Blogia
Travelling. Blog de cine.

El espacio cinematográfico

Escape Room. Un pasatiempo ligeramente divertido que al menos no aburre

Resultado de imagen de escape room pelicula

A veces, las modas de entretenimiento saltan a la gran pantalla e inspiran el argumento de alguna película.  Esto es lo que sucede con “Escape room” (Adam Robitel), un pequeño film de suspense que recrea el entusiasmo por estas atracciones en donde te ves atrapado en un espacio cerrado, lleno de acertijos, que te permitirán salir, en un tiempo determinado.  En realidad, no se ha hecho otra cosa que retroalimentarse, pues sin películas como “Saw”, “Cube” e incluso “La habitación de Fermat”, seguramente no hubieran existido esta fiebre por las escapes room.

El film de Robitel es la típica película que va hilando situaciones divertidas, e incluso ingeniosas, a un ritmo frenético, a partir de una mínima trama: seis protagonistas conectados a través de un juego experiencial consistente en resolver rompecabezas, mientras que el castigo por fracasar, es la muerte.  La banda sonora de John Carey y Brian Tyler, hace el resto, sumándose al vibrante ritmo de la película, con una palpitante música electrónica.

Imagínese que el mundo confabula para que tu vida sea un juego, mientras decides compartir la experiencia de un juego de supervivencia. Esta sería una de esas películas que coloca a un grupo de desconocidos aparentemente aleatorios en una serie de salas diseñadas para ponerlos a prueba, mientras que algún diablillo juguetón se entretiene llevándolos al límite. Probablemente el género fue inventado hace 40 años cuando Ira Levin escribió “Trampa mortal” e incluso ocho años antes, cuando Anthony Shaffer publicó “La huella”. Pero la idea fue patentada por David Fincher, en 1997, con” TheGame” y fue llevada al extremo por VincenzoNatali en “Cube” y James Wan en “Saw”.

Lo que sucede es que “Escape room” resulta demasiado ingenioso para convencernos de un peligro real, en donde nada es lo que parece.En una de las escenas, hay un piso a dos alturas en donde hay una mesa de billar, una barra de un bar y un tocadiscos de gran tamaño. Lo que sucede es que toda la habitación está al revés y a medida que va sonando “Downtown” de Petula Clark, las piezas van cayendo, hasta que se revela lo que parece un pozo de ascensor.

Seis personajes de perfil bajo.

Seis buscadores de emociones se dan cita en la sala de espera de un edificio de oficinas. Los personajes forman un grupo de almas perdidas y solitarias que están invitadas a esa misteriosa “sala de escape”. Y ninguno de ellos parece cuestionarse esa situación inexplicable, mientras que intentan abrir las cajas de los rompecabezas –al estilo de Hellraiser- que han recibido, en lugar de las clásicas invitaciones.  Los personajes son meros clichés. Nick Dodani, que interpreta a un “nerd”, Danny, resulta bastante molesto; TylorLabine, que encarna a un camionero, Mike, apenas hace nada; e incluso la encantadora Deborah Ann Woll, la resistente veterana de guerra –Amanda- ni siquiera logra “robar” una escena. Dos parecen llevarse el protagonismo: Logan Miller, como el joven pero alcohólico Ben; y Tayler Russell, una estudiante universitaria que mantiene una exasperante actitud de sabia. El gran demérito de esta película, es que no se logra empatizar con ninguno de los personajes que van saliendo en pantalla. Algo que sí conseguía la saga “Saw”, aunque sus responsables habían llegado a ese punto de que mantenían el interés solo entre sus más intransigentes fanáticos. Lo paradójico es que la película ha funcionado tan bien como negocio que la productora ya prepara una secuela de “Escape room”; lo que se comprende con el final tan abierto que han dejado.

Imagen relacionadaResultado de imagen de escape room pelicula

Los espacios cerrados de Roman Polanski.

Los espacios cerrados de Roman Polanski.

Este es un reportaje sobre uno de los directores que encontraron en el espacio, el espacio cinematográfico, algo más que un simple decorado. Polanski observó en los escenarios el mejor contexto para sus historias, al mostrarnos cómo nos relacionamos con la arquitectura. ¿Pueden los edificios, las paredes, las ventanas, influir en nuestro comportamiento y en nuestros miedos?

Desde sus inicios a su denominada “Trilogía del apartamento”, Polanski tiene predilección por los escenarios mínimos y las idílicas parejas, de clase media tirando a alta, en las que estalla todo tipo de conflictos. Personajes en conflictos y aislados en unos pocos o veces únicos escenarios. Ahí quedan para el recuerdo: El cuchillo en el agua, Repulsión, Callejón sin salida o La semilla del diablo. Cada nueva película de un director como Polanski es una nuevo paso para entender mejor sobre el conjunto de una obra que presenta algunos aspectos comunes a pesar de la variedad. El enclaustramiento de sus personajes en un espacio cerrado puede entenderse como un espacio físico, pero también como una proyección de su atormentado universo mental. De hecho, el inquietante aire claustrofóbico de sus espacios cerrados, presente en la “Trilogía del apartamento”, no se limitaba a los peligros que provenían del exterior, sino en el miedo que se va incubando en las mentes de sus personajes.

Polanski elige poderosas referencias a la hora de presentar a sus “criaturas” en un escenario en la que una fuerza invisible y malévola está dispuesta en impedirles salir, al mismo tiempo que resulta de lo más realista. “Lo que a mí me gusta es un escenario completamente realista en el que haya algo que no encaje”, una idea hitchcockniana de presentar la normalidad para ir, poco a poco, mostrando la anormalidad, que encontramos en influencias suyas como El ángel exterminador (Luís Buñuel).

                    El ángel exterminador

-¿Cuánto tiempo llevamos aquí? No lo sé, he perdido la cuenta pero imagínense los cambios de lugar de cada uno de nosotros en esta horrible velada. 

Su opera prima, El cuchillo del agua, es toda una declaración de principios y una obra maestra que supone un gran reto en este cine suyo tan claustrofóbico. Rodado prácticamente en un barco, en el que apenas cabía el equipo de rodaje, nos cuenta la historia de un triángulo amoroso en el que ya estaban presentes las obsesiones del director. 

-En todos los edificios de apartamento suceden cosas.

 -Ese tiene el record de acontecimientos desagradables.

                   La semilla del diablo

Si los protagonistas de la película no se hubieran enamorado de este edificio, nos hubiéramos perdido toda una historia de terror. Y eso que no venía con buenas referencias. El Dakota, el edificio real en el que se rodó la película de Polanski, ya tenía su fama por alojar a personajes no muy aconsejables y por algunos sucesos que pasaron a la historia, como el asesinato de John Lennon. Uno de los aciertos de Polanski es conseguir que una historia satánica resultara realista.

                            El quimérico inquilino

"El habitante incierto" de El quimérico inquilinio; el rol de Catherine Deneuve, en Repulsión; o el músico polaco de origen judío Wadysaw Szpilman, de El pianista, son ejemplos de personajes de Polanski sumidos por el espacio, por los apartamentos en donde se desarrolla su historia. Sin embargo, sería en su última película, Carnage, (Un dios salvaje, en español) donde nos lleve al extremo de su unidad espacial. Nos encontramos en un apartamento neoyorquino de Brookling (aunque se rodó en París), a través de dos matrimonios que se reunen para discutir sobre una trastada de sus hijos, una pelea de chicos que nos lleva a una acertada crítica social.

 

Especial Atmósferas y "geografía del espacio" en Travelling. 

Cine claustrofóbico: celuloide entre cuatro paredes.

Los espacios cerrados de Roman Polanski.

Atmósferas y pueblos malditos.

 


Atmósferas y pueblos malditos.

Atmósferas y pueblos malditos.

“Lo maldito destruyó todo el pueblo”, se decía en  “La cosa maldita”, capítulo de Maestros del horror, dirigido por Tobe Hopper. Y en el cine hemos visto en centenares de ocasiones a pueblos, dejados a la merced del horror, poblados de calles malditas.

En todo el mundo existen centenares de auténticos pueblos fantasmas que viven abandonados a su suerte, creando una mitología de terror, aprovechado por el cine de género. De hecho, son incontables las películas que acercan sus personajes a lugares vacíos de gentes, sugestionables por este sentimiento que es el miedo. Pero aunque haya pueblos fantasmas repartidos por todo el mundo, lo cierto es que los que han servido para el imaginario del cine de terror son bastante reconocibles y localizados. Primero, en el medio oeste americano, próximo a aquella América Profunda de los pueblos situados en medio de ninguna parte; y por otra, los "apacibles y pintorescos" pueblos de Maine, presentados como pueblos malditos por la literatura.

El género de terror gótico, ya sea el clásico o el moderno, han dado gran importancia a sus escenarios, a la atmósfera en donde se describen las historias de horror. De hecho,  Stephen King, Lovecraft y gran parte del cine, en general, nos muestra cómo el horror vive en los pueblos pequeños. Pueblos como el descrito en Salem´s Lot, Los chicos del maiz, El horror de Dunwich  y otros tantos, de calles solitarias, casas encaramadas en lo alto de una colina, callejones ocultos por la niebla. Los pueblos olvidados pertenecen a nuestro imaginario colectivo y muchos escritores del género lo utilizan como decorado para sus historia. No vamos a negar que esta es una de las grandes temáticas del cine de terror de todos los tiempos y de estos dos autores, en particular, entendiendo que  Stephen King ha bebido de Lovecraft en muchas de sus narraciones. 

La búsqueda de eso que llamamos "atmósferas", crear un ámbiente idóneo, en unos escenarios creíbles pero sugestionables, ha llevado a enmascarar todo tipo de historias en pequeños pueblos. Dónde un día, la cotidianidad se tornó en violencia atávica, vemos los miedos que surgen a raiz del fanatismo y de las pesadillas (Silent Hill), de adolescentes brutales (Los chicos del maíz) o de terribles criaturas surgidas de la imaginación de un escritor (En la boca del miedo).

-Un lugar real en un estado real, New Haphsire, para ser más concretos. 

-Pero no aparece en el mapa.

-Bueno, mapas nuevos, propietarios antiguos. Hay pueblos olvidados en toda América. ¡Sería un gran concurso! ¿no cree? Una las piezas, encuentra la localidad y gane fiambrera de Shutter Cane. 

                  mm13_650

Un curioso ejemplo lo encontramos en En la boca del miedo (John Carpenter). Propone un cine más basado en el terror, que en el horror o en el susto fácil (es decir, en la atmósfera, en la trama y en los personajes), en la que un investigador busca a un escritor de best-sellers (una mezcla entre Stephen King y H. P. Lovecraft). Desaparecido sin dejar rastro junto con los últimos capítulos de su novela, les introducirá, sin saberlo, en el mundo ficticio creado por ese escritor. John Carpenter y los directores artísticos Jeff Ginn y Peter Grundy, crean un pueblo muy de Stephen King. 

Otra analogía se encuentra entre estos lugares malditos y la "isla", como lugar hermético y desconectado de la realidad. Estos escenarios se convierten en islas físicas o mentales, e incluso mundos oníricos como los sueños creados por aquel hombre del saco que era Freddy Krueger. Estos planteamientos estéticos superaban el límite de los clichés temáticos, dotándoles en ocasiones de identidad a la trama. Así aparecen atmósferas venosas y recargadas, pueblos semiabandonados con sus calles sucias y casas malditas. Pueblos perpetuamente encapotados por cenizas, en los que se asoman un espacio onírico y sobrenatural como el de "Silent Hill". Lo que más llama la atención de la película es su poder visual,  la dirección artística y algunas de las diabólicas criaturas. Lo destacado serían aquellas imágenes del pueblo fantasma envuelto en niebla y ceniza.     

                         silent_hill_art

La niebla es el elemento capaz de crear la atmósfera idónea para una historia de terror. La presencia de esta niebla permite que aumente la sugestión del miedo entre el espectador, pues algo amenazante puede surgir de esa expesa capa de neblina. Así, aparecía en películas como The fog (La niebla), de John Carpenter o en La niebla (Frank Darabont), sobre un relato de Stephen King. Pero también la niebla ha servido para enmascarar decorados, casas o castillos, dotándolo de una mayor sensación de misterio. Un ejemplo, lo encontramos en la mansión de Los otros (Alejandro Amenábar).

                          LosOtros

Aunque en otras ocasiones, ese mismo efecto se logra mostrando la casa desvencijada, en ruinas.

               lamujerdenegro1

Buried (Enterrado)

Buried (Enterrado)

En el magnífico, pero inusual, capítulo “El asfalto”, Narciso Ibáñez Serrador presentaba en su mítica serie Historias para no dormir, a un hombre que al cruzar la calle  quedaba atrapado en un agujero de alquitrán. Al mismo tiempo que se iba hundiendo poco a poco, veía cómo los demás pasaban por su lado de forma inmisericorde e insolidaria, topándose con esta cruda realidad y, por último, de la administración.

                        buried4

Algunos puntos en común lo encontramos en Buried (Enterrado). Se trata de una película inusual en donde el protagonista está encerrado en un ataúd y los espectadores, con él, porque en ningún momento se aleja de su punto de vista y la cámara no sale nunca de esas cuatro paredes. Pero la maestría fuera de lo común de su director, Rodrigo Cortés, no se limita a estructurar el filme en un espacio único, sino en dotar a los noventa minutos de metraje de elementos de thriller, de cine de acción y aventuras. En definitiva es la historia de un hombre encerrado en un ataúd. Con esta premisa, no se espera mucho de una película que pueda parecer experimental, pero que en el fondo está lleno de suspense en sus noventa minutos y con muy pocos elementos: apenas un mechero, un teléfono móvil, algún invitado inesperado, un exterior que no existe, - salvo por las conversaciones telefónicas-, y un conflicto –la Guerra de Irak- que da mucho juego.  

-¿Departamento de Estado?

-Soy ciudadano americano, estoy en Irak, he sido secuestrado. Tengo que hablar con alguien, inmediatamente. 

"Las películas con una premisa pequeña suelen tener un gran comnponente metafórico, pensemos, por ejemplo en El diablo sobre ruedas". El resultado es el de un filme muy intenso que nada tiene que envidiar a las producciones hechas en Hollywood, a pesar de rodarse en inglés con temática y actor, americanos. 

Paul Conroid, un funcionario civil que trabaja en Irak como transportista, se despierta dentro de un ataúd tras sufrir una emboscada su convoy. Intentará buscar ayuda en el exterior, a través del teléfono móvil, pero se ncuentra una y otra vez con la reticencia de la burocracia. Es entonces cuando observamos que el filme se perfila como una crítica hacia las peores cualidades de la sociedad moderna. 

-¡Estaban disparando a todo el mundo, en mitad de la calle!

-¿Quiénes?

-¡No lo sé!

-Tranquilícese y deje de gritar.

-¡Estoy gritando porque no me escucha!

                         2010_buried_004

“Aquí vemos cómo el verdadero enemigo de Paul Conroy no es la oscuridad, ni siquiera es la falta de oxígeno, sino la realidad, la burocracia. Casi la mediocridad humana”. Así nos contaba el propio director, sobre el principal mensaje de la historia. 

-¿Cuál es su número de la seguridad social, Paul?

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué más da? ¡Estoy encerrado en mitad del puto desierto! ¿Qué más da cuál sea mi número de la seguridad social? ¡Soy americano, tienen que encontrarme!

Pero no por contar con un único espacio, la película debió ser fácil de rodar. Las dificultades para rodarlo, lo encontramos en las propias palabras del director: "En una de las secuencias, el personaje de Paul Conroy estaba hablando por teléfono, lo que no define demasiado, ¿verdad?, mientras que la cámara daba dos vuelta en torno a él, dando dos giros de 180º. Eso, dentro de un ataud significa una construcción con paredes móviles, que se levantaban y se colocaban conforme la cámara iba avanzando".

                    Buried_galeriaBig

-Lo último que necesitamos es acabar en Al-Jazeera.

-¿Necesitamos? 

-Sí, no quisiéramos tener un conflicto internacional. 

-¡Ah, comprendo! Eso es lo único que os preocupa, ¿qué pasa conmigo?

-Por supuesto, para eso estamos aquí.-No, no, no. Por supuesto que no. Yo os importo una mierda. Ya han matado a seis de mis compañeros y ni siquieramos teníamos blindaje. 

-Es que no soys soldados. 

-Eso cuéntaselo a quienes me han encerrado. 

Enterrado parte de una casi ausencia de elementos para sacar el mayor partido posible del encerrado más prolongado en el séptimo arte. Y aquí reside la importancia de su principal referencia: Alfred Hitchcock.  "Te fijas en Hitchcock porque lo ha hecho antes y lo ha hecho mejor. Te fijas en Náufragos, que sucede entera en una barca en mitad del océano o en La soga, que respeta al máximo la únidad espacial y temporal en sola toma. Para poder suparar estas limitaciones , el desafío no se trata de llevar Naufragos a un ataud, sino hacer Con la muerte en los talones, dentro de una caja".

Cine claustrofóbico: claustrofobia en grupo.

Cine claustrofóbico: claustrofobia en grupo.

El cine y la sensación de clasutrofobia han ido de la mano en un centener de ocasiones, superándose muchas veces las limitaciones físicas que pueda adivinarse en su última instancia. Es cierto que la idea de claustrofobia en el cine es mucho más amplia y la encontramos por ejemplo, en aquellas comunidades que "encierran" a sus personajes en un ambiente de claustrofobia social. La cinta blanca, de Michael Haeneke, o la más reconocible para nosotros, Los puentes de Madison (Clint Eastwood), son dos ejemplos. Sin embargo, en este reportaje vamos a reflejar la claustrofobía física, el encierro, la prisión.

Abrir los ojos y darse cuenta que se está dentro del Cubo, debe ser toda una pesadilla para claustrofóbicos: verse rodeados de unos desconocidos y sin saber cómo se ha llegado allí dentro. Nos sirve Cube (Natalie Vincenzo) para introducirnos en un interesante reportaje sobre la “geografía de las cuatro paredes” y cómo estos escenarios han servido al cine como parte de la narración cinematográfica. Algunos de los puntos de esta temática aparecían en Cube, una original paranoia conspiratoria en donde la idea del “encierro” se lleva a tales extremos que hasta sus personajes tienen nombre de cárceles.

-¿Cuál es tu motivación, Quentin?

Por San Quintín, en California, una prisión que se hizo famosa por su brutalidad y así se comporta su personaje. De hecho, esta es una de las peculiaridades más interesantes de la original película del canadiense Natali Vicenzo, relacionar la conducta de los roles según la cárcel que ha sido adjudicado a cada uno de ellos. Kazan, en Rusia, es muy desorganizada, y su personaje tiene problemas mentales; o el nombre “Holloway”, la mujer rubia, llamada así por la prisión británica de mujeres.

Al cine de género le gusta poner a unos desconocidos encerrados en algún lugar sin aparente salida, con la compañía de unos invitados fantasmas. Personajes al que nadie conoce, haciéndose inexplicable su presencia para todos; mientras va convirtiendo a sus víctimas en marionetas de sus intrigas. La atmósfera asfixiante y de terror haría el resto: poner a prueba su capacidad de supervivencia y de paso, la tensión del espectador. En su estilo, esta es la idea de un centenar de filmes, desde Cube a 9 extraños (Steven R. Monroe); de 11 negritos o de “El asesino ha reservado nueve butacas”. Filme de curioso título, firmado por Giusseppe Bennati, en el que se reúnen un grupo de pariente y amigos en un viejo teatro instalado en un palacio, del cual se ven imposibilidados de abandonar y donde son eliminados uno a uno.

Quizás necesitemos de un segundo ejemplo, para comprender hasta qué punto puede llegar nuestro instinto de supervivencia. “Nuestro amigo, Puzzle, se reserva los primeros asientos para sus juegos enfermizos". Saw  (James Wan) partía como un thriller oscuro y claustrofóbico que tenía en la tortura, el centro del espectáculo. Sin el rastro del horror edulcorado producido por los estudios, nos preguntaba sobre nuestros límites capaces de alcanzar a la hora de querer sobrevivir. ¿Seríamos capaces de automutilarnos si eso nos permitiera seguir viviendo?

                      saw1

Estos escenarios muestran una respuesta sociológica presente en muchas producciones: el impulso hacia los instintos más primitivos que surgen a causa del encierro y la pérdida de la noción de la realidad. Xabier Gens, en The divide, nos presenta la ciudad de Nueva York destruida tras un ataque de misiles y a un grupo de supervivientes, refugiados en un búnker subterráneo. Mickey –interpretado por Michael Biehn- se convertiría en el líder del grupo, que deberá convivir en un claustrofóbico lugar a salvo de la radiación. Pero la historia proseguirá ante el deterioro físico y mental de sus personajes, y sobre todo con el enfrentamiento del grupo. El heterogéneo grupo debe luchar por su propia supervivencia, mientras que se sucede el caos y la paranoia al crearse la desconfianza. 

                      El ángel exterminador

Todas estas películas nos muestran un escenario en la que una fuerza invisible y malévola está dispuesta en impedirles salir; al mismo tiempo pretende ser de lo más realista. “Lo que a mí me gusta es un escenario completamente realista en el que haya algo que no encaje”, una idea hitchcockniana de presentar la normalidad para ir, poco a poco, mostrando la anormalidad, que encontramos en filmes como El ángel exterminador (Luís Buñuel).

-¿Cuánto tiempo llevamos aquí? No lo sé, he perdido la cuenta pero imagínense los cambios de lugar de cada uno de nosotros en esta horrible velada. 

Especial Atmósferas y "geografía del espacio" en Travelling. 

Cine claustrofóbico: celuloide entre cuatro paredes.

Los espacios cerrados de Roman Polanski.

Atmósferas y pueblos malditos.

Cine claustrofóbico: celuloide entre cuatro paredes.

Cine claustrofóbico: celuloide entre cuatro paredes.

Hay muchos directores que han utilizado el encierro y el recurso del espacio único como parte de la narración cinematográfica: Polanski, Hitchcok. E incluso se dan películas y cortos definidos por espacios mínimos: una barca en medio del océano en Náufragos (Alfred Hitchcok), el baño en donde se desarrolla Madrid 1987 o la cabina de teléfono, en donde queda atrapado José luis López Vazquez (La cabina, Antonio Mercero). Pero no en muchas ocasiones hemos visto como la unidad de acción y escenario se cerraba tanto sobre sus protagonistas como una serie de títulos, más o menos imaginativos y afortunados, en los últimos años.

-Ya llevo 24 horas atrapados, me quedarán unos ciento cincuento mililitros de agua, que me permiten mantenerme con vida, hasta mañana por la noche, si tengo suerte. 

147 horas nos contaba la arriesgada experiencia de un joven que quedaba atrapado en unos rocas, pero Danny Boyle endulzaba las situaciones dramáticas con música y montajes de recuerdos e incluso de ensoñaciones eróticas; mientras que Oliver Stone mostraba el encierro de sus bomberos, con un tono místico, en la recreación del atentado del 11S en World Trade Center. Mucho más austero y contenido era Buried (Enterrado), la propuesta del español Rodrigo Cortés. Paul Conroid, un funcionario civil que trabaja en Irak como transportista, se despierta dentro de un ataúd tras sufrir una emboscada su convoy. Intentará buscar ayuda en el exterior, a través del teléfono móvil, e incluso hay referencias a las nuevas tecnologías, con el youtube. 

-Tu video del rescate lleva ya cuarenta mil visitas en Youtube.

                Uma Thurman buried alive in Kill Bill

Pocas veces se ha encerrado tanto el espacio cinematográfico como en Buried, aunque contamos con algunos casos célebres. Dos de ellos fueron dirigidos por Quentin Tarantino, nos referimos a una de las secuencias iniciales en la segunda parte de Kill Bill y al capítulo que dirigió el cineasta norteamericano para la serie de televisión CSI.

-Hola, hombrecito del CSI, ¿quieres saber por qué está ahí?

Bajo el título de Peligro sepulcral, uno de los personajes de este grupo especial de la policía, despertaba en una caja, más estrecha y con más gadgets que la diseñada por Rodrigo Cortés, en Buried. Sin embargo, en la secuencia protagonizada por Uma Thurman, apenas duraba nueve minutos, mientras que en la del episodio de CSI, la tensión del hombre encerrado pibotaba con el operativo que pretendía rescatarlo.

                 csi capítulo tarantino

-Habitaciones de hotel: espeluznantes y con aire amenazador.

Una de las localizaciones "claustrofóbicas" preferedias por el cine, son las habitaciones de hotel, uno de los destinos idóneos del género. Anoten este número de habitación, la 1408, pero eviten alojarse en ella sino quieren correr el fatal destino de todos los huéspedes que han pasado por allí. Muchas historias han sabido exprimir el carácter laberíntico o claustrofóbico de sus localizaciones, ya sea por los pasillos de un gran hotel o una habitación hermética. De Stephen King era el relato que tenía por título el número de una habitación, con un sangriento fantasma y una inquietante película a cargo de Mikael Hallström.

Y terminamos el reportaje con otra película con un escenario marcadamente claustrofóbico, La trampa del mal. Basada en una historia de M. Night Shyamalan y dirigida por John Erick Dowdle, la producción es la primera de Las crónicas de Night, donde los fenónemos sobrenaturales están involucrados en la sociedad urbana moderna. En esta película, cinco personas quedan encerradas en un ascensor y en ese reducido espacio empiezan a suceder cosas extrañas y empiezan a pensar que uno de ellos es el Diablo.

 

Especial Atmósferas y "geografía del espacio" en Travelling. 

Cine claustrofóbico: celuloide entre cuatro paredes.

Los espacios cerrados de Roman Polanski.

Atmósferas y pueblos malditos.

Buried (Enterrado)

La huella. (Versión de Kenneth Brannagh)

La huella. (Versión de Kenneth Brannagh)

El realizador irlandés, que emergió en el mundo del cine con Enrique V, además de otras muchas adaptaciones de Shakespeare o la reinterpretración al celuloide de la ópera de Mozart, La Flauta mágica, es el encargado de este proyecto que me confirma porqué asisto tan poco a una sala para ver cine actual y, sin embargo, me encierro en mi casa para ver, una y otra vez, estos clásicos, que si no fueran por estos remakes, quedarían a merced del olvido.

Es mejor quedarse con los recuerdos de un buen bar que cierra por traspaso que asistir a su decadencia. Cambia el dueño, la decoración y los parroquianos, pero seguimos sintiendo ese vínculo, invisible y sólido, que un día nos unió al local, hasta que la desidia o cualquier otra cosa, acaba por desterrarnos del todo. Una de las críticas cinematográficas más desconcertantes y habituales es decir que tal película ha envejecido bien, mal o regular. En principio, lo único que mejora con la edad es el vino, todo lo demás, incluido Paul Newman, envejece mal o peor. Las películas se realizan en un contexto temporal determinado, aunque la universalidad de su propuesta pueda superar esa limitación; hasta las obras "adelantadas a su época" acaban devoradas por el monstruoso y voraz paso del tiempo. Mucho de esto sucede con Sletuh, el remake de la clásica La huella dirigida por Kenneth Branagh.

 Querer hacer una reinterpretación de un clásico, más o menos redondo, tiene un sentido, sobre todo si se unen en el proyecto cuatro grandes talentos del cine y el teatro. No sólo nos sirve de contexto para revisar el original, sino para añadir algunas alternativas atractivas a una historia contada hace más de cuarenta años. La nueva versión tiene alicientes interesantes como la presencia de Michael Caine, por cierto, lo mejor de la película, así que el que vaya a ver el filme no pierda la vista de él. Michael Caine es uno de los grandes actores vivos que repite participación en un trabajo deslumbrante por su ironía, sutileza y perversión, y por la facilidad en el que el viejo Maurice Micklewhite, nombre real  de este hijo del Londres proletario, despliega su talento. Pero la nueva versión falla en el humor sutil que se sublima en los muchos diálogos entre Laurence Olivier y M. Caine, en el original.

- ¿Y usted a qué se dedica?
- No lo sabe.
- Soy peluquero, Casa Tindolini.
- ¿No le preocupa que le confundan con una tienda de helados?.

 Hagamos una reflexión de ambas versiones para situarnos adecuadamente.

«La huella», de Joseph Leo Mankievitz tenía un origen teatral, la obra del dramaturgo Anthony Shaffer, quien sería el encargado de adaptar el guión cinematográfico. Milo Tindel, un apuesto peluquero, interpretado por Michael.Caine, llega con su Alfa Romeo a la mansión campestre y muy inglesa de Andrew Wyke, un decadente escritor de éxito a cargo de Laurence Olivier. Personaje obsesionado por los juegos, que llena su casa de muñecos, ingenios mecánicos y autómatas, como si se tratase de un antecedente de Blade Runner (Ridley Scott). la mujer del escritor quiere divorciarse de él y unirse al peluquero, por lo que se produce un duelo dialéctico, en el cual el veterano escritor propone urdir una trama para humillar a su contrincante, a través de una curiosa propuesta:

- Me alegro que hayas adivinado que lo que quiero es que robes esas joyas.

La nueva versión plantea la misma trama, aunque cambian algunos detalles, por ejemplo, el joven Milo Tindel no es un peluquero sino un actor arruinado, por lo que volverá a verse la propuesta anterior, que desencadena el duelo entre ambos personajes, aunque este sea más físico que en la película original.

 - Ahora es cuando te planto cara, saco mi pistola y el juego acaba de empezar.

Los nuevos juguetes de Andrew no son marionetas, sino tecnología, desarrollándose un enfrentamiento mucho más clínico y tecnológico, con un planteamiento posmoderno de la historia.

Comparar La huella de Mankiewizt con el filme del mismo título de Branagh es como comparar el Conde Drácula de Bela Lugosi, con el de George Hamilton. El primero, es una joya, un clásico, el segundo es un divertimento, una elegante forma de entretenimiento. El primer problema de Branagh es su empeño por olvidarse de dirigir y preocuparse por colocar la cámara en ángulos muertos (llegando a extremos de auténtico delirio) y por obsesionarse con las formas y olvidándose del fondo. Otro problema de este proyecto es Jude Law, porque a pesar de esforzarse hasta lo máximo, no está ni de lejos a la altura de su compañero de reparto. Le da la réplica con una cierta dignidad, pero en el tercer acto -que resulta el más forzado-, el actor tiende a la sobreactuación, desequilibrando la balanza del duelo particular entre ambos intérpretes. A la película le faltará garra, pero eso sí, le sobre el talento de Michael Caine. El que mejor ha entendido el combate intelectual que se establece entre amo y esclavo, entre dominado y dominante, siendo Michael Caine quien borda su papel de marido despechado y cruel, midiendo con elegancia insultos y peticiones de afecto, pasando del grito al susurro con gran habilidad.

Sin embargo, no es un remake plastificado, porque Harold Pinter decidió reescribir el guión, reinterpretando la obra de Anthony Shaffer. Le ha quitado 45 minutos a la película de Mankiewicz y su proceso de jibarización ha destacado algunos efectos interesantes: por un lado, la acción-reacción de los personajes es más brusca, está menos justificada pero resulta más depredadora; y por el otro lado, la mano del Premio Noel ha hecho suya la tensión (homo)sexual, que se subyace en el original, convirtiéndolo en una versión tecnófila de El sirviente. Este componente de seducción sexual que aparece en el filme se acerca a una condición psicológica bautizada como celos mórbidos, que surge cuando un marido traicionado, sin ser homosexual intenta seducir al amante de su mujer para, de este modo humillarla.

Pero la película de Sleuth tiene otras muchas lecturas posibles, como por ejemplo, la importancia del guionista Harold Pinter, en quien la seducción a través de la palabra es característica del Premio Nobel. Desde el guión, Pinter, y desde la dirección, Richard Eyre, Diario de una seducción situaba a dos mujeres en el centro de un drama, en la que surgen una amistad interesada y posesiva, pero además un idilio ilícito que deriva en una venganza y un épico cara a cara, entre las dos.

- No lo vas a contar, no se lo vas a decir a nadie.
- Esto no beneficiaría ni a ti ni al chico.

                        la huella
 
«Sleuth» se nutre de esta tradición anclada en el thriller de personajes inquietantes y dosis de misterio, pero también toma distancia respecto a ellas, al mostrarnos un personaje sólido y real, aquejado de males tan contemporáneos como la soledad, el misticismo o una injusticia;  es que con estos supuestos, ya se sabe, alguien lo tiene que pagar. El poder es uno de los atributos de ese fenómeno tan fascinante como demoledor que conocemos como el mal. Puede ser banal o profundo, fruto de un error o la voluntad, y suele coronar, como suprema paradoja, los empeños más nobles del ser humano. Pero no hay duda de que el mal es un fenómeno totalmente cinematográfico. Hace tiempo que nos dimos cuenta de que el mal puede estar en cualquier parte, oculto tras la inocencia de un niño, en un aparato de televisión, en un animal que devora a sus víctimas con la misma voracidad con la que Super Mario engulle raviolis, o en nuestro interior. En esta ocasión, Kenneth Branagh ha planteado una propuesta del mal, de atractiva fascinante y encarnado en un actor magnético: Michael Caine, para llevarnos a un choque frontal entre dos personajes que se desnudan psicológicamente ante la cámara.

El mal encarnado por Michael Caine es juguetón, ambigüo, cortés, y sobre todo divertido: un mal peligrosamente atractivo.

- ¿Sabes que estoy empezando a rendirme a tu encanto?

- Es normal, dime ¿a  qué no te imaginabas que fuera tan inteligente, tan ingenioso?.

- Algo sí.