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Cine español.

Gernika. Koldo Serra al frente de un episodio de la Guerra Civil inédito en nuestro cine.

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Todos los países tienen en su pasado alguna herida sin cerrar, lo que a menudo se convierte en tabú, un tema que no puede formar parte de la ficción hasta que ciertas películas den el pistoletazo de salida a una serie de narraciones que intenten sanar, comprender o ajustar cuentas con el pasado. Esto es lo que sucede con la Guerra Civil y la Posguerra, épocas que aunque nunca volverán realmente a estar de moda en el cine español, se siguen realizando películas que aúnan elementos del melodrama, cine social, cine bélico o relato de intriga. Pero “Gernika” (Koldo Serra, 2016) es una propuesta distinta al cine que solemos encontrar sobre este conflicto.

Resulta llamativo que hayan trascurrido 79 años para que se situase en el mapa del cine español uno de los episodios de la Guerra Civil: El bombardeo al municipio vizcaíno de Guernica, acto militar –deleznable, por carecer la ciudad de defensas antiaéreas- llevado a cabo por la Legión Cóndor, el 26 de abril de 1937. Se trataba de una unidad de la Lutfwaffe, al mando de Von Richthofen -primo del histórico aviador conocido como Barón Rojo- al servicio del bando franquista.

Es curioso que la película se inicie en una sala de cine. Hay unas imágenes en animación de corte propagandístico, acompañadas de la voz de Hugo Silva, que sirven para contextualizar la historia en su época. Pero la cámara sale de la imagen, pasando del formato documental a la ficción, a través de un travelling hacia atrás que nos permite descubrir a uno de los personajes centrales: Henry (James D´Arcy), un periodista alcohólico americano, que prefiere pasar el tiempo en los cines a buscar la noticia, hasta que un día se produce el bombardeo en Guernica.

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Una opción narrativa.

No es una película que hable sobre la acción bélica, esa, adrenalínica cámara en mano e imagen sucia, es más sobre la trastienda de la Guerra Civil, allí donde parece que no va a suceder nada. Últimamente se escuchan diversas opiniones encontradas sobre esta película. Que no tiene la capacidad dramática necesaria, que se han presentado unas expectativas demasiado ambiciosas que no se han cumplido o sobre un posible poso ideológico. La verdad es que el planteamiento es correcto, más allá de si la historia guste o no, y han optado por un ritmo ascendente hasta alcanzar el clímax.

“Gernika” responde al esquema del melodrama romántico en ambientes de guerra, que tan bien ha funcionado en el cine clásico, con una lujosa puesta de escena y un grado de detallismo en esa Historia con mayúsculas, pero desde la perspectiva de lo cotidiano, de la intimidad de unos personajes. Detalles interesantes serían el piloto alemán capturado y apaleado en plena calle, los vecinos que se miran entre sí con recelo o la represión vista en ambos bandos –la ejercida por los franquistas, a través de un sutil comentario del oficial alemán: “Franco avanza muy lento porque ejecuta de casa en casa” y la que se aplicaba en el bando republicano-, a fin y a la postre el lugar donde se centra el argumento.

La historia está contada desde el punto de vista de Teresa (María Valverde), alter ego de Constancia de la Mora –directora de la Oficina de Prensa Extranjera de la República- quién se enamorará de Henry, una versión de George Steer, el periodista inglés que recogió una crónica del suceso, aunque evidentemente la sombra de Ernest Hemminguey o Robert Capa, están muy presentes. De hecho, se les mencionan y se les hace un notable homenaje en la película, a través de otro de los personajes centrales: Marta, interpretada por Ingrid García Jonsson, una actriz sueca criada en Sevilla, imagen de Gerda Taro, fotógrafa de guerra alemana fallecida en El Escorial, dos meses después del bombardeo, y que firmaba con el nombre de Robert Capa, junto a su pareja Endre Friedman.

De ahí que la película cuente con una importante presencia internacional junto con mucho talento andaluz, tanto delante de las cámaras (Víctor Clavijo o Julián Villagrán) como detrás de ellas (Carlos Clavijo, el coguionista –junto con Barney Cohen- y productor)

Referencias cinematográficas.

Encontramos en “Gernika” referencias a David Lean, por el tono del melodrama dentro de un drama bélico, o de películas que crean una situación de tensa calma hacia el desastre, sobre todo pensando en aquellas que concluían en bombardeos como el japonés sobre Pearl Harbor como “De aquí a la eternidad” o “Pearl Harbor”. También hay un sello importante del cine negro, sobre todo en una trama protagonizada por la comisaría política del Politburó que ejercía un clima de delación y paranoia en el bando republicano. Pero si hay un referente claro es  Steven Spielberg –la secuencia del baile, el gran momento reservado a Víctor Clavijo o en planos próximos a su estilo como el del espejo del coche en donde aparecen los aviones alemanes-. Aunque lo que llama la atención es la capacidad de situar a los personajes dentro de la Historia, pero sin querer destacar algunos aspectos como los ideológicos. De ahí que “Gernika” sea una película atípica en el ideario del cine español sobre nuestra principal contienda del siglo XX, por ser una historia despojada de ideología, por ser la primera producción centrada en aquel famoso bombardeo y por alejarse estéticamente de lo ya visto.

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Una apuesta visual.

Al frente del proyecto se encuentra Koldo Serra, quién se enfrenta a su segundo trabajo en la dirección, desde “Bosque de sombras” (2006), un intenso thriller con reparto internacional en donde reconocíamos el sello de Sam Peckipah y Sergio Leone.

De los colaboradores de aquella película, Koldo repite con Unax Media, el director de fotografía, con un estilo visual muy característico que hace que visualmente “Gernika” no sea otra película sobre la Guerra Civil más. Ya no son los colores ocres los que dominan la paleta cromática sino que recurre a tonos vivos, como el naranja, para el fuego, o el negro, para las cenizas. Se ha apostado por una película clásica en un sentido amplio de la palabra. Un cine a la altura de los ojos, como diría Howard Hawks.

Aun faltarían muchas historias por contar, alguna que centre –por ejemplo- la figura de Blas de Lezo, y por eso es de agradecer el esfuerzo emprendido en esta película. Considerarla fallida o una ocasión perdida a “Gernika” por no cumplir unas expectativas que en ningún momento el film pretende crear o por el hecho de que no coincida con la imagen que muchos crean retener, sería ser cortos de mira. Estamos ante una de las películas del año  que seguramente quede como uno de los retratos de esa Guerra Civil sin maniqueísmos, con una puesta de escena clásica y un cine desde las tripas, lo que para estos tiempos de incertidumbre que corren es algo más que un canto del cisne. Esperemos que esto anime al director a continuar con su breve pero memorable filmografía y que no vuelva a tardar tantos años en volvernos a regalar trabajos como este.

La Tía Tula, obra maestra de Miguel Picazo.

-Los niños me necesitan.

-¿No te has casado por culpa de los niños?

-No me he casado porque no aguanto a los hombres.

52 años después del estreno de la película considerada como su obra maestra, ha fallecido Miguel Picazo, un clásico de Miguel de Unamuno que el cineasta andaluz se ha atrevió a llevar a la gran pantalla. Una inmensa Aurora Bautista encarnaba a esa mujer,  una solterona que acogía a su viudo cuñado y a su dos hijos, pero esta situación de partida degenerará en una historia de represión sexual.

Miguel Picazo nació en Cazorla (Jaén) un director de muy pocas películas, aunque su carrera sea muy larga y este es uno de los motivos por lo que sería poco conocido. Aún eso, comenzaría de una forma magistral entrando en el cine por la puerta grande, gracias a esta película que hemos presentado. El propio Marco Ferreri (director de El cochecito) aconsejó a este aventajado alumno de la escuela de cine que se fijara en esa historia de Unamuno y contó nada menos que con una de las grandes actrices del cine español como Aurora Bautista, como también con el actor argentino, aunque afincado en España, Carlos Estrada; otro de los personajes lo interpretaba Irene Gutiérrez Caba.

Tomando como punto de partida la muerte de Rosa, la hermana de Tula, Aurora Bautista encarnaba a esa solterona de una ciudad de provincias, como podría ser Guadalajara.

-Tú eres mi cuñado, el marido de Rosa.

-Pero soy hombre, ¿no?


Su personaje, tal y como lo presentaba Unamuno estaba representado como un símbolo de la maternidad que cuidaba a sus sobrinos sin esperar nada a cambio. Sin embargo, en la película, el roce continuo entre una mujer y su cuñado, encerrados en el pequeño espacio de una casa termina despertando una experiencia sexual, uno de los temas con los que este cineasta –dentro del nuevo cine español- quería denunciar la mentalidad represiva hacia la sexualidad que el Régimen mantenía en esos años 60. Como le sucedía a Unamuno, de quien parte el texto original, a Picazo y otros directores, también “le dolía España”. Quizás, por eso fue escogida Aurora Bautista como protagonista, al ser un icono de la heroína por el cine franquista por películas como Locura de amor o Augusta de Aragón, ambas dirigidas por Juan de Orduña.

Gracias a la película logró alzarse como Mejor Director en el Festival de San Sebastián, en cuyo año estaba el jurado presidido por Nicolas Ray, compitiendo nada menos que con Elia Kazan y su América, América, que se llevó la Concha de Oro. Pero el éxito de esta primera película le resultaría agridulce, porque su siguiente película Oscuros, sueños de Agosto (1967) también sufrió las consecuencias de la censura e incluso evitó que sus tres siguientes guiones fueran aceptados el Régimen cuya Censura le negaba, una y otra vez, volver a ser director. Uno de esos proyectos unía al propio Joan Manuel Serrat, quien iba a interpretar a un emigrante en Alemania. Se trataba de “Los hijos de Alvargonzález”, cuyo título aludía a un poema de Antonio Machado (incluido en Campos de Castilla) que el poeta sevillano dedicaba a Juan Ramón Jiménez. Desencantado no volvería a dirigir hasta la Transición, donde el tema de la represión sexual volvía a salir a relucir.

En su última película como director Extramuros (1985), una producción de época y segunda adaptación de una novela de Jesús Fernández SantosPosibilitada, entre otras cosas, por la Ley Miró, nos traslada a un convento donde se  lleva a cabo dos falsos milagros que escondía una relación sexual mantenida entre las monjas.

Su otra faceta como actor, quizás sea más conocida sobre todo por su participación en Tesis (ópera prima de Alejandro Aménabar) en donde Picazo interpretaba al profesor de Audiovisuales que dirigía la tesis del personaje de Ana Torrent. Por cierto, ya en su primera película como actor, El espíritu de la colmena, Miguel Picazo encarnaba a un médico que atendía a una primeriza Ana Torrent. 

Nadie quiere la noche. La odisea de Josephine Peary.

Nadie quiere la noche. La odisea de Josephine Peary.

Con la cercanía de los Goyas, recordamos una de las películas que podrían auparse con los mejores premios de este año: Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet. Esta temporada nos deja dos filmes protagonizados por mujeres, junto a la belleza, cruel y desmesurada de la naturaleza. La que aún está por estrenar, La reina del desierto  y Nadie quiere la noche, que presentamos en estas líneas.

-Si vuelvo atrás nada habrá tenido sentido, debo estar con él. Se tiene que terminar lo que se empieza. Y yo pienso acabarlo.

Hay una historia del cine que podría escribirse a través de las actrices más destacadas. El séptimo arte no sería lo mismo sin Ingrid Bergman, Anna Karina o Juliette Binoche, quien pertenecería a este estirpe de actrices, al trabajar junto a los mejores cineastas, desde Kievlowski a Abbas Kierostami, Michael Haneke, Oliver Assayas o Louis Malle.

Que Isabel Coixet se haya interesado por la figura de Josephine Peary es un acontecimiento. No tanto por el hecho de dirigir una película centrada en un personaje histórico, con los sobrados clichés que ofrece todo biopic, sino por el conflicto de la protagonista, y sobre todo por la particular localización de la historia que nos lleva directamente al Polo Norte. Tampoco se trata del primer personaje histórico encarnado por la actriz francesa; hace unos años interpretó a Camille Claudel, la escultora que mantuvo una turbulenta relación profesional y sentimental con Auguste Roden (Camille Claudel 1915,  Bruno Dumont).

Protagonizada por una de las grandes musas del cine europeo,  “Nadie quiere la noche” hace referencia a la noche polar. La historia sigue de cerca a la mujer de Robert Peary, el explorador estadounidense que en 1919 alcanzó el Polo Norte, demostrando el cine –una vez más- que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Otro de los personajes casi desconocidos que salen a la palestra gracias al cine, para contarnos historias bigger that life; eso sí,  sin abandonar temas presentes en el cine de esta directora catalana, como la importancia de los hombres en sus películas, el romanticismo con un poso trágico o la infidelidad. Para ello, cuenta con el personaje de una joven esquimal, interpretada por la japonesa Rinku Kikuchi que ya había estada a las órdenes de la cineasta española en “Mapa de los sonidos de Tokio”.

La odisea de Josephine Peary.

Coixet, que era una autora por excelencia con un estilo muy personal, se está acostumbrando a escoger proyectos con guiones ajenos; como sucede con “Nadie quiere la noche”, escrito por Miguel Barros.  

-Es la naturaleza, es ella la que dicta las normas.

Debió ser una excentricidad en su momento que una dama de la alta sociedad abandonara su vida cómoda, para embarcarse en una expedición junto a su marido y cinco hombres más, la odisea real que viviría Josephine Peary en el Ártico. La propia Josephine escribiría en un libro de memorias sobre aquel viaje: “cuando vas por la ciudad piensas en cómo te verán, en el Norte, vistes para estar caliente y nada más”. El cambio de vestimenta es uno de los aspectos reseñados en el film, por el que “pasó de ser un pavo real a ser un perro”, tal y como describió la propia actriz.

De esa forma, dejaba atrás los sombreros, el corsé, los miriñaques y el polisón –una especie de almohadilla para resaltar el trasero, bajo el vestido- que identificaba su clase social. Seguro que la película de Isabel Coixet, la más ambiciosa hasta la fecha, marcará un antes y un después en la carrera de la cineasta como el personaje que encarna la intérprete francesa, de una forma sencillamente genial. Una película que ocupa un lugar de honor entre las nominaciones de los Goyas.

-Estos hombres no tienen dioses, pero tienen esto y eso más poderoso que cualquier Dios que puedan tener.

-¡Eso no tiene nada que ver, no lo hago por Dios, lo hago por el teniente Peary! ¡Y usted le juró lealtad!

 

Mi gran noche: Un divertido caos.

Mi gran noche: Un divertido caos.

Alex de la Iglesia es un cineasta que se complace en poner el caos en  pantalla, ya sean con unos payasos en plena Guerra Civil o a través de unas estatuas vivientes, que asaltan una tienda de empeños, de la calle Sol.  También vuelve a aparecer la televisión como eje de muchas de sus películas: Muertos de risa, El día de la bestia o Acción mutante.

El cineasta logra su primera gran comedia coral, con una multitud de mini-tramas alrededor de un gran acontecimiento: la gala de Año Nuevo.  Los personajes resultan tan falsos como la  comida o la bebida, que son de plástico, o las sonrisas y los aplausos de un programa sobre la Navidad, aunque grabado en octubre. Pero así es el mundo de la televisión, en donde el espectáculo debe continuar. De por medio, está el enfrentamiento de los presentadores (Hugo Silva y Carolina Bang); el chantaje a una estrella del pop latino, el  “malote” Adanne (Mario Casas), cuyo éxito se debe a una canción al estilo del tema “Torero” de Chayanne. Mientras tanto, se produce en la calle una protesta laboral, después de que la cadena despidiera a una parte de la plantilla, amenazando con estallar en una batalla campal. 

El otro aspecto que no podríamos dejar sin comentar es la presencia icónica de Raphael, cuyo papel merece su candidatura al Goya al mejor actor de reparto. Su personaje, Alphonse, es una vieja estrella  musical que se mueve, vanidoso, entre bastidores, como si se tratase de un reflejo  grotesco entre el mismo y Tom Jones. Icono de los especiales de Nochevieja cuando se emitía en blanco y negro, junto al NO-DO, Raphael aparecía como cameo espiritual en el clímax de Balada triste de trompeta (película que llevaba un título prestado de una canción de Raphael, igual que ésta que comentamos).

Mi Gran Noche Cartel 1

A todo esto sumamos, un supuesto hijo adoptivo, un Carlos Areces vestido de forma hortera con un peinado  y bigote, rubios, y un asesino, con tatuajes al estilo de Max Cady, obsesionado con su ídolo musical Alphonse/Raphael.

Haciendo uso de su capacidad para dirigir a un grupo de actores que le resultan muy familiares, aparte del icono musical –Raphael-, establece varias historias que se superponen de forma vibrante durante todo el metraje.  De la Iglesia lanza las bolas al aire y hace malabares con sus personajes, a un ritmo impetuoso.  ¿Recordáis la secuencia de apertura en el Club Obi Wan, de Indiana Jones y el templo maldito (Steven Spielberg)? El director parece dispuesto a replantearla como una sátira de la televisión, en general, y más específicamente de la telebasura (referencias a Telecinco, incluidas). Una imagen que tenemos de España que arrastramos de forma histórica: cuando se empieza mal, se terminan mal, generándose algo tan nuestro como el humor negro.

-Y ¿qué tengo qué hacer?

-Nada, estar sentado y sonreír.

- Y ¿a qué hora se acaba esto?, es que tengo a mi madre sola en casa.

-¿A qué hora se acaba esto?, dice. 

De hecho, la película comienza con el accidente de una grúa, aplastando a un figurante, y la llegada al plató de José (Pepón Nieto) que por suerte –o por desgracia- logra el esperado trabajo de una ETT. Se ve obligado a llevar a su senil madre (Terele Pávez), con la cruz de su esposo difunto a cuesta, e incluso se liga a una chica muy atractiva (Blanca Suárez) que para colmo es una auténtica gafe.

-Al final tu y yo nos enrollamos... ¡Te imaginas!

Una divertida farsa, de caos hábilmente sostenido en un espacio único que a pesar de dejar  algo tocada a la prensa internacional –en su paso por el festival de San Sebastián-  toca todas las convenciones de su cine. Una comedia total, pensada como un frenético entretenimiento que pone en el punto de mira, de su ácida crítica, a una parte de nuestra cultura más acérrima. Como también logra mostrarnos su inmensa capacidad para crear un universo tan demencial como propio, película tras película. 

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Una última mirada de Vicente Aranda.

Una última mirada de Vicente Aranda.

Amantes, Carmen, La pasión turca o Libertarias son algunas de las películas del recientemente fallecido Vicente Aranda, a quien homenajeamos. Un director caracterizado por su trabajo con actrices y con un marcado erotismo. En su universo cinematográfico las mujeres han tenido mucho que decir, bien a través de sus musas, Ana Belén o Victoria Abril, pero sobre todo como parte de un estilo en el cobran protagonismo las adaptaciones literarias y el aspecto sexual, pues sus películas suelen irradiar un fuerte erotismo, que a veces raya lo explícito.

Erotismo y literatura aparecían en la adaptación de La pasión turca, de Antonio Gala, en donde funde el exotismo de los escenarios de Turquía, con la odisea erótica llevada al extremo por  su personaje principal, Desi (Ana Belén). Esta misma actriz protagonizó otro de los grandes títulos de este cineasta, Libertarias, una recreación de la guerra civil española, pero vista desde la perspectiva de las mujeres que quisieron abandonar la imagen que la historia le había otorgado para tomar las armas e iniciar una revolución con el propósito de llegar a la igualdad de los sexos. Película en la que Vicente Aranda recurre a un plantel impresionante de actrices, algunas de ellas fetiches del director como Ariadna Gil y Victoria Abril.

- ¿Tu eres anarquista?

- Yo soy anarquista, espiritista y coja. Soy anarquista porque creo que el individuo es todo y el Estado, nada; espiritista, porque creo que el espíritu es todo y Dios, nada; y esto es de nacimiento.

Otro pilar de su filmografía ha sido el actor Imanol Arias, acompañándolo en algunos de sus títulos emblemáticos El amante bilingüe y sobre todo en el clásico del cine “quinqui”, basado en la historia del Lute.

En cuanto a la literatura, a parte de la citada La pasión turca, encontramos influencias de la Carmen de Prosper Merimeé, pero sobre todo de Juan Marsé.


Como lector guardo unas impagables sensaciones y una poderosa memoria de la literatura de Juan Marsé, de esa prosa lírica y evocadora que describe las viejas e imborrables heridas del alma; como espectador, encuentro el estilo cinematográfico de Aranda bastante irregular, sobre todo a la hora de destacar la relación entre ambos. Porque esa capacidad del novelista por retratar personajes y ambientes, transmitir emociones y crear tramas singulares, nunca ha sido bien correspondida en su adaptación al celuloide, o al menos esa es mi opinión. Vicente Aranda es el realizador que más veces ha llevado a la gran pantalla las obras de Marsé, pero pasando por mediocridades como La muchacha de las bragas de oro o Si te dicen que  caí

En el segundo de los relatos que adapta de su autor predilecto, el asunto es distinto porque nos acerca a la posguerra que ya Aranda había tratado en Tiempos de silencio, formando un díptico con la posguerra en Barcelona y en la disyuntiva de utilizar un idioma u otro, o los dos, aunque ambos se decantaran por el castellano. Algo que habría que tener en cuenta por la siguiente colaboración, a la hora de trasladar al celuloide El amante bilingüe.

Este último título citado sería interesante por el hecho de que Aranda quiso con ella desprenderse de su aspecto sexual, que parece haberle caído como un sambenito; de ahí que la escena erótica entre la pareja protagonista (Imanol Arias y Ornella Muti) tuviese en su origen un sentido casi paródico, pero sin lograrlo. Sobre todo cuando en el clímax de esta secuencia, daban una vuelta en el aire. Su insistencia por el universo del escritor llega a tal punto que recupera en el celuloide su última obra, para mi opinión, la más floja de su larga producción literaria: Canciones de amor en Lolita´s Club.

                             

Luna caliente. 

                                            Carmen.

                                                                                El amante bilingüe

                      

Libertarias

Academia de Cine Español: González Macho cede la Presidencia a Resines.

Academia de Cine Español: González Macho cede la Presidencia a Resines.

¿Sería premonitoria esta foto tomada en los Goyas? Aquí aparecen posando junto a González Macho, el actor Antonio Resines y Judith Colell.

González Macho dimite como Presidente de la Academia de Cine Español y queda el puesto bajo el popular actor Antonio Resines. El productor y distribuidor cántabro alega “motivos personales”, en esta decisión.

Enrique González Macho se hizo cargo de la Presidencia de la Academia de Cine, entre abril de 2011 y febrero de 2015, unas semanas más tarde de la última gala de los Goyas. Y durante su gestión, tuvo que hacer frente a las grandes dificultades que vivía el cine español, sobre todo por el polémico «maldito IVA» del 21% que vive nuestra maltrecha cultura, y al que se solía referir desde el auditorio de los Goyas. Sustituyó en el cargo al director Álex de la Iglesia que abandonó el puesto por desacuerdos sobre la contrvertida "Ley Sinde" con Ángeles González-Sinde, hija del fundador de la Academia y entonces ministra de Cultura. Dicha ley fue apoyada por González Macho, ao comienzos de su presidencia.

Más allá de los aspectos políticos, también fue un momento dorado de la “piratería”, destacando el propio Presidente “la función parasitaria que seguía teniendo Internet”.

Enrique González Macho es un productor de cine, con grandes títulos a su espalda como Miel de naranjas (Imanol Uribe) o La noche de los girasoles (Jorge Sánchez-Cabezudo), labor que compagina con la de distribuidor. Es el propietario de los cines Renoir de Madrid y máximo responsable de la conocida webb Filmin.

Le sucede en la presidencia (en funciones) de la Academia de Cine, Antonio Resines, actor que no requiere presentación y que formaba parte de la ejecutiva de la Academia, presidida por González-Macho. Por su parte, la directora y guionista Judith Colell está confirmada en el cargo de la vicepresidencia primera. La barcelonesa Colell ha trabajado como directora en El dominio de los sentidos o Nosotras (título que fue ganador del Premio Butaca a la mejor película catalana en 2001). Su corto Escrito en la piel fue nominado al Premio Goya al mejor cortometraje de ficción. Junto a cineastas como Isabel Coixet, co-fundaría la Asociación CIMA, de mujeres cineastas y que forman parte del sector audiovisual. 


González Macho junto al Ministro de Cultura, Wert, en los últimos Goyas. ¿Qué se estarían diciendo?: "Tu vas a caer primero..." "Sí, sí, pero tú vas después". 

¿Qué hacer en este país para un ganar un Goya? Pásese usted mañana.

¿Qué hacer en este país para un ganar un Goya? Pásese usted mañana.

Con sorna y mala uva, mucho de eso que caracteriza a todo buen español, El País publicaba un texto bastante interesante en la resaca de la Gala de nuestro cine: “Yo no tengo un Goya”. La verdad es que son muchos (y muy buenos) los que han pasado por este mundo de Dios, con grandes éxitos y enorme talento, pero sin penas ni gloria por esta gala.

Antonio Banderas, uno de nuestros actores más internacionales, ha recibido el Goya de Honor en este 2015. Un reconocimiento que refleja el hecho de que nunca había ganado un cabezón por sus películas. Eso sí, estuvo nominado en cuatro ocasiones por «Matador», «¡Átame!», «Two much» y «La piel que habito». Esto nos va a servir de excusa para repasar otros de los nombres del cine español damnificados por la Academia.

De los directores sin “el cabezón” –como se conoce popularmente al Goya- destaca un apellido propio que ha acompañado al cine español, desde la Transición: Gracia Querejeta. Se dice en los mentideros que fue tal la labor que hizo su padre Elías Querejeta que “secó” el camino de su hija, tanto que es una de las grandes olvidadas de nuestro cine por los académicos. Otro eterno nominado entre los cineastas es Emilio Martínez Lázaro (Los peores años de nuestra vidaLulú de noche). De los directores clásicos españoles merece la pena señalar que Mario Camús (Los santos inocentes, La colmena) nunca ha ganado un Goya como director, aunque se alzase con el premio como guionista de Sombras en una batalla.


Entre los actores es aún más llamativa la falta de consideración en estos premios.

Imanol Arias es uno de los actores más populares hoy en día, tanto de la televisión como en la gran pantalla, que llegó a tener cuatro nominaciones a los Goyas, aunque ninguna de ellas se alzó con el preciado premio al Mejor Actor.

Algo parecido le pasó a Agustín González, el eterno secundario de nuestro cine, un lujo de actor que trabajó a las órdenes de grandes como García Berlanga o José Luís Garci, y que dejó personajes emblemáticos en la televisión y el cine. Su trabajo nunca fue recompensado con un Goya.


¿Y qué decir de Alex Angulo? El intérprete vasco, conocido por ser protagonista de películas como El día de la bestia, fue nominado en tres ocasiones. Y se fue de vacío.

Cinco intentos, cinco decepciones, para la cantante y actriz Ana Belén cuyo grifo de los Goyas se cerraría en su última nominación: Cosas que hacen que la vida valga la pena. Entre sus películas merecería la pena citar La pasión turca (Vicente Aranda).

Otro actor internacional es Sergi López, cuyo trabajo goza de un altísimo prestigio en Francia, mientras que sus interpretaciones en destacadas películas españolas (El laberinto del fauno, Pa négre) se quedaron sin premios.

Por ir concluyendo, nos acordamos de otros muchos actores que nunca se alzaron con el Goya: Loles León, Ángela Molina, José Luís Gómez o Jordi Mollá.

 

Altamira: Hugh Hudson y Antonio Banderas tras el descubrimiento de las pinturas rupestres.

Los amantes de la prehistoria están de enhorabuena, llega una película que nos mostrará el gran hallazgo de las pinturas de la cueva de Altamira, por Marcelino Sanz de Sautuola (¡ojo al dato!) bisabuelo del banquero del Santander, Emilio Botín. El proyecto surgió como un documental, pero pronto entraron en escena la sobrina del financiero, Lucrecia Botín y la productora Morena Films. Olivia Hetreed (La joven de la perla) y José Luis López Linares (El pollo, el pez y el cangrejo real) firman el guión del film dirigido por el británico Hugh Hudson (Carros de fuego) y el actor protagonista sería Antonio Banderas; a ellos se unió José Luís Alcaine, en la fotografía, y Benjamín Fernández, en la dirección artística. De esta forma nació “Altamira”, la película que vendrá a recrear el descubrimiento casual, en 1879, de los famosos bisontes de Altamira, por lo que sería llamada “la Capilla Sixtina” del arte rupestre.

 Se dice en los mentideros que Antonio Banderas se ha querido alejar de Hollywood para curar las heridas de su reciente separación sentimental con quién fuese su mujer, Melanie Griffith. Lo cierto es que el actor está apostando por el cine español. Ya lo hizo como co-productor en la película de animación Justin y la espada del valor, y como protagonista de Autómata (filme que llegará a las salas de cine en enero de 2015).

Volviendo al título que nos centra, el argumento de Altamira planteará, igualmente, el debate científico que suscitó tal hallazgo, sumándose personajes como el de Émile Cartailhac, el prehistoriador francés –máximo especialista en la materia de la época-que se opuso a la autenticidad de las pinturas, el pintor contratado por Marcelino para dibujar los bisontes (interpretado por Pierre Niney) o su hombre de confianza (Tristán Ulloa).