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Travelling. Blog de cine.

Ha nacido una estrella. Un brillante musical.

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Bradley Cooper roza la cima con una romántica historia de superación con la música, como telón de fondo. El sin fin de premios y festivales que va cosechando la película la hacen merecedora de todos los halagos posibles, es uno de los mejores títulos del año y una de las óperas primas más sólidas y sorprendentes. Incluso la musa del pop, Lady Gaga, está fabulosa en su primer protagónico.

Jackson Maine, un cantante de country se emborracha en un club tras su último espectáculo, cuando conoce a Ally, quien canta una versión de “La vida en rosa”. Ella es una camarera venida a más, pero Jackson descubre desde el principio su enorme talento. La auténtica Lady Gaga sabe algunas cosas de cómo una camarera puede llegar a ser una superestrella, pero la verdad es que la química que desprenden ambos personajes, desde las primeras escenas, es mágica. La historia la hemos visto mil veces: La chica  se va convirtiendo en una leyenda del pop, mientras que el chico va sumiéndose lentamente en la bebida y van alejándose cada vez más. Pero la película es realmente fabulosa.

Todas las historias podrían contarse de distintas formas; de hecho cada generación  ha conocido una versión distinta de ese clásico atemporal que nació de un proyecto de George Cukor (“Hollywood al desnudo”). William A. Wellman filmó en los años 30 la historia de una actriz (Janet Gaynor) que se enamoraba de un actor alcoholizado (Frederic March). El propio Cukor rodaría la primera versión musical en los 50, que supuso el regreso al cine de Judy Garland, junto a un magnífico James Mason. Y Frank Pierson hizo una adaptación de “Ha nacido una estrella”, en los años 70, con una BarbraStreisand que habría soñado protagonizarla junto a Elvis Prestley, aunque se tuvo que “contentar” con Kris Kristofferson.

Todos los años hay algún actor que se lanza a dirigir y el resultado que surge es más que un buen debut; este sería el caso de Bradley Cooper con “Ha nacido una estrella”. Una curiosa ópera prima, que cuenta una historia  de la que existían tres versiones. De hecho, Cooper fusiona la ambientación del rock de la película de los 70 con el espíritu de melodrama de la versión de los 50, a la hora de asumir un proyecto tanto en la dirección como el protagonista.  “Ha nacido una estrella” es una película estupenda en donde Cooper logra un gran trabajo en la puesta de escena, con una historia que transmite un portentoso carisma y fuerza en la interpretación de sus dos protagonistas. Una tragedia americana que nos muestra a una fantástica Lady Gaga.

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Dolor y gloria. El culmen de la autoficción según Almodóvar.

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Llegados el momento, a muchos cineastas les gusta mirarse en el espejo y reflexionar sobre sí mismo. Otros memorables trabajos fueron fruto de este mismo objetivo como “Fanny y Alexander” (Ingmar Bergman) o “Fellini 8 1/2” (Federico Fellini). De esta forma, Pedro Almodóvar regresa a sus orígenes y lo cuenta, por una parte, como si tomase acta notarial delas vivencias de su propia madre o de sus paisanos de Calzada de Calatrava; y, por otro lado, como el Almodóvar ya instalado en Madrid como cineasta. Pero este retrato de sí mismo, es la autoficción que lleva haciendo desde hace cuarenta años.

Salvador Mallo (Antonio Banderas) es un director en horas bajas. Hace treinta años que no pisa un rodaje y además su salud se encuentra bastante desmejorada, cuando recibe la noticia de que van a reponer su última película en la Filmoteca de Madrid. En ese momento, se le van apareciendo sus fantasmas tanto los físicos como los recordados: su infancia en la que sus padres tuvieron que emigrar a Paterna, un pueblo de Valencia, por necesidad; su primer amor en Madrid y su posterior ruptura, la escritura como terapia o el proceso de creación tanto el cinematográfico como el teatral.  Si el culmen del aspecto cinematográfico sería la última escena de la película, resumen –a su vez de todo su cine-, el teatro está presente a través de un monólogo interior, “Adicción”, cuya voz del personaje principal la cede a Asier Atxiendia: “Conocí a Marcelo en un váter lleno de gente. El fin de semana lo pasamos, enteros en la cama y cuando quise darme cuenta había pasado un año”. 

A lo largo de su cine, Almodóvar ha sido capaz de condensar la tragedia, la guasa y la sobriedad a través del lado más humano de sus personajes. Sin embargo, existe un “nuevo Almodóvar”, el de los dramas áridos sin apenas humor, como hizo antes en “Julieta” y ahora en “Dolor y gloria”. En esta nueva etapa, analiza los temas de siempre con la predisposición de un cirujano para que lleguemos a eso de lo que llamamos el alma de sus retratados. En esta ocasión, de un director de cine  (Salvador Mallo)  personaje, víctima de los hombres pero sobre todo de sí mismo y del destino, que no es otro que un alter ego del propio cineasta. Es un drama encapsulado en una tragedia más hollywoodiense que griega, como si nuestro Salvador Mallo fuese esa Bette Davis de “Eva al Desnudo”, homenajeada en “Todo sobre mi madre”, primera cita del manchego en los Oscars.

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Es curioso como el propio Almodóvar añade a un diálogo algo que ya veíamos en sus últimas películas: sus personajes ya no lloran sino que se contienen. Es una de sus películas más contenidas de su filmografía y casi confesional, directa desde las tripas, aunque metareferencial de todo su cine. Salen todos sus temas: Un cine formado por universos poblados de mujeres, pero también de hombres, en donde han ido apareciendo recurrencias temáticas como la pasión homosexual, las drogas, las enfermedades o las soledades internas que provocan todo tipo de miedos. De hecho, todas sus películas están presentes: Desde “Volver” (la cultura de la muerte, la solidaridad de las vecinas y el flan, que adorna una escena) a “Los abrazos rotos”. También el mundo masculino de “La ley del deseo” y “La mala educación”.

Dejamos para el final, el gran tema que recorre el cine de Almodóvar y que marca gran parte del film: la figura de la madre. Estos episodios –los flashback que nos trasladan a esos años 60- aparecen tamizados por la fotografía luminosa de un legendario cameraman como José Luis Alcaine, sobre todo, la primera escena en la que vemos a Rosalía, la madre, de joven (Penélope Cruz) cantando “A tu vera”, junto al río. Con la madurez, esta vinculación madre-hijo, con Chus Lampreave en el recuerdo, sabe un poco a reproche. “No has sido un buen hijo”, le dirá ya anciana a su hijo, Salvador.

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Nosotros. El miedo hacia nosotros mismos.

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Jordan Peele hizo historia con su primer trabajo como director, “Get Out”, un film de terror que lograba estar nominado al Oscar a Mejor Película, pero en su nueva incursión tras las cámaras está dispuesto a ir mucho más allá. Vuelve con sus tintes sociales con los que sacudir la cultura contemporánea a través de una sátira del sueño americano, en forma de pesadilla, y con el tema del doble como telón de fondo. El “Us” del título tiene un sentido ambiguo. Los “nosotros” son los Wilson –una familia afroamericana de vacaciones- pero también podría pensarse en los propios Estados Unidos (El título original marca esa referencia con los United States).

-Esto es lo que dice el señor: Les traeré un desastre del que no podrán escapar. Aunque me griten, no les escucharé. Jeremías, 11:11.

Con elementos de “Twilight Zone” y George Romero e incluso préstamos del “Jaws” (S. Spielberg), la película se inicia con una  niña que deambula con sus padres por el paseo marítimo de Santa Cruz. Se separa de ellos para pasear por la playa desierta, cuando divisa una atracción junto al muelle. Entra en lo que parece una sala de espejos abandonada, descubriendo algo aterrador: su propio doble. La historia se traslada a la actualidad, en el momento en el que la familia Wilson viaja en coche. La niña es una mujer, Adelaida (Lupita Nyong´o) y se encuentra junto a su marido Gabe, y sus dos hijos. Están expectantes por llegar a su lugar de vacaciones, la misma playa de Santa Cruz y reencontrarse con sus amigos, los Tylors, y sus hijas gemelas. Pero, llega la noche y vemos la silueta de cuatro figuras cogidas de la mano, delante de la casa; cuatro personas muy parecidas a ellos.

La película, en plan de Home invasión y de “La invasión de los ladrones de cuerpo”, se centra en el tema del doppelgänger, el doble, a través de unas terroríficas versiones de ellos mismos, “los ligados”. Dos episodios de míticos seriales han inspirado a Jordan Peele. En “The case of Mr Pelham” de "Alfred Hitchcock Presenta", Tom Ewell se encontraba a una versión de sí mismo, mientras que el mítico episodio de "Dimensión Desconocida", “Mirror image”, Vera Miles descubría una copia exacta de ella.

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La importancia del subtexto.

Gareth Marenghi dijo en una ocasión que el “subtexto era para cobardes”. Lo cierto es que el cine de terror se ha nutrido de él, hasta tal punto que ha llegado a describir el estado del mundo a través de una infinidad de historias. Si en “Get Out”, Peele, se centraba en la experiencia afroamericana, en su nuevo trabajo bucea en la experiencia americana, en la dualidad de un mundo privilegiado. Sin embargo, la clave está en que el “subtexto” nunca abruma al “texto”. Jordan Peele mantiene el control del encuadre y el tono, en todo momento, haciendo gala de un estilo que agradaría al propio John Carpenter.

Parte de su encanto lo encontramos en la forma en que Peele ha ido vertiendo la información, una parte de esta a través  de los “presagios” (los “foreshadowing”) que permiten adelantarnos muchas situaciones. Sin duda es una de esas películas que dará mucho de qué hablar. Hay juegos de citas bastante curiosas, por ejemplo, en el cartel de la atracción de feria. En los años 80 se ve a un nativo americano sobre la frase: “Busca la visión del chamán”; en la actualidad, se anuncia con un letrero mucho más amigable: “El bosque encantado de Merlín”. También las referencias al versículo de Jeremías, a las ambulancias o los guiños que encontramos en las camisetas de los personajes: desde el Thriller de Michael Jackson y Tiburón de Spielberg, a una en donde se explicita la necesidad de una América con las manos entrelazadas.

En definitiva, una parábola política que critica la Era Trump e incluso la de Reagan, en esa campaña “Hands Across America”, que aparece en una camiseta. También hay elementos sociológicos y psicológicos en la película, como el llamado “síndrome del impostor” –que sufren las personas que han luchado para alcanzar una posición  de prestigio, aunque nunca pierden la sensación de que no lo han merecido-.

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Lwarence de Arabia: un clásico inolvidable.

 Junto a Ben-Hur, El puente sobre el rio Kwai o Los diez mandamientos, la película de David Lean es una de las grandes superproducciones de carácter épico de la historia del cine. Otro título del que celebramos su aniversario junto a un nutrido número de clásicos, para un film que marcaría un importante hito dentro del cine de aventuras. 

El cineasta británico supo aprovechar al máximo los impresionantes recursos que tuvo a su alcance y todo aquello que hizo de la película toda una superproducción. El impresionante reparto, la música, la fotografía, el diseño artístico, el guión,  sus escenarios naturales o el montaje son marcas de la casa de un director que convirtió en esta  película en un fenómeno inolvidable. Podríamos destacar el montaje, una de sus herramientas idóneas. De hecho, David Lean contaba con una gran experiencia como montador antes de comenzar su carrera como cineasta. "La cantidad de veces que he salido de una película en la que había una escena muy bien montada y he oído a la gente decir que la fotografía era muy buena. ¡Al diablo con el operador! Todo se debe al montador".

Sobre el personaje hay tantas luces como sombras, como también existe la sospecha de haber exagerado sus hazañas pues estas vivencias partían de una obra autobiográfica. Lo cierto es que T. E. Lwarence  fue arqueólogo y diplomático inglés que llegó a Arabia en plena I Guerra Mundial, en el momento del nacionalismo árabe frente a un imperio turco, en franca decadencia. Resultan interesantes los entresijos de la política internacional, que aluden a unos conflictos que parecen no tener fin. También encontramos el auge del imperialismo británico. De hecho, Lwarence de Arabia se convertiría en un icono de las políticas pro occidentales. 

-Al parecer tenemos un servicio de agua británico con la bandera árabe.

 La película de David Lean los considera ciertos, pero sobre todo para presentar al personaje dentro de su conflicto interno y de su profundidad dramática. 

-Es usted el hombre más extraordinario que he conocido.

-Déjeme en paz.

-¿Cómo?

-¡Qué me deje en paz!

Así junto a las proezas que se le atribuyen también hay brotes de locura e incluso momentos de crueldad. E incluso llega a convertirse en una especie de Mesias:

-No está escrito.

                        

 Lo realmente importante de la película es la influencia del desierto en sus personajes, clave en el cine del realizador inglés, pues los paisajes y los grandes espacios cobran tanto protagonismo como la historia o sus personajes. David Lean se sirve  como escenario de los desiertos de Jordania, Marruecos y el de Almería. "David Lean no podía hablar nada más que del desierto. Nosotros llegábamos al rodaje y ya estaba en medio del desierto horas antes, cada día, para tenerlo en su cabeza". Uno de los actores que más debe al gran éxito de esta película, el egípcio Omar Sharif, declaraba la importancia del desierto para el film en su visita al festival de Almería en corto, asombrando a los presentes por su dominio del español. 

Otro de los escenarios que más nos podría llamar la atención es el de Sevilla, recreándose la capital hispalense como el Cairo, con el hotel Alfonso XIII y la Plaza de España (localización muy cinematográfica pues también serviría para el rodaje de una de las entregas de Star Wars). Productores como Sam Spiegel o Samuel Bronston pusieron a España en el mapa cinematográfico de Hollywood, rodándose en nuestra geografía grandes superproducciones como Doctor Zivagho, El Cid, La caída del Imperio Romano o 55 días en Pekín

Otra de las referencias del film es la música magistral a cargo de Maurice Jarre, con uno de los temas tan reconocibles como el silbido de la Marcha del Coronel Bogey en ‘El puente sobre el río Kwai’ (‘The Bridge on the River Kwai’, David Lean) o el tema de Lara (Doctor Zivagho, David Lean), del mismo compositor. 

En definitiva, un film lleno de anécdotas por la gran dificultad del rodaje a la altura de la propia historia que querían narrar; por el empleo de miles de caballos, camellos y figurantes en pleno desierto; por el propio actor protagonista (Peter O´Toole) elegido tras un larguísimo proceso y de importantes descartes como el de Marlon Brandom o por ser una de las pocas películas en donde los personajes femeninos deseparecían de la pantalla más allá de simples figuraciones. 

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Lwarence de Arabia

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Green Book. Una guía para automovilistas negros.

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¿Recuerdan esa escena de “Paseando a Miss Dasidy” en la que el pobre chofer negro no podía parar en una gasolinera para hacer sus necesidades? Esa es la idea de “Green Book”, una road movie con prejuicios raciales de fondo, con  Vigo Mortesen y Mahersala Ali como protagonistas, y dirigida por Peter Farrelli, director que forma pareja cinematográfica junto a su hermano Bob.

Parece invitar a hacer una comparación con “Conduciendo a Miss Daisy”, pero  su origen es diferente. “Green Book” es una historia de amistad masculina interracial, toda una tradición cultural en esa América que busca la redención de aquel pecado original. Podríamos remontarnos a las comedias de Gene Wilder o Richard Prior de los setenta, o aquella película de fugitivos protagonizada por Sidney Poitier y Tony Curtis ("The desafiant one", "Fugitivos", 1958). Pero se trata de todo un arquetipo estadounidense, a través de unas parejas literarias bastante célebres: Huck y Jim, Ismael y Queequeg, o Natty y Chingachgook.

El blanco, Vigo Mortensen, es Tony, un hombre afable y leal hacia su esposa (una adorable Linda Cardellini) y sus dos hijos, que solo desea una cosa: permanecer en el barrio del Bronx donde siempre ha vivido. Trabaja como portero del Copacabana aunque suele ganarse un dinero extra como "arreglador". Un día recibe una oferta de trabajo que le diese una estabilidad a su familia, aunque permanezca fuera de casa, una temporada. Será el chófer y guardaespaldas de Don Shirley (Mahersala Ali), un pianista y compositor que debe viajar por la famosa carretera entre Mason y Dixon. Shirley o “Doc”, como lo llama Tony, es todo lo que él no es: educado, sofisticado y negro. Y esto provoca conflictos entre los personajes. Tony (un italoamericano) es un tipo agradable, pero de ideas anticuadas sobre todo en cuanto a los afroamericanos.

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De esta forma, recorrerán el sur de los Estados Unidos en 1962, en una época de profundas desigualdades y prejuicios raciales. Dos hombres, uno blanco y otro negro; personajes con dos caracteres opuestos se unen por una circunstancia especial. Aprenden el uno del otro, para luego descubrir que no son tan diferentes como creían. Reconozcámoslo suena a fórmula gastada y lo es. Pero lo suficientemente atractiva para haberse llevado algún que otro Oscar, incluido el de Mejor Película. Curiosamente se lleva 3 Oscars, los mismos que se llevó "Moonligth" hace 2 años, en donde Mashersala Ali también obtuvo su preciada estatuilla. 

El libretto parte de una historia real, de hecho, el hijo del auténtico Tony Lip (Nick Villalonga), coescribió el guión junto a Peter Farrelly. Tanto Mortensen como Ali interpretan a sus personajes con gran precisión y diferentes matices, pero también es un placer verlos juntos, al desarrollar mucha química. Lo realmente llamativo es que esta historia parta de un tipo que hacía comedias de bajo perfil en donde la escatología cobraba gran protagonismo:  los hermanos Farrelli. Me refiero a "Algo pasa con Mary" o "Dos tontos muy tontos".

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2019: La 91º Ceremonia de los Oscars.

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Llega la ceremonia de los Oscars 2019 al Dolby Theather de Los Ángeles, envuelta en polémica, como suele ser propicio. En esta ocasión, por el hecho de no tener presentador, algo que no ocurría desde 1989, una gala –dicho sea de paso- que estuvo al borde del desastre durante unos 11 minutos, pero sobre todo por decisiones de la Academia que tendría que corregir, días después, debido a la presión de Hollywood. Entre ellas, la creación de una nueva categoría como “mejor película popular” y la decisión de entregar cuatro premios durante los cortes publicitarios. Más allá de estos detalles, la carrera hacia el Oscar ha dejado alguna que otra sorpresa por el camino, desde que los actores KumailNanjiani y Tracee Ellis Ross compartiesen la lista de los nominados. La más llamativa de todas sería que una película de superhéroes, “Black Panther”, se colase en la categoría de Mejor Película, mientras que “Roma” y “La favorita”, con diez nominaciones, aparecían como las grandes favoritas; dicho sea de paso, las dos grandes triunfadoras en los premios Baftas.

The Winner is… El Oscar a Mejor Película de 2019 recayó en “Green Book”, y el de Mejor Director para Alfonso Cuarón.

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 Los mejores intérpretes.

Uno de los grandes momentos de la noche fue la entrega de los premios para las categorías de mejor interpretación. Entre ellas el enfrentamiento parecía decantarse entre Glen Close y Olivia Colman, quien se llevó el preciado galardón como Mejor Actriz.  Se trata de su primera nominación a los Oscars, por su personaje de la Reina Ana en “La favorita”. Sin embargo, la sorpresa la dio Regina King, como Mejor Actriz de Reparto por “El blues de Beale Street”.

Hace pocos años, RamiMalekera prácticamente un desconocido, pero se ha convertido en uno de los grandes protagonistas al ganar el Oscar a la Mejor Interpretación Masculina. Su entregadísima imitación de Fredy Mercury, en “BohemianRapsody” ha valido su peso en oro.

En cuanto al Mejor Actor de Reparto, éste recayó en Mahershala Ali, que se convierte en el primer actor afroamericano con dos estatuillas, tras ganarla en 2017 por “Moonlight”.

Una gala poco reivindicativa.

Los asistentes, sobre todo ellas, dejaron claro la necesidad de un cambio, aunque lució poco. La primera reivindicación vino de la mano de Ruth Carter, al recoger su Oscar a Mejor Vestuario: “Gracias por honrar a la realeza africana”. Y poco más se dijo.

Eso sí, el rechazo a las políticas de Donald Trump, sobre todo al famoso Muro con México, se pudo verse en él éxito de “Roma”, que se llevó el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa y la Mejor Fotografía, paraAlfonso Cuarón, su tercer Oscar en su nómina personal. 

Sin embargo, el acento racial destacó de forma contundente. Lo encontramos en la Mejor película de Animación: “Spiderman: Un nuevo universo” y en los Oscars de “El blues de Beale Street” o “Black Phanter”, una de las grandes sorpresas, al marcar sus 3 estatuillas el inicio de la gala. También merecería destacarse que Spike Lee recibió su segundo galardón por el Mejor Guión Adaptado, quien levantó el Dolby Theater con su discurso: “Entre el amor el amor y el odio, hagamos lo correcto”.

De nuevo, un español se queda en las puertas del Oscar con un cortometraje; en esta ocasión, Roberto Sorogoyen con su magnífico trabajo: “Madre”.

Entre las triunfadoras se encuentran “Bohemian Rhapsody”, la película centrada en la famosa banda de rock, Queen, con sus 4Oscars; pero sobre todo “Black Phanter”, que siendo el “patito feo” se lleva 3 estatuillas a casa. También merecería destacarse “Roma” (Alfonso Cuarón).

Entre las grandes perdedoras, estaría “Nace una estrella” que aspiraba a 6 estatuillas y se llevó el Oscar a la Mejor Película, pero sobre todo,  “La favorita” que aspiraba a 10 estatuillas y se quedó únicamente con el Oscar a la Mejor Actriz, para Olivia Colman. Tampoco quedarían muy satisfechos el equipo de “Firstman”. El Oscar a los Mejores Efectos Especiales debió ser un agridulce caramelo de consolación para alguien como DamienChazzelle que aspiraría a mucho más.

La 91º Ceremonia de los Oscars podría ser el año en que Lady Gaga ganó el Oscar, aunque fuese a Mejor Canción o el del record con mayor número de ganadores afroamericanos.   ¿Se premió al mejor cine? Esa es otra cuestión. Fue bonita, entretenida y reivindicativa, con un gran acento afroamericano. Fueron los Oscar, en definitiva, para bien o para mal.

Esto ha sido todo por mi parte, os espero el año que viene, por estas mismas fechas y os dejo con el listado de premiados. Espero que este resumen, haya sido de vuestro agrado.

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LISTA DE LOS PREMIADOS.

Mejor actriz de reparto: Regina King, por “El blues de Beale Street”.

Mejor actor de reparto:Mahershala Ali, por “Green Book”.

Mejor Maquillaje y peluquería:GreggCannom, Kate Biscoe y Patricia Deshay por “Vice”.

Mejor Vestuario: Ruth E. Carter por “Black Panther”.

Mejor documental: “Free Solo!”

Mejor montaje de sonido: “Bohemian Rhapsody”.

Mejor mezcla de sonido: “Bohemiasn Rhapsody”.

Mejor diseño de producción:HannaBeachler por “Black Panther”.

Mejor película de habla no inglesa: “Roma”, Alfonso Cuarón.

Mejor película de animación: “Spiderman: un nuevo universo”.

Mejor cortometraje de animación: “Bao”, de Domee Shi.

Mejor cortometraje documental: “Period. End of sentece”.

Mejor cortometraje de ficción: “Skin”, de GuyNattiv.

Mejores efectos visuales: “Firs tman”.

Mejor montaje: John Ottman por “Bohemian Rhapsody”.

Mejor guión original: Peter Farrely y Nick Vallelonga, por “Green Book”.

Mejor guión adaptado:Spike Lee, por “Atrapado en el KKKlan”

Mejor fotografía: Alfonso Cuarón por “Roma”.

Mejor banda sonora:LudwingGoransson, por “Black Phanter”.

Mejor canción: “Shallow”, de Lady Gaga, por “Ha nacido una estrella”.

Mejor actor protagonista:Rami Malek, por “Bohemian Rhapsoy”.

Mejor actriz protagonista: Olivia Colman, por “La favorita”.

Mejor director: Alfonso Cuarón, por “Roma”.

Mejor película: “Green Book”.

 

Ha muerto Stanley Donen, el último superviviente del Hollywood clásico.

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Nos ha dejado una de las grandes leyendas del cine, uno de los meritorios realizadores del Hollywood clásico que escribió muchas páginas del séptimo arte, en mayúsculas, sobre todo desde su género favorito, el musical.

Nacido en 1924, en Columbia, fue tal su admiración que sintió por Fred Astair que daría clases de danza y se convirtió en coreógrafo y bailarín para la MGM.  Allí hizo amistad con Gene Kelly quien le introdujo en Hollywood, primero como su asistente y luego co-dirigiendo “Un día en Nueva York”. Estamos ante su primera película  de un currículum de films de estudio que abarcaba “Bodas reales” (1950), “Cantando bajo la lluvia” (1952), “Tres chicas con suerte” (1953), “Siete novias para siete hermanos” (1954) o “Una cara con ángel” (1956). Pero más allá de esta adscripción genérica del director, existe una filmografía más o menos conocida.

Es curioso que haya fallecido en las vísperas de la gala de los Oscar, cuando no recibió ni una sola nominación por ninguna de las muchas películas que dirigió, aunque la Academia intentase resarcirse con el Oscar honorífico que recibió por su dilatada trayectoria, en 1984. Sus films eran reconocidos por sus ritmos rápidos, sus guiones ingeniosos y su aspecto elegante (gracias a sus aspectos cinematográficos, el montaje, el vestuario o la producción artística). Incluso cuando finalizó la etapa de sus musicales, los movimientos de cámara y su forma de rodar, reflejaban la importancia de las coreografías en su cine.

Stanley Donen en los años sesenta.

Donen fue un director dependiente del sistema de producción de los grandes estudios, pero se convirtió en un superviviente cuando el Hollywood dorado empezó a sucumbir. Estamos en los años sesenta, por lo que se enfrentó a ello demasiado temprano (había nacido en 1924 y comenzó su carrera al final de los años cuarenta). En este panorama, se dio de bruces con la crisis del musical, el género que le había dado sus mayores reconocimientos, por lo que se aferró a la categoría de “comedia” –que acompañaba sus musicales- y eliminó esta última. A pesar de todo, los sesenta resultaron fructíferos para Stanley Donen. Comenzó con dos comedias, protagonizadas por Yul Brynner: “Una rubia para un gánster” y “Volverás a mí”.

En “Una rubia para un gánster”, Brynner interpreta a un gánster deportado a Grecia que decide volver a recuperar una fortuna dejada en los Estados Unidos para comprar una corona del rey de Anatolia; en su lugar aparece su novia que decidirá robarla.

“Volverás a mí” está más conseguida que la anterior, gracias –en parte- por el imponente diseño artístico que da a la película un toque más teatral. El protagonista, Yul Brynner, es un director de orquesta ególatra que mantiene una conflictiva relación con su mujer, una inmensa Kay Kendall, en su último trabajo, aunque se trata de la historia de una claudicación: su personaje deberá ceder y aceptar tocar la marcha de “Barras y estrellas” que le exigen los mecenas de una sala de conciertos.

El drama romántico “Dos en la carretera” sería uno de sus títulos emblemáticos de la década, un intento de plasmar las ideas de la Novelle Vague, junto con dos películas de espías, “Charada” y “Arabesco”; una protagonizada por CaryGrant y  AudrieHerburt, y la otra, por Gregory Peck y Sofía Loren, dos films que aprovecharon el éxito del cine de Hitchcock. Los años sesenta terminarían con una película de ambientación gay “La escalera”, con Richard Burton, encabezando el reparto. Un film que tuvo grandes dificultades para su distribución, sobre todo debido a las reticencias de la viuda de Burton.

Las rarezas: Un agriodulce final para Stanley Donen.

Los años setenta y ochenta vieron el final de la carrera de este gran director, en donde se aventuró con un film de ciencia-ficción, “Saturno 3” (1980), basada en una novela de Steve Gallagher, publicada ese mismo año. Protagonizada por Harvey Keitels y Kirk Douglas, tuvo el dudoso honor de estar nominada en los premios Razzies en varias categorías. Otra de sus rarezas fue “El pequeño príncipe”, versión musical del clásico de la literatura infantil de Antoine de Exuperi.Hoy en día, llevaba desaparecido de la profesión desde que rodó su última película, la irregular “Lío en Río” (1984), aunque aún le quedaría un episodio para la televisión, un film para ese medio y un documental. 

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Después de la tormenta. Una pequeña joya japonesa.

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El siempre interesante Kore-eda, aunque sea un director para un tipo de público que no relacione el cine con las palomitas, filmó en 2016 “Después de la tormenta”. Regresa a sus temas preferidos –los avatares de una familia, a punto de romperse-, tema muy japonés, en donde los personajes principales tendrán que hacer frente a una tormenta pero también a algo tan definitorio de una sociedad como la actual como unos billetes de lotería. Se trata de un detalle que marca la época de crisis en la que vivimos: se compra lotería con la esperanza de ganar dinero, aunque con la situación paradójica de derrochar un dinero que podría necesitarse. De ahí, que sea un elemento que cohesione a la familia: el hijo representaría esa esperanza de ganar dinero; la madre, lo busca por el hecho de haberse gastado el dinero y el padre, porque sería la última vez que los tres miembros de la familia estén trabajando juntos.

En esta película Hirioshi Abe interpreta a un escritor, llamado Ryota, que tras un lejano éxito, intenta recuperar el prestigio perdido, aunque por el camino empieza a engañar a todo el mundo, incluso así mismo, cuando se pone a trabajar en una agencia de detective con la excusa de documentarse para un nuevo libro. El hombre se divorcia, dilapida el dinero en carreras y no puede, ni siquiera, pagar la pensión alimentaria de su hijo. En este trance, se produce un tifón y la familia se refugia en la casa de la abuela.

La ausencia de un familiar, según Kore-eda.

Es fácil relacionar este último trabajo de Koreeda con la filmografía de este director, sobre todo con Still Walking.  Si en Still Walking (Caminando), el recuerdo de su hermano condicionaba la relación con su padre, en esta ocasión, es precisamente, el padre quién después de muerto se hace más presente. Pero también encontramos la importancia de la ausencia o del recuerdo de un familiar difunto  en su episodio para el film colectivo “Kaidan Horror Classics” (2010), uno de sus trabajos en el género fantástico; o en “Afterlife” (1988), sobre personajes entre mundos que ayudan a los muertos a recordar episodios vitales de su vida.

En Japón existe una gran preocupación por la familia, las personas y su entorno, pero pocos cineastas cuentan con tanta entereza y sensibilidad cinematográfica como hace Koreeda con sus películas. Cada una de ellas, un nuevo fresco sobre qué es la condición humana y la vida misma. En este sentido, el 12º largometraje  era otra de sus pequeñas joyas, con una  primera parte, que consistía en la presentación los personajes y el conflicto. La familia, la tercera edad o la infancia son temas recurrentes en Kore-eda, como también el pulso narrativo y cinematográfico de sus películas, o el efecto logrado por la música, a cargo de Takasi Nagazumi que sirve de acompañamiento perfecto de la historia.  También será importancia en el cineasta nipón la influencia- más o menos velada- de Yasuhiro Ozú, y el hecho de recurrir a un reparto y equipo familiar. De los niños, muy presentes en su cine, logra unas interpretaciones naturales muy conseguidas; en esta ocasión de Taiyo Yosizawa, en el personaje de Yoshiko.

Sin embargo, lo más destacado en el reparto sería Kirin Kiki, habitual en el cine de Koreeda y recientemente fallecida, interpretando a la madre de Ryota y la abuela del niño; quien humaniza el relato. Su personaje acumula experiencia y asume que no hay otra forma de vivir, por ejemplo, renunciando a aquellas cosas que  sabe que no va a poder conseguir, de ahí que termine aceptando el aquí y el ahora. Está interpretada por una veterana actriz de 73 años, con más de cinco décadas en la interpretación, aunque el espectador occidental la descubriese en 2005, gracias al personaje de Touke, la mujer que enseñaba a preparar Dorayakis en una “Pastelería de Tokio”.

Terminemos con una de las características del cine de este director japonés: sus particulares diálogos. Los personajes se sinceran, pero no abordan los sentimientos, siendo tarea del espectador imaginárselos en función de cada situación.

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