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Travelling. Blog de cine.

Ciencia-ficción.

Super 8. Nostalgia prefabricada.

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Jacob Jeffrey Abrams (JJ Abrams) es un buen artesano, un alumno aventajado de Spielberg que plano a plano se pregunta cómo lo haría su maestro. Un director que sabe  adaptarse a cada uno de los proyectos que le ha tocado en suerte dirigir, bien ya sea en las sagas de Star Treck o Star Wars, o simplemente cuando se pone en la piel del propio Steven Spielberg. Hablamos de “Super 8”, una película tan prefabricada que si Amblin fuese el McDonald de Hollywood, el film de Abrams sería el gran Big Mac de la temporada con todos los juguetitos para los críos.

Ambientada en 1979, en una ciudad ficticia de Ohio, se inicia cuando Joe Lamb ayuda a su amigo Charles, a filmar con una super 8, una cámara de 8 mm., una película de zombies para un festival de cine local. Durante el rodaje de una escena, se produce una gran oportunidad cuando aparece un tren  y Charles grita: “Acción”. En ese justo momento, una camioneta se cruza en la vía provocando que el choque, lanzase los vagones fuera de las vías. De esta forma, sus jóvenes protagonistas descubren un asombroso misterio que tratarán de investigarlo ellos mismos.

Más allá de algunas firmas visuales del propio Abrahms, esos halos azules que encontramos repartidos por toda la película, Jacob Jeffrey no pretende en ningún momento crear un estilo personal sino recordar constantemente a su maestro.  “Super 8” es un cariñoso tributo a los clásicos de Spielberg como “Close Encounters” o “ET”, a través de recursos visuales y sonoros, así como en las referencias a Ohio (el Estado donde nació Spielberg) o al primer cine en 8 mm., como rodaba el cineasta siendo niño. A casta le viene al algo.  Quizás muchos no lo sepan pero Jeffrey Abrams trabajó en distintos departamentos en películas producidas por Spielberg, antes de “Misión imposible III”, “Star Treck” o de producir esas creativas series de televisión (Lost, Fringe, Alias).

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Pero Abrams no es Spielberg por mucho que quiera parecerse; sería lo mismo que Haggis para Eastwood, Paolo Sorrentino para Fellini o Brian de Palma para Alfred Hitchcock. Viéndolo con perspectiva, en el Renacimiento, surgió el Manierismo cuando algunos artistas empezaban a pintar “a la manera” de Rafael, Leonardo o Miguel Ángel. Con otras palabras, Abrams dirigiría “a la manera” de Spielberg.

Todos hemos oído esa “regla de oro” que el director de Indiana Jones maneja a la perfección: “muestra, no cuentes”. “Super 8” se inicia de forma prometedora, mostrándonos cómo un accidente laboral ha dejado a Joe sin madre y a Jack, sin esposa, pero esta forma de narrar -con tanta elegancia- queda coja en el momento en que JJ Abrahms necesita explicar eso mismo en varias ocasiones. Jack (Kyle Chadler) culpa a un vecino del accidente mientras que Joe pasea sus recuerdos a través de un colgante que llevaba su madre.

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Lo mejor de la película es el primer acto, cuando los personajes adolescentes (todos ellos, geniales) preparan el corto –resulta emocionante e ingenioso- y encontramos la mejor escena de “ensayo” desde la audición de Naomi Watts, en “Mulholand Drive”. La química entre ellos, sobre todo la creciente intimidad entre Joe y Alice, tenía un encanto que irá desapareciendo paulatinamente, al mismo tiempo que avanza  la trama: la del accidente del tren y cómo el suceso afecta al pueblo.

Un acierto de “Super 8” sería el ocultarnos al monstruo hasta el tramo final de la película. Pero el director yerra en la forma de hacerlo. JJ Abrams recurre demasiado a técnicas visuales: desenfocados, barridos, movimientos nerviosos de la cámara, para ocultarnos a la criatura. Sin embargo, como demostraron el propio Spielberg (Tiburón) o el coreano Bong Joon-ho (The Host), lo importante no sería ocultar el monstruo al espectador, sino hacerlo a través de la tensión de sus personajes.

La película tendría dos elementos al mismo tiempo. Por una parte es cine de género, bullicioso y con un sentido del espectáculo con trazas de Spielberg o el suyo propio. Por otra parte es un canto a la nostalgia. A Abrams no le culpamos, generaciones enteras crecimos viendo sus películas (como director/productor).  ¿Quién no ha querido ser un “Goonie”, en alguna ocasión? 

 

La llegada. Ciencia-ficción con mensaje humanista.

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Con tanta espectacularidad, tantos efectos especiales y trucajes digitales,  para unas tramas con poca historia, -necesarias, muchas de ellas, de sagas interminables - es de agradecer un soplo de aire fresco, procedente de este género. Lo cierto, es que hace tiempo que veíamos una ciencia-ficción lejos de los aparatosos clichés de este cine, siendo esta la más humanista de todas ellas. Estamos ante la llegada unos extraterrestres en donde lo menos importante sean los propios extraterrestres, sino cómo afectan ellos a nuestras vidas. Y, por primera vez, no hablamos de ciudades destruidas o de una humanidad aniquilada por el “visitante” o el “foráneo”, sino que estamos en los terrenos del cine de Tartovsky, Terence Malick o el Robert Zemeckis de “Contact”; una película con dos valores a destacar: la comunicación y el tiempo.

El director.

La dirige Dennis Villenueve, cineasta canadiense, situado en el candelero gracias a la secuela de “Blade Runner”, clásico entre los clásicos del género, y adapta con “La llegada” (Arrival), un relato corto de Ted Chiang, de forma impecable. Estamos ante una de mis cinco películas favoritas de lo que llevamos de siglo XXI.  Lo cierto es que estamos ante una obra coherente con el cine de su autor: la estructura en puzle de las historias, la importancia de un cine sensorial y las secuencias oníricas son parte de uno de los estilos cinematográficos más personales de los últimos años.

Ciencia-ficción sensorial en donde el tiempo es la clave.

El guión de Eric Heisserer permite construir una película que rompe la estructura narrativa convencional con una serie de recuerdos  que explicarán tanto la toma de decisiones como las motivaciones de sus personajes. Todo esto, reforzado por la fotografía de Bradford Young –que destaca por los planos cerrados sobre Amy Adams- y la música, compuesta por Johan Johannson, un tanto repetitiva, pero muy emotiva.

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Por una parte, tenemos el problema de la comunicación. Es curioso que a pesar de que el lenguaje hablado sea parte consustancial de toda película y que estas se construyan sobre textos dialogados, la comunicación no haya sido uno de los grandes temas recurrentes del cine o, al menos, uno de los grandes aciertos. Podría recordar películas como “Babel” en donde se destaca la incomunicación, pero a años luz de los múltiples enfoques que muestra “Arrival”. En este sentido, “La llegada” resulta del esfuerzo por destacar el lenguaje y la comunicación como una tabla de salvación, con la que construir una película osada, en lo narrativo. Ésta no escatima en recursos, pero no resulta repetitiva. El film nos muestra tanto el intento de querer traducir, in situ, una grabación de los extraterrestres, como las diferentes fases del estudio de los símbolos de su lenguaje alienígena, haciéndola de una forma comprensiva para el respetable y, ahorrándonos, por el camino ese fácil recurso del lenguaje especializado e incomprensible del que suele abusar la ciencia-ficción.

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Este problema define las propias entrañas de la historia, pero también los personajes e incluso el aspecto sociopolítico, a diferentes niveles. Evidentemente las elecciones de los países donde tienen lugar los conflictos (Venezuela, China) no son arbitrarias, situando a Estados Unidos, una vez más, en ese papel de “gendarme” del mundo. También merecerían destacarse las situaciones de crisis, provocadas por los “visitantes”: la sensación de amenaza ante lo desconocido, los brotes de violencia social o la respuesta de los fanatismos. Pero el film termina convirtiéndose en una loa del entendimiento global, surgido a causa de la propia incomunicación.

Si la comunicación sirve para tejer las relaciones con los extraterrestres y el tema del entendimiento global, el tiempo marcaría la trama personal de Louise, el personaje de Amy Addams. La película arranca con un doloroso prólogo, en donde se explica la pérdida de un ser querido, pero no estamos ante el recuerdo (flashback) sino ante un flashforward, es decir, un suceso futuro en la historia. De hecho, la película estaría estructurada en torno a un palíndromo, de ahí el nombre de la hija -Hannah (un palíndromo)-. Esta visión recurrente en Louise le permitirá saber que algún día tendrá una hija y que ella morirá tras una agónica enfermedad, surgiendo en “Arrival” una visión humanista, en torno a la concepción de la vida. La película  planteará, de forma inteligente, un dilema sobre la maternidad.

La llegada. Ciencia-ficción seria con invasores de otros mundos.

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Denis Villenueve podría recordar a directores como Danny Boyle o Michael Winterbotton, dos cineastas alejados de la idea de autoría cinematográfica porque sus películas no se parecen entre ellas. “Prisioneros” y “Enemy” cuentan con el mismo actor, Jacke Gyllenhaal, y se adscriben al género del thriller, pero poco guardan de relación. La primera se centra en un doble secuestro, mientras que la segunda, en la búsqueda del doble. Y por supuesto, ambos trabajos no se parece en nada a “Incendies”, adaptación de una obra teatral sobre el agrupamiento familiar en el contexto de la Guerra del Líbano. Quizás “Polytecnique”, sobre una matanza perpetrada en la escuela politécnica de Montreal, pueda tener una similitud con esas propuestas, por el tono, pero Villenueve se ha caracterizado por firmar películas sin estilo y sin una homogeneización temática.

Esto mismo se  podría decir de su última película, “La llegada”, un impactante thriller, ambientado en los terrenos de la ciencia-ficción, sobre un primer contacto con los extraterrestres. Unas naves llegan a la Tierra, doce concretamente, en forma de monolitos, tripuladas por unos heptópodos, unas particulares criaturas que se comunican a través de un lenguaje diseñado con tinta. De esta forma el gobierno americano contratará a la lingüista Louise Banks (Amy Adams), filóloga experta en lenguas extrañas, y al matemático (Jeremy Renner) por si pudieran comunicarse con los recién llegados y descubrir así sus intenciones.

-Necesitamos respuestas lo antes posible.

Es decir, emprenden un reto que ha tomado el género desde sus referencias más clásicas ese “Ultimátum a la Tierra” (Robert Wise) a los títulos más recientes: ver si triunfa la vertiente pacífica y conciliadora con los extraterrestres (Encuentros en la tercera fase) o la violenta (Independence Day).

-No necesitamos de una intérprete para saber qué significa eso.

-No sabemos si conocen la diferencia entre un arma o un instrumento.

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La ciencia-ficción cobra un gran auge en el cine actual. Habría opiniones para todos los gustos: desde el éxito de Avatar (James Cameron) a la crisis económica y moral que asola Occidente; tampoco podríamos obviar la mejora de los efectos especiales. Por un lado, encontramos muestras recientes como Moon (Duncan Jones) u Otra Tierra (Mike Cahill), en donde el género aparece velado y por otro, superproducciones como Oblivion o Elysium. Encontramos fantasías de evasión y films con una carga más intelectual o filosófica, con una estética más marcada y una historia que no reposa en la acción adrenalínica y en los efectos especiales. En esta línea, situamos “La llegada”.

Habría que hacer un aviso a navegantes. Estamos en los terrenos de la ciencia-ficción seria con invasores de otros mundos, por tanto, en las antípodas de títulos con vocación palomitera como “Independence day”, de la que se estrenó una secuela hace unos meses. Una ciencia-ficción cercana a “2001”, “Solaris” o “Contact”, es decir, al cine de Stanley Kubrick, Terence Malick o Tarkovsky, con un argumento que podría recordarnos a “Encuentros en la tercera fase” (S. Spielberg). Una película con una estética maravillosa, una gran banda sonora y un trabajo muy conseguido de su reparto principal.

-China amenaza con destruir su casco, hagan lo que hagan, Francia y Corea las seguirán.

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Es decir, una film con voluntad intelectual, aunque envuelta en los fastos de un Hollywood más o menos espectacular, en donde destacar las atmósferas visuales y sonoras características del director. Y finalmente, encontrarnos con un envoltorio muy atractivo para una premisa de lo más sencilla, nada que ver, por tanto, con las complejidades de otro destacado título de la última ciencia-ficción: “Intellestellar” (Christopher Nolan) Una película que pisará fuerte en los Oscars y que podría ofrecer una nominación para la actriz principal, Amy Adams.

Morgan. Sobre androides y dilemas tecnológicos.

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Me imagino que ser hijo de cineasta sea motivo suficiente para plantearte la idea de continuar con el legado familiar. De hecho, son muchos los que debutaron en la dirección, como  Sofia Coppola, hija de F. F. Coppola, o Alejandro Ripstein, el hijo del mexicano Arturo Ripstein. En esta ocasión, le toca el turno a Luke, hijo de Ridley Scott, quien se estrena con una película de ciencia-ficción, sobre androides. Quizás el peso cinematográfico de su padre haya hecho mella en el nuevo director que ha retrasado su debut hasta los 48 años. La hemos visto, tiene por título “Morgan”, y aunque nos resulta interesante, preferimos a su padre.

-¿Cómo te encuentras Morgan?

-No acabo de sentirme yo misma.

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¿Quién es Morgan? Esto es lo que tendrá que averiguar Lee Weathers (Kate Mara) y el espectador con ella. Su personaje es una especialista en resolver problemas corporativos,  enviada a unos laboratorios –tras un extraño accidente- para evaluar la viabilidad de un sofisticado proyecto de ingeniería genética, el L9, un prototipo de clon que sería algo así como un siguiente paso en la evolución humana. Un ser creado artificialmente, con rasgos de niña, llamada Morgan e interpretada por Anya Taylor-Joy. La joven actriz viene arropada por Kate Mara, Toby Jones, Paul Giammati o Jeniffer Jason Leight. Curiosamente Toby Jones, que encarna a uno de los científicos, participa en la serie Waynard Pines en donde interpreta a un psiquiatra dispuesto a preservar la raza humana, después de su aniquilación y de verse amenazado por unas extrañas criaturas, surgidas de una evolución genética del hombre.

¿Existe algo en el ser humano que nos distinga de una identidad creada artificialmente? “Morgan” se plantea esa pregunta, una premisa que estaba presente en “Blade Runner” y en “Alien”, dos obras icónicas de su padre, pero como  título de la ciencia-ficción también  enlaza con muestras recientes del género que buscan en la inteligencia artificial –ya sean clones, aliens o androides- una reflexión sobre el estado del mundo actual, sobre nuestra identidad humana o los límites éticos a la hora de la experimentación científica.

En los últimos años, abundan los títulos en este sentido: “The machine”, “Ex machina” e incluso la primera sci-fi española, con androides como protagonista, “Eva” (Kike Maíllo), abordaban este tema. Pero también “Morgan” tiene puntos en común con uno de los cortometrajes del propio director: Lum. Un film de pocos minutos, rodado en 4K con RED ONE, en 3D, sobre una criatura artificial escondida en un taller, un ser orgánico surgido de la mezcla de sustancias químicas.

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“Morgan” es una película que apunto está de bordear el desastre, debido a las decisiones de Luke Scott como director, porque estaríamos ante un sólido guión mal llevado a la pantalla. El guión, escrito por Seth Owen, tiene una curiosidad. Estuvo dentro de la llamada Black list de 2014, la lista que anualmente publica Hollywood sobre los mejores guiones no producidos.

-¡Estás enferma!

-Me siento mucho mejor, empiezo a sentirme yo misma.

En un momento dado de la película, la historia da un giro total y el ser creado artificial se convierte en un auténtico psicópata, sin duda la parte más floja del film.

Existe una figura enigmática y extraña que recorre una parte de la cinematografía americana, la de una niña violenta convertida en una fría máquina de matar, generalmente motivada por la venganza y producto de una educación obsesiva y paranoica. Estas ideas aparecían en Hanna (Joe Wright) e incluso en Species (Roger Donalson). Son personajes extraños porque contraponen la fragilidad e inocencia de una niña, con la frialdad de un psicópata, pero también coinciden en situarnos en dos contextos: uno, marcados por una racionalidad, con una ambientación propia de la ciencia-ficción, y la brusquedad de la naturaleza, definida por el paisaje salvaje. 

Interstellar: Odiseas espaciales, familias y sacrificios.

Interstellar: Odiseas espaciales, familias y sacrificios.

Interstellar es un auténtico viaje emocional y fantástico hacia el espacio, su film más grandioso hasta la fecha –comentario que no es gratuito, conociéndose su filmografía- que ha dividido a la crítica y al público, entre admiradores y detractores, que pretende arrasar en las taquillas, dar un nuevo sentido cinematográfico a la ciencia-ficción y ser una de las películas del año.

                               

Dirección: Christopher Molan. Países: EE.UU. y Reino Unido. Año: 2014. Duración: 169 min. Género: Ciencia-ficción. Reparto: Matthew McConaughey (Cooper), Anne Hathaway (Amelia),Jessica Chastain (Murph), Michael Caine (profesor Brand), Bill Irwin (voz de TARS), Casey Affleck (Tom), Topher Grace (Getty), David Oyelowo (Principal), John Lithgow (Donald), Ellen Burstyn (Murph anciana). Guion: Christopher Nolan y Jonathan Nolan. Producción: Christopher Nolan, Lynda Obst y Emma Thomas. Música: Hans Zimmer. Fotografía: Hoyte Van Hoytema. Montaje: Lee Smith. Vestuario: Mary Zophres.

Los primeros compases de la película nos llevan a una granja del Oeste Americano, un contexto rural en plena aventura espacial con una referencia cinematográfica (Elegidos a la gloria, Phillip Kaufman) como también se trata de un medio en donde es difícil imaginarnos un final postapocalíptico que abriese nuevos horizontes para la humanidad en el exterior  “interestelar”. Algo ha pasado en la Tierra, que no llegamos a saber, pero por el cual comienza una carrera por producir alimentos, que se ha limitado al maíz y que ha provocado que la gran mayoría de la población del planeta se ocupase a su producción, con situaciones exageradas pero reales como la tormenta de arena y las plagas que fulminan la cosecha (como había sucedía en Estados Unidos durante la Gran Depresión). Todo esto hace que sea necesaria la búsqueda de un futuro en el exterior y es aquí donde cobra protagonismo el personaje de Matthew McConaughey (Cooper).

-Cooper, no puedo decirte más si no ocupas mi lugar en la nave, eres el mejor piloto.

-Yo apenas he salido de la estratosfera.

-En realidad, nadie ha salido del simulador. Te necesitamos, esta es la misión para la que te hemos preparado.

-Sin que yo lo supiera.

Interstellar (2014)       Interstellar (2014)

De lo que parece no haber duda es de la participación de Michael Caine.

Si existe una constante en su cine (desde su tiempo de El truco final) es la participación en breves pero interesantes apariciones de un actor sobresaliente que en su madurez ejerce de gurú en una infinidad de películas. Hablamos de Michael Caine, un secundario que Nolan convierte en el perfecto maestro de ceremonias.

 - Todo efecto mágico consta de un tercer acto, la parte más complicada. Este tercer acto es el prestigio, el truco final.

No pudo comenzar de mejor forma, definiendo en El truco final lo que sería el estilo cinematográfico del propio Nolan, para continuar película tras película, en la estela de cada uno de sus protagonistas.

-Usted es tan importante para mí como lo eran para su padre y su madre, les juré que te protegería y no lo he hecho.

En el rol del mayordomo, en Batman, el profesor amigo de Leonardo DiCaprio (Origen) o en Interestellar, junto a Matthew McConaughey, actor que se encuentra al frente del reparto, uno de los intérpretes del momento,  ganador del último Oscar por su inmensa transformación como el enfermo de Sida Ron Woodroof en Dallas Buyers Club,  junto con  Anne Hattaway (Amalia Brand) que repite con Nolan tras “El caballero oscuro”. Aquí interpreta a la hija del profesor Brand (Michael Caine), la bióloga de la misión, una especialista en nutrición en plena crisis alimentaria en la Tierra.

                               Interstellar (2014)

El reparto se completa con la  participación de Jessica Chastain, David Oyelowo, al quién vimos en ’El mayordomo’ (Lee Daniels), el televisivo John Lithgow (con un impresionante trabajo, junto Alfred Molina a en El extraño amor) y Wes Bentley –actor que se dio a conocer en American Beauty (Sam Mendes).

El otro gran nombre a destacar en el desarrollo de la película es Kip Thorne el astrofísico cuyos principios y teorías sustenta la base científica de la película. A parte de ser el consultor y asesor científico, es uno de los productores ejecutivos.

Ciencia-ficción de naturaleza humanista.

No es la primera vez que la ciencia-ficción especula en la posibilidad de ese futuro, más próximo de lo que parece (sobre todo por cómo van las cosas por nuestro hogar, la Tierra) de buscar un refugio en el espacio.

-Este planeta es un tesoro pero lleva años diciéndonos que tenemos que abandonarlo.

Pero las referencias parecen situarse más en la línea de la literatura de ciencia-ficción de corte humanista (Ray Bradbury, Arthur C. Clarke o Stanislaw Lem). No diré nada nuevo al destacar 2001, una odisea en el espacio (Stanley Kubrick), una cinta de culto de este género de aventuras espaciales, con mensajes metafóricos, pero también merecería la pena citar Contact (Robert Zemeckis) -donde Matthew McConaughey suscitaba el debate entre ciencia y religión- y la clásica Solaris (A. Tartovski).

                              

La ciencia-ficción es apabullante, nos asombra y nos encoje en la butaca (como pocas, en realidad) pero no deja de ser el envoltorio, grandioso, para contarnos una historia sobre las relaciones humanas, mejor que en ninguna de sus anteriores películas. Con una profundidad y  un desasosiego que realmente apabulla al espectador que busque en la película más allá de las teorías de Kaluza-Klein, de la relatividad de Einstein o de las leyes de Newton, hasta llegar al citado –que podría representar el legado de lo anterior-. Con un interesante análisis de los aspectos tecnológicos y científico de la película lo encontramos en la webb xataka, no dejéis de visitarla.      

Todo eso sin olvidarnos de los contados detalles poéticos, para dar aliento humano a ese viaje al espacio. Se cita a El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, pero sobre todo al poerta inglés Dylan Thomas: “No entres dócilmente en esa noche tranquila”, a la que recurre en varias ocasiones el personaje de Michael Caine.

Christopher Nolan ya demostró que dominaba la técnica, lo hizo con creces en ese otro viaje extraordinario en Origen (en esa ocasión a los diferentes niveles del sueño, de uno de los personajes de la película). Pero era en el “calor humano” donde quedaba incompleta esa historia; precisamente el plato fuerte de Interestellar.

En torno a la familia y el sacrificio

Pero la novedad de Christopher Nolan es introducir una trama familiar a la consabida aventura espacial, con esa relación entre el padre (Cooper) y su hija (Murphy).

-Es duro dejarlo todo, mis hijos, tu padre.

“Cuando leí el guión, explica McConaughey, enseguida entendí que es una película sobre la familia”. Esta es una de las grandes temáticas que Nolan desarrolla en sus películas, como parte del calado humano e íntimo dentro de las grandiosas historias épicas que suele presentar. E igualmente, sus personajes plantean un debate interno en donde el sacrificio está muy presente.

Interstellar

Nolan se pasa de ambicioso en su última película con un metraje excesivo (como sucedía con Origen, por ejemplo), hasta complicarlo todo más de la cuenta.  Pienso que incluso algunas líneas argumentales  se podrían haber eliminado, por ejemplo en la aparición de Matt Damon o en la escasa participación de Casey Affleck.

Es verdad que muchos espectadores se perderán en teorías de la física, en conceptos como “quinta dimensión” o agujeros de gusano y tendrán que asumir muchas convenciones genéricas de la ciencia-ficción, pero se trata de un film que aporta novedades interesantes y con un sentido familiar de sus personajes pocas veces vista en este tipo de películas. A fin y al cabo, un gran espectáculo visual, como Nolan nos tiene acostumbrado. 

En el filo del mañana: Game over. ¿Replay?

En el filo del mañana: Game over. ¿Replay?

En el filo del mañana nos traslada a un futuro apocalíptico, en plena guerra contra una raza de alienígenas que acaba con todo, el comandante William Cage (Tom Cruise) pasa de oficial a soldado. “Su personaje no es un guerrero, sino un completo cobarde, alguien que se dedica a vender la guerra, como los uniformes o la estrategia de defensa aliada”, comentaba el director, en una entrevista.

-Muero a los cinco minutos de pisar la playa y al caer la noche, el resto de los soldados.

En una misión suicida, se enfrenta a un ejército de aliens invencibles, Cage no dura mucho e infectado por uno de los que mata, se ve condenado a revivir todos los días el mismo escenario. “Un enemigo que conoce el futuro no puede perder”. Como en un videojuego, cada vez que muere vuelve al principio, al día antes de la batalla y así cuenta con la oportunidad de mejorar.

-Lo que te ha pasado a ti, me ha pasado a mí. Tienes el poder.

-Como lo controlo.

-Tienes que morir todos los días. Ven aquí y te entrenaré.

  Imágen de Al Filo del Mañana                                    

Una maraña de situaciones ya vistas Starship troopers (Las brigadas del espacio) la beligerante ciencia-ficción de Paul Verhoeven, del que toma el carácter armamentístico y el desarrollo de las batallas, Atrapado en el tiempo, la comedia sobre el bucle que vive Bill Murray en el día de la marmota, -del que toma la idea del eterno-retorno, y Salvar al soldado Ryan, -la batalla crucial se produce en la costa francesa recordando el desembarco de Normandía-. También encontramos similitudes con los exoesqueletos de Elysium o el “reinicio” de Código fuente.

Reparto. El director.

Lo dirige Doug Liman, realizador de un buen número de películas que le definen como un director todoterreno: El caso Bourne, Swingers, Sr. y Sra. Smith o Jumper; y escribe el guión Christhopher McQuarrie, socio de Tom Cruise en algunas películas –Valquiria, Jack Reacher-.

Habitual en el cine de acción, también ha protagonizado interesantes filmes de ciencia-ficción. Spielberg le puso al frente de Minority Report  y de la apocalíptica La guerra de los mundos, y Joseph Kosinski hizo lo propio con   Oblivion. A mi entender, mejores que Al filo del mañana.

La verdad es que se atreve con todo. El actor es capaz de hacer realidad cualquier reto, por absurdo que parezca. Después de meter unas fallas en la Semana Santa sevillana, en Misión Imposible II, se vio en una persecución en moto en pleno Sanfermín por las calles gaditanas. Luego saltó desde el edificio más alto del mundo, el Burj Kalifah de Dubai, y hora vuelve al inicio del mismo día, con el fin de salvar la Tierra de una invasión extraterrestre. Basado en el la novela del japonés Hiroshi Sakuranaza, -All you need is kill- un mismo día se repite una y otra vez para el teniente coronel William Cage, que queda atrapado en un bucle temporal mientras combate a los Miméticos. Es entonces cuando hace aparición Rita Vrataski, a quién también le toco vivir la misma experiencia, para convertirse en una soldado tan curtida en el campo de batalla que fue apodada “el ángel de Verdún”.  “Me gusta que mis películas sean simétricas, así que elegimos a Tom, en contra de sus arquetipos y a Emily Blunt  como una heroína bélica”.

-Habrá anochecido en unas horas.

-¿Nos acurrucamos en la chimenea con una botella de vino?

Imagen de Al filo del mañana (Edge of Tomorrow )

Imagen de Al filo del mañana (Edge of Tomorrow )

Eso sí, en la película se aleja tanto de su filmografía como action man pero también de su imagen atormentada que ha aparecido en títulos como Magnolia o Eyes wide shut; aunque no falten los guiños, como por ejemplo, que su personaje naciera en una ciudad llamada Magnolia. Al filo del mañana está llena de curiosidades, pero quizás la más interesante es la que presenta a los invasores no como un ejército alienígena, sino como unos organismos (que recuerdan a los calamares de Matrix) organizados a partir de un ente con forma de cerebro, llamado Omega, y refugiado en los sótanos del museo parisino de El Louvre.

Al final es cine de palomitas, un blockbuster hollywoodiense que te hará pasar un buen rato. Y a aquellos que no os guste el actor, estáis de enhorabuena, veréis morir a Tom Cruise a lo largo de las dos horas de película.

-Volvamos a empezar.

 

 

 

Rompenieves: Tren como metáfora de nuestro futuro-presente.

Rompenieves: Tren como metáfora de nuestro futuro-presente.

El director surcoreano Bong joon-ho (que cosechó un gran prestigio con The Host) debuta en una coproducción internacional para adaptar un conocido cómic de los franceses Jacques Lob y Jean-Marc Rochette: Rompenieves 1: El fugitivo (que se puede conseguir en Bang Ediciones). Volvemos a un mundo apocalíptico, en el cual Chris Evans interpreta a un líder de una clase explotada, en constante viaje en un tren junto a otros supervivientes de los Tierra.

-El tren es el mundo, nosotros la humanidad.

El tren, clave de la película porque es ahí dónde transcurre la acción durante dos horas, es mucho más que un reto técnico. Es una especie de Torre de Babel dónde se encuentran reunidas todas las culturas y formas de pensamiento, un espacio único y claustrofóbico que se convierte en un microcosmos.  El tren transporta a los individuos supervivientes de la humanidad después de que un cataclismo hubiera congelado el planeta. En la parte delantera, encontramos las clases privilegiadas, con toda clase de comodidades, y en la trasera se hacinan las más humildes, con un líder en la cola y otro en la sala de máquinas de la locomotora. Y entre ambos, un buen número de vagones interconectados, separando la élite de la masa.

Cada vagón que forma el ferrocarril no sólo está definido por un diseño artístico concreto, sino que marca el ritmo de la película. Desde los estallidos de violencia (de naturaleza revolucionaria) -que convierte cada vagón en un set piece de acción- hasta la calma de, por ejemplo, el vagón-escuela. Se trata de un escenario que nos trae un fragmento de los más curiosos de la película, porque únicamente se aprende de los dieciseis años de la existencia en el tren, como si la vida anterior al cataclismo no contara, en absoluto. De hecho, casi ninguno de los personajes recuerda nada de cómo era su vida antes del desastre.  
                   https://cinemaparaiso.blogia.com/upload/externo-b92ce60390282b1bbe2ee98d392dc54c.jpg
Poco a poco vamos conociendo los microcosmos de este peculiar tren: el acuario, el congelador de la carne, el huerto, la cafetería, e incluso la discoteca. Y al mismo tiempo, se nos descubren algunos de los personajes como la maestra (Allison Pill), Wilford (Ed Harris) o esa intensa carecterización de la ministra Monroe (Tilda Swinton).

-Yo soy un sombrero. Vosotros un zapato. Yo debo estar en la cabeza, vosotros en los pies.

Por una parte, los resistentes, liderados por Chris Evans, John Hurt y Song Kang-ho, uno de los actores fetiches del cine surcoreano, enfrentados al bando enemigo, encabezados por Ed Harris y la sorprendete Tilda Swinton, para descubrirnos, vagón a vagón los restos de una sociedad que parece tener una clara relación con el mundo en que vivimos.

                     

Una lectura sobre el futuro.

De hecho, la película aborda una de las temáticas preferidas por la sci-fi, los mundos distópicos, término que lo situa en el lado opuesto de la utopía.

-Yo pertenecezco a la cabeza, vosotros pertenecéis a la cola.

En su primera dirección ante un proyecto internacional, el siempre sorprendente Bong joon-ho nos trasporta a un futuro en el cual los supervivientes de un planeta moribundo, viajan en tren. En este sentido, presenta cómo la mano del hombre ha sido la responsable de este final apocalíptico de la Tierra, pero sin intentar profundizar en cuestiones como el carácter autodestructivo de la humanidad, presente en una multitud de títulos. Es más, la propuesta de la película se acerca más a las metáforas politico-sociales de Phillip K. Dick, a través del telón de fondo de un ambiente posapocalíptico.

Una corriente argumental que parte sin duda, de otro de los grandes títulos de referencia absoluto: Metrópolis, parada obligatiora en todo film de ciencia-ficción sobre la alienación y la lucha de clases. Pero se trata de un tema recurrente y cada vez se hace más necesario, tal y como van las cosas por el mundo. De hecho, la ciencia-ficción es uno de los géneros que han deliverado más en este sentido, uniéndose el film de  Bong joon-ho a otras de las propuestas más destacadas: el conflicto de los extraterrestres en una región de Africa, a través del tema del Apartheid (Distrito 9), sociedades sin libros ni cultura (Fahrenheit 451),  personas nacidas con genéticas no válidas (Gattaca) o las víctimas de la Dictadura del Gran Hermano (1984). De hecho, Snowpierce (Rompenieves) rescata al protagonista de este imenso clásico, con un personaje segundario encarnado por John Hurt.

-Desde la cola hasta la cabeza, de un tirón. Si controlamos la máquina, controlamos el mundo. Sin eso, no tenemos nada. Las rebeliones anteriores fracasaron porque nunca llegaron.
-¿Qué quieres decir?
-Tomaremos la máquina.

 

Alien 2: El regreso. ¡Esto es la guerra!

Alien 2: El regreso. ¡Esto es la guerra!

El canadiense sólo había dirigido una secuela de Pirañas, una flojísima película de terror, en un momento en el cual no todos los éxitos de taquilla demandaban una continuación. Sin embargo, su primer Terminator le daría sobrada solvencia como director. Eso sí, esta segunda parte de la famosa saga de Alien no puede hablarse de una secuela o una continuación, sino una película con identidad propia, sobre todo gracias al colosal trabajo de James Cameron.

 Cameron vs Scott.

 Encontramos ideas que relacionan esta película con la de Ridley Scott, como con la propia cinematografía de James Cameron. En esta segunda entrega, seguía manteniendo su protagonismo las sombras y el humo, e incluso muchos encuadres ya habían aparecido en el film original. James Horner compuso la banda sonora, sustituyendo a Jerry Goldsmith, aunque parte de la partitura original suena en el film. Aparecen fotografías del equipo de la Nostromos en la sala de interrogatorios en donde se investigaba el caso de Ripley, y el grupo de marines se despierta del mismo modo que lo hacía la primera tripulación. También el nombre de la nave deriva de un texto de Joseph Conrad, pues Sulaco era el nombre de la ciudad del relato Nostromos.

Sin embargo, las dos principales diferencias son el carácter feminista-maternal de la película y la estructura narrativa.

Sigurney Weaver vuelve a colocarse en el centro de la historia. Vemos a una Ripley que se engrandece con el peligro, incluso superando a los hombres que la rodean, como vemos en otros personajes femeninos de James Cameron como la Sara O´Connor de las dos primeras películas de Terminator o el papel de Rose en Titanic. Este feminismo, que aparece representado en el personaje principal, lo vemos en diferentes momentos de la película: en sus discursos materno-filial; la secuencia que se eliminó en la que se explicaba que su hija habia fallecido anciana, mientras que ella invernaba en la nave de socorro del Nostromos; en su intento de protección con Newt, como también en la propia Reina Alien.


 Pero uno de los principales logros es la evolución en los aliens. No solo nos encontramos con una especie de colmena, sino todo un ejército de aliens-soldados y la Reina, un auténtico reto para el equipo dirigido por el genial animador Stan Winston, la rival a la altura de Ellen Ripley (Sigurney Weaver).

  El comienzo de Aliens Return enlaza directamente con el final de Aliens, el octavo pasajero, con el rescate a Ripley y la secuencia del juicio, con las fotos de la primera tripulación y los ejecutivos, cuya nota futurista se observaba en los cuellos subidos y el mobiliario.

 Desde ese momento es todo Cameron, con una fuerte presencia militarista y el inicio de la guerra.

 Join to the Marines!

 Todavía llegaría en tardar, pero en esta película James Cameron introduce elementos que volverán a aparecer en otras muchas: aliens, avaricia corporativa y marines.

 En la película resuena el grito de Join to the Marines!, en la lucha entre los aguerridos marines, que hacen gala de un valor y de una inventiva táctica frente a lo desconocido, el enemigo monstruoso y deshumanizado.

  El primer Alien supuso una novedad, rompiendo la imagen de la tripulación uniformada de todas esas películas espaciales al estilo de “Star Treck”. Aquí se da un paso más, con estos soldados individualizados y representando cada uno de ellos, un arquetipo concreto. Pero la visión del ejército es totalmente deformada en esta primera incursión militarista del director, parecen formar parte de un comando de élite completamente indisciplinado o a punto de licenciarse.

 -¡Oh amigo, yo iba a licenciarme, cuatro semanas y fuera! ¡Y ahora voy a dejarme el pellejo en esta roca!

 Entre los que destacamos la figura del sargento.

 -Muy bien nenes, ¿qué esperáis? ¿desayuno en la cama? Otro glorioso día en el Cuerpo de Marines es como un día en el campo. Cada comida es un banquete, cada paga, una fortuna, cada formación es un desfile. ¡Me encanta el Cuerpo!

 Igualmente, habría que observarse la influencia de la Guerra de Vietnam. Los soldados de la película hacen un alarde armamentístico y tecnológico ante lo que se presenta como “una cacería de bichos”. En principio, unos enemigos inferiores, aludiendo a la derrota americana en Vietnam, cuando no supieron enfrentarse a unos enemigos a los que habían calibrado en función de su armamento. En realidad, este es el punto de arranque de otras muchas películas que siguieron el éxito de este film, destacando Depredador (John McTiernan).

  En esta trama principal descubrimos la camaradería y lealtad, propia de estos personajes (una  influencia del cine de Howards Hank en Cameron), como también el amor que siente Ripley por Newt. Newt es la niña, agarrada a una muñeca, superviviente que va como ida, toda una referencia de grandes clásicos, similar a la pequeña que había perdido la cabeza en Centauros del desierto (The Seachers, John Ford) o la niña de La humanidad en peligro (Gordon Douglas). También encontramos el tema de la avaricia (importantísimo para comprender una buena parte del cine de James Cameron), aquí representado en la empresa Weyland-Yutani y en concreto, en Carter Burke (Paul Reiser), el enviado por la Compañía junto a los Marines.  

 Una versión de Howard Hawks.

 James Cameron introduce en la película una estructura puramente hawkensiana. Lo vemos en la figura de Ripley, que llega a ser aceptada en un grupo cerrado de Marines de la nave Sulaco, debido a su experiencia ante la amenaza de las criaturas xenoformas del planeta Acheron. De ahí, que Cameron ya no recurre al terror gótico de la original sino al espíritu de camaradería propio del cine bélico o del western. Este esquema aparecerá en otras películas del realizador, sobre todo en Abbys (The Abbys) con el enfrementamiento de especialistas (científicos y militares) y una historia de amor, muy a lo Howard Hawks, entre Ed Harris y Mary Elisabeth Mastrantonio.  

 Al final nos quedamos con una magnífica película de género, con unos efectos especiales muy conseguidos que, sin embargo, no logran camuflar los mil y un fallos de continuidad o que algunas maquetas parecen demasiado maquetas. Eso sí, el film es toda una referencia en la ciencia-ficción y un hito en la saga de Alien.