Roger Corman, el Rey del low cost.
Personalísimo istmo dentro del cine norteamericano, porque su obra resulta tan inclasificable como interesante, pero sobre todo por el título de Rey de la serie B que ha acompañado toda su carrera. Su filmografía está próxima al imaginario Grindhouse, su nombre solía aparecer tras incontables producciones extravagantes, aunque sobre todo estaba vinculado con dos destacados autores de la literatura norteamericana, Allan Poe y Richard Matheson. Sin embargo, lo más relevante de Roger Corman fue que estuvo detrás de cientos de producciones y no perdió dinero. Eso al menos, es lo que reza el título de su biografía Cómo hice 100 films en Hollywood y no perdí un céntimo.
Roger Corman hizo de la serie B toda una serie A; A de ahorrador. Era partidario de la máxima: rentabilidad al mímino coste, lo del bueno, barato y bonito. Fue el gran gurú de las secuelas, del cine denuncia y del low cost (bajo coste). Su filmografía está lleno de cine de consumo, de evasión pura y dura, estaba detrás de todo aquello que pudiera generar dinero. El Hollywood dorado también había apostado por esa idea. El legendario productor Jack Warner decía algo así: “No lo quiero bueno, lo quiero el martes”; mientras que algunos directores hicieron fama precisamente por lo contrario, gastar más de lo presupuestado, como Orson Welles, o por despilfarrar un dineral en proyectos que ni siquiera se llevaron a cabo, como Robert Aldrich.
Se trata de una de las personalidades más creativas que, sin embargo, se ha creado tantos seguidores como detractores. La sesgada valoración de su cine se debe a la densidad de sus temas y a los intereses de cierta crítica considerada intelectual. El Péndulo de la Muerte, La Matanza de San Valentín o Los Ángeles del Infierno son algunos de sus títulos emblemáticos. Tantos géneros como producciones, su cine era tan cambiante en temas, moviéndose entre el terror barato de sus primeras películas y el clasicismo de las obras de Poe, sin olvidar su particular filme noir de Un cubo de sangre o la comicidad granguiñolesca de La tienda de los horrores.
- ¡Tengo hambre!
- Cálmate ya, Drácula, ¿qué crees que es esto, mi ropa sucia?
Tampoco abandonó todo aquello que sonase a cine exploet como el erotismo, las drogas, la violencia, las motos, el rock and roll o las chicas reclusas. Produjo a destajo, sin reparar en géneros, pero tampoco en nombres; de ahí que fuese el padrino de incontables talentos cinematográficos, desde Francis Ford Coppola a Joe Dante o Martin Scorsese.
- Lo que representáis para ellos es la libertad.
- ¿Y qué tiene de malo ser libre? Todo el mundo la quiero.
- Sí, desde luego, todo el mundo la quiere pero una cosa es hablar de ello y otra muy diferente es hablar de ello.
Fonda, Hopper y Nicholson, trío de actores salidos de “papá” Corman, representaron toda una época con ese filme contestatario llamado Easy Rider.
Igualmente, a él se deben las geniales adaptaciones de las obras de Edgar Allan Poe. Las "Narraciones extraordinarias" del escritor norteamericano, con casi siempre, Vincent Price de sufrido protagonistas. Títulos como El cuervo, El péndulo de la muerte, La palabra de los espíritus, La máscara de la muerte roja e Historias de terror. Películas que llevaban el estilo característico del llamado "Rey de la serie B" en donde terror, clasicismo y humor se fundían en estas truculentas historias para no dormir.
- Este es el latido de un corazón humano, quédese muy quieto y escuche.
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Roger -