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Recurriendo a lo cotidiano: Las escaleras en el cine.

Recurriendo a lo cotidiano: Las escaleras en el cine.

Voy a hace una pregunta, ¿Cuándo vemos un plano que es lo que esperamos destacar de la toma? ¿La luz, el color, las formas? En mi caso es el movimiento y este se ha conseguido a través de una infinidad de recursos. El que vamos a centrarnos en este artículo, las escaleras, ha permitido una multitud de aspectos cinematográficos, tanto con un valor simbólico como narrativo, para hacer avanzar una historia.  

Junto con los espejos, las ventanas y las puertas, las escaleras has sido unos de los objetos más recurrentes en la historia del cine. Como un elemento complejo de la arquitectura, la escalera ofrece a los cineastas diferentes posibilidades de expresión para escenas de gran intensidad.

Este tipo de recurso ya aparecía en el cine mudo, encontrando dos sentidos muy diferentes pero completamente definitorios. Un primer caso lo representaron las escaleras retorcidas, llenas de recovecos, de El gabinete del doctor Galigari (Robert Wienne) o la que marcó la escena más famosa de El acorazado Potemkin (Sergei Eisentein), como símbolo de la revolución del pueblo contra el poder zarista.

                                   

El valor simbólico de la escalera estaba presente en el cine del maestro del suspense, siendo Alfred Hitchock quién supo sacarle el mayor partido posible a este importante recurso cinematográfico. Así, aparecía ascendente para mostrarnos el misterio y lo desconocido (como en la famosa escena protagonizada por el detective Arbogas, en Psicosis) o descendente, cuando los personajes se aproximan a la verdad o a la liberación (con el ejemplo de Encadenados). De hecho, aquí se contraponen ambos conceptos en la escena final, el descenso liberalizador y el ascenso inquietante.

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Hitchock  llegó a convertir las escaleras en su famoso mcguffin (en Los 39 escalones, este era el nombre de una organización criminal).

Las escaleras cobran importancia también dentro del drama psicológico basado en el enfrentamiento, como sucede en El sirviente (Joseph Losey), con la posición de los actores en la escalera, o en ¿Qué fue de Baby Jane?

Entre las cinematografías de otros rincones del mundo, destaca la importancia que han tenido las escaleras en el país flotante, Japón. En Kurosawa distinguimos el dinámico movimiento serpenteante, en Kagemusha, y la lenta bajada de escalones del personaje de Shimura en Ran.

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También cobra protagonismo en la historia intimista y modesta del realizador Mikio Naruse, Cuando una mujer sube unas escaleras, para reflejar el carácter de clausura doméstico que viven las mujeres, pero en el cine japonés la importancia de las escaleras está presente incluso cuando se muestra a través de una elipsis, como hace Ozú, en una multitud de ocasiones. (Aquí mostramos, a a la derecha, un fotograma de Flores de equinoccio). 

Dentro del cine fantástico, el grabado Relatividad del pintor holandés Esher, sirvió de inspiración para el filme Dentro del laberinto: plasmaron el interior del castillo de Jareth, con  una disposición similar a la representada en el famoso cuadro. Otras escaleras representan los descensos físicos y morales (en Inside Llewyn Davis, de los hermanos Coen, refleja la caída existencial del personaje interpretado por Oscar Isaac o la trayectoria de la vida a la muerte (como vemos en Los Otros, de Amenábar, que revisó Al final de la escalera).

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