Ilusión y espectáculo, la figura del mago en el cine.
- Son magos, artistas, viven adornado verdades sencillas y a veces brutales para sorprender y promocionar. Michael Caine, El truco final. Christopher Nolan.
Quién lo niegue, miente. A todos nos gusta que nos engañen, que nos deslumbren con unos trucos sorprendentes y que la magia lo embriague todo. Por la gran pantalla del cine han pasado brujos y magos de cualquier pelaje y condición, algunos reales como el mítico Houdini, pero sobre todo ficticios que han sabido sorprendernos con mucho más que con un conejo saliendo de una chistera.
-Toto… Creo que no estamos en Kansas.
Evidentemente la fantasía ha sido el reino que ha reunido a más magos por metro cuadrado. Y eso que todos deberíamos saber que en la magia, hay mucho de truco. En el cine, el más tramposo aparecía en uno de esos clásicos atemporales, el Mago de Oz de la película de Victor Flemming. Le buscan desesperadamente una chica de Kansas, un hombre de hojalata sin corazón, un león cobarde y un espantapájaros sin cerebro.
- Tienes trece horas para cruzar el laberinto antes de que tu hermanito se convierta en uno de nosotros... para siempre.
Otro mago del cine fue Jareth, el rey de los Goblins, una de las apariciones esporádicas de David Bowie con un pelucón y más paquete de lo recomendable. Una jovencísima Jennifer Connelly buscaba a su hermano pequeño en un laberinto lleno de trampas y de peculiares personajes animados por Jim Henson, en El centro del laberinto. Luego vendrían el pequeño Willow o el divertido mago de La princesa prometida, Milagroso Max, interpretado por Billy Cristal; un hechicero con las ideas claras: despertar a “un pirata muerto en su mayoría, no absolutamente”, y hacer triunfar el amor verdadero.
Quizás, el mago más famoso de la historia sea Merlín, uno de los personajes centrales de la leyenda artúrica. Resulta inolvidable en la piel de Nicol Wicalson en ese clásico que fue Excalibur (John Boorman), en donde no sólo se valía de las fuerzas de la naturaliza, sino sobre todo tutelaba al Rey Arturo, en cuanto a Camelot y la famosa espada Excalibur.
-¡Admirad la espada del poder, Excalibur!
De hecho, los magos en la fantasía han proliferado como las arañas de Mordor, pero de todos ellos gobierna el Gandalf de Tolkien sobre ellos cual Anillo Único sobre las fuerzas del mal. Lo cierto es que muchos cineastas se han acercado a estos personajes, sin olvidar sus temas de siempre. Así sucedía con Woody Allen, en El escorpión de jade o en Scoop, en donde una joven periodista (Scarlett Johanson) se ponía en contacto con un fantasma bastante charlatán en pleno número de desmaterialización, a cargo de un mago llamado Splendini.
- Si sois periodista, debo informarle de una exclusiva, una gran primicia: Michel Layeron.
Por cierto, uno de los personajes principales estaba interpretado por Hugh Jackman, quien aparecía en la trama de El truco final, como un elegante mago, Robert Angier, consumado artista en la puesta de escena que mantenía un duelo con Alfred Borden.
-Si quieres un buen truco, Angier, es necesario el riesgo, sacrificio.
-El sacrificio, me temo, será todo tuyo. A menos que me des lo que quiero.
-¿El qué?
-Tu secreto.
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