El cine se pone las botas: fútbol en el celuloide.
A filósofos del balón (“El fútbol es así”, de Valdano), locutores tan personales como Andrés Montes, las genialidades de quienes se enfundan las botas o los que ostentan su condición de estrellas mediáticas.
Películas que al menos pretenden no espantar a quienes abominen del deporte rey, al combinar los dos conceptos de espectáculo, el del fútbol y el del cine. Sin embargo, el resultado general han sido de mediocres producciones, sobre todo ante las incompatibilidades entre el balompié y el celuloide, con una pregunta que cualquier amante de ambas disciplinas se hubiera hecho: ¿por qué el fútbol raramente funciona en la gran pantalla? Parece clara la dificultad para encontrar buenos actores que corran y golpeen el balón con estilo, por eso en muchas ocasiones se busca la empatía con futbolistas fácilmente reconocibles. Con el Real Madrid de la primera Era Florentino, como telón de fondo, curiosamente fue un catalán -Collet Serra- y al servicio de una producción británica, quien dirigió Goal 2: viviendo un sueño, para demostrarnos cómo el éxito y el dinero pueden echar por tierra la carrera del mejor deportista.
- Quiero que no tengáis nada perder, olvidaros del éxito, de la prensa, de las cámaras, olvidaos de todo y disfrutad.
Pero tampoco parecen funcionar los filmes, con alma de documental, que tienen a un gran club como argumento. ¿Dónde estaría entonces la fórmula del éxito? Se ha intentado combinar futbol y cine desde todos los géneros posibles. Así, en el reino de la comedia bufa, los actores no tienen porqué calzar las botas.
- Dicen todo el mundo que el capitán del Deportivo tira los penaltis por la derecha, siempre, siempre, siempre.
- Por la derecha. Pero, ¿por la derecha suya o por mi derecha?
- ¡Por la derecha de la portería, Fernando!
En El penalti más largo del mundo, solamente separa el éxito del fracaso un penalti en contra, pitado en el último momento en un partido de liga en el cual un equipo de Tercera Regional se juega el ascenso. Junto a Fernando Tejero que se enfundó los guantes de portero en esta película, hicieron lo propio Silvestre Stallone, en Evasión y Victoria, y Carmelo Gómez, en El portero (Gonzalo Suárez). Pero mucho antes nuestro cine español se prestaba a la chanza de las piernas femeninas correteando a la portería. En Las ibéricas, se veía e futbol, desde el machismo más cerval, en el contexto del inicio de la emancipación de la mujer.
- Lo que tendría que hacer es ficharlas, esas chicas tienen un tesoro.
- ¡Fíjate que colores!
Otro aspecto dentro de este repaso cinematográfico es cuando se intenta demostrar la credibilidad dramática y épica del deporte. En uno de esos míticos títulos, Evasión o victoria, John Huston reunió en un mismo escenario a actores solventes y deportistas célebres, que respondían con sus habilidades respectivas a lo que era más que un partido de fútbol, un día de viejas glorias y de otros que realizaban palomitas con un estilo inimitable. Entre las estrellas del deporte, reconocemos la genialidad de Pelé, en el filme de J. Huston, e incluso en España hemos visto a figuras inmortales saltar del campo de fútbol a la gran pantalla, en donde se ponía de relieve las limitaciones interpretativas de estos. Así aparecían Kubala, Sampere y Gramallets en la película Los ases de la paz.
- Quiero pedirte un favor, dale esto a mi madre.
- ¿Es que no vienes?
- Yo vuelvo con los míos, no puedo traicionar a Colbert por arriesgar su vida por salvarme ni a España, hasta que esté en paz.
Se trata de un terreno en donde espectadores y aficionados exigen reglas conocidas, en donde dirimir conflictos sentimentales o ideológicos. Pero el fútbol tampoco se aparta del esquema de los sueños procedentes de los barrios marginales. En el cine, salir del lodazal del gueto ha sido sinónimo de deporte. El deporte ha servido para reflejar una de las formas más expresivas para escapar de la claustrofobia que supone el barrio. Los gimnasios de boxeo, las canchas de baloncesto, y por qué no, los estadios de fútbol, aparecen como escenarios de una lucha por la supervivencia. Una materia prima de la que siempre el cine sabrá sacar provecho.
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