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Crisis del capitalismo.

Wall Street: Conociendo a Gordon Gekko.

Wall Street: Conociendo a Gordon Gekko.

Si con Plattoon, Oliver Stone –veterano de Vietnam- lograba el Oscar a la Mejor Película, convirtiéndose en un icono de los ochenta, con Wall Street cambia una jungla por otra en un film que hoy en día sigue de plena actualidad.

- El 90% de los americanos tienen muy poco, yo no creo riqueza, yo poseo. Nosotros ponemos las normas, pon el hambre, la paz en una hoja de papel. Nosotros somos los que sacamos el conejo del sombrero, mientras que los demás están sentados preguntándose cómo lo hacemos, ¿no serás tan ingenuo de creer que estamos en una democracia, Buddy?

 Wall Street (Oliver Stone) sigue siendo de lo mejorcito que pasa entre bastidores; un joven prometedor descubre la fascinación del poder y la riqueza extrema que le permite estar en la cumbre, seducido por un Mefistófeles del mundo bursátil.

 - Mira esos dos, ¿vas a decirme que la diferencia entre ese hombre y ese otro está en la suerte?

Si observásemos los ochenta en perspectiva, destacaríamos la importancia de la película que supo transmitir la fiebre por el dinero, el ansia por la ambición y la cultura del éxito imperante en los Estados Unidos. Ese poder estaba representado en Gordon Gecko, auténtico Mefistófeles de Wall Street que a pesar de la visión que quisieron ofrecer en la película pronto se convertiría en el prototipo a seguir por muchos hombres de negocio. Sobre todo porque una de las ideas de Oliver Stone fue reflejar la capacidad seductora del dinero fácil, en una década marcada por el capitalismo a ultranza y conceptos derivados del Darwinismo Social. Pero también encontramos la influencia de un Gordon Gecko real que inspira a una generación de hombres de negocio: “Buscad la riqueza, es algo bueno”. Durante una conferencia, el agente de bolsa Ivan Boesky se jacta de que la codicia es positiva, idea que tomaría prestado Oliver Stone para “la codicia es buena”. Michael Douglas bordó un papel por el que ganó un merecido Oscar, atrayendo porque algunas de sus apreciaciones resultaban de absoluta actualidad.

-Tiene treinta y tres vicepresidentes y cada uno de ellos gana más de doscientos mil dólares anuales. He pasado los dos últimos meses analizando lo que hacen todos esos y sigo sin saberlo.

Al igual que Richard Gere en Pretty Woman, Gordon Genko, -el personaje interpretado por Michael Douglas- vive de partizar empresas y de vender sus partes al mejor postor, especulando artificialmente en la bolsa para obtener beneficios escandalosos en tiempo record.

Gecko es una de las piezas claves de un film coral que cuenta con una serie de personajes muy bien construidos por un gran reparto. Introduciendo la figura paterna como elemento estructural, donde el personaje de Charlie Sheen recibe los consejos desde fuera por su padre y, desde dentro, por Al Holbruck. Un homenaje confeso de Oliver Stone hacia su propio padre. “Mi padre era corredor de bolsa y hedonista pero ya no era el mundo que él había vivido. Se estaban denigrando muchos de los valores que estaban representados por ambos personajes, en la película”.  En este sentido, el film de Stone documenta el cambio radical de los valores en el corazón del distrito financiero de los Estados Unidos: Wall Street.

                            

 - Recuerda que no hay atajos, chico, los que quieren dinero fácil suben y bajan con el mercado, la inflación, con los operadores fuertes que se mueven en el bajista. Tú eres parte de algo importante, el dinero que tú creas genera empleo y proporciona estabilidad, no reniegues de eso.

- Tienes razón, Luy, tienes razón. Ante todo hay que tener ambición, luego vendrá ayudar a la gente.

- Aquí no hay compromisos a medias.

La película tuvo una continuación con Wall: El dinero nunca duerme en la que Oliver Stone actualiza el discurso de Gordon Gekko, coincidiendo con la crisis que aún vivimos. Pero esa es otra historia.

El Capital: Costa-Gavras analiza una de las lacras del sistema financiero.

El Capital: Costa-Gavras analiza una de las lacras del sistema financiero.

Pocos cineastas se pueden tomar tan en serio hasta tal punto que de sus películas se haga una reflexión de la actualidad; hablamos de Costa-Gavras, a pesar de que usa el thriller como transfondo de la situación económica actual. En este sentido, vuelve a retomar el tema de Arcadia. En El Capital, el protagonista es una especie de Robin Hood, a la inversa: "¡Seguiremos robando a los pobres para dárselo a los ricos!".

El capital y uno de sus films anteriores, Arcadia, podrían ser la cara y la cruz de una misma moneda. Si en la anterior seguíamos la pista de un ejecutivo de una gran empresa, despedido tras una reducción de personal; en esta película nos centramos en ese grupo de personas que se enriquecen a costa de unas "reestructuraciones", el eufemismo empleado para el "fin de contrato". La película sigue a Marc Tourneuilleire (interpretado por Gad Elmaleh) quién preside uno de los mayores bancos europeos, convirtiéndose en un hombre de paja, pero con una ambición desmedida. Un personaje que se suma al selecto club de los "villanos" financieros que ha dado el cine: Gordon Gecko de Wall Street (Oliver Stone), Potter (Qué bello es vivir, Frank Capra), etc. Unos tiburones de las finanzas, sin escrúpulos, dispuestos a todo con el fin de hacer engordar sus carteras hasta el infinito, mientras disfrutan de los lujos de una privilegiada situación: sexo, poder y dinero.                 

                          El Capital Festival de San Sebastián

 No es causualidad el título de dicha película. "El capital", film de Costa-Gavras, parte de la novela del economista francés Stephane Osmont, con el que guarda no pocos puntos en común con la célebre obra del pensador alemán Karl Marx, padre del socialismo marxista. El capitalismo no sólo se centra en las mercancías, bienes y servicios, también se apodera del alma humana. En su obra "El Capital", Marx llegaba a decir: "El capital es trabajo muerto que solo revive como los vampiros, chupando trabajo vivo, y vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupe".

-Tu banco tiene beneficios y ¿tú despides a la gente? ¿Cómo llevas eso?

Stéphane Osmont, -llamado en realidad, Stéphane Dottelonde-, es un antiguo alto funcionario del Ministerio de Economía; es decir, sabe de lo que habla. Pero la película de Costa-Gavras también recuerda al pensamiento de uno de los mayores economistas norteamerinacos, David Korten: "Los mecanismos empleados por el capitalismo financiero para hacer dinero a partir del dinero, permiten que aquellos que tienen dinero incremetarlo en contra de la riqueza real de la sociedad sin contribuir a su producción".

-Con siete mil despidos las acciones se multiplicarían entre un 12 y 18%, con diez mil, entre un 22 y un 36%, y los accionistas estarían satisfechos. Esta reunión es para fijar mi parte de prima. Digamos que mi prima por despido.

-El banco se estaba hundiendo, teníamos que salvarlo. Había que despedir a gente para salvar miles

-No me fastidies, Marc, llevo mucho tiempo viéndolo, sangráis a la gente tres veces. Una, la bolsa quiere sangre, le localizais y hay gente que va a la calle. Dos, los sangráis como clientes. Tres, con la deuda en Europa, sangráis a los paises y por tanto, al ciudadano. Y como el trabajos, el cliente y el ciudadano son los mismos, los jodéis tres veces.

Sin embargo, se verá presionado por el reprensetante de los accionistas norteamericanos del banco Dittmar Rigule (interpretado por Gabriel Byrne), cuando accede a estafar a sus propios accionistas, a través de la compra de un banco japonés en bancarrota. Lo que arruinaría el valor del Fenix, lo que permitiría que los norteamericanos compranran la entidad bancaria a un precio de saldo.

-Las gente cree que el dinero es una herramienta, pero el dinero es el alma.

-En Europa no tenemos esa mentalidad.

-Las mentalidades cambian, Marc.

De los personajes que aparecen por la película, quisiera destacar a los ricos norteamericanos que concretan sus reuniones en yates de lujo, junto a mansiones con un cierto gusto hortera (esculturas clásicas en el jardín, como la Victoria Nikè griega); top models, en la línea de Kate Moss, muy delgadas y adictas a las drogas; y los accionistas del banco, bufando como lobos, movidos por la codicia.

-A veces es injusta y un poco cruel, cierto, pero es un juego.

-Y la gente que pierde su empleo y su vida, para enriqueceros, ¿también juegan?

El Capital 1

El Capital 2

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Desempleo, ambición y crisis: un nuevo repaso en el cine.

Desempleo, ambición y crisis: un nuevo repaso en el cine.

Pasada la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, para lavar conciencias por las millones de víctimas de este conflicto, se creó un sistema económico que tendría como base el utilitarismo (la creación de bienes para la comunidad) y el llamado Estado del Bienestar, promovida por la iniciativa privada y el concepto de la libre competencia. Igualmente se crearía ilusión de que este sistema crearía recursos de manera casi permanente. De ahí, el siguiente paso fue el feroz neoliberalismo de Ronald Reagan, llevando a la práctica las teorías de Milton Friedman, dogma intocable en los centros de poder. 

 - ¡Eh, no somos animales, porque no tengamos trabajo!

Las pulsiones de la política neoliberal de Margaret Tatcher fueron trasladadas a la pantalla en algunos títulos que destacaron el conflicto social, en el que encontramos a Ket Loach Lloviendo piedras o Riff - Raff.

-¿Veis esos contenedores? Pues deben estar llenos a las cuatro. Aquí manda Margaret Tatcher.

-Entendido, Margaret.

El cine actual incide el tema de la crisis económica con un sentido más frío y de documental que en la cinematografía de la Gran Depresión. Ya no se tratan de fábulas con las que mostrar los estragos de la crisis de 1929, a través del melodrama y la comedia. Pero resultan ser filmes que funcionan en torno a esquemas repetidos -teniendo en cuenta la realidad estadounidense y no de otros confines- y sobre datos y cifras que resultan incomprensibles para quien nunca haya jugado a la Bolsa o no conozca la terminología macroeconómica.  

                Inside-Job-Film-Review

Sin embargo, existe una filmografía interesante, tanto en el cine de ficción como en el documental. Podríamos destacar  Inside job, expresión que se refiere a que el cataclismo vino desde dentro, hace análisis minucioso de las causas del sistema por el cual, millones de personas perdían empleos y viviendas, mientras que las élites de Wall Street se enriquecían casi como nunca.  

 - Lo que importa es hacer lo correcto.

- Lo que importa es el juego.

Con Wall Street, Oliver Stone esbozó una acertada tesis sobre la ambición a través de esta Meca financiera y del mítico Gordon Gecko; ahora su secuela Wall Street: El dinero nunca duerme, está plenamente justificada gracias a la crisis que vivimos hoy en día.   

- Cuando el Katrina llegó a Nueva Orleans en 2005, el mundo vio horrorizado un  Apherheid del desastre.

Hasta los fenómenos naturales, considerados casuales, pueden provocar que exista todo tipo de gente dispuesta a lucrarse haciendo negocio de la catástrofe. Uno de los mejores ejemplos fue el desastre de Nueva Orleans que lo utiliza Michael Winterbottom para ilustrar "la doctrina del shock", una nueva diatriba contra el capitalismo, aprovechando el sorprendente éxito de taquilla de Inside Job. De hecho, La doctrina del shock termina defendiendo una serie de catarsis necesarias para que el sistema se retomara con frescura. 

- La riqueza, que es pública y pagada por todos nosotros a través de los impuestos, pasa de los gobiernos a las empresas y a las manos más ricas de todo el mundo.

Pero más que de cifras y teorías económicas, lo que importa al ciudadano de a pié como usted o como yo, es la realidad de la calle. Y esa se cuantifica en el trabajo, el dinero que llevar a casa para mantener una familia. Así que su pérdida es la parte más dramática y real de toda esta crisis. 

-Estoy jugando al golf en el club y en pocas semanas no tendré ni para mantener a mi familia. 

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Tres ejecutivos de una gran empresa son despedidos en The company men, a pesar de esto seguramente ninguno de nosotros nos sintamos identificados con su situación, y sí con otros personajes que han tenido que aprender a vivir en la cola del paro. Nos referimos al grupo de Robert Carlyle que intentan buscarse la vida como unos stripers en Full Monty (Peter Cattaneo) y, sobre todo, los parados de Lunes al sol (Fernando León de Aranoa).

-¿Qué día es hoy?

-Lunes. 

La crisis actual está poniendo en jaque las bases del Estado del Bienestar que tanto esfuerzos y sacrificios costaron, así como la paciencia de unos sufridos ciudadanos. La gente que ve desde sus casas la destrucción laboral, la extrangulación de la economía diaria y el aumento de la miseria cotidiana que esta crisis, nuestros gobiernos, el rescate, ayuda o como queramos llamarlo, nos están llevando. Y lo hacemos como buenos españoles que somos, con el mismo talante que los protagonistas del filme de León de Aranoa, "los lunes al sol".

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¿Sufre stress laboral? La terapia del séptimo arte.

¿Sufre stress laboral? La terapia del séptimo arte.

¿Problemas laborales? Si sufres mobing, el despido, la lacra del desempleo o si crees que en el mundo laboral, el acoso se expande como un virus, vaya al cine. Es un buen momento para buscar terapia en el séptimo arte. Secreatrias vamp, tiburones de bolsas, colegas envidiosos, factores que se pasan por jefes adictos al despido, todos les esperan en la gran pantalla. Así, tomando ideas de grandes filmes, resistirás el stress laboral.

Nos encontramos con la degradación del ser humano en el entorno laboral, los consentimientos -no ya cobardes- sino obligados a consentir por quien está  bajo un superarior en el escalafón de mando de cualquier puesto de trabajo. La bajada de pantalones por miedo de represalias, que tiene como mejor representante, en el mundo cinematográfico, la figura del apocado C. Baxter de El apartamento.

- Te hemos ayudado a subir, podemos ayudarte a bajar.

Tanto que Billy Wilder sólo pudo hacerlo a modo de comedia. Pero, ¿quién no se ha sentido en alguna ocasión como C. Baxter? Los que así se vean, formáis parte de una jungla ultracapitalista en la que el empleado de turno es ninguneado por prinicipio, a pesar de la posibilidad de ir en vaqueros o almorzar con el jefe, un día a la semana: el casual day de la película de Max Lemcke. El jefe. Ese tótem todopoderoso,  que mira atento a sus empleados como un Gran Hermano, al acecho de esa presa fácil, el trabajador más perezoso. La cámara-ojo que no pierde detalle de Charlot en Tiempos modernos, un obrero obligado al trabajo más inmundo dentro de una fábrica, como sátira del taylorismo, la fábricación en serie del Gran Capitalismo.

                           
Ahora, sin embargo, lo políticamente correcto es que las relaciones  entre el jefe y el empleado sean amistosas. Para ello, los americanos inventaron el Casual Day.

- Vamos a ver, el casual day es para que te olvides del resto de los días, para que no veas la realidad. Porque la realidad es el señor jefe López de Andrada, como señores de la sexta planta se están follando por el culo a los mil doscientos trabajadores de la empresa.

Es otra de las cosas que nos llega de Estados Unidos, por cierto, más malas que buenas; algo así como un día informal, siempre un viernes, en el cual los trabajadores de una empresa pueden vestirse como quieran, abandonar el traje y la corbata e incluso disfrutar de un día de campo con el jefe y el resto de sus compañeros. Y todo esto para cultivar el buen rollito y la confraternización entre los empleados, para ver si así mejora el resultado en el trabajo.

El séptimo arte ha descrito con éxito desde la producción en cadena, ejemplo de taylorismo del siglo XX, hasta la situación tan deprimente en la que viven los trabajadores de algunas latitudes en el siglo XXI, pasando por la alienación de las grandes compañías en las cuales el ascenso sólo se consiguen a base de pequeñas corruptelas. O los mundos paralelos en las que intentan rompen esta alieación laboral con estrategias tan revolucionarias como autodestructivas. Una de estas ideas interesantes aparecía en el filme El método, historia sobre el mundo laboral en la que se hacía incentivar la rivalidad de los trabajadores a través de unas extrañas pruebas, para poder ocupar un puesto vacante de ejecutivo, en una multinacional, que sería además una acertada metáfora de la sociedad.

- La primera prueba es la siguiente. Le hemos dicho que son los últimos aspirantes, pero no son los últimos siete aspirantes. Entre ustedes, hay un miembro de nuestra sección de personal.

              

Se han escrito historias que nos han acercado tanto al placer por el dinero como al prestigio profesional, en una sociedad en donde el trabajador se acerca a la idea del stajanovista soviético. Una sociedad  muy competitiva, en la que no hay reglas de juego y se siguen manteniendo esquemas jerárquicos tradicionales en plena era tecnológica. Ciertamente uno de los referentes de cualquier historia sobre las interioridades de una empresa y del mundo laboral es la genial película de David Mamet Glengarry Glen Ross. en la que un reparto de lujo nos dejaba con la boca abierta con ese retrato del infierno que se puede vivir en las cuatro paredes de una pequeña oficina. En este sentido, no hay que olviar al personaje interpretado por Alec Baldwin en el filme.

- Vamos a añadir un concurso de ventas en este mes y como todo el mundo sabe, el primer premio es un Cadillac gris dorado. ¿Alguien quiere ver el segundo premio? El segundo premio es un juego de cuchillos. El tercer premio es el despido.

Smoking room, la ópera prima de Julio Walovits y Roger Gual, seguía este mismo modelo de Mamet, desnudar la condición humana a partir de las relaciones de un pequeño grupo de trabajadores.

- No te conozco.
- Pero si compartimos mesa.
- Si, pero no te conozco, pichamos y compartimos mesa, pero no te conozco, no se quien eres. No sé si eres un violador, que vas detrás de la niñas. No, es un ejemplo.

Al fin y al cabo, son retratos  de la humillación en el puesto de trabajo, una carnicería humana y empresarial, en donde el machismo, la impostura, la estupidez o el instinto de supervivencia resultan más provechosos, a veces, que la honestidad y seriedad profesional. Un pequeño subgénero en el que salen a relucir los problemas laborales, conocidos por todos, que va desde la falta de reconocimiento profesional a la fauna propia de una gran empresa: el trepa ambicioso, el pelota, el sindicalista, etc. Donde se es humillado, pero también se puede humillar. Cómo la vida misma.


Capitalismo: una historia de amor.

Capitalismo: una historia de amor.

 - El 90% de los americanos tienen muy poco, yo no creo riqueza, yo poseo. Nosotros ponemos las normas, pon el hambre, la paz en una hoja de papel. Nosotros somos los que sacamos el conejo del sombrero, mientras que los demás están sentados preguntándose cómo lo hacemos, ¿no serás tan ingenuo de creer que estamos en una democracia, Buddy?

Gordon Genko (Michael Douglas) en Wall Street. Oliver Stone.

 No abandona ni su gorra de béisbol, ni su pinta de niño grande, pero desde hace 30 años toca las narices al país más poderoso del mundo. A Michael Moore le hemos visto detrás de la guerra de Irak, la política sanitaria o la posesión de armas. Ahora vuelve a la carga con su mejor artillería, para lanzar una arenga contra el capitalismo, una mirada crítica a la economía global; el resultado: Capitalismo, una historia de amor.
                 
 Sin duda, lo logrado por Moore debe despetar curiosidad, rivalidad e incluso envidía, entre los que hacen grande a Hollywood: recoger un Oscar, hacer taquilla y provocar –como nadie- contando siempre la misma historia. En esta ocasión, se trata de la historia de un sistema –el capitalismo-, convertido en la principal pesadilla.

 - El capitalismo es un mal, y el mal no se puede regular. Hay que erradicarlo, pero en base a leyes, sino a través de la democracia.



Ni economistas ni historiadores se ponen de acuerdo sobre el origen del capitalismo. Para algunos es tan antiguo como el trueque, para otros, tan moderno como la economía de mercado. Pero nadie duda que el sistema creado bajo los auspicios anglosajones, tuvo el éxito en las Colonias, hasta convertirse en la religión de los Estados Unidos. Si nos quedamos con referencias cinematográficas sobre el tema, destaca 2012 de Roland Emmerich -porque sus conclusiones resultan más objetivas y sinceras que las de Moore-, y Wall Street (Oliver Stone).

 Sin embargo, habría que hacer un inciso, el sistema económico al que Michael Moore dirige sus críticas no es el Capitalismo con mayúsculas, sino una versión de este. Quizás su versión más depredadora, la que abandera los Estados Unidos y que tiene su catedral en Wall Street. De hecho, el cineasta no pone en cuestión el capitalismo, pero su discurso se identifica con las posturas democráticas, que encuentran en Barack Obama su principal esperanza. Su principal argumentación se asienta en una tesis: Lo mejor del Sueño Americano es la creencia en los Estados Unidos, en la democracia y en la justicia, pero es difícil cuando la economía rige los resostes de un país. El mensaje de Moore es incontestable, el capitalismo nos está destrozando; pero su envoltorio es tan entretenido que resulta peligroso por dejar demasiadas puertas a la manipulación. Es como si Buenafuente o el Gran Wyagoming hubieran hecho una tesis del estado económico actual y no escatimaran en supuestos.

 Por otra parte, de nuevo Michael Moore llena la pantalla de su omnipresencia figura y de unos datos de dudosa valía. La crisis actual ha puesto a las finanzas internacionales contra las cuerdas, ha provocado millones de desahucios, un 10% de desempleo, deudas públicas de más de un billón de dólares y ha destapado vicios y escándalos estratosféricos. Con el capitalismo, como objetivo, Michael Moore recorre la geografía de la crisis que en Estados Unidos ha destruido millares de empleos, mientras que advierte a los europeos del modo de vida americano: “Cuanto más os parezcais a nosotros, peor será para vosotros”.

 Al fin y al cabo, los ejemplos con los que ilustra su discurso son tan burdos como contradictorios: unos casos de desahucios no demuestran la situación de todo un sistema económico, a lo sumo subrayarían sus imperfecciones. Por esa razón, el director acierta más en la situación general que en los casos particulares. Se encuentra más cómodo en sus críticas hacia la política de Whashington, que favoreció a los grandes bancos, que en los ejemplos concretos (resulta incomprensible la defensa de los pilotos de aviación, como víctimas del sistema). También se le ve bastante descolocado en sus intervenciones en pleno Wall Street (esa escena en la que se le ve precintando un banco, en domingo, como una revolucionaria medida de protesta), meras acciones cara a la galería, celebradas por sus seguidores. Los mismos espectadores que seguramente no sepan que si una película como esta llega a las salas de cine es gracias al capitalismo.

 Michael Moore es un realizador que se mueve por el telereportaje de actualidad con fondo social y político como un showman con vocación de Pepito Grillo. Todo un demagogo que pisotea a sus anchas otra de las instituciones consagradas de los Estados Unidos, aunque se siente más cómodo en su vena de humor cínico que en su crítica objetiva. La película, El capitalismo: una historia de amor termina siendo un ensayo simplista y manipulador, dirigido más por un telepredicador que por un verdadero crítico del sistema.

                    

Crisis? What Crisis?: Quiebra del capitalismo en el celuloide. Parte 1.

Crisis? What Crisis?: Quiebra del capitalismo en el celuloide. Parte 1.

Estamos embriagados por la crisis, allí donde haya dos personas el fantasma del desempleo, la miseria y sus resortes hacen su aparición: menos mal que el cine está de nuestro lado para recordarnos esas películas que se han acercado a la crisis, para darnos una explicación y de paso, concienciarnos.

 - Mientras la moneda europea siga cayendo, fabrica exclusivamente billetes de dólar.

 Ya en los albores del séptimo arte, uno del los villanos más sofisticados, el Dr. Mabuse en Dr. Mabuse (El jugador), de Fritz Lang, desestabilizaba el sistema a través de la economía. Primero fabricaba moneda falsa para ponerla en circulación y luego manipulaba la bolsa con un ejercicio absolutamente premonitorio. El expresionista Mabuse presagiaba el Crack de la Gran Depresión, fenómeno que hizo correr litros de tinta y metros de rollos de celuloide. El famoso “Jueves Negro”supuso la caída de un sistema económico que tenía en Wall Street su sede financiera; el demócrata Rooswelt y su New Deal intentaron levantar el sistema del derrumbe, teniendo en Frank Capra su principal referente cinematográfico.

 - Quiero que sepan que vuestro dinero está seguro. La situación de este banco es excelente.

- Yo he oído otra cosa.

- No es más que un rumor malicioso.

 En La locura del dólar, más sugerente su título original, American madness, encontramos una parábola que no ha perdido vigencia. ¿Qué ocurre cuando se pierde la confianza? ¿Y cuando el banco se enfrenta a una alarmante pérdida de liquidez? El propio Capra en Viva como pueda, nos proponía la figura del banquero consciente de su propia relevancia social.

- El problema de este país es que el dinero está guardado. El dinero guardado no es un buen negocio. ¿Dónde está todo el dinero hoy? En los bancos, en bonos, acciones o metido en vigas viejas bajo tierra. Y les digo que tienen que poner el dinero en circulación si quieren que este país vuelva a reflotar.

No se trataba, en realidad, de cuestionar el modelo de libremercado, sino de reflexionar con el sentido moralista de la época. Eran fábulas o cuentos morales, apoyados en el maniqueísmo, para reflejar cómo el ciudadano medio podía sobrevivir a la Depresión, defendiéndose de la ambición de los hombres de negocio y su corrupción, gracias a la obstinación y a la ayuda de los amigos. Así sucedía en este clásico, en Vive como puedas, Qué bello es vivir o en Juan Nadie.

 - Son tiempos peligrosos, señor Beira, nos dirigimos a un orden nuevo. Se han hablado demasiado en este país, se han hechos demasiadas confesiones para que el pueblo se sienta confortado.

 Si en el mundo urbano, destacaba Frank Capra, la Gran Depresión en el mundo rural había sido tema para una diversidad de cineastas. El gran John Ford había adapatado una novela de J. Steimbeck para acercarnos al drama de la crisis entre campesinos. Muchas familias que habían perdido sus tierras salian hacia el oeste para encontrar en la recolección de la uva su medio de vida.

En este sentido la familila Joad, de Las uvas de la ira, es arquetípica. Con Henry Fonda y Jane Dawell (Ma Joad) a la cabeza, emprenden el éxodo desde Oklahoma a California, en una odisea hacia la “tierra prometida”.
 
- Pero nosotros estamos vivos, y seguimos caminando. No pueden acabar con nosotros ni aplastarnos; saldremos adelante, porque somos la gente.

Al final Henry Fonda descubría la crudeza de la realidad; nada más poner los pies en California, el sueño se hace trizas.

 A Ford tampoco le caían simpáticos los banqueros, siempre solía aparecer en sus películas como uno de sus villanos peculiares, pero su mejor retrato lo consiguió en La diligencia, en donde reflejaba parte del eterno debate, propio del libremercado, sobre la intervención del Estado en la economía.
 
- América para los americanos, el gobierno no debe involucrarse en los negocios, ni reducir impuestos: la deuda nacional es algo más que sentir el calor de la gentuza. Lo que necesita el país es un hombre de negocios como presidente.
- Lo que necesita el país es más cogorzas.

 Una de las consecuencias de la crisis del capitalismo especulativo es que quienes toman las decisiones no dan la cara, no sabemos quienes son; idea ya esbozada en el clásico de los años 40, Las uvas de la ira.
 
- ¿Quieres decir que me echas de mis tierras?
- No hay que enfadarse conmigo, yo sólo soy el mensajero. Ya sabes que el dueño de las tierras es la compañía Sayland.
- ¿Y quién es la compañía Sayland?
- Una compañía.
- Pero tiene un presidente, alguien que sepa para que sirve un rifle, ¿verdad?
- Hijo, ellos no tienen la culpa, el banco les dice lo que tienen que hacer.
- Muy bien, ¿dónde está el banco?
-En Toolse, pero no vas a resolver nada, allí sólo está el apoderado. Y el pobre sólo trata de cumplir las órdenes.
- Entonces, ¿a quién buscamos?
- La verdad, no lo sé, si lo supiera te lo diría.

Una esquizofrenia perpetua en la que vivimos, dos realidades paralelas, con el discurso oficial y otro sometido a censura, como refleja otro clásico por derecho. Porque como sabrá más de uno, no hay mejor forma de llegar al ciudadano que a través de las miserias cotidianas. En El político, Robert Rossem nos presenta a un gobernador que quería ganarse el voto de los desheredados en el momento de mayor miseria del país. Es decir, la radiografía de un político que hace campaña de las necesidades.

- Tú, ese de allí, mírate los bolsillos. Tienes agujeros en las rodillas. Escúchate el estómago, ¿no está protestando de hambre?

Crisis? What Crisis?: Quiebra del capitalismo en el celuloide. Parte 2.

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- Seremos ricos Martínez y cuando seamos ricos, todo vale.

José Luis López Vázquez en El pisito.

 Pasada la Gran Depresión, el mensaje referente a la crisis se ha modernizado en el séptimo arte, no dirigiéndose tanto al mundo de la banca como al de la empresa y la bolsa, es decir, al centro bursátil de Wall Street. La ambición, la codicia y el poder sustentado en el dinero, han sido los nuevos temas surgidos en el cine. También, claro está, el desempleo y la miseria de la marginalidad de un sistema económico depredador.

 - El 90% de los americanos tienen muy poco, yo no creo riqueza, yo poseo. Nosotros ponemos las normas, pon el hambre, la paz en una hoja de papel. Nosotros somos los que sacamos el conejo del sombrero, mientras que los demás están sentados preguntándose cómo lo hacemos, ¿no serás tan ingenuo de creer que estamos en una democracia, Buddy?

 Wall Street (Oliver Stone) sigue siendo de lo mejorcito que pasa entre bastidores; un joven prometedor descubre la fascinación del poder y la riqueza extrema que permite estar en la cumbre, seducido por un Mefistófeles del mundo bursátil.

 - Mira esos dos, ¿vas a decirme que la diferencia entre ese hombre y ese otro está en la suerte?

 Al igual que Richard Gere en Pretty Woman, Gordon Genko, -el personaje interpretado por Michael Douglas- vive de partizar empresas y de vender sus partes al mejor postor, especulando artificialmente en la bolsa para obtener beneficios escandalosos en tiempo record.

 - Recuerda que no hay atajos, chico, los que quieren dinero fácil suben y bajan con el mercado, la inflación, con los operadores fuertes que se mueven en el bajista. Tú eres parte de algo importante, el dinero que tú creas genera empleo y proporciona estabilidad, no renieges de eso.

- Tienes razón, Luy, tienes razón. Ante todo hay que tener ambición, luego vendrá ayudar a la gente.

- Aquí no hay compromisos a medias.

 Pero también hay otro personaje del filme de Oliver Stone, interpretado por Al Holbruck, que con tintes paternalistas, aboga por la inversión del capital en empleo e investigación. Gordon Genko fue imitado en la vida real y el actor Michael Douglas llegó hasta el punto de avisar a sus muchos fans que él era el malo de la película.
 
- He considerado la postura sobre su oferta de compra, con una condición. No estoy preocupado por mí, sino por la gente que trabaja para mí.

 En Pretty Woman (Garry Marshall), Ralph Bellamy era un empresario honrado que se preocupaba por sus trabajadores, mientras que en Entre pillos anda el juego (John Landis), interpretaba a un tiburón de la bolsa, dispuesto a todo por el mayor beneficio posible.

 - Acabamos de ganar 340.000 dólares libres de impuestos.

Un especulador puro y duro, que junto a Donald Meache (su hermano en la ficción) se dedicaba a jugar a la bolsa, como si se tratase del monopoli.

- A mí me parece que sois corredores de bolsa.
- Te dije que lo entendería.

 La película supone además un varapalo a lo que la clase dirigente y el conservadurismo divulgó para autojustificarse así mismo: el darwinismo social, es decir, los que están arriba están por su inteligencia y su capacidad. Pues bien, el experimento –en clave de comedia- consistía en recoger a un vagabundo (Eddie Murphy) y hacer que presidiese una gran compañía, para luego apostar por su tiempo de caída en aquella. Y todo por el simbólico valor de un dólar.

- Rudy, en la facultad sólo te enseñan lo que necesitas saber, sólo son teorías, ideales y enormes libros de ética.
- ¿Qué tiene de malo la ética?
- Nada supongo.

Con el tiempo, el ultraliberalismo empezó a descubrir sus talones de Aquiles; entre estos, la ética y la justicia. Un título referencial, en este sentido, fue Legítima defensa (Francis Ford Coppola). Un joven y prometedor recién licenciado, se asocia con un veterano abogado para defender una causa que parecía perdida.

 - Espanta comprobar hasta qué punto puede llegar una compañía de seguros, para coger el dinero de una humilde familia y embolsárselo, mientras les deniega lo que les corresponde.

 Y todo esto, ¿por qué? Por el dinero. ¿Qué creían? Cantidades de dinero inconmensurables, prohivitivas. Conseguir el máximo beneficio, con el menor esfuerzo posible. Y sin escatimar en medios, sin importar lo ético, lo ortodoxo o lo profesional. Otro apostol del sistema era el ambicioso protagonista de Un buen año (Ridley Scott), ese tiburón de las finanzas encarnando el empresario modelo.

- Sólo quiero decir a los esclavos: buen trabajo, hemos ganado una cantidad considerable de dinero. Hoy hemos demostrado el dicho de que ganar no es todo, pero…
- ¡¡Es lo único!!

 En la crisis actual todo el mundo se pregunta dónde está todo ese dinero, por qué ha desaparecido y quiénes son los culpables. Cuando una empresa, una comunidad y un Estado están gobernados por delincuentes de “cuello blanco”, cuántas veces pagan por su delito. Encontramos un interensante testimonio en el cine español, La vida de nadie (Eduard Cortés), película protagonizada por José Coronado.
 
- ¿Y mis joyas?
- Ágata, por favor, ¿estás loca?
- ¿De qué hemos vivido todos estos años? ¿Dónde están las inversiones de mis padres, y del tuyo, y de José? ¿Y las de todos?

 Hay un puñado de títulos dentro del cine documental que reflejan y explican la situación de las diversas crisis económicas que surgieron como consecuencias de corrupciones y de usos poco ortodoxos de los fondos. Una destacada película centraba la situación que vivió Argentina hace unos años, fenómeno que se conoció como corralito, Memorias del saqueo (Ferdando E. Solanas). Esta contaba el derrumbe del país, a partir de un maquillado saqueo por la propaganda oficial.
 
- Las empresas estatales podían comprarse con bonos del Estado que se obtenían al 15% de su valor nominal que se reconocía al 100%.
 
Otro título interesante sobre las alcantarillas del capitalismo fue Enron, los tipos que estafaron América (Alex Gibrey).
 
- Pasaremos del sistema de valoración al precio de mercado, con algo que yo llamo CFH, Contaduría de Valor Futuro. Si hacemos eso podemos establecer tropecientos millones al balance final.
 
Estos últimos nos explican las maravillas de quienes practican otra de las pestes de la actualidas, una contabilidad creativa dirigida a engañar con las cuentas.

 - Corrupción, es el instrusismo de la eficacia del mercado con sus acciones, y por eso Milton Friedman tiene un maldito Premio Nóbel. Disponemos de leyes que protegen nuestra actividad comercial y la corrupción es nuestra salvación. La corrupción nos mantiene sanos y salvo, la corrupción permite que tú y yo hablemos ahora mismo, la corrupción permite que ganemos.

La gran pregunta sería, entonces, si existe alguna posibilidad de cambio. El cine más reciente ha intentado responder, con soluciones drásticas que resultan más o menos extravagantes. Si en Siryana se hablaba de la corrupción, con la misma facilidad con la que los gobiernos y los grandes magnates resolvían sus conflictos, en La ciudad tranquila (Robert Guedirian), se ponía de manifiesto cómo el asesinato era la única manera de sortear obstáculos. Otra opción más pausible venía de la postura social británica, de la mano de su principal represente en el celuloide, Ken Loach. En su película En un mundo libre, la idea era involucrar a los ciudadanos con el fin de controlar tanto a políticos como a las élites financieras, aunque se terminaba actuando en contra de sus propios principios. La verdad es que si pretendes dar un giro a tu vida y colocarte fuera del sistema, debes hacer lo mismo que Christopher McCandless, huir del mundo y poner rumbo Hacia rutas salvajes (Sean Penn).
 
- No podemos negar que romper con las ataduras siempre es estimulante.