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Drama

El último concierto. Cuarteto a la fuga.

El último concierto. Cuarteto a la fuga.

Tras veinticinco años de éxito el cuarteto de cuerda La fuga se prepara para el aniversario, coincidiendo con la gravísima enfermedad (Parkinson) de su miembro más veterano, el violonchelista Peter, para quién sería su último concierto. Esto pondrá en peligro la continuidad del cuarteto, despertando entre sus componentes viejas rencillas.

-¿Te gusta tocar conmigo pero no sabes vivir conmigo?

La obra que ensayan para su despedida tiene un doble significado en la película; el opus 131 en Do sostenido menor de Ludwing von Beethoven, sonando a lo largo del film para dar una mayor profundidad a la historia que se narra. Beethoven especificó que la partitura debía interpretarse sin pausas. En este sentido, cuenta el personaje de Christopher Walken que los cinco cuartetos que compuso Beethoven para su opus 131 estaban pensados para los músicos llegaran todos al final agotados, para que al final se mostraran en sus caras el agotamiento o el error. “Es una gran metáfora de la vida y las relaciones largas, que tarde o temprano, se desafinan”. El director israelí, que debuta en el largometraje, traza una curiosa relación entre esta pieza musical y los miembros del cuarteto. Sus instrumentos se desafinan al mismo tiempo que se crispan las emociones entre ellos.  De este modo, los miembros que forman parte del cuarteto de cuerda de la película llegan al concierto final con una crisis interna del grupo.

-Era bastante bueno.

-Y así decides comunicármelo, ¿acostándote con otra mujer?

El impresionante reparto engrandece la historia, destacando el matrimonio formado entre unos soberbios Phillip Seymour Hoffman y Catherine Keener, intérpretes que ya habían formado pareja en  Capote. Pero no podemos olvidar del resto del cuarteto, incluso entre aquellos actores menos conocidos como Mark Ivanir, con una gran importancia en el último concierto.

-Yo soy de tu propiedad, todos somos de tu puta propiedad. Mi vida es una mierda.

Sin dejarnos a un lado, por supuesto, la cordura del grupo que lo aporta un grandísimo actor en un rol poco habitual: Christopher Walken, la figura paterna que sería la referencia de los componentes. Este neoyorquino con más de sesenta años, puede demostrar que encaja en cualquier papel que le ofrezcan. El polifacético actor, ganador de un Oscar por El cazador (Michael Cimino) y nominado por su interpretación en Atrápame si puedes, es conocido sobre todo por sus personajes secundarios, convertido en todo una referencia del mejor Hollywood.

-¿No puedo imaginarme tocar este concierto sin ti?

-Sé valiente. Yo tuve una segunda oportunidad. No todo el mundo la tiene.

En una película centrada en el mundo de la música, esta cobra protagonismo, pero a la pieza clásica –interpretada por el cuarteto Brentano-, habría que señalar la otra parte de la música – a cargo de Angelo Baladamenti – que combina perfectamente con el cuarteto de Beethoven. Al final nos encontramos con un magistral drama, sobre las relaciones humanas y con la música de cámara, de fondo, que supuso el trabajo final de uno de los grandes; “el último concierto” de Phillip Seymour Hoffnam.  

                                     

 

Inside Llewyn Davis: Retrato de un perdedor unido al folk.

Inside Llewyn Davis: Retrato de un perdedor unido al folk.

Con su estilo tan suyo, estos hermanos de Minnesota –Joel y Ethan Coen- han ido revisando los distintos géneros y formatos narrativos propios del cine americano, a lo largo de su filmografía. Algunos títulos ya forman parte de ese imaginario colectivo que es el cine, el personaje de El Nota, los paisajes nevados de Fargo, el silencioso barbero Ed o la epopeya entre Homero y Preston Sturges que fue Oh brother!. Algunos críticos se han referido a una gran obra maestra (me refiero a Fargo) para luego dedicarse a  jugar a ser realizadores.  En absoluto, es cine de muchos quilates y de una personalísima entidad, en donde la filosofía del absurdo,  la visión existencialista de Albert Camus y la música (en esta ocasión, la música folk), tienen mucho que ver. 

-Eres músico, ¿no? ¿Qué tocas?

-Folk.

-Eso no es música.

A propósito de Llewyn Davis es una película menor en su filmografía, más próxima a El hombre que nunca estuvo allí –por ejemplo- que de No es país para viejos. E igualmente un film muy clásico, nada que ver con El gran Lewobsky. Su protagonista es un cantante folk que lo encontramos tocando algunas noches en un bar, durmiendo en apartamentos de amigos o en algún estudio de grabación.  Y sobre todo  es un antihéroe que no tiene nada que ver con los grandes perdedores representados en la cultura americana, en general, y el cine, en concreto: no son personajes que se autocompadecen como sucede con ese inmensa pareja de  Joe Buck y  “Ratzzo”, interpretado por  Jon Voigt y Dustin Hoffman, en la genial Cowboy de medianoche, por poner un ejemplo.

A propósito de Camus.

Como el Señor Meursault, de El extranjero, -primera novela de Camus- los personajes de los Coen son unos solitarios,  a quienes la realidad les resulta absurda e indiferente, a lo que responden con pasividad frente a todo y todos. Pero también se relaciona con Camus, por su acercamiento al mito de Sísifo,  que influyó en esta película, del mismo modo que el Ulises de Homero aparecía en la América de la Depresión, en Oh Brother. No sólo había tomado la estructura cíclica del mito griego, sino sobre todo su similar castigo de no alcanzar el triunfo, a pesar de haber mordido el fruto del éxito.

En esta ocasión, se trata de uno de los músicos folk que quisieron ser Bob Dylan, en el Nueva York de los años sesenta y no lo consiguieron. Un personaje que, bajo la batuta de los Coen, busca calor humano o un golpe de suerte que le aleje de los garitos cargados de humo, para formar parte de ese catálogo de perdedores memorables de su filmografía  

-Déjeme que le explique una cosa, yo no soy Jeff Lebowsky, usted es Jeff Lebowsky, yo soy el Nota.

Por compartir el mismo gusto por la música, aunque ambientada en otra época, la divertida Oh brother!

-¡Muchachos, eso sí que es cantar y tocar como Dios manda!

Por compartir un sentido kafkiano y por encontrarnos con un personaje obsesionado por conseguir el éxito,  con Barton Fink.

-Estoy sentado ante el público, se apagan las luces y aparece nuestro logotipo.

 La música como leit motiv.

-Si no es nuevo y nunca envejece, entonces, es una canción folk.

Un grupo de jóvenes se reunían en un bar de Whashington Square (Greenwich Village) para tocar viejas canciones. Esta es la idea de la que surgió la película que está conducida por la música e inspirada en la autobiografía de Dave Van Ronk “The mayor of McDonalds Street”, siendo Llewyn Davies un alter ego pasado por el tamiz  de los Coen y de La odisea. La obra de Homero es una de las favoritas de estos cineastas a la que dedicaron una reinterpretación en Oh Brother!, mientras que en Inside Llewyn Davies, vemos a una especie de Ulises en viaje hacia ninguna parte en las calles de Nueva York (y con gato a cuesta).

-Explícame lo del gato.

-¿Cómo se llama?

-No lo sé. Se escapó. Es el gato de los Gorfein, fui detrás de él, se cerró la puerta y no tengo las llaves.

El personaje principal está interpretado por Oscar Isaak, quién será recordador por ser el Oreste de la película de Alejandro Amenábar, Ágora.

-Yo me he consagrado a la música, con la esperanza de encontrar consuelo en la armonía de sus sonidos.

Por la película, circulan todo tipo de personajes: Los Gorfein (Ethan Phillips y Robin Barlett), -la pareja que le acoge en su apartamento y de quienes pierde el gato, iniciando así el deambular del personaje-; o un viejo heroinómano (John Goodman). Pero como en todo film de corte musical, no faltan cantantes: el dúo formado por Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake), e incluso la figura del productor musical (Bud Grossman), interpretado por F. Murray Abraham, cuyo personaje recuerda al productor Albert Grossman.

-Antes tenía un compañero, se tiró desde el puente George.

-¿El puente George? ¡Hay que tirarse desde el puente de Brooklyn! O al menos eso dice la canción.

De por medio, la música se desliza por unas secuencias en donde marca la puesta de escena.

Como hemos dicho, Inside Llewyn Davies cuenta con una estructura cíclica. Comienza y termina en el Galight Café, donde el personaje canta en directo el tema “Hang Me, Oh Hang Me”, entre velas y humo. La música, seleccionada por T-Bone Burnett en su cuarta colaboración con Los Cohen, marca momentos muy intensos de la película: La canción “Fare three well” acompañando su relación con Jean (Carey Mulligan) o la interpretación de “The Death of Queen Jane”, guitarra en mano, ante el personaje de Murray Abraham.

-Toca algo para mí. Toca algo de Inside Llewyn Davies.

En una de las últimas escenas, aparece en el local frecuentado por Davies un joven músico que toca “Farewell”: Bob Dylan. Parecía cuestión de tiempo que esta pareja de cineastas dirigieran su mirada hacia Bob Dylan, una de las grandes celebridades de origen judío de Minnesotta, como los hermanos Coen. En la película, estamos ante la despedida del personaje principal quien asiste al inicio de quién estaría destinado a presidir el trono de la música folk, y los hermanos Coen lo presentan recordando unos planos de la película Las pandillas del Bronx (Phillip Kauffman), en cuyo film también encontramos a un grupo atento a la figura lejana del propio Bob Dylan. 

Un hombre solitario: Las crisis de un hombre en su madurez.

Un hombre solitario: Las crisis de un hombre en su madurez.

-Me acerqué un momento y te vi metiéndole mano. Pensé que ibas a recoger algo, pero por cómo empezó a retorcerse, me parece que no se te había caído nada.

Un hombre solitario (D. Leiven y B. Koppelman) es una película menor en comparación con otras producciones de Hollywood con reparto similar, protagonizado por Michael Douglas, que interpreta a un tipo en crisis perpetua, desde que su médico le detectara unas anomalías cardiacas, le diese cita para una revisión, a la que no se presentará jamás porque su personaje entra en pánico y, en cambio, se divorcia y decide iniciar una vida sexual muy activa. Pero lo que le sucede, realmente, es que este sesentón se resiste a envejecer, en esta película que, por curiosidad, llegó a las salas con cinco años de retraso.

-Pues no lo crees, pero todos envejecemos.

-Es algo biológico, pero no acepto que me pase a mí.

  Michael Douglas se está especializando por personajes cuyo devenir existencial se convierte en un descenso a los infiernos. La metamorfosis de un hombre de maduro, quien de una posición envidiable o consolidada pasa a convertirse en una dramática parodia de sí mismo. Sus personajes son, según Koppleman: “Hombres poderosos y carismáticos que por alguna razón traicionan todo aquello en lo que habían creído y se pierde en un tortuoso camino”. Esto es precisamente lo que sucede al actor con algunos de sus personajes como el de Nicolas Van Orton en The game (David Fincher), el escritor Grady Tripp (Wonder Boys), o el de Behind the Candelabra (su última película, no estrenada en nuestro país) en donde interpreta de forma sobresaliente al música con tendencias homosexuales, Liberance, a las órdenes de Steven Sorderberg. No por casualidad, el cineasta es el productor de Un hombre solitario pues la pareja de directores (Brian Koppelman y David Levien) habían sido guionistas de algunas películas suyas: The gilfriend Experience y Ocean´s Thirteen.

 

Volviendo a Un hombre solitario, su personaje pasa de la gloria inicial como afamado dueño de unos concesionarios queda en el paro y desclasado socialmente.

-Vengo a buscar trabajo.

-¿Quieres trabajar para mí?

-Sí, soy capaz de vender cualquier coche.

-No, de eso no hay duda.

Por eso no es raro pensar que su personaje fue escrito pensado para el actor, qure estuvo arropado un grandísimo reparto de secundarios: Susan Sarandon, Danny de Vito o Mary –Louise Parker.

-Antes de que arruinaras tu vida, ¿qué eras para él?

-Eres muy valiente al decir eso, sensato, pero rencoroso y muy rastrero. Para mi hija preferiría alguien mucho más hombre.

Quisiera cerrar reivindicando uno de los grandes de Hollywood y su mejor interpretación en años, su personaje de Liberance en aquella maravilla que es Behind the Candelabra, película de Steven Sorderberg, maltratada por la industria y que sólo logró sacarla adelante gracias al apoyo de la HBO. ¿Sería oportuno hablar de la crisis del cine frente a la televisión? Con esta idea, que merecería una futura reflexión, cerramos el artículo sobre esta película.

                                                                 

Hacia rutas salvajes: La soledad en los grandes paisajes.

Hacia rutas salvajes: La soledad en los grandes paisajes.

- Para estar allí, de verdad. Sólo yo con las montañas, los ríos, el cielo, los animales. Y participar de todo, de la naturaleza.

El popular actor Sean Penn regresó a la dirección en Hacia rutas salvajes. Mucho más que una película de aventuras, nos cuenta la transformación psicológica y personal de un adinerado inconformista que cambia su rutinaria vida por experiencias inesperadas en un largo viaje. Un personaje que rompe con todo para viajar por el mundo y conocer su propia verdad. A muchos de nosotros nos gustaría hacer algo parecido, ¿verdad? Pero nunca parece ser el momento y quizás no hubiéramos tomado una acción tan radical y tan torturada como Chris McCandless, el protagonista de esta historia.  

La adaptación de la novela basada en la vida de Christopher McCandless, permite que este cuarto largometraje del popular actor ensalce la vida junto a la naturaleza y el deseo de libertad. Es un viaje al lado más salvaje, y a la vez más puro de los Estados Unidos, pero sin billete de regreso. Buena parte del exito del director consiste en compartir las experiencias, también las penalidades, de este personaje que inspira al film. Las imágenes rodadas en los rápidos de Gran Cañón o en el desierto de Arizona son dos ejemplos, de como los escenarios naturales comparten con el protagonista una cierta armonía propia del viaje que estaba emprendiendo. El protagonista se parece sospechosamente al de Grizzly man, sin que la mirada compasiva de Penn pueda compararse con el elogio de Werner Herzog. En clave de documental, el cineasta alemán reconstruyó la aventura pintoresca de Timothy Heithvelt conviviendo íntimamente con los osos, una historia que salvando las distancias -y son muchas- guarda algunas semejanzas con la ecologista película de Jean-Jacques Annaud El oso

- Quiero irme lejos de todo, quiero irme hasta el quinto coño para estar solo. Sin un puto reloj, sin mapa, sin hacha, sin nada.

                         

Existe un subgénero que remite a un puñado de títulos invariablemente norteamericanos, identificados con el vagabundeo, el encuentro con la inmensidad de la naturaleza y con un viaje al interior a uno mismo. Un argumento recurrente en el western de todas las épocas y que tiene en la figura del trampero su principal referencia. La vida de esos cazadores que en la soledad de la montaña, a veces, tenían los obstáculos de indios era excusa de algunas historias llamadas crepusculares, como la de Charlton Heston, El valle de la furia (Richard Lang) o de títulos tan emblemáticos como el de Las aventuras de Jeremias Johnson, del fallecido Sidney Pollack. Los auténticos tramperos como este citado o David Crocket ya no existen en nuestros días; aunque El último cazador, una coproducción franco-canadiense de Nicolas Vainer, nos acercó a la última alma en nuestro tiempo, que seguía viviendo según esta filosofía, conviviendo en armonía con la naturaleza.

Uno de los más emblemáticos personajes solitarios que nos haya dejado el cine es, sin embargo, el creado por Akira Kurosawa, Dersu Uzalá. En aquella pequeña joya sobre un solitario en la estepa de Siberia. 

- El sol es gente importante. 

                              

Del mismo modo, resuenan los ecos de la gran literatura norteamericana, de Jack London a Mark Twain, repleta de aventuras y aventureros, de personajes solitarios, movidos por una inquietud inexpresable que les lleva a presentar el vacío de los grandes espacios con una pureza casi mística. Algunas de estas historias han sido llevadas a la gran pantalla, con más o menos éxito y con una inestimable captación de esos paisajes, de un horizonte lejano, abierto a los más atrevidos, mientras se salpicaban los relatos de diversas ideas: ecológicas, sociales, etc.

- Sólo quería acariciarle.

- Los perros son para trabajar.

- Pero trabajarían más a gusto, si se fuera cariñoso con ellos.

- Hacemos fuego, matamos con armas y podemos lanzar piedras, somos sus dioses.

Los años de la Gran Depresión configuraron el caldo de cultivo idóneo para entresacar en la pantalla a personajes que deambulaban sin retorno fijo, sin más pretensiones que la mera supervivencia o con destellos, más o menos concretos, de rebeldía, de sinsentido hacia la justicia y animadversión hacia el sistema y sus instituciones. Individuos anónimos, por lo general, o voces carismáticas que pusieron música y letra a inquietudes individuales y sentimientos colectivos. Eran los tiempos en que los trenes de mercancías se llenaban de mendigos y de buscavidas, desarrapados de cualquier condición que buscaban estímulos suplementarios en el interminable juego del gato y del ratón, burlando a los celosos empleados de las compañías ferroviarias. El propio cine, en la espléndida Los viajes de Sullivan, Preston Sturges reflexionó sobre si mismo y el sentido de la comedia y del drama, alrededor de la aventura didáctica de un escritor de éxito, decidido a experimentar en carne propia los sinsabores de la pobreza extrema.

- Buenas tardes. ¿Vais a viajar muy lejos? ¿No os importará nuestra compañía?

Con el paso del tiempo, los caminos cambiaron a los mendigos por otro tipo de aventureros más cercano a la generación beat de Jack Keurac y compañía, que desembocó en el mundo contracultural de los hippies. Uno de los mejores testimonios cinematográficos lo representaba el road movie, y la película emblemática de la época, Easy Ryder (Dennys Hopper).

- Lo que representáis para ellos es la libertad.

- ¿Y qué tiene de malo ser libre? Todo el mundo la quiero.

- Sí, desde luego, todo el mundo la quiere pero una cosa es hablar de ello y otra muy diferente es serlo.

Espíritu de libertad que llegó a entusiasmar a uno de los cineastas norteamericanos más personales, David Lynch, quien en Una historia verdadera, curiosa película dentro de su filmografía, nos acercaba a la historia de un anciano inmerso en un pintoresco viaje que recorría todo un Estado, montado en un peculiar medio de transporte, un cortacésped. Film con respuestas existenciales que podría ser el reverso de la cinta de Sean Penn.

- Algo bueno tendrá envejecer.

- La verdad es que no se me ocurre nada bueno en quedarse ciego y cojo al mismo tiempo, pero a mi edad ya he visto casi todo lo que la vida puede ofrecer.

Inspirada en hechos reales y a su vez en una novela  que lo reconstruye emotiva y detalladamente, Hasta rutas salvajes, es el relato iniciático de un joven idealista que renunció a su vida acomodada y prometedora para cruzar los Estados Unidos de punta a punta, animado por la obsesión de llegar en solitario a las tierras inhóspitas de Alaska, en busca de una gran aventura en la vida. La película es una narración vehemente impregnada de la ingenuidad del idealismo y del ansia de libertad del personaje que encarna con una interesante interpretación el actor Emile Hirtch. Consciente de ello, el film consigue que el espectador se identifique con este heredero del espíritu de las novelas de Kerouac, los poemas de Whitman o las baladas de Gutrie. El último trabajo de Sean Penn, en la dirección, Hacia rutas salvajes es una película limpia, de una belleza fascinante, a la que muchos acabarán viendo con lágrimas en los ojos. 

- Es un extremista, es un viajero estético cuyo hogar es el camino.

Anna Karenina: Historia de una infidelidad.

Anna Karenina: Historia de una infidelidad.

"Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada". Así comienza la obra clásica de Leon Tolstoi, Anna Karenina, cuya adaptación al cine -una más- estaba atrayendo mucha atención, sobre todo por la actriz que encarna a este personaje universal de las letras rusas, Keira Knightley. Estamos a comienzos de siglo, con una excesiva, trágica y elegante recreación de época sobre un episodio de la historia de Rusia, escrita por una de las grandes plumas nacionales del siglo XIX. 

-Solo quisiera recordarte que estamos unidos por Dios y eso, sólo puede romperse con un crimen contra Dios.  Sería un pecado ayudar a destruirte. 

Gran parte de la película se rodó en los Estudios Shepperton, un lugar mítico y cinematográfico, donde se han rodado algunas de las mejores películas del siglo XX. Curiosamente cerca de la David Lean Road, cuyo nombre ya va dando pistas sobre cómo va a ser la película. Hay una sensación, compartida por crítica y público, de que todos los dramas de época terminan pareciéndose. Este estigma debió acompañar al director de esta nueva recreación, el británico Joe Wright (Expiación) a lo largo de su carrera. 

-Hace mucho que conoce al conde Vronsky?

-Es un apuesto oficial de caballería.

Tom Stoppard (El Imperio del Sol) escribe el guión y Jude Law y Aaron Johnson forman con la actriz protagonista, el trío principal del reparto: es decir, Anna, Alexei -su marido- y el conde Vronsky, su amante. 

Una propuesta novedosa.

Sin embargo se ha querido hacer una versión completamente novedosa de la historia, tomando como punto de arranque la obra El baile de Natacha (Orlando Figes), tomándose la esencia, pero recreándola en solo un escenario: un teatro. El director lo justificaba así: "En este ensayo se dice que la alta aristocracia rusa vivía como si estuviera en un escenario y todo fuera una función. Eran los protagonistas de una farsa. Anna juega el papel de esposa hasta que conoce al conde Vronsky, pero todo el mundo a su alrededor sigue jugando su mismo papel. Eso me hizo pensar en situar la película en un teatro. En una época, cuya aistocracia hablaban en ruso con sus sirvientes y entre ellos,  en italiano, francés o inglés. Pero el teatro puede ser elástico: una puerta lleva a un campo, otra a un laberinto...".  

La película de Wright cuenta con una serie de largos planos secuencias, con amplios movimientos de cámara y una notabilísima puesta de escena y vestuario. El mejor exponente lo representa la escena del baile (escena que parece no faltar en ninguna película de época), brillantemente rodada gracias a las cámaras instaladas entre las ropas de los bailarines y que representa e forma simbólica la estética defendida por el director: entre la pareja formada por Anna y el conde Vronsky, y el público anquilosado. 

-Esto debe acabar, si de verdad me quiere, deberá devolverme la paz.

 -No puede haber paz para nosotros, solo sufrimiento o la mayor felicidad. 

De hecho, Joe Wright transita por un estilo más que conocido. Repite con la actriz protagonista que no solo pondría rostro a sus anteriores películas de época (recordemos el caso de Expiación), sino que protagonizó un anuncio que el mismo Wrigt realizó para la casa Chanel, sin olvidarse -por supuesto- de su aire clásico. 

Karenina: ¿personaje trágico posmoderno? 

-Me casé con dieciocho años pero no fue por amor. 

Anna Karenina representa una de las referencias feministas, por ser una figura líbre y trágica de la literatura, dispuesta a afrontar los prejuicios de una época tan conservadora como la del siglo XIX. Pero nadie diría que represente el modelo de mujer que las feministas defienden en la actualidad. Este es uno de los handicaps de la película, no se acerca a los problemas actuales. Anna es una mujer elegante y hermosa representante de la aristocracia, enamorada de un prototipo de hombre bello. Lo que sucede es que el ideal revolucionario de aquella época no es el mismo que el de nuestro tiempo.

-Tengo que prevenirte de algo?

-¿Prevenirme?

-Tal vez tu indiscrección pueda suscitarte comentarios sobre ti.

                         

 Muchas, demasiadas Kareninas, empaña cualquier acercamiento al personaje de esta historia. Kareninas imponentes, tanto en el cine como en la televisión, han sido Vivian Leigh, Greta Garbo,  Sophie Marceau o Jacqueline Bisset. 

Más actual, y más interesante -al menos, desde la postura de este crítico- es el personaje de Alexis Karenin, interpretado por Jude Law, un personaje que representa al perfecto padre soltero.

 -¿Crees que dejaría a mi hijo a tu lado? ¡Eres una depravada! 

Junto al argumento  central, se desarrolla de forma paralela la historia de Levin (Domhnall Gleeson), el joven terrateniente que se enamora de Kitty, reflejo de la trama principal. La historia nos lleva a una época en la que el matrimonio no significaba que estuvieran enamorados, ella encontró el amor sin buscarlo. La película, supone la tercera colaboración de  Keira Knightley  con el director, tras Expiación y Orgullo y prejuicioEn esta ocasión, la actriz se mete en la piel de un personaje de gran transcendencia que sufrirá la intransigencia de una sociedad muy conservadora que no dudará en acusarla por haberse enamorado. 

-¡Qué desfachatez, exhibiéndose como una mujerzuela en sociedad!

Una apuesta musical. 

Dario Marianelli, poco conocido por los profanos -sea dicho de paso- ha creado una partitura que poco tiene que ver con la ambientación de la película. Más que referencias rusas, el ritmo de su música nos recuerda más a las Danzas húngaras de Bramhs que a la multitud de compositores rusos que destacaron en la época del propio Tolstoi. A parte de los vals, como cinta de esa época y con ambientación aristocrático, valdría la pena citarse el tema titulado "Clerks" que recuerda a un ferrocarril, uno de los leimotiv de la película. También hay una canción cantada en ruso: "The girl and the birch" y una destacada canción de cuna, que puede recorda a una caja de música: "Time in the bed".

Joe Wright en Travelling.Blog de cine. 

Expiación: El amor como motor de la historia.

 


En el valle de Elah: Paul Haggis nos trae a un inmenso Tommy Lee Jones.

En el valle de Elah: Paul Haggis nos trae a un inmenso Tommy Lee Jones.

En el valle de Elah, aquel en donde David venció a Goliat, es el título de Paul Haggis en donde el guionista afronta se segunda aparación tras las cámaras para acercarnos a una historia sobre el regreso de los soldados americanos a casa. La victoria del débil sobre el fuerte se basa en el daño moral. 

Veo a un militar jubilado, con cara rugosa y expresión introvertida,  ocupándose de los rituales cotidianos que otorgan estabilidad al corazón, mientras confía en la profesionalidad como principio y se fija en la bandera de los Estados Unidos como prueba de salud y poderío. Se mueve en Internet como pez en el agua, a pesar del anacronismo ante las nuevas tecnologías que puede imponer la vejez, al que comunican que uno de sus hijos (el mayor lo había perdido en un accidente de helicóptero, en acto de servicio), con la sagrada misión de exportar la democracia a Irak, ha desaparecido del campamento militar de Estados Unidos en donde encontraba descanso el concienciado guerrero de una causa noble. Es ahí en donde aparece contenid, el personaje interpretado por Tommy Lee Jones, encargado de recordarnos que las heridas de una guerra no se curan nunca.

- Oiga, no sé que creen que hacen, pero si parece a lo que hacía yo, consistía en arrestar a borrachos y hacer pocas preguntas. Mi hijo ha pasado ocho meses llevando la democracia a ese lugar inmundo y sirviendo a su país. Merece un trato mejor.

La búsqueda de un ex-combatiente, desaparecido tras regresar de Irak, es utilizada por Haggis para recorrer el desolado y amoral país que dejan tras de sí los soldados cuando finalizan una guerra. La degradación ética de las tropas norteamericanas es percibida por Haggis como una derrota, como una herida mortal para una generación que automáticamente convierte a los vencedores en vencidos. Youtube y otros muchos rincones de ese globalizado mundo digital que es Internet cuenta con centenarios de documentos audiovisuales, grabados por las tropas, en donde se hacen notorias las vejaciones que los marines habían realizado con los iraquíes. Algunos soldados posaban frente a cadáveres carbonizados, miembros amputados o mujeres muertas, con canciones de fondo cuya letra decían: "Te voy a patear el culo" y cosas por el estilo.  Podemos rastrear, por ejemplo, en el filme Redacted de Brian de Palma. 

Es el arranque de la película más lúcida, estremecedora y compleja que surgiese de la mano de Paul Haggis. Aquel que había ofredico a Eastwood un espléndido guión sobre la derrota en Million Dollar Baby y que contó un cuento de sentimientos en Crash, en la que nada es lo que parece, mientras observa cómo casi todos nos sentimos muy solos. Ahora, narra de forma clásica, con austeridad y emoción contenida, lo que ocurre en la terrible catarsis que produce el descubrimiento de que la guerra embrutece hasta el sadismo, de que todo pierde sentido en un corrupto universo moral.

- No sé lo que le habrán contado. Pero hay una norma, en un convoy si alguien o algo se te planta delante, no puedes parar. Si paras, aparecen capullos con lanzagranadas y te matan.

Junto a Tommy Lee Jones,  una Charlize Theron, protagonista de una subtrama menor, interpretando una policía que no está dispuesta a ser ninguneada en su trabajo por su condición de mujer; al lado de uno de los "goonies" más prolíficos, el actor Josh Brolin. 

                              

Volviendo al tema central, es curioso como Irak solo aparece tres minutos a través de una grabación de un móvil; a Haggis no le interesan tanto las trincheras como la vuelta a casa de los soldados y así, En el valle de elah es a la guerra de Irak lo que El regreso (Hal Ashby) era a la de Vietnam y Los mejores años de nuestra vida (William Wyler) a la Segunda Guerra Mundial. Disfrazado como relato detectivesco, guiado por un padre patriota, sin embargo, esta investigación del personaje de Tommy Lee Jones es un mcguffing de tomo y lomo. No llega a ninguna conclusión detectivesca, sino que se trata del viaje del protagonista desde sus convinciones a la nada más absoluta. Así, la película es la historia de una imagen revelada, una video grabado con un teléfono móvil que hace pedazos los idílicos cimientos de democracia y patriotismo con los que había vivido toda su vida, hasta perder sus ideales.

No existen las medias tintas, el subrayado, ni la manipulación emocional, ni el dictatismo progresista de algunas otras producciones. Es la crónica precisa y dolorosa de alguien que descubre que el infierno no son los otros, sino aquello que tu has engendrado y educado. No sobra ni falta nada en este duro filme, con algunos momentos impresionantes. El plano finjo de un padre y una madre que se alejan por un pasillo, desolados, viejos. El imnenso Tommy Lee Jones y una maravillosa Susan Sarandon, que solo necesita de un par de secuencias intensas para construir un sufrimiento interminable.

- Le llevaré a casa lo antes posible.

- Pero, yo necesito verle, necesito estar con Michael.

- Sabes que yo no le animé a hacerlo.

- Viviendo en esta casa, no se hubiera sentido hombre, sino lo hubiera hecho. ¡Mis dos hijos, Hank, me podías haber dejado uno!

El paciente inglés: Una amarga melodía cargada de épica y romance.

El paciente inglés: Una amarga melodía cargada de épica y romance.

Anthony Minghella, con una formación en el teatro y en la televisión británicos, y con tan sólo dos películas en su haber, dirigió una obra maestra indiscutible, una película llena de épica, drama, romance y momentos maravillosos. Hablamos de El paciente inglés, un film que no sólo alcanzó una calidad extraordinaria sino que además se alzó con el Oscar a la mejor película y con otras tantas estatuillas más. 

La novela original de Michael Ondaatje cautivó hasta tal punto a Minghella, que no pudo evitar, según sus propias palabras, hacer una película con esa historia. La película está ambientada en la Segunda Guerra Mundial y cuenta la historia de un hombre gravemente quemado, conocido como «el paciente inglés», y atendido por Hana (Juliette Binoche). El paciente es reacio a revelar información personal, y sólo a través de una serie de flashbacks se puede tener acceso a su pasado. Poco a poco se revela que él es en realidad un cartógrafo húngaro, el conde László Almásy (Ralph Fiennes), que estaba haciendo un mapa del desierto del Sáhara, y cuyo romance con una mujer casada, Katharine Clifton (Kristin Scott Thomas), le llevó a su situación actual. Otros personajes secundarios  con gran entidad, son David Caravaggio (Willem Dafoe),  Kaip (Naveen Andrews), un zapador indio de origen sij en el ejército británico, y  Geoffrey (Colin Firth), marido de Katherine.

                                 

                              the-english-patient

 Una de las escenas más destacadas sitúa a Hana iluminando mediante una antorcha unos frescos de una capilla. Aparece un ciclo de frescos de  La leyenda de la cruz, pintados por Piero de la Francesca.

  -Amor mío, te sigo esperando, cuanto dura un día en la oscuridad. El fuego se ha apagado. Empiezo a sentir un frío espantoso, debería arrastrarme al exterior pero entonces me abrasaría el Sol. Temo malgastar la luz mirando las pinturas y escribiendo estas palabras. Morimos, morimos, morimos ricos en amantes y tribus y sabores que degustamos en cuerpos en los que nos sumergimos como si nadáramos en un río, miedos en los que nos escondimos como esta triste gruta. Quiero todas esas marcas en mi cuerpo, nosotros somos los países auténticos, no las fronteras trazadas en los mapas con nombres de hombres poderosos. Se que vendrás y me llevarás al palacio de los vientos. Sólo eso he deseado, recorrer un lugar como ese contigo, con nuestros amigos, una tierra sin mapas. La lámpara se ha apagado... y estoy escribiendo a oscuras...

 Puede ser "El paciente inglés" una del las películas con más flash-backs en muchos años.  Los viajes al pasado, al interior de la memoria de un moribundo, el conde Laszlo de Almásy. Así descurren las distintas tramas, el romance entre Kaip y Hanna o el más intenso, el amor pretérito entre el personaje de Fiennes con el de Kristin Scott Thomas, que acaba de forma drámatica. Una curiosidad: el personaje que interpreta Ralph Fiennes, existió realmente -aunque se tomasen algunas licencias-, por ejemplo, el verdadero conde Laszlo sobrevivió a la guerra. Otra curiosidad es el llamado "Bosforo de Almasy". En realidad, ese hueco que se forma bajo el cuello de la mujer se conoce con el prosaico nombre de "escotadura supraesternal", pero en la película cobra un valor lírico y romático. 

-¡Quiero este lugar, me encanta este hueco!

-¿Cómo se llamará? 

- Pediré al rey que esta maravilla se llame el Bósforo de Almasy.

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Y para los más cinéfilos, ese punto anatómico de la mujer también fue abordado en una película de Alfred Hitchcock, "Sospecha" . En la escena, Johnnie Aysgarth (Cary Grant) , un tipo mujeriego y caradura, coquetea con Lina McLaidlaw (Joanne Fontaine). McLaidlaw intenta abrocharse el último botón de la camisa, pero Johnnie se lo prohíbe, es un pecado tapar ese hoyuelo que queda entre el final del esternón y el principio del cuello.… 

 Montaje y música. 

Ví por primera vez esta película hace muchos años, casi quince, y desde entonces me seducen  sus imágenes y su meliodiosa música. El montaje es a cargo del oscarizado Walter Murch, uno de los más grandes editores de su generación, junto con Thelma Schoonmaker, montadora habitual de Martin Scorsese. Su estilo como montador aparece recogido en diversos libros, entre ellos, destacaría "En el momento del parpadeo" (Ocho y medio) y "El arte del montaje" (Plot ediciones), interesante por que se trata de unas entrevistas con el escritor Ondaatje. "Montar es como una especie de baile que implica el movimiento del cuerpo, en consonancia con el ritmo de la película", decía el propio Murch. Con El paciente inglés fue doblemente oscarizado, por el mejor montaje y por el mejor diseño de sonido. 

                           

En la nota musical , el reto del compositor libanés Gabriel Yared era condensar en la banda sonora no sólo los  años de la guerra, sino reflejar también la identidad cultural de todos los personajes que aparecen  e incluso de los países que visitan, desde Italia al Norte de África. Así, nos encontramos ante una composición en la que abundan las melodías húngaras, cantadas por Márta Sébestyén (Szelrelem Szerelem), o algunos solos de piano como el aria de las "Variaciones Goldberg" de J.S.Bach. También encontramos una selección de melodías y canciones de la época,  el "Cheek to cheek", de Fred Astaire o el "One o’clock jump" de Benny Goodman. Sin embargo, lo que más me conmueve es el tema  I’ll be Back.

-Las traiciones durante la guerra resultan infantiles comparadas con nuestras traiciones en tiempos de paz. Los amantes, primero se muestran nerviosos y tiernos hasta que lo hacen todo añicos, porque el corazón es un órgano de fuego.

                                  

Nota final. 

Al final estamos ante la historia de una derrota: la del romance y la de su vida. Su final nos hiere hasta lo más profundo, pero ritmo, su lírica musicalidad nos libera. El éxito de esta película permitió que en su siguiente trabajo, el romance, la historia y la guerra volviesen a cruzarse en lo que prometía ser otro film memorable.  A las similitudes temáticas añadió Minghella la colaboración de prácticamente todo el equipo de esta aventura –la fotografía de John Seale, el montaje de Walter Murch o la sensibilidad musical de Gabriel Yared– o el diseño de producción de un valor seguro como Dante Ferretti. La película, Cold Mountaint, no pudo alcanzar la gran cima de English Patient, toda una obra maestra. 

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El vuelo: Robert Zemeckis reconstruye un drama de la aviación.

El vuelo: Robert Zemeckis reconstruye un drama de la aviación.

-Le daremos la vuelta.

Después de diez años volcado en el cine de animación, con films como Pollar Express y Beowulf, Robert Zemeckis dirige El vuelo un drama sobre  la aviación, protagonizado por Denzel Washinton (Whip Whitaker), quién se pone a los mandos del aparato. Tiene un arranque similar al de Naufrago, como único punto en común con esa película en la que Tom Hanks sufría un accidente de avión, por el cual quedaba sólo en una isla desierta. Escrita por John Gattins, esta película -nominada al Oscar al Mejor Guión- está basada muy ligeramente en un hecho real, el aterrizaje forzoso sobre el río Hudson, del vuelo 1549.

-Hay un montón de periodistas enloquecidos ahí fuera, eres como una estrella del rock. No volverás a pagar una copa en toda tu vida. 

En ambas ocasiones, la habilidad del piloto evita la catástrofe, convirtiéndose en un héroe de la noche a la mañana, porque se considera que el accidente ha podido deberse a un fallo técnico. Pero la polémica surge cuando una investigación, demuestra que el capitán Whitaker estaba bajo el influjo de sustancias tóxicas. A la misma velocidad, el héroe se convierte en villano.

-¿Recuerdas que te extrajeron sangre la noche del accidente? Te hallaron alcohol en el organismo. Si se demuestra que el alcohol fue la causa de la muerte de cuatro pasajeros, se enfrentan a cuatro casos de homocidio. Podría significar cadena perpetua. 

Junto con el deseo de surcar el cielo, imitando a las aves, siempre hemos tenido miedo a volar. De hecho, el primer vuelo que aparecía recogido en la mitología griega, el de Ícaro, ya resultaba accidentado, pero la nueva tecnología surgida en el siglo XX dio motivos sobrados para alimentar una de las fobias preferidas, el temor ante un accidente. Una temática mil veces vista en la gran pantalla, pero la pelíocula de Zemeckis  no es otra superproducción sobre catástrofes, centradas en el accidente. El vuelo bordea el melodrama al centrarse en el proceso al personaje central que es acusado de consumir drogas en la noche del vuelo.

                 Pasos del destino

 En este sentido, el personaje interpretado por Denzel Washinton recuerda algo a ese Glenn Ford de Los pasos del destino (Ralph Nelson), también sobre un accidente de avión del que se intenta conocer las causas del desastre. 

-Una vez descartadas todas las especificaciones naturales, eso pregunto yo. ¿Qué nos queda? Lo sobrenatural. Y ¿cómo llamar lo sobrenatural en este caso? El destino.

La película es algo irregular, porque la historia no termina de cuajar. ¿Lo mejor? El arranque y una conversación en el hospital, el debate sobre la verdadera naturaleza del héroe. Los otros personajes, Nicole (Kelly Reilly), una mujer ex adicta que conoció en el hospital, los que encarnan Jamess Bagde Dale y Don Cheadle y  Harling Mays -el compañero de juergas del persona central- a cargo de un sensacional John Goodman, es parte del cast; para quién escribe, lo mejor de la película. Por supuesto, sin olvidarnos de Denzel Washinton, con una merecidísima nominación a los Oscars. ¿Y lo peor? El final.  

                                

                    el vuelo

                    El vuelo

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