad?.

De El hombre de Alcatraz, de John Frankenheimer, quizás la mejor película sobre la vida carcelaria, protagonizada por Burt Lancaster en el papel del preso y Karl Malden, en el del alcaide. Un peliculón.

Al final toda esta tensión que se vive entre los muros de una prisión termina estallando en un fuerte acto de violencia, los motines. 

-¿Cuánto tiempo llevamos quejándonos a todo Dios? Años. A los jueces, al defensor de su puta madre, a los periódicos. A todo Cristo, pero ¿qué hemos conseguido? Una mierda, una puta mierda, un carajo.

                        celda 211           

Un excelente ejemplo lo encontramos en el cine español, de la mano deDaniel Monzón, en la fenomenal Celda 211. Pero en otras ocasiones, el personaje del director de prisiones se muestra benevolente con los presos que están a su cargo, consciente de sus necesidades, e incluso poniendo en peligro su reputación o enfrentándose al sistema por aplicar justicia, algo no es muy usual en el celuloide y que tiene en Brubaker (Stuart Rosemberg) –protagonizada por Robert Redfort- uno de los ejemplos más conocidos. El nuevo alcaide pretende poner orden en la prisión que debe dirigir.

-Si un preso tratara de escapar, he dicho que disparen, si es posible sólo herirle, porque nadie quedará en libertad condicional por matar a un preso fugitivo.

- Eso no está mal, ¿pero será verdad?.

- Y vamos a aclarar una cosa, la mayoría estáis aquí por algún motivo. Me imagino que no sentís respeto hacia los demás y hacia vosotros mismos, pero si queréis algo de mí, tenéis que ganároslo.

Del mismo modo, una prisión es otro espejo de la realidad, de la injusticia y del deseo de superación.  Denzel Washington protagonizaba un drama carcelario en donde la condición de negro era requisito para que la justicia cayese sobre alguien con inclemente injusticia en Huracan Carter (Norman Jewinson): "Si el castigo consistía en estar encerrado en la celda, entonces decidí sencillamente que nunca saldría de la celda. Y así le despojaba de esa arma. No trabajaba en sus talleres, no consumí su comida y comencé a estudiar. Examiné minuciosamente el caso, paso a paso, empezando por mi detención inicial, pasando por el juicio, hasta el terrible veredicto". 
                         huracan carter 

Boxeo y cine: Celuloide entre las doce cuerdas.

Boxeo y cine: Celuloide entre las doce cuerdas.

Robert de Niro, Kirk Douglas, Will Smith, Russel Crowe, Silvester Stallone, Errolt Flynt, James Cagney, Paul Newman e incluso Charles Chaplin son sólo algunos de los que se han enfundado los guantes de boxeo, para mostrarnos desde la gran pantalla cómo se desenvuelve este deporte tanto dentro como fuera de las doce cuerdas de un ring. Comparten todos ellos, el origen humilde de los boxeadores, con el deseo de salir de la miseria y ser respetado, los turbios ambientes que rodean a los púgiles, el ambiguo placer del triunfo, pero también el decaimiento físico y moral de la derrota. 

Hollywood ha hecho de este deporte todo un subgénero, representándolo en la gran pantalla más que cualquier otro deporte. El boxeo le ha permitido reflejar la dureza de un combate, el esfuerzo de los contendientes, por supuesto, pero también ha sabido aprovecharlo dentro del drama o del cine negro. Detrás de la lona, ha habido historias sobre la familia, el dolor, el honor, la superación personal o la corrupción de unos poderosos que quieren lucrerse del sufrimiento ajeno. La obra maestra de este subgénero de "las doce cuerdas" es Toro Salvaje, todo sobre el mundo del boxeo y sus lugares adyacentes ya aparecía en la película de Martin Scorsese. 

-No tienes ni idea de boxeo, te arrancará las orejas a golpes. 

-Si me llevo 35 pavos, me  dejo arrancar lo que sea. 

                             el idolo de barro

Pero no sería justo no mencionar películas como Ídolo de barro, que muestra la locura de su protagonista cegado por una obsesión que le llevaría hasta la muerte. Destaca también el estremecedor relato que destila derrota, realizado por un veterano John Huston, en Fat city, la historia de un boxeador que superó sus sueños de grandeza, a cambio de los dólares necesarios para sobrevivir. Otras películas nos acercaban al tema de la corrupción dentro y fuera del ring, como sucede con Marcado por el odio, con uno de los grandes del boxeo (Rocky Marciano), interpretado por Paul Newman, en este filme de Robert Rossem. 

-Sigo creyendo que podía haber derribado a ese animal.

-Puede que sí, Charlie, pero el dinero de los listos está en tu contra y tu eres listo.

Una serie de películas comparten el ambiente desolado o la perversa influencia que puede ejercer una familia, en torno a este deporte del pugilato. Al protagonista de The figther le cuesta librarse de la tutela de una madre absorvente y de un entrenador adicto al crack, su hermanastro.

-¿Tienes miedo de decirme que ni siquiera tienes un plan? ¡No pasa nada! Tienes que agantar más que él, deja que se canse. Trabájale el cuerpo.

-Yo no peleo como tú.

 -Ten cuidado, por qué te hará daño.

-Has perdido tu oportunidad y por eso estás aquí. 

Una relación entre dos hermanos, como la protagonizada en Toro Salvaje entre Robert de Niro y Joe Pesci.  

-De niños nos peleábamos, ¿ahora te preocupas? Anda golpéame en la cara.

-¿Qué pretendes demostrar? ¿Qué prueba esto?

Clint Eastwood acertaba en Milliam Dollar Baby, con otro retrato de una familia, dispuesta a aprovecharse de los triunfos y del sufrimiento del boxeador.

-¿Por qué no me distes el dinero? ¡Tenías que comprarme una casa!

-No tenía que hacerlo, mamá, pero es tuya. Si quieres el dinero, véndela. 

                            cinderella-man-pelicula

Existen otras películas de superación deportiva que tiene en Rocky, el título más comercial y popular del género. De esta emana un mensaje: la unión de amor y esfuerzo para conseguir cualquier meta. Otros temas son los conflictos que se dirimen en la cercanía de un ring, encontrando con boxeadores "corajes" que se sienten sensibilizados por algunos conflictos o como activistas de las grandes causas. Así era la biografía del auténtico Mohamed Alí, llevado a la pantalla por Michael Man (Alí) y con el protagonismo de Will Smith. 

-Si digo que te separen, háganlo límpiamente. 

-¡No has tenido que meter a África!

                                                cravan vs cravan

Nos quedaría destacar las películas españolas que han centrado su argumento en este deporte, Segundo Asalto,  la parodia y el homenaje de Yo hice de Roque 3 o el documental de Isaki Lakuesta (Cravan VS Cravan). Si tu eres uno de los que abominan de este deporte, de los consideran que es algo aberrante e incluso corrupto, vayan al cine. Y déjense enamorarse -también sufrir- por este arte dentro de las doce cuerdas. 

                                                    yo hice a roque 3

El cine se pone las botas: fútbol en el celuloide.

El cine se pone las botas: fútbol en el celuloide.

A filósofos del balón (“El fútbol es así”, de Valdano), locutores tan personales como Andrés Montes, las genialidades de quienes se enfundan las botas o los que ostentan su condición de estrellas mediáticas.

Películas que al menos pretenden no espantar a quienes abominen del deporte rey, al combinar los dos conceptos de espectáculo, el del fútbol y el del cine. Sin embargo, el resultado general han sido de mediocres producciones, sobre todo ante las incompatibilidades entre el balompié y el celuloide, con una pregunta que cualquier amante de ambas disciplinas se hubiera hecho: ¿por qué el fútbol raramente funciona en la gran pantalla?  Parece clara la dificultad para encontrar buenos actores que corran y golpeen el balón con estilo, por eso en muchas ocasiones se busca la empatía con futbolistas fácilmente reconocibles. Con el Real Madrid de la primera Era Florentino, como telón de fondo, curiosamente fue un catalán -Collet Serra- y al servicio de una producción británica, quien dirigió  Goal 2: viviendo un sueño, para demostrarnos cómo el éxito y el dinero pueden echar por tierra la carrera del mejor deportista.

                       goal-2-living 

- Quiero que no tengáis nada perder, olvidaros del éxito, de la prensa, de las cámaras, olvidaos de todo y disfrutad.

Pero tampoco parecen funcionar los filmes, con alma de documental, que tienen a un gran club como argumento. ¿Dónde estaría entonces la fórmula del éxito? Se ha intentado combinar futbol y cine desde todos los géneros posibles. Así, en el reino de la comedia bufa, los actores no tienen porqué calzar las botas.

- Dicen todo el mundo que el capitán del Deportivo tira los penaltis por la derecha, siempre, siempre, siempre. 

- Por la derecha. Pero, ¿por la derecha suya o por mi derecha?

- ¡Por la derecha de la portería, Fernando!

 

                sylvester-stallone-evasion-o-victoria[1]

 

En El penalti más largo del mundo, solamente separa el éxito del fracaso un penalti en contra, pitado en el último momento en un partido de liga en el cual un equipo de Tercera Regional se juega el ascenso. Junto a  Fernando Tejero que se enfundó los guantes de portero en esta película, hicieron lo propio Silvestre Stallone, en Evasión y Victoria, y Carmelo Gómez, en El portero (Gonzalo Suárez). Pero mucho antes nuestro cine español se prestaba a la chanza de las piernas femeninas correteando a la portería. En Las ibéricas, se veía e futbol, desde el machismo más cerval, en el contexto del inicio de la emancipación de la mujer. 

- Lo que tendría que hacer es ficharlas, esas chicas tienen un tesoro.

- ¡Fíjate que colores!

Otro aspecto dentro de este repaso cinematográfico es cuando se intenta demostrar la credibilidad dramática y épica del deporte. En uno de esos míticos títulos, Evasión o victoria, John Huston reunió en un mismo escenario a actores solventes y deportistas célebres, que respondían con sus habilidades respectivas a lo que era más que un partido de fútbol, un día de viejas glorias y de otros que realizaban palomitas con un estilo inimitable. Entre las estrellas del deporte, reconocemos la genialidad de Pelé, en el filme de J. Huston, e incluso en España hemos visto a figuras inmortales saltar del campo de fútbol a la gran pantalla, en donde se ponía de relieve las limitaciones interpretativas de estos. Así aparecían Kubala, Sampere y Gramallets en la película Los ases de la paz.

- Quiero pedirte un favor, dale esto a mi madre.

- ¿Es que no vienes?

- Yo vuelvo con los míos, no puedo traicionar a Colbert por arriesgar su vida por salvarme ni a España, hasta que esté en paz.

Se trata de un terreno en donde espectadores y aficionados exigen reglas conocidas, en donde dirimir conflictos sentimentales o ideológicos. Pero el fútbol tampoco se aparta del esquema de  los sueños procedentes de los barrios marginales. En el cine, salir del lodazal del gueto ha sido sinónimo de deporte. El deporte ha servido para reflejar una de las formas más expresivas para escapar de la claustrofobia que supone el barrio. Los gimnasios de boxeo, las canchas de baloncesto, y por qué no, los estadios de fútbol, aparecen como escenarios de una lucha por la supervivencia. Una materia prima de la que siempre el cine sabrá sacar provecho.

Oh, brother! Relaciones filiales en el cine.

Oh, brother! Relaciones filiales en el cine.

De las relaciones familiares, - entre padres, hijos o hermanos -, el cine ha hecho caja aprovechando una realidad universal y comprendida por todos. Hay amor, unión o como quieran llamarlo, pero también mucho rencor, odio y enemistad entre ellos. Y el séptimo arte ha sabido reflejarlos todos estos.

En Dostoyeski podemos encontrar algunas de las mejores historias sobre hermanos, revestidas de fatalidad. Los hermanos Karamazov, quizás la mejor obra de este universal de las letras rusas, sea el título más recordado en esta línea con una adaptación cinematográfica destacada de aquellas realizadas sobre este relato, a cargo de la dirección de Richard Brooks. Sin lugar a dudas, material dramático de primera condición, la familia es también un territorio de confrontación, en donde los peores instintos cobran a menudo relieve. Desde la historia bíblica de Caín y Abel, mito que daba cuerpo a los constantes celos consanguíneos, ha llovido mucho. Odio entre hermanos, Joseph L. Mankiewitz, recoge una parte del espíritu de Dostoyeski, relatando cómo un padre que construye una fortuna con actividades ilegales, acaba en prisión, y sus hijos, excepto uno, quieren dejarle en donde está y ocupar ellos su puesto. Parecería que el dinero desune a la familia y la pobreza los mantiene unidos, al menos, aparentemente, sobre todo si el objetivo es salir de esta. Rocco y sus hermanos, maravillosa película de Lucino Visconti, cuenta la odisea de una familia del sur que llega a Milán en busca de una vida mejor.

                                    

La fragilidad de las relaciones familiares se manifiesta principalmente cuando se descubren los avatares que deja el destino por el camino. De esto sabe muy bien una de las grandes producciones cinematográficas que tiene en la familia su argumento central. En la saga de El Padrino (Francis Ford Coppola) no vemos otra cosa que la descomposición de una familia y como el hermano menos apropiado, al menos al principio, recoge el testigo del padre.

- Mike, esperan mucho de ti.

- Yo tengo mis propios planes para mi futuro.

- La universidad ha hecho de ti un estúpido.

En la película del no suficientemente valorado Francesco Rossi, Tres hermanos, la imposibilidad de comunicación entre ellos tras reunirse en el funeral de la madre, tiene claras connotaciones sociales y políticas.

-Michel, cualquier robo será para aquella gente mejor que un asesinato.

- Ya te he dicho que pensaba en resolver los problemas a base de tiros. ¡No te permito ni a ti que lo digas! Porque es una forma bastante fácil de taparme la boca.

- Ya está bien, os estáis pasando con esta discusión.

Hay hermanos, como los Clayton, que no se despegan ni para hacer sus necesidades y que presentan una manifiesta violencia proyectada hacia a fuera.

- Cuando se saca el revólver, hay que matar.

Es que esta historia que recoge John Ford en Pasión de los fuertes, -el suceso real de Tonsboctom, de Wyatt Earp, mil veces vista en pantalla desde ese famoso tiroteo en OK Corral, en Duelo al Sol (King Vidor)- nos acerca al western y a la presencia de hermanos outlaws como uno de los temas recurrentes.

                                  

Al mismo tiempo, el cine norteamericano ha sabido reflejar en otras ocasiones como las relaciones entre hermanos comparten sus esfuerzos para extender sus gratificaciones familiares. En este caso no desmerece la película Siete hermanos para siete hermanas, dirigida por Stanley Donen. Pero también hay instantes en la vida como el mismo Woody Allen sugiere (El sueño de Cassandra) en los que se puede recomponer en medio de una gran intensidad dramática las relaciones familiares rotas o distantes, como la que surgió de la literatura decimonónica, siendo uno de los clásicos entre las adaptaciones cinematográficas, Mujercitas. La familia, los hermanos, se unen para limpiar y reivindicar las figuras paternas como elementos no represivos, sino estructurantes. El respeto, la armonía y el humor, en un cierto orden jerárquico, mueven las relaciones familiares y todas las demás.

- Yo creo que si vamos por la estatal vamos a llegar mucho mejor.

- ¿Quieres tardar veinte días para llegar a Maine?

- Pero si no vamos por la autopista, no vamos a pillar a ningún a autostopista.

- ¡Un hombre de ideas fijas! Siempre pensando.

En La mejor elección, esta estupenda serie italiana reconvertida en largometraje, gracias a T. Giullio Tamadisci, dos hermanos tan distintos y opuestos, conservan varios vínculos sagrados y uno de ellos terminará la relación a un alto precio como una forma de honrar su memoria.

Qué tendrán los hermanos que llegaron a cautivar a la más catódica de las familias norteamericanas. En Los Simpson, hermanos hay muchos, desde los propios Bart, Lisa y Maggie, y de hecho es uno de los temas más repetidos por la popular serie de animación. Por rescatar uno de los episodios, nada como el breve segmento de uno de los especiales de Halloween, en donde aparecía el gemelo de Bart, una horrenda mímesis llamada Hugo. Algo que nos demostraba que a pesar de los cambios todo seguía igual:

-  ¡Por Dios! La cicatriz está en el costado izquierdo, esto demuestra que el lado siniestro y por tanto, el malo, siempre ha sido y es... Bart.

- ¡De qué os asombráis!

También hay hermanos decididamente creativos, y entre los más divertidos y geniales, repasemos los que ha dado el cine. Así, si mereces ser recordado por tus hermanos lo mejor es que te apellides Marx.

- ¿Qué suerte tuve en conocerles?

- Vengo a verles en el camarote.

- Precisamente, lo que hacía falta, manos a la obra. Tendré el privilegio de servirle el único sitio que no está ocupado por ahora.

 Los hermanos Marx fueron de las más brillantes colaboraciones que el séptimo arte ha dejado jamás, en una multitud de películas en la memoria de cualquier cinéfilo, con inolvidables diálogos y escenas, como la del ya mítico camarote, en Una noche en la ópera, una de las más disparatadas y geniales escenas de toda su filmografía.  Pero el cine nos ha dejado hermanos cineastas muy interesantes como los italianos Taviani que después de ajustar cuentas con la figura del padre (Padre padrone) demostraron que el aburrimiento puede transvestirse estéticamente. Los geniales Coen han hecho una gran película (Fargo) y el resto de sus vidas han jugado a que las hacían, mientras que los otros hermanos cineastas norteamericanos destacados, los Farrelly, tuvieron una feliz ocurrencia con Pegado a ti, al desmitificar el estado de máxima dependencia posibles entre hermanos, esta vez siameses, con bastante humor y dos buenos actores, Matt Damon y Greg Keaner.

Seducido por el espíritu de Pitágoras: Matemáticas y cine.

Seducido por el espíritu de Pitágoras: Matemáticas y cine.

 El ser humano necesita conocer, comprender, para enfrentarse al miedo que le provoca su propia existencia. Necesita ordenarlo todo y una de las ventanas para encontrar esa explicación son precisamente las matemáticas. Este argumento se ha mezclado en demasiadas ocaiones, como una idea propia del thriller, al implicar el sentido de la vida con el descubrimiento de un complejo código.

- 5117, no es increíble.

- ¿El qué?

- Todo es 23.

La numerología y las matemáticas han producido títulos de cierta relevancia, más allá de las historias enrevesadas de algunos guionistas como aquella de Joel Shumaher, titulada Número 23. Las aportaciones que los matemáticos tuvieron en la Segunda Guerra Mundial y en la posterior Guerra Fría, -para desentrañar las claves nazis y soviéticas-, aparecen en filmes como Enigma y la excesivamente laureada Una mente prodigiosa. Un interés por las matemáticas que a veces lleva la locura. Locura y ciencia estaban íntimamente relacionadas en la vida del matemático, John Nash, un premio Nóbel que se pasó media vida luchando por las matemáticas y la otra, contra la esquizofrenia.

En la mayoría de los casos estos experimentos son de usar y tirar, y muchos de ellos ni quisieran entretienen o sirven para echar el rato. Sin embargo, hay propuestas excepcionales que comienzan a ubicar la acción en espacios tan matemáticos y definidos como un conjunto de cubos, unidos por diferentes puertas, algunos de ellos con trampas mortales, en donde los protagonistas intentan sobrevivir el máximo tiempo posible. Pero para ello tendrán que elegir el camino apropiado.

- Si se traza una curva que une los rectángulos concéntricos, se consigue la mítica espiral áurea. Pitágoras adoraba esa forma que está en toda la naturaleza.

De forma tangencial, las matemáticas son las claves para resolver un misterio en el caso de Medium o para sobrevivir en Cube. De hecho, esta poco convencional e inteligente película era una especie de metáfora de la vida.

- Números primos, ¿cómo no pude darme cuenta de esto antes?

- ¿Cuenta de qué?

- Por lo visto, si algunos de los números son primos, el habitáculo tiene trampas.

Mucho más innovadora y formal es Pi, de Darren Aronovski, en cuya película, -rodada en blanco y negro-, se trasmite la imposibilidad de formular matemáticamente el caos que reina en el universo como la excusa perfecta para retratar a un ser torturado por la ausencia de respuestas para las preguntas trascendentales de la existencia humana.

- Una, las matemáticas son el lenguaje por excelencia de la naturaleza. Dos, todo lo que nos rodea se puede entender e interpretar mediante números.

A través de las matemáticas, la ciencia y el estudio de los valores numéricos que contiene la Toràh y sus significados, Aronofski mostraba como nadie había presentado antes, un universo desconocido para muchos, en el que se limitaba a moverse como pez en el agua para conseguir resultados de una gran profundidad intelectual. El joven director norteamericano realizó una película con un significado religioso y humano más hondo de lo que pueda parecer a primera vista. Y su acierto fue hacer de Pi un film que gustase tanto a creyentes como ateos, porque nos libera de las ataduras conceptuales de la simbología.

- Antiguamente se utilizaba el hebreo como sistema numérico, cada letra es un número. En hebreo la “a”, la aleph, es 1, la “b”, beth, 2, ¿lo entiendes? Pero hay más. Todo está relacionado. Por ejemplo, “padre” es aleph y beth, es 1 y 2, que da 3. ¿Lo ves? Y, ahora “madre”, es aleph y menth, 1 y 40, 41. 41 más 3, 44. Pues mira, la palabra “hijo”, madre-padre-hijo, es 10 y 34, que da 44.

Igualmente, es un título que ha descrito la obsesión de la búsqueda de la verdad, a través de las matemáticas, para alejarse del miedo existencial. Pi reflejaba la percepción ante el callejón sin salida en el que se adentra el personaje principal, al intentar comprenderlo todo. De este modo, el cine ha representado con desigual resultado la incapacidad para adaptarse al mundo en que vivimos de los superdotados, aquellos que son capaces de descifrar en segundos complejos problemas matemáticos y, sin embargo, se mueven con desacierto en el plano de la vida humana. En este punto cabe destacar el trabajo que realizó Gus van Sant, en El indomable Will Hunting, con guión de Matt Damon y Ben Afleck, con el que ambos consiguieron un Oscar.

- Eres un genio, Will, eso nadie lo niega. Nadie puede comprender lo que te pasa por tu interior, en cambio presumes saber todo de mi porque vistes un cuadro que pinté y rajaste mi puta vida, de arriba a abajo.

Las matemáticas se han caracterizado por un gran dominio en los números, dotar a alguien de una sorprendente inteligencia, pero sobre todo como parte de un lenguaje abstracto que gusta de llenar, de una forma ininteligible, las pizarras. 

                      

    

El último juego que ha dado el cine con respecto a las matemáticas, lo ha hecho con las herramientas de un género ideal para mentes inquietas: la lógica-ficción de Los crímenes de Oxford (Alex de la Iglesia). Los que disfrutaron con Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle, de Douglas Hosfttander, lo harán con Sheldon, el personaje interpretado por John Hurt. Por una parte, los teoremas de incompletitud de Gödel (en un sistema, siempre es posible dar con una afirmación no demostrable dentro del mismo sistema); y por otra, el principio de indeterminación de Heinderberg (es imposible determinar con exactitud la posición y el movimiento a la vez de una partícula); y en medio, Ludwing Wittgenstein (al que, por supuesto siempre se le cita la misma frase del Tratactus logico-philophicus: "de lo que no se puede hablar...").

- Si conseguimos descubrir el sentido secreto de los números conseguiremos descubrir el sentido secreto de la realidad.

 

 

Ilusión y espectáculo, la figura del mago en el cine.

Ilusión y espectáculo, la figura del mago en el cine.

- Son magos, artistas, viven adornado verdades sencillas y a veces brutales para sorprender y promocionar. Michael Caine, El truco final. Christopher Nolan.

Quién lo niegue, miente. A todos nos gusta que nos engañen, que nos deslumbren con unos trucos sorprendentes y que la magia lo embriague todo. Por la gran pantalla del cine han pasado brujos y magos de cualquier pelaje y condición, algunos reales como el mítico Houdini, pero sobre todo ficticios que han sabido sorprendernos con mucho más que con un conejo saliendo de una chistera.

-Toto… Creo que no estamos en Kansas.

Evidentemente la fantasía ha sido el reino que ha reunido a más magos por metro cuadrado. Y eso que todos deberíamos saber que en la magia, hay mucho de truco. En el cine, el más tramposo aparecía en uno de esos clásicos atemporales, el Mago de Oz de la película de Victor Flemming. Le buscan desesperadamente una chica de Kansas, un hombre de hojalata sin corazón, un león cobarde y un espantapájaros sin cerebro.

- Tienes trece horas para cruzar el laberinto antes de que tu hermanito se convierta en uno de nosotros... para siempre.

Otro mago del cine fue Jareth, el rey de los Goblins, una de las apariciones esporádicas de David Bowie con un pelucón y más paquete de lo recomendable. Una jovencísima Jennifer Connelly buscaba a su hermano pequeño en un laberinto lleno de trampas y de peculiares personajes animados por Jim Henson, en El centro del laberinto. Luego vendrían el pequeño Willow o el divertido mago de La princesa prometida, Milagroso Max, interpretado por Billy Cristal; un hechicero con las ideas claras: despertar a “un pirata muerto en su mayoría, no absolutamente”, y hacer triunfar el amor verdadero.

Quizás, el mago más famoso de la historia sea Merlín, uno de los personajes centrales de la leyenda artúrica. Resulta inolvidable en la piel de Nicol Wicalson en ese clásico que fue Excalibur (John Boorman), en donde no sólo se valía de las fuerzas de la naturaliza, sino sobre todo tutelaba al Rey Arturo, en cuanto a Camelot y la famosa espada Excalibur.

-¡Admirad la espada del poder, Excalibur!

De hecho, los magos en la fantasía han proliferado como las arañas de Mordor, pero de todos ellos gobierna el Gandalf de Tolkien sobre ellos cual Anillo Único sobre las fuerzas del mal. Lo cierto es que muchos cineastas se han acercado a estos personajes, sin olvidar sus temas de siempre. Así sucedía con Woody Allen, en El escorpión de jade o en Scoop, en donde una joven periodista (Scarlett Johanson) se ponía en contacto con un fantasma bastante charlatán en pleno número de desmaterialización, a cargo de un mago llamado Splendini.

- Si sois periodista, debo informarle de una exclusiva, una gran primicia: Michel Layeron.

Por cierto, uno de los personajes principales estaba interpretado por Hugh Jackman, quien aparecía en la trama de El truco final, como un elegante mago, Robert Angier, consumado artista en la puesta de escena que mantenía un duelo con Alfred Borden.

-Si quieres un buen truco, Angier, es necesario el riesgo, sacrificio.

-El sacrificio, me temo, será todo tuyo. A menos que me des lo que quiero.

-¿El qué?

-Tu secreto.

El alcohol seduce al séptimo arte.

 - Un trago es demasiado y cien no es suficiente.
Días sin huella. Billy Wilder.

La única sustancia psicotrópica culturalmente aceptada ha encontrado numerosas ocasiones para ser retratada en el cine. Sin embargo, hasta los años cuarenta los borrachos habían sido considerados figuras cómicas en la pantalla. Las payasadas que representaban se basaban en que no podían mantener el equilibrio, veían doble o no acertaban a meter la llave en la cerradura. Pero en los años cuarenta, Hollywood empezó a retratar la adicción. En este sentido, los clásicos por derecho sobre el alcoholismo, son dos destacadas películas que ocupan un hueco en la historia del séptimo arte.

- Tú, yo y la botella, vaya trío, ¿recuerdas? Aquello fue agradable mientras duró.
- Tenemos que volver a aquello de nuevo.
- Si volviera a emborracharme contigo,… no. ¡No lo haré! Se acabó.

Días de vino y rosas (Blake Edwards) es la historia de una pareja que sucumbe al licor de Baco, llegando hasta su autodestrucción, de una forma similar a lo que hizo Billy Wilder en Días sin huella. Ambas películas revelaban las claves de una enfermedad, mostrada como una adicción.

- ¿No le gusta beber?
- Como lo hace usted, no.

En numerosas ocasiones, el alcohol se ha entendido dentro de la búsqueda de una libertad creativa  que termina siendo engañosa y autodestructiva.

- Incluso en mis horas más bajas, siento las palabras burbujeando dentro de mí, tengo que volcarlas sobre el papel o se apoderará de mí, algo peor que la muerte: palabras.


Tanto en Factotum (Bent Hamer), biografía apócrifa del provocador escritor Charles Bukowsky, como en la filmada de John O´Brian (Nicolas Cage), la literatura se ofrece como una vía de escape a unas vidas torturadas empapadas en alcohol.  De hecho, nos cuenta la película de Mike Figgins, Leaving Las Vegas, que éste se suicidó entregándose a la bebida.

- Nunca me pida que deje de beber, ¿me has entendido?

El alcohol no siempre ha sido el tema central de la historia, pero su presencia es notable desde todos los puntos de vista y géneros posibles, como también para definir personajes.

- ¿Te olvidas de las condiciones con las que accedí a vivir contigo?
- Yo no estoy viviendo contigo, ocupamos los dos la misma jaula, nada más.

Del personaje de Paul Newman, en La gata sobre el tejado de cinq (Richard Brooks) pasamos a otro de los clásicos bebedores del celuloide, Bogart, en Casablanca (Michael Curtiz)

- De todos los cafés y locales del mundo, has tenido que entrar en el mío.

Beber para olvidar, pero también beber para reforzar una amistad como sucede en el cine de piratas con el ron, o  en el western, con el whisky. Si entre las tribus indias, la socialización se hacía en torno a una fogata, el pistolero encontraba el sosiego en la barra del saloon, con uno de estos brebajes entre los dedos. De este modo, el género dio grandes bebedores y el personaje del borracho fue seña de identidad de muchos directores en sus películas. ¡Quién podría olvidar ese Doctor Boone (Thomas Mitchell) en La diligencia (John Ford), dándole la réplica al ambicioso banquero!:

- América para los americanos, el gobierno no debe involucrarse en los negocios, ni reducir impuestos: la deuda nacional es algo más que sentir el calor de la gentuza. Lo que necesita el país es un hombre de negocios como presidente.
- Lo que necesita el país es más cogorzas.

Pero de todos los borrachos del western destacaremos a Duke, excelente Ricky Nelson en Río Bravo (Howard Hawks). De forma sencilla, habla de cómo rehabilitarse de la bebida, sin ayuda,  sin paternalismos, encontrando su autoestima a través de la utilización social.

- Un viejo lisiado y un borracho, ¿y nadie más?
- Esa era toda mi ayuda.

Para terminar, el alcohol ha sido y será una marca de clase, de distinción, para una sociedad hedonista. Una etiqueta del mejor gentleman, rodeado de mujeres y con licencia para matar. Seguro que saben a quién me refiero.

- Un martini seco con vodka, mezclado y sin agitar.