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Cine claustrofóbico: claustrofobia en grupo.

Cine claustrofóbico: claustrofobia en grupo.

El cine y la sensación de clasutrofobia han ido de la mano en un centener de ocasiones, superándose muchas veces las limitaciones físicas que pueda adivinarse en su última instancia. Es cierto que la idea de claustrofobia en el cine es mucho más amplia y la encontramos por ejemplo, en aquellas comunidades que "encierran" a sus personajes en un ambiente de claustrofobia social. La cinta blanca, de Michael Haeneke, o la más reconocible para nosotros, Los puentes de Madison (Clint Eastwood), son dos ejemplos. Sin embargo, en este reportaje vamos a reflejar la claustrofobía física, el encierro, la prisión.

Abrir los ojos y darse cuenta que se está dentro del Cubo, debe ser toda una pesadilla para claustrofóbicos: verse rodeados de unos desconocidos y sin saber cómo se ha llegado allí dentro. Nos sirve Cube (Natalie Vincenzo) para introducirnos en un interesante reportaje sobre la “geografía de las cuatro paredes” y cómo estos escenarios han servido al cine como parte de la narración cinematográfica. Algunos de los puntos de esta temática aparecían en Cube, una original paranoia conspiratoria en donde la idea del “encierro” se lleva a tales extremos que hasta sus personajes tienen nombre de cárceles.

-¿Cuál es tu motivación, Quentin?

Por San Quintín, en California, una prisión que se hizo famosa por su brutalidad y así se comporta su personaje. De hecho, esta es una de las peculiaridades más interesantes de la original película del canadiense Natali Vicenzo, relacionar la conducta de los roles según la cárcel que ha sido adjudicado a cada uno de ellos. Kazan, en Rusia, es muy desorganizada, y su personaje tiene problemas mentales; o el nombre “Holloway”, la mujer rubia, llamada así por la prisión británica de mujeres.

Al cine de género le gusta poner a unos desconocidos encerrados en algún lugar sin aparente salida, con la compañía de unos invitados fantasmas. Personajes al que nadie conoce, haciéndose inexplicable su presencia para todos; mientras va convirtiendo a sus víctimas en marionetas de sus intrigas. La atmósfera asfixiante y de terror haría el resto: poner a prueba su capacidad de supervivencia y de paso, la tensión del espectador. En su estilo, esta es la idea de un centenar de filmes, desde Cube a 9 extraños (Steven R. Monroe); de 11 negritos o de “El asesino ha reservado nueve butacas”. Filme de curioso título, firmado por Giusseppe Bennati, en el que se reúnen un grupo de pariente y amigos en un viejo teatro instalado en un palacio, del cual se ven imposibilidados de abandonar y donde son eliminados uno a uno.

Quizás necesitemos de un segundo ejemplo, para comprender hasta qué punto puede llegar nuestro instinto de supervivencia. “Nuestro amigo, Puzzle, se reserva los primeros asientos para sus juegos enfermizos". Saw  (James Wan) partía como un thriller oscuro y claustrofóbico que tenía en la tortura, el centro del espectáculo. Sin el rastro del horror edulcorado producido por los estudios, nos preguntaba sobre nuestros límites capaces de alcanzar a la hora de querer sobrevivir. ¿Seríamos capaces de automutilarnos si eso nos permitiera seguir viviendo?

                      saw1

Estos escenarios muestran una respuesta sociológica presente en muchas producciones: el impulso hacia los instintos más primitivos que surgen a causa del encierro y la pérdida de la noción de la realidad. Xabier Gens, en The divide, nos presenta la ciudad de Nueva York destruida tras un ataque de misiles y a un grupo de supervivientes, refugiados en un búnker subterráneo. Mickey –interpretado por Michael Biehn- se convertiría en el líder del grupo, que deberá convivir en un claustrofóbico lugar a salvo de la radiación. Pero la historia proseguirá ante el deterioro físico y mental de sus personajes, y sobre todo con el enfrentamiento del grupo. El heterogéneo grupo debe luchar por su propia supervivencia, mientras que se sucede el caos y la paranoia al crearse la desconfianza. 

                      El ángel exterminador

Todas estas películas nos muestran un escenario en la que una fuerza invisible y malévola está dispuesta en impedirles salir; al mismo tiempo pretende ser de lo más realista. “Lo que a mí me gusta es un escenario completamente realista en el que haya algo que no encaje”, una idea hitchcockniana de presentar la normalidad para ir, poco a poco, mostrando la anormalidad, que encontramos en filmes como El ángel exterminador (Luís Buñuel).

-¿Cuánto tiempo llevamos aquí? No lo sé, he perdido la cuenta pero imagínense los cambios de lugar de cada uno de nosotros en esta horrible velada. 

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