Musa. La dama número 13.
Tres años después de cerrar la saga de “Rec” y con la magnífica “Mientras duermes”, de por medio, Jaume Balagueró estrenó su novena película, un thriller con ribetes de terror, basada en la novela “La dama número 13”, escrita por José Carlos Somoza.
Samuel Solomon (Elliot Cowan) es un escritor y profesor de literatura que mantiene una relación secreta con una de sus alumnas. Pero cuando la tragedia se abate sobre él, comenzará a sufrir unas pesadillas recurrentes sobre una mujer, asesinada por una figura enmascarada. Partiendo de esta breve premisa, Balagueró juega con la realidad y la ficción en su último film, a partir de una idea genial: la forma en que las musas influyen en los creadores para luego atormentarlos-. Un aspecto a destacar sería cómo se ha adaptado la novela, con un lógico proceso de síntesis –de las “trece damas” del título se ha pasado a siete-; las siete mujeres que acosarán al protagonista, representadas por siete “imagos” o imágenes, parte de un puzzle que Solomon irá componiendo a lo largo de su investigación. Otro detalle es el cambio de localización. De Madrid, Balagueró traslada la acción a Dublín.
Un film rico en citas literarias pero pobre en emociones, envuelto por un misterio. Si se quisiera resumir en una frase la película, nos quedaría algo así. Con elementos de muchos de los thrillers que surgieron a raíz del éxito de “Seven” (David Fincher), el director catalán hebra una historia de “terror” en donde estas musas se involucran en la vida de una de serie de personas de un modo que afectaron a John Milton, Dante o Blacke en siglos anteriores. Pero a medida que avanza el film toma más cuerpo sus similitudes con "El código da Vinci".
El director busca un enfoque clásico y atmosférico haciendo un buen uso del entorno irlandés, en donde se ambienta la historia; lo mejor de la película. Los que habéis visitado Dublín y, sobre todo, el desmantelado psiquiátrico reconocerán muchas de las localizaciones de las que el director catalán saca un gran partido. En cuanto al reparto, destacan las sólidas interpretaciones del frente femenino: como Franka Potente, Ana Ularu o Joanne Whalley; también nos es grato ver a Christopher Lloyd, aunque sea con un breve papel.
No es difícil reconocer dos formas de dirigir su filmografía. Por una parte, estarían las producciones con historias y repartos españoles (“Los sin nombres”, “Mientras duermes” o “Rec”) y luego unas películas tan pensadas para el mercado hollywoodiense que están rodadas en inglés y cuenta con un reparto internacional. Este sería el caso de “Musa”, como también de “Darnkness” o “Frágiles”, en mi opinión los títulos más flojos de su cine. En este sentido, su último trabajo -“Musa” (2017)- resulta muy irregular. El argumento tiene algunas fallas importantes, entre incoherencias, situaciones inverosímiles y subtramas –aquella de la trata de blanca- que solo hacen alargar el metraje, de manera innecesaria.