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Literatura y cine.

Jane Austen, una guionista de hace doscientos años.

Jane Austen, una guionista de hace doscientos años.

Austen, nacida en Stevenson (Inglaterra) es una de las escritoras más respetadas y adaptadas de la literatura británica, tanto que poco podría imaginarse que, dos siglos después de su muerte, sus obras, sus personajes y su figura tendrían tanta relevancia como para ser continuamente trasladada a un invento llamado cine.


  "Odio hablar de las mujeres como si todas fuéramos damas refinadas en lugar de seres racionales", clamaba la protagonista de la novela Jane Austen Persuasión. Estas son algunas de las impresiones que desprenden las adaptaciones de Jane Austen, una exploración de los efectos condicionados por la posición social, las apariencias y la necesidad de conciliar sentimientos contradictorios. Entre sus primeras adaptaciones al celuloide, habría que señalar el clásico de los años cuarenta Más fuerte que el orgullo, rodada en blanco y negro y con la dirección de Robert Z. Leonard. Pero el gran entusiasmo por las obras de Austen no se daría hasta la última década del pasado siglo, con Sentido y sensibilidad (Ang Lee).

 

  Argumentos ideales para un cine como el británico interesado en  revivir el pasado con el mayor elenco de actores inimaginables. De hecho, el cineasta Julian Jarnold, a pesar de debutar con Pisando fuerte, de temática totalmente distinta, se había forjado en la televisión británica, adaptando clásicos de la literatura como Crimen y Castigo, Los cuentos de Canterbury o Grandes esperanzas.

 

  - Después de mis primeras impresiones, el se expresó con mi calor y la ternura, cuando me sentí enamorada.

 

  Emma Woodhouse, Elisabeth Bennet y Elianor Dashwood, junto un largo etcétera. ¿Fueron las heroínas de Jane Austen  un reflejo de su vida? Esta reflexión parece ser el punto de partida de la película de Jarnold, una mirada, aunque falsa, a la juventud de la escritora, a sus amores y su indomable rebelión. El último filme sobre esta temática, La joven Jane Austen, se zambulle en los escenarios de Orgullo y prejuicio, Emma y Sentido y Sensibilidad para seguir el rastro de la futura autora, y allí desarrolla la historia de una mujer que se niega a aceptar lo que ha previsto para ella. La película que todo amante del universo de Jane Austen querría ver. Con este primer esbozo, podemos presentar La joven Jane Austen, correcto melodrama o película de época, cuyas tribulaciones sobre el amor son tan predecibles como innecesarias. Y es que cuando el amor lleva a esa pasión incontrolable que puede o no terminar en una relación consolidada, en un momento de grandes dificultades que emanan de las rígidas convenciones de una época, se dice que el amor es todavía más amor.

 

- ¡Tu no tendrás nada si no te casas!

- Entonces, no tendré nada, porque no me casaré.

 

  En cualquier caso, el personaje de la escritora decimonónica tuvo una curiosa particularidad que esta película trata de matizar, su vida apenas mereció el interés y la intensidad que describió en su literatura, La joven Jane Austen precisamente se fija en un escueto episodio de juventud, sobre el cual las biografías oficiales pasan de soslayo, un frirteo o proyecto de relación que nunca puso concretarse, con un vividor, arrogante, atractivo, inteligente, pero pobre. Poco se sabe de la vida amorosa de la autora, que siempre permaneció soltera, salvo una carta en la que escribió a su hermana sobre su posible único amor de toda su vida. La película de Julian Jarnold agranda esta anécdota del pasado de la escritora y le da tanta importancia, que sabríamos entonces de dónde vienen esos conocimientos sobre la naturaleza del amor y el papel represor de las costumbres de la época. Una historia sobre el primer enamoramiento -y que se sepa, el único- de la famosa escritora inglesa, pero también de la importancia de la familia, su entorno o de algunas de las dificultades de la clase media como la falta de dinero, temas que -en realidad- podrían enfocarse desde una lectura universal, pero con la singularidad de servir de ambiente para las novelas y el carácter que imprime a sus personajes.

 

  Como era habitual en los textos de la escritora, sus heroínas ejercían de altavoz para su espíritu crítico con la sociedad que le tocó vivir, modelo de mercantilismo amoroso y ambiciones disfrazadas en galantería. En la línea de cintas como Shakespeare in love (John Madden) o la inminente Las aventuras amorosas del joven Molíere, la película resucita la estructura, el lenguaje, el retrato de personajes y el espíritu reprobador de la obra de Austen. En una notable operación de reciclaje, la madre de la novelista (Julie Walters) es un remedo de las ambiciones matriarcas de las obras de Austen. Recordemos por ejemplo, a una de las viejes arpías de Sentido y Sensibilidad: "el amor está muy bien, pero por desgracia no podemos confirmar que el corazón nos guíe en la dirección adecuada"; el padre (interpretado en la película de Jarnold por James Cromwell) representado al títpico hombre de achantada apariencia pero de juicioso y resolutico carácter; y las habituales sentencias en torno al amor, la independencia de la mujer y el decoro son desperdigadas a lo largo de la historia con buena cadencia, lo que acaba conformando una especie de película-repetición, pero con gran eficacia. "El afecto es apeticible, en cambio el dinero es absolutamente indispensable", clama la madre de la escritora en La joven Jane Austen.

 

- ¡Ah! ¿qué lástima que no pueda inventarme una razón para ignorar? ¿Señorita Woodhouse no compredo porque no se casa usted?

- El matrimonio no tiene ningún aliciente, no me faltan ni fortuna ni posición. Jamás podría ser tan importante a los ojos de otro hombre, como lo es para los de mi padre.

 

 Emma, una de las principales alter ego de la escritora, Emma Woodhouse, tuvo una interesante traducción a la gran pantalla, a cargo de Douglas McGrath, que supo definir el  universo de Jane Austen. Este representa a la perfección el espíritu del XVIII y XIX, pero a la vez se desmarca de otras escritoras que sintieron un cierto desdén hacie él, consisiderándola demasiado pequeño. Si bien la literatura rosa, tiene su origen en aquel período, Jane Austen se centraba más en la figura del matrimonio, haciendo su romanticismo más tranquilo y menos oscuro y violento que el que presentaban las hermanas Brontë.

 

- ¿Qué ocurre?

 

- Un viento frío me atravesó el corazón, una fatalidad. Pero casi desparaeció.

 

Las hermanas Brontë, sobre todo Charlotte y Emily, tuvieron una breve existencia en una parroquia rural, sin ninguna experiencia en la vida, a pesar de que renover la novela inglesa. Charlotte introdujo en la literatura británica la personalidad real de la mujer, con sus exigencias pasionales y las convenciones sociales (Jane Eyre, que tuvo una magnífica adpatación a cargo de Franco Zeffirelli), mientras que Emily creó unos personajes turbulentos en la novela lírica, Cumbre borrascosas, título clásico de la cinematografía de Willyam Wyler, de la que recogemos un pequeño diálogo. De Emily, es también la tormentosa vida de  Lady Helsbud, personaje que daba título a la adaptación de la obra de estas hermanas escritoras, que se rasgaba la piel con un cuchillo ante la presencia de sus hijas, para darles confirmación de lo doloroso que podía llegar ser el amor.

 

 - Esto es amor, créalo señor, no es nada ridículo.

 

 Este culto a la idea del amor total que es corriente, mágico y sin paliativos, considerado popularmente como romanticismo, se ha adueñado de los sótanos de la consciencia produciendo verdaderos estragos y, además repetitivos. Sólo es atracción irrefrenable que merece ser contada y reverenciada como se expresa un éxtasis efímero en medio de terribles dificultades, como sucede En algún lugar del tiempo (Jean Zounot). Su plasticidad es incontestable, pero cuando coloniza el subconsciente, ya va conduciendo al individuo a sus más personales desastres. Hay destellos de un cine más realista, que sin desprenderse de lo anterior, nos habla de lo que es la verdadera naturaleza del amor, en la que no suele faltar la cultura del esfuerzo. En la combativa, "Hoy empieza todo", un buen ejemplo de su planteamiento universal y atemporal, llama la atención que el profesor concienciado tiene que lidiar con los hijos de la pobreza, tiene a su lado a una mujer que hace suya. Quizás no haya mejor prueba de amor que esta, la de estar en las duras como en las maduras.

 

  Al volver a Jane Austen, una de las protagonistas más interantes fue interpretada por Kate Winslet, al presentarse como una actriz sobervia con innegables dotes interpretativas que, sumada a la fuerza de su conmovedora mirada, hacen de ella un ser destinado a irradiar una energía explosiva detrás de la patalla. Su imagen magnética y enérgica la han llevado a interpretar personajes alocados, vehementes y pasionales frente a los represores mecanismos de una sociedad tan moralista como la era victoriana, en Sentido y sensibilidad. Otras cintas a destacar serían Masnfield Park (Patricia Rozema) y Bodas y Prejuicios (Gurinder Chandha). Pero entre sus adaptaciones más recientes, destaca sobre todo Orgullo y prejuicio (Joe Wrigth), a pesar de que la temática, sus personajes, escenarios, e incluso tramas, se repiten en cada una de ellas.

 

 - Nunca he oido hablar de una joven dama que no tenga habilidades.

 - Yo opino que eso es generalizar. De todas las mujeres que conozco no hay ni media docena que estén instruídas.

- Ni yo.

 

 Pero leyendo a Jane Austen o revisando las adaptaciones que hay de sus novelas, surge una interesante interrogante: ¿Pudo conocer la naturaleza humana alguien que apenas salió de su pueblo y que permaneció soltera, y sin expereincias conocidas? ¿Haríamos más caso a quien ha relatado las pasiones del alma tras conocerla de forma incívica?. Es un debate tan interesante como, quizás, esteril. En cualquier caso, la vida y el cine caminan juntos y ambos expresan un movimiento que duran todo el tiempo, sobre todo cuando la existencia tiene su aliencia, y merece ser vivida y representada. No obstante, de las observaciones de Jane Austen, preguntándose por la naturaleza del amor, las influencias de la represiónsocial y, por supuesto, el papal de la mujer, hay toda una literatura que un siglo más tarde recogía esos frutos para hacer una exploración, en toda regla, con el riesgo de dinamitar viejas estructuras. Y descubrimos a una mujer elegante, femenina y decidida a abandonar la blandura de tiempos pasados, la Glenda Jakson de Mujeres enamoradas es todo un referente que añade un plus de fascinante complejidad y que se sitúa a años luz de la Hattaway de ojos grandes y mirada ingenua. Pero lo que hace Julian Jarnold, presentar un amor de Jane Austen, especular con esa fantasiosa posibilidad, una trama sobre el irrefrenable espíritu de fábular que todo individuo lleva consigo.

 

Lady Chaterley: Romances prohibidos.

Lady Chaterley: Romances prohibidos.

El próximo análisis se lo dedicaremos a Lady Chatterley, la adaptación de la obra más popular del escritor británico D. H. Lwarence, la película dirigida por la francesa Pascale Ferran y que fue la gran triunfadora en la entrega de los últimos César, los Goyas franceses (2008).  Una ocasión para reflexionar sobre el sexo, amores y el incordio de las clases sociales, siempre poniendo pegas a las alegrías del cuerpo. Lady Chatterlay, la película del año en Francia, recrea la novela erótica-romántica de forma minuciosa y detallista para dejar al descubierto una candente historia de pasión desenfrenada con las diferencias de clases sociales como telón de fondo.

- ¿Cuántas veces se ha divorciado usted, tres, cuatro? He perdido la cuenta. Eso es bigamia, tener una esposa de más.

- Igual que la monogamia.

El cine se ha dejado cautivar en más de una ocasión por aquella época, a caballo entre el siglo XIX y el XX, con Inglaterra de escenario, es decir, la época victoriana, en donde han aflorado unos sentimientos que solían chocar con la sociedad del momento. Surgida de la literatura, hay un nombre que nos debe resultar muy familiar, Oscar Wilde. Si recordamos la más reciente adaptación de alguna creación suya, tenemos el título de A good woman. Esta se basa en la obra teatral de este escritor adelantado a su época,  El abanico de Lady Windermen, con un retrato de la rígida sociedad victoriana en los diálogos y propuesta con los consigue el autor irlandés un espejo donde mirarse, reírse de uno mismo o escaparse por la vía artística del enorme peso de las apariencias y estrecheces de costumbres. Queda por saber si el texto original conserva su intensidad y arranque ciento doce años después de su estreno. A good woman demuestra que las grandes cuestiones sobre el amor y sus misteriosas planteadas por Wilde, no tienen fechas de caducidad. En cierto modo, las diatribas verbales lanzadas contra el matrimonio no contradicen en absoluto una puesta subyacente por la fidelidad conyugal.

- Está con la mujer americana.

- Demasiado colorete y escasa de ropa, está despertando lo peor del pobre hombre.

- Es la especialidad de las mujeres.

- He oído que se fue del hotel de Nueva York sin pagar la cuenta.

D. H. Lwarence.

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Parte de este espíritu fue recuperado por D. H. Lwarence, otro escritor adelantado a su tiempo, que logró que sus novelas tuviesen un potencial  visual de primera magnitud, ambientadas en una época en la que todavía resplandecía la aristocracia con su buen gusto. Señas de identidad y un aire decadente que hacía presentir un derrumbamiento propiciado por una clase proletaria emergente y que se convertiría en la protagonista del recién estrenado siglo XX. Algo así, como sucedía en El Gatopardo, cien años antes: "si queremos que todo quede como está, es preciso que todo cambie". Lwarence metió la puntilla en cuestiones que auguraban el carácter radicalmente moderno de su literatura. Fue el azote de un puritanismo que contradecía la naturaleza apasionada del ser humano, observando como sus notas biográficas tenían mucho que ver con su universo literario. Hijo de un minero, su madre fue una mujer interesada por la cultura, siendo la figura de ella determinante para filtrar sus novelas y depositar la modernidad de las mismas en personajes femeninos dotados de la necesidad sexual para alcanzar una belleza abstracta, sin por ello dejar de amar al género complementario, el hombre.

Dos hombres, precisamente conforman el mundo pequeño, primero, y grande, después de Constance Chatterley, más conocida en las librerías como Lady Chatterley. El amante de Lady Chaterley contó con hasta tres versiones publicadas por D. H. Lwarence, y la película que nos ocupa se basa en la segunda de ellas, Lady Chatterley y el hombre del bosque. Un film francés, dirigido por una mujer, Pascale Ferran, considerada unánimemente como la mejor película de este año en el país vecino. Una adaptación al cine de la esposa de un aristócrata que ve como su marido regresa parapléjico del frente, por lo que Lady Chatterley dedicaría su vida a una monótona existencia, mientras él, impotente, se ocupa de sus negocios, básicamente las minas de su propiedad. La mujer logra satisfacer las necesidades que le faltan, que encuentra en sus paseos por el campo, en manos de un hombre rudo pero honesto, el guardabosque, alguien que pertenece a una clase social inferior.

- Ya puedes ver el Mediterráneo y tengo mi propio billete, ¿eh, Frida?

Tal como sugiere la película biográfica dada a los últimos años de la vida del escritor, interpretado por uno de los mejores actores de su generación, aquí al comienzo de su carrera, Ian McKellen, Lwarence, aquejado de tuberculosis, se retiró a la campiña italiana. Se encontraba junto a su esposa Frida von Ristoffen, hermana del célebre héroe de la aviación alemana, conocido como Barón Rojo, mientras perfiló su novela más célebre.

- Frida voy a tener que enseñar inglés a nuestro casero.

- Creo que comprenderá lo esencial.

- Pero tenemos que conseguir una reducción del alquiler.

Recientemente Jean Worken, estudioso de la vida y obra de D.H. Lwarence, ha llegado a afirmar -tras descubrir algunas cartas de Frida- que todo lo narrado tiene una base real. Fue la mujer de Lwarence quien encontró consuelo en los brazos de un apuesto italiano mientras al autor de Hijos y amantes le consumía la enfermedad.

Erotismo literario.  

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No creo que haya muchos lectores serios o bien informados que consideren El amante de Lady Chatterley, escrita por el británico David Herbert Lwarence, como una novela pornográfica o centrada en el sexo. El autor, uno de los precursores de la contracultura moderna, realizó una exaltación del instinto frente a la razón, de la pasión sobre el intelecto, de la espontaneidad frente a las insípidas convenciones sociales. Semejante pensamiento le empuja a proclamar una vuelta a lo primordial, a lo natural, por medio de una actividad sexual concebida como una forma de conocimiento inmediato. Para Lwarence, el erotismo está apartado por completo de la obscenidad, en donde el contaco físico no es más que un acto presentado bajo un aura sagrada. A esto, se podría añadir uno de los párrafos más significativos de la obra La serpiente emplumada: "El mundo está lleno de seres incompletos que andan a dos pies y degradan el único misterio que les queda: el sexo". (Editorial Bruguera, Col. Libro Amigo, pg. 43)

Es evidente que tanto la producción artística como la ética han evolucionado desde los años veinte, década en la que encontramos las obras del escritor, aunque a veces parece lo contrario. Por eso, resulta impensable plantearse hoy por hoy una adaptación cinematográfica de la novela de D. H. Lwarence bajo la visión escandalosa aburguesada que marcó la versión dirigida por Marc Allégrent, protagonizada por Danielle Darrieux y Erno Crisa, ni, por supuesto, el soft core en que lo convirtió Just Jaestckin, con Silvia Kristel. En este sentido, ha allegado el momento para ser más fieles al espíritu que a la letra y centrarse en el romance de Constance Chatterley tal y como es, según vemos también en Aldo Pellegrini (Lo erótico como sagrado).

El acierto de esta nueva adaptación consiste en rescatar las licencias literarias del escritor británico, despojando al relato del cliché pornoshop, por el que ha pasado a la historia. Como hemos señalado, el asunto dominante no es el sexo en sí mismo, sino la conquista de un erotismo que se halla en el epicentro de la existencia y que conecta una corriente vital entre el cuerpo y el alma, sin generar ninguna contradicción. Los encuentros en ese lugar virginal, en medio del bosque y el propio discurrir armónico de la naturaleza, del que sus entrelazados cuerpos participan como un ejercicio estético y visual, atestiguan la composición de un texto al que es fácil malinterpretar. Lo cierto es que el calor de las palabras vertidas por D.H. Lwarence ha tenido una desigual fortuna en su traslación al cine. Muchas adaptaciones se han hecho de la novela más conocida del escritor y no ha sido difícil rastrear el componente erótico en estas. Gran parte de la fama del argumento erótico, dado a la siempre efectiva combinación con el lujo, la tiene la versión del equipo pornoshop, capitaneada por el también francés Just Jaestckin, con Silvia Kristel (Emmanuelle), su actriz fetiche, que hicieron a principios de los ochenta. La supuesta base del texto escrito y de una fotografía preciosista, no pudieron disimular, con el tiempo, que esta Lady Chatterley era una impostora, y que se trataba realmente de Emmanuelle vestida a la moda inglesa.

Por su parte, La zorra cerraba un peculiar triángulo al colocar a dos mujeres y un extraño hombre, como recién llegado del espacio, Gary Lockwood, el protagonista de 2001. Pero hay un director, surgido de la cultura pop, Ken Russell, que hizo la mejor adaptación de una novela de D.H.Lwarence -para mí, el mejor relato del escritor-, Mujeres enamoradas. Women in love, es la película que hace justicia a su texto más iluminado e inspirado. Un cuarteto de jóvenes acomodados asiste a una boda que acaba en tragedia, con una forma particular de entender el sexo, la pareja y la familia, en definitiva, la vida. La adaptación realizada demostraba que todas las cuestiones planteadas por Lwarence, más de cuarenta años antes,  seguían en pie. Los personajes de Mujeres enamoradas rompen moldes, investigan, se interrogan y también sufren; es el precio por conseguir algo nuevo. En el reparto destaca una entonces desconocida Glenda Jackson que representaba a una modelo de mujer menos independiente, elegante y liberal, y algo de neurótica.

- En la oscuridad, uno llega a amar lo sensual, lo frágil, lo bello.

Ken Russell intentó reencontrarse con el escritor retomando En el arco iris a uno de los personajes de la película, la hermana del rol interpretado por Glenda Jackson, Ursula, pero sin la fuerza del gesto de cine titánico. Desde entonces, no se ha dado ninguna otra adaptación que mereciese la pena citar. En la actual, Lady Chatterley, se da una estética visual que hace gala de un cierto lirismo, tal y como lo propusiese el propio Lwarence con la comunión del hombre con la tierra, a través de la cópula sobre la hierba o correteando desnudos alrededor de los árboles. El paso de las estaciones, evidente en la pálida luz que se filtra entre el frondoso bosque, la escarcha que cubre los helechos, el colorido de las flores que evocan algunos de las descripciones que recoge la obra: "Soplaban pequeñas ráfagas de sol, extrañamente brillantes, e iluminaba las celidonias que se espacian por el lindero del bosque, esplendorosas y amarillas, bajo los avellanos" (El amante de Lady Chatterley. Alianza Editorial, Col. Libro de bolsillo. Pg. 104) Momento, que debe entenderse como metáforas del estado de ánimo de estos amantes. A pesar de conservar parte de este espíritu del autor, rechaza otros que podrían tener una lectura más contemporánea, como por ejemplo, el tabú interclasista entre los personajes principales, una aristócrata yun plebeyo. Tabú que - no nos engañemos - persiste hoy en día. Como también la aireada denuncia de Lwarence contra los mecanismos de represión utilizados por la sociedad burguesa y capitalista, que el actual neoliberalismo mantiene vigente. De este modo, la ácida visión del literato hacia la deshumanización de la civilización moderna o la degradación de la naturaleza, son relegados a un segundo plano por la directora.

Otros de los puntos flacos de la película es el planteamiento equivocado de las escenas eróticas, al utilizar un tono desapasionado del despertar sexual de una aburrida Lady Chatterley y al enfriar la atmósfera sensual del original. Pero sobre todo por la mala interpretación de la actriz principal, Marina Hands, que más que ingenua parece tonta. No era necesario mostrar una película licenciosa, pero sí demandaba un mayor realismo los encuentros íntimos entre Constance y Clifford. Pascale Ferran se erige así como una especie de moralista que presenta el sexo más o menos explícito, pero como símbolo de un fracaso. La autora de Pequeños arreglos con los muertos quiere hacer un amor contracorriente, ignorando el deseo como centro dinámico del amor. Esta simbiosis entre sexo y amor, vista como fuente de vida, era uno de lo símbolos preferidos del autor -en uno de sus poemas, Lwarence, escribe: "Donde te toco nazco como una llama" y "Apriétate para que yo exista más"- pero es destruida por la cineasta, que impregna la película de una estética de novela rosa.

También empobrece la calidad de la historia, la posibilidad de que el filme haya sufrido algún recorte. Los casi ciento setenta minutos de metraje aparecen tachonados con notables huecos narrativos que emborronan la progresión dramática de la película. La discontinuidad expositiva, desdibuja las tensiones psicológicas entre los personajes, el avance de sus relaciones y afectos, rompe el ritmo del relato y mengua la fuerza poética de sus mejores instantes. Lady Chatterley hace justicia a una novela cuya fama posterior hubiese desgastado al autor.

 

Richard Matheson en el cine.

Richard Matheson en el cine.

 - ¡Venid a mí y oíd con mucha atención! ¡Qué la Tierra y todo lo que contiene escuche el por qué de  la indignación del Señor! Se dirige hacia todas las naciones y su furia se extenderá a todos sus ejércitos y su destrucción será eterna.

 En algún lugar del tiempo es una versión de Jeanne Swarcth, de una novela de Richard Matheson en donde las reflexiones sobre la vida, la muerte y el amor, nos aproximaban a su temática preferida, la que se aproxima a Soy Leyenda. La producción de este escritor se ha desarrollado en un interesante y continuo flirteo entre el ejercicio de un estilo literario accesible, pero de gran caladura intelectual, y su intensa labor como guionista preferentemente en las mal llamadas películas de serie B, bordea esta misma temática apocalíptica, como por ejemplo, El amo del mundo, telefilme cuyo guión fue escrito por Matheson. Y aunque el cine sea el medio audiovisual más conocido para sus adaptaciones literarias, sus relatos o guiones también se expandieron al formato televisivo en series tan conocidas como Dimensión desconocida. Del mismo modo, a él se deben las geniales adaptaciones de las obras de Edgar Allan Poe que dirigiría Roger Corman, en los años sesenta. Las "Narraciones extraordinarias" del escritor norteamericano, con casi siempre, Vincent Price de sufrido protagonistas. Títulos como El cuervo, El péndulo de la muerte, La palabra de los espíritus, La máscara de la muerte roja y Historias de terror

- Este es el latido de un corazón humano, quédese muy quieto y escuche.

 Películas que llevaban el estilo característico del llamado "Rey de la serie B" en donde terror, clasicismo y humor se fundían en estas truculentas historias para no dormir. El resultado a esta dedicación a la obra de Poe, de la que surge un puñado de títulos, sería La comedia de los terrores, una divertida película de género, puesta en escena por Jacques Tournert y con Boris Karolff y Peter Lorre encabezando el reparto. Pero es su propia obra literaria, desarrollada con anterioridad a estos trabajos, la que le dará relevancia internacional.

 - Mi relación con el mundo cesó por completo, excepto con mi mujer, pero yo sabía que con mis arrebatos de cólera y mis despechos, la estaba alejando de mí, aunque todo mi ser la necesitaba desesperadamente.

 


 El increíble hombre menguante era una reflexión casi espiritual sobre el lugar del hombre en el mundo, desde que el personaje principal fue alcanzado por una nube radiactiva y empezó a menguar. Unos impresionantes efectos especiales y una enérgica interpretación de Grant Williams, a cargo de la dirección de Jack Arnold. Si hay algo que caracteriza la obra de Matheson es el ser humano visto en el extremo aislamiento, manías psicosis y fobias, comportamientos antisociales. Sus libros y guiones exponen todo un abanico de estados mentales que encuentran en el terreno de lo fantástico, el abono ideal para sus conquistas del alma humana. Así, sus relatos  y otras producciones inspiraron desde la conocida opera prima de Steven Spielberg (El diablo sobre ruedas) hasta mediocre títulos de terror de serie B, como La mansión del infierno (John Hough).

 - ¿Por qué jamás saliste de esta casa estando vivo?, ¿por qué aborrecías la luz del sol? Era mejor ocultarte en las sombras, ¿verdad?.

 Pero también algunos títulos interesantes que abordaban el tema del amor, la muerte y la desesperación. Más allá de los sueños, emotivo filme de Vincent Ward que adaptaba una novela de Richard Matheson, nos enseñaba que ni tan siquiera la muerte separaba al amor. Cuando Chris Nielsen (Robin Williams) falleció en un accidente, descubre un Más allá, lleno de color creado por la imaginación y por todo aquello que compartía con su esposa.

 - Esto de aquí es tuyo.

- ¿Mío?      

- Eres tu el que lo has creado. Todos nos sentimos inseguros, al principio, y nos imaginamos un lugar seguro y reconfortante. Todos pintamos nuestro propio entorno, pero tu eres el primero en utilizar pintura de verdad.

                   Como guionista o autor de la obra original, el famoso escritor norteamericano ha aparecido en interesantes títulos, ya sea para la televisión, como la conocida serie televisiva Más allá del límite, en uno de los mejores episodios, Nick of Time, o en su adaptación cinematográfica, Más allá del límite: la película, dividida en cuatro episodios y bajo la dirección de Spielberg y Joe Dante, entre otros.

 

                                  


 Matheson vuelve a estar de actualidad, con un nuevo remake de su obra más conocida, que a priori prometía: Will Smith el gran héroe afroamericano daba la réplica a Charlton Heston, el gran hombre blanco. Pero a posteriori, ni aborda el tema central de la novela y sus versiones precedentes, ni tan siquiera entretiene. Como buen blockbuster es espectacular, pero tantos enemigos encuentra el nuevo Neville que hasta los rabiosos villanos pierden empaque. En El último hombre... vivo (Boris Sagal), la Familia, el grupo de radicales enfermos que acosaban sin descanso al personaje, estaba encabezada por Anthony Zerbe, un nihilista sumamente inteligente, que obligaba a plantearnos el debate de los límites de la ciencia, así como el poder del miedo como cohesión social. Los animales que acosan a Will Smith sólo conducen a una reflexión teológica estilo Domund. Aparte, en el film de Sagal, Neville pasa su tiempo libre intentando rescatar lo poco que quedaba de arte de su ciudad devastada; el Neville de 2007, está orgulloso de su exprimidor Stark.