Blogia
Travelling. Blog de cine.

Cine épico y fantástico

Ben-Hur. Deslucido entretenimiento veraniego.

Resultado de imagen de ben hur

Timur Bekmanbetov –director de las excesivas “Wanted” y “Abraham Lincoln: cazador de vampiros”-, regresa con la versión de un clásico del séptimo arte: Ben-Hur, apegada a nuestros tiempos y dirigida a un público adolescente.

Las revisiones de un título anterior parece ser la moda de estos últimos años,  cuando los remakes y las secuelas dominan las carteleras como Gremlins salidos de una piscina del inserso. Pero encontrarnos con Timur Bekmanbetov, en la dirección, un director ruso nacido en Kazajistán, con un sentido excesivo del cine de acción, no solo se constata que Hollywood ha tocado fondo y que parece quedarse a gusto allí, sino que la Meca del Cine está llena de mercenarios.

-Yo haría cualquier cosa por ti, Messala, menos traicionar a mis propios hermanos.

-¡Por todos los dioses, Judá! ¡Qué podrán significar, para ti, la vida de unos cuantos judíos!

La trama centra la vida de Judá Ben-Hur, un noble hebreo que vivió en Judea en la época de Jesucristo. Un personaje que mantuvo una relación de amistad y odio con un oficial romano, Messala, quién terminó enviándole a galeras. En su viaje hacia la venganza y el regreso a casa, sobrevivió a una batalla naval y a los peligrosos juegos del Circo, en donde competiría contra su antiguo amigo en una épica carrera de cuadrigas. Pero Ben-Hur pasó de la victoria a los infiernos de los leprosos y, por fin, a la pasión de Cristo. 

Resultado de imagen de ben hur 2016

La historia aporta una nueva perspectiva a lo ya visto, un argumento que partía de “Ben-Hur: Un cuento sobre Cristo”, novela de Lewis Wallace, escrita en 1888, un oficial nordista de la Guerra de Secesión y amigo del propio Abraham Lincoln, centrado en el tema de la esclavitud y el cristianismo. La obra de Wallace había dado pie a una primera versión en 1907, firmada por Sidney Olcott, pero la que recordamos todos los años en las fechas de Semana Santa fue el Ben-Hur (1959), de William Wyler, un clásico entre los clásicos. Lo cierto es que se trataba de un remake que superaba con creces el original, filmado por Fred Niblo en 1925, dos películas de la MGM que marcaron  distintas épocas.

El film Ben-Hur (1959) fue rodado en los estudios de Cinecitta, en Roma, y si la de 1925 sirvió como de carta de presentación de una MGM recientemente fundada, la de los años cincuenta permitiría evitar la bancarrota de la misma productora. La película partía con un baile de nombres, desde el prácticamente desconocido director Sidney Frankling hasta actores como Marlon Brandon, Stuart Granger, Paul Newman, Burt Lancaster o el mismísimo Leslie Nielsen, antes de que el film recayese en William Wyler –uno de los muchos ayudantes de dirección en la versión de Fred Niblo- y los principales personajes, en Charlton Heston y Stephen Boyd.

-¡Pueblo de Jerusalén, amigos de Roma, que comiencen los juegos!

Resultado de imagen de ben hur 2016

En esta ocasión es la Paramont quién recoge el guante, y da un giro al argumento para contarnos lo mismo pero de una forma totalmente nueva: da una mayor profundidad a la amistad entre Judá y Messala, con la novedad de presentarlos como hermanos adoptivos. De este modo, se aleja de la lectura homosexual que podía verse en la relación entre los personajes de Charlton Heston y Stephen Boyd; aportación del escritor Gore Vidal, a la versión de William Wyler.

Odiosas comparaciones.

Tarde o temprano, las comparaciones terminan haciendo aparición y las diferencias entre una y otra se hacen notar desde los primeros minutos.  Jack Huston (visto en “Tren nocturno a Lisboa”, Bige August), toma el relevo del personaje que inmortalizase un Charlton Heston, en estado de gracia, mientras que Tobby Kebbel hace lo propio con un Messala, que bordó un potente Stephen Boyd.

También la historia tiene grandes diferencias.  Ahora el tema ya no es tanto la venganza sino la redención y el perdón.  Hay un intento por dar una profundidad filosófica en los diálogos. Uno de los personajes opina: “Se confunde la paz con la libertad”, mientras otro da el ideal que se tendría en aquella época: “Mundo civilizado; progreso, prosperidad y estabilidad”. Y sobre todo, hay una mayor presencia de la religión que en las otras versiones. Jesús es un personaje más, interpretado por Rodrigo Santoro –el Jerjes de 300-, con sus frases sacadas del manual del buen predicador. La verdad es que la opción de presentarnos a Cristo en la versión de 1959, sin llegar a mostrarnos en ningún momento su rostro, es uno de los grandes aciertos de la película, al menos, desde la opinión de este cronista. Claude Heater, el figurante que interpretaba a Jesús y que aparecía sin acreditar, era un cantante de ópera, que descubrieron durante una visita a Roma, en uno de los descansos del rodaje.

Resultado de imagen de ben hur 2016

Evidentemente lo visual es uno de los puntos fuertes de la película. El film de 2016 apela al público joven por sus montajes rápidos y sus excesos de efectos especiales, -sobre todo en las escenas de batallas que recuerdan al estilo de “300”-, por las tomas a ras de suelo e incluso con la presencia de cámaras GoPro (que provocan una sensación de mareo como si te subieras al Gran Khan), aunque cuente con una narrativa que ralentiza la historia, a través de flahsbacks y una continua voz en off.

Por eso, la batalla naval, desde el punto de vista de los remeros de galeras, y la famosísima carrera de cuadrigas, serán lo que más luzca en pantalla. El resto, una serie de tramas secundarias que quedan desdibujadas, algún personaje convertido en caricatura  -como el de Poncio Pilatos- y algún que otro guiño reconocible, comp los que se hace a “Gladiator”, sobre todo por la breve pero memorable presencia de Morgan Freeman.

Si las aspiraciones de Ben-Hur (2016) es la de ser un entretenimiento veraniego, quizás, haya logrado sus propósitos. Sin ser una maravilla, es verdad que resultó mejor de lo que me esperaba (que era bien poco), aunque desde aquí defendamos que sea un remake innecesario.

El nombre de la rosa: Annuad, Eco y Sean Connery durante el medievo.

El nombre de la rosa: Annuad, Eco y Sean Connery durante el medievo.

Director: Jean-Jacques Annaud

Guión: Andrew Birkin, Gérard Brach, Howard Franklin, Alain Godard; basándose en la novela de Umberto Eco

Música: James Horner

Fotografía: Tonino Delli Colli

Reparto: Sean Connery, Christian Slater, F. Murray Abraham, Michael Lonsdale, Valentina Vargas,Ron Perlman, Helmut Qualtinger, Elya Baskin, Michael Habeck, Urs Althaus, Vernon Dobtcheff, Feodor Chaliapin Jr.

Ahora habrá pasado al olvido, pero durante los años ochenta se popularizó la coproducción europea como forma para hacer frente al cine de Hollywood, buscando la historia en un autor de prestigio, un solvente reparto y el rodaje en inglés. Destacamos títulos como La historia interminable (Bern Eichinger) o la que sería una de las grandes películas de Jean Jacques Annaud, El nombre de la rosa.  En esta ocasión, se trata de la adaptación de una novela de éxito de Umberto Eco, ambientada en un mundo monástico del medievo.

Entre el reparto encontramos a  Sean Connery, quien interpretaba al monje franciscano y antiguo inquisidor del Siglo XIV, fray Guillermo de Baskerville y un adolescente Christian Slater, como el benedictino Adso. Su participación se debió, en parte, a la directora de casting, Mary Jo Slater, madre del actor; detalle que cobra interés cuando una de sus escenas más recordadas es la secuencia erótica.  Otro personaje  a destacar es el de Salvatore, a quien daba vida Ron Perlman, actor habitual en la filmografía de Annaud, dotado de una curiosísima fisonomía.

-La risa es un viento diabólico, que deforma las facciones de la cara y hace que los hombres parezcan monos.

-Los monos no ríen. La risa es propia del hombre.

-Como el pecado.

Desde siempre he tenido la impresión de que han existido dos visiones opuestas de  monjes y monasterios. Entre los primeros situamos el monasterio como una sólida comunidad de creyentes uniendo sus vidas a la oración y al trabajo. El segundo tipo es el del  monasterio visto como un lugar cerrado de pasajes sombríos y húmedos, donde hombres mezquinos corretean alrededor de la idea de la religión, con un empaque de resentimiento y fanatismo.

                                  

En las primeras escenas de "El nombre de la rosa", descubrimos que la película va a centrar ambos aspectos. Nada más comenzar,  en plena Edad Media, llega un fraile con su hábito de lana pesada a un monasterio. Su nombre es Guillermo de Baskerville, interpretado por Sean Connery, representando al hombre moderno, un monje erudito que comprende las lecciones del pasado, aunque sea capaz de adaptarlo a un contexto más amplio. Un personaje, a medio camino entre Guillermo de Ockham –fraile franciscano, representante de la lógica escolástica inglesa- y el célebre detective creado por Conan Doyle –Sherlock Holmes, personaje que dominaba la lógica, en sus deducciones- a través de la referencia de El perro de los Baskerville.  

"El conocimiento hace sufrir y aquel que hace crecer su conocimiento hace crecer también su sufrimiento”.

La ambientación histórica.

El mayor logro de El nombre de la rosa es la ambientación histórica.  Annaud dotó de un gran realismo a las imágenes, a través de una infinidad de detalles y múltiples referencias. Aristóteles o personajes históricos, como el de Bernardo Gui, el inquisidor interpretado Abraham F. Murray o Ubertino da Casale (William Hickey), se dan cita en la historia; así como grandes herejías de la época. Por citar una, la de los “dulcinistas”, dirigida por Dulcino, cuyo objetivo era reformar la sociedad y acabar con las riquezas de las que gozaba la Iglesia. E incluso se oye de boca de Salvatore el grito de guerra de estos dulcinistas: "¡Penitenciagite!", personaje con una peculiar forma de hablar porque empleaba palabras en varios idiomas, recogiendo elocuaciones de los lugares que habría visitado.

A todo esto habría que sumarse una interesante, pero a veces, confusa, ambientación oscurantista para dotar una atmósfera de misterio a la película.

¿Qué fascinación podrían generar las disputas teológicas  del siglo XIV para el espectador o el lector del siglo XX?  ¿Las rivalidades entre el papa y el emperador, los obispos y abades, entre frailes reformistas que predican la pobreza y los ricos clérigos que apoyan las afirmaciones de la iglesia sobre la propiedad?

Uno de los grandes inconvenientes de la película es que requiere de un mayor esfuerzo por parte del espectador, debido a la maravillosa recreación histórica y sobre todo a los mil detalles que dan un empaque intelectual poco frecuente. De hecho, la multitud de temas y la confusión –que puedan verse en la novela- se tradujo en un guión, escrito entre cuatro: Andrew Birkin, Gérard Brach, Howard Franklin y Alain Godard. 

                            

 

                                               

                         

La obra ha tenido varias adaptaciones teatrales. Centrándonos en las que han tenido lugar en España, destacamos la protagonizada por Juan Fernández y Juanjosé Ballesta.  

El hombre que pudo reinar. La grandeza de unos perdedores.

El hombre que pudo reinar. La grandeza de unos perdedores.

Cuando pensamos en la aventura y épica cinematográfica, seguramente nos venga a la memoria los nombres de Indiana Jones, Tarzán o los pintorescos grupos de Star Wars y El Señor de los Anillos; también recordaremos a Simbad, Conan o la historia mitológica de Jasón y su Argonautas. Desde un contexto colonial y británico, Rudyard Kipling fue el autor de algunos memorables relatos como el que fue adaptado al cine en una cinta llena de épica y fatalismo propio de su director, John Huston.

Pocos cineastas como Huston mostraron la grandeza del perdedor, ese que en la búsqueda de todo tipo de objetos maravillosos, de riquezas y gloria, pierde el rumbo y en muchas ocasiones, hasta la vida. Hay que tener en cuenta que existe una predisposición cultural para todo eso: la lucha por la redención está en alza en una sociedad como la norteamericana, muy marcada por la religión cristiana y que suele retratar a perdedores al por mayor, en la gran pantalla.

Los perdedores de la película son dos pícaros, dos soldados británicos (Danny Dravot y Peachy Carnahan) que en la lejana India, intentan llegar a ser el rey de Kafiristán.

Siempre es una ocasión memorable recordar films como este, sobre todo cuando este año 2015, El hombre que pudo reinar (1975) cumple su cuarenta aniversario.

Después de esta breve presentación, os dejo el reportaje audiocomentado de la película. (Aviso, cuenta con importantes spoilers). 

                

                       

         

Érase una vez... El reino de la fantasía en el celuloide (I).

"Totó... me parece que esto no es Kansas. Estamos sobre el Arco Iris".
Jydy Garland en El Mago de Oz.

Desde el Viaje a la luna de George Méliès a las más recientes visitas a algún mundo maravilloso, el honorable de ayer y hoy ha asistido a un centenar de viajes a reinos remotos e imaginarios. Ya sea de manera paralela con la literatura o creando mundos propios, el cine ha conseguido rastrear estos rincones mágicos con una agudeza particular. Ya se trate de explorar el ser humano, viajar al interior de la Tierra, hasta llegar a su centro, con todo el magma o una realidad paralela; sumergirse en las profundidades del mar o burlar las barreras entre la vida y la muerte, los viajes a lugares remotos, vedados al común de los mortales, satisfacen el interés de todos nosotros por desvelar sus misterios y por mostrarlos algo más de cerca.

Estos relatos contienen una mezcla de exotismo, misterio y atracción. Sus personajes entran en un ambiente desconocido que poco a poco irá envolviéndolos, hasta formar parte de él. Algunas historias muestran como la búsqueda de objetos maravillosos nos sirve de metáfora de ese Sueño Americano, que es anhelado desde una cinematografía y una sociedad, que en otras ocasiones lo ve como una aventura que ilumina al mismo tiempo que destruye la inocencia de quienes se dejan arrastrar por ella. Así que toma una pizca de fantasía y otra de realidad cotidiana. Mézclalas, agítalas y te saldrá un estimulante cocktail. El séptimo arte ha disfrutado llevándonos a paraísos imaginarios, a reinos fabulosos en donde plasmar hasta la saciedad relatos épicos, llenos de guerreros, magos y elfos. En este sentido, repasaremos los itinerarios asombrosos que saciarán tu sed de maravillas.

Los mitos y las leyendas, los dioses y los monstruos de la Antigüedad, han sido inspiración paran centenares de historias, engalanadas en la gran pantalla. Empezamos con un clásico, por derecho propio. El ladrón de Bagdad es una de las primeras revisiones de un mundo fantástico surgido de la literatura, uno de los relatos que formaban parte de Las mil y una noche. La palabra "delicioso" está devaluada hoy en día, pero recobra todo su sentido si lo aplicamos a esta fantasía oriental en tecnicolor. Alfombras voladoras, princesas con velo, lámparas con genio y un malvado visir (Conrad Veidt), con un pícaro protagonista, un joven Abú el ladrón (Sabú), "nieto de Abú el ladrón e hijo de Abú el ladrón", con una dirección tan caótica que necesitó de varios realizadores (Michael Powell y otros), bajo la producción de Alexander Korda, un especialista de historias desarrolladas en escenarios exóticos e inspiración literaria, como El libro de la selva o algunas adaptaciones de H. G. Wells.

                       

Sin embargo el nombre fundamental del género sería Harryhausen. Y si enumerásemos las películas en las que figura como animador, nos sorprenderíamos que estas apenas llegan a la decena. Sin embargo, ha sido tal el impacto de su trabajo en la animación moderna que estos títulos obvian a su director en beneficio de él, Ray Harryhausen. Sus maquetas y muñecos poblaron la imaginación de historias con ovnis y godzillas, en filmes como La tierra contra los platillos volantes, Hace un millón de años en la Tierra y Surgió en el fondo del mar. Pero fue su excelente trabajo en la historia de fantasía, con la antigüedad como telón de fondo, donde es más recordado. Jasón y los Argonautas nos acercaba a otra de las geografías plagadas de relatos épicos como el del Vellocino de oro, con una versión cinematográfica a cargo de Don Chaffey. Gran parte del mérito correspondió a este genio de los efectos especiales, cuyas creaciones (gigantes de metal, esqueletos guerreros y una impresionante serpiente de siete cabezas) le coronaron como el rey del stop motion. Sin alejar la mirada de estos escenarios, encontramos otro gran trabajo con la firma de este animador, Furia de titanes, con un Perseo definido por la testosterona (Harry Hamli), enfrentado al reparto de la mitología griega en pleno para salvar a su amada Andrómeda (Judy Bowker), mientras Zeus (Laurence Olivier) le observaba desde el Olimpo. Lo mejor de la película es la lucha contra una siseante Medusa, pero con algunas otras escenas interesantes como la cabalgada aérea de Pegaso.

                                 

Toda buena historia fantástica debe contar con una odisea iniciática, al estilo de la escrita por J. K. Rowling, con jóvenes personajes que van descubriéndose así mismo y lo que le rodea, a través de la fantasía, buscando una realidad paralela porque a veces la cotidiana le abruma o aburre. "¡La realidad es mentira!", grita Ramón (Fernando Ramallo), adolescente freak en cuyo interior está alojada el alma del guerrero Beldar (Loel Joan), en El corazón del guerrero. El director Daniel Monzón, además de plantear una divertida historia de realidades paralelas, volcó todas las obsesiones de un quinceañero español con querencia por la fantasía: partidas de rol, música heavy, las chicas neumáticos de dibujantes como Luis Royo. Esta temática ha sido muy recurrente y atractiva para el guionista de cualquier latitud. Entre las producciones de animación japonesa, destaca Hayao Miyazaki y una de sus incursiones del tema, El viaje de Chihiro.

A veces, la fórmula para crear un mundo de fantasía es tan sencillo como coger algo ya presente en la realidad (un animal, por ejemplo) y alterarlo ligeramente. Eso hizo, el guionista y codirector Merian C. Cooper para crear a su peluda estrella. El resultado: King-Kong y millones de espectadores impactados tras contemplar a ese supergorila con debilidad por las rubias que, gracias al stop motion, resultaba amenazador y tierno al mismo tiempo. Personajes que tenían la jungla como decorado, con monstruos de marionetas, pero, pasada la anécdota, la película ofrecía mucho más. Consiguió que esas criaturas fueran tan convincentes como para devolver el sentido de la maravilla al mundo de los años treinta, huérfano de prodigios, inmersos por la crisis y amenazados por una nueva guerra. Un admirador llamado Peter Jackson resucitó una de sus pasiones juveniles con todo el poder de la animación digital.

De las maquetas a los muñecos de trapo. Dentro del laberinto es una de esas historias imaginativas en donde destaca sobre todo por las marionetas del taller de Jim Henson (Los teleñecos y Barrio Sésamo) y la interpretación de una Jennifer Connelly adolescente. Olvida a David Bowie marcando más paquete de lo aconsejable y las canciones, y penetra en el laberinto tan fascinante como cuando se estrenó, hace más de veinte años.

- Tienes trece horas para cruzar el laberinto antes de que tu hermanito se convierta en uno de nosotros... para siempre.

Érase una vez... El reino de la fantasía en el celuloide (II).

Érase una vez... El reino de la fantasía en el celuloide (II).

Hay relatos épicos con elfos, orcos, dragones y acero suficiente como abrir una cadena de cuchillerías, pero la espada y la brujería todavía siguen despertando en nosotros la mágica nostalgia de nuestro tiempos mozos. "La magia es la sangre vital del universo", decía Billy Barty en Willow (Ron Howard) y tenía razón. Todavía debemos arroparnos por la cálida nostalgia de una imaginación que el adulto ha perdido, como si el País de Nunca Jamás fuese un terreno vetado para un hombre sumido por el estrés de las facturas que debe pagar religiosamente y el modo de llegar a fin de mes. Pero esa fantástica entelequia atemporal, que evoca la infancia perdida, puede satisfacer a espectadores de todas las edades, por contener ímpetu y reflexión a partes iguales. De ahí, el síndrome de Peter Pan, surgido de la imaginación de un adulto, J. M. Barry, y un niño que no quiere crecer, Jeremy Sumpter, si nos vamos a la mejor adaptación de este clásico, a cargo de P. J. Hogan. Lo necesario sería creer en la Fantasía y en los libros mágicos, tal y como Bastian (Barret Oliver) se empeñaba en salir de su realidad a esa Historia interminable, de la mano de Wolfgam Petersem. Para demostrarnos como la imaginación de un niño y la entrega de un héroe (Atreyu, Noah Harraway), podían salvar esa mágica utopía de libertad que era el Reino de Fantasía, aunque lo que se recuerde de ella sea la cancioncilla del anuncio ("Richard Clayderman en su piano sin control").

                                  La historia Interminable-4

"¡Grita mi nombre, Bastian! ¡Por favor, sálvanos!". Alentaba la Reina de Fantasía (Tami Stronach) en aquel clásico de Michael Ende. Todos tenemos un momento así en nuestras vidas: la hora de darnos cuenta de que los cuentos de hadas son sólo eso, cuentos. A los españoles eso nos ocurre al enterarnos que los reyes magos son nuestros padres, mientras que en el mundo anglosajón la desilusión llega cuando entras en un armario y descubres que al otro lado no está el mundo de Narnia. El espectador de las obras de C. S. Lewis vive una segunda niñez. El director y guionista, Andrew Anderson (Schrek) consigue con Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario que los críos olviden sus deberes y vuelvan a soñar. Donde los elementos de la historia reciben el tratamiento legendario de estos personajes: la Bruja Blanca (Tilda Swinton), los niños protagonistas, jóvenes héroes (sobre todo Lucy, Georgine Henley), y el león.

De hecho, las sagas de fantasías han proliferado como las arañas de Mordor, pero esta versión de los clásicos de J.R.R. Tolkien gobierna sobre ellas cual Anillo Único sobre las fuerzas del mal. Como señalaba uno de los personajes centrales (Gandalf, Ian McKellen): "Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas. Este es el Anillo Único". Por eso, adaptar El Señor de los Anillos haya sido un proyecto ambicionado por muchos (John Boorman fracasó en su intento, antes de su Excalibur, e incluso existe una versión animada de parte del relato), pero sería Peter Jackson quien se llevó el gato al agua. Muchos nos escandalizamos al enterarnos que el responsable de esta adaptación iba a ser un friki cuya primeras películas estaban dentro del terreno del cine gore. Pronto comprobamos el lado sentimental de este freak que supo convertir sus amados paisajes neozelandeses en toda una Tierra Media sobre la que desplegar legiones de elfos etéreos, orcos brutales y hobbits tragones. Por si eso fuera poco, Jackson contó con el hallazgo de Andy Serkis (Gollum), un actor con talento suficiente como para dotar de individualidad a un personaje digital y convertirlo en la figura más memorable saga.

- Me enfrentaré al hombre con seis dedos y le diré: Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tu mataste a mi padre. Prepárate a morir.

Si no recuerdas esta frase de boca de Mandy Patinkin, o no tienes corazón o no has vista esta pequeña joyita, dirigida por Rob Reiner (Cuenta conmigo) a partir de un libro de William Goldman. La princesa prometida cuenta la historia de Buttercup (Robin Wright) y Wesley (Cary Elwes), un amor que se va al traste cuando él desapareció y ella se prometió con el pérfido príncipe Humperdinck (Chris Sarandon). Película que demostraba que todo buen cuento de hadas debe contar con la fantasía, pero sobre todo con la magia de amores verdaderos.

                           la bella y la bestia

"No estamos acostumbrados a que me sirvan, pero adivino que hacéis todo lo posible para que pueda olvidar vuestra fealdad". Ya lo decía Josette Day en La bella y la Bestia. Olvida las teteras cantantes de la Disney, la versión del mito firmada por Jean Cocteau, es la buena. Jean Marais y Josette Day quedaron de lo más convincente en los papeles principales, y la ambientación alterna el realismo, inspirado de los pintores holandeses del siglo XVII, y lo puramente fantástico como por arte de magia.

Los cuentos de hadas nunca se olvidan, pero las pesadillas de infancia, tampoco. Guillermo del Toro nos presentaba una historia atroz en El laberinto del fauno que incluso los hermanos Grimm hubiesen sentido miedo al escucharla. Huyendo de un mundo insoportable llega a encontrarse con otro todavía peor, en donde Ofelia (Ivana Baquero) se enfrenta a imágenes de pesadillas (el Hombre Pálido y sus manos con ojos, las hadas-insectos, la mandrágora) demostrando que, a veces, una niña puede cambiar el mundo.

                             ElLaberintodelFaunotaquilla

- Yo soy el monte, y el bosque, y la tierra. Soy un Fauno. Vuestro más humilde súbdito, alteza.

Pero la búsqueda de esos realidades paralelas, pueden servir de catarsis para unos niños que crean un mundo mágico, propio, para huir de lo cotidiano, aunque se trate de imaginación, lo que parece estar relegada un segundo plano.

Pompeya: Pemplum en la posmodernidad.

Pompeya: Pemplum en la posmodernidad.

El director que puso en imágenes el popular juego de zombies en la saga Resident Evil, abandona a su musa, -su esposa, Milla Jokovich- y los ambientes postapocalípticos para trasladarlos a la Roma Antigua. Un film multireferencial, marca de la casa, para mostrarnos una vuelta de tuerca más a un género tan manido como el de los zombies: el pemplum adrenalínico en la posmodernidad.

 -Los dioses estamos perdiendo nuestro poder.

 Hubo un tiempo en que el cine de aventuras en general y el mitológico, en particular, estaba dirigido tanto a un público juvenil como adulto, pero en un momento para acá parece que los productores sólo piensan en este tipo de películas dirigida a un espectador adolescente. Estos serían capaces de consumir una historia con ayuda de efectos virtuales sino que no les importaría que los propios actores fueran también virtuales por la poquísima relevancia de sus interpretaciones. Sus nombres operan como meros ganchos comerciales, ya se llamen Liam Neeson o Ralph Fiennes en Furia de Titanes (Louis Leterrier) y en su continuación Ira de Titanes (Jonathan Liebesman).

 Casi olvidábamos ya que se hizo esa maravilla que fue Gladiator (Ridley Scott) de lo mejorcito del pemplum en los tiempos cuando surgió otro film que se convertiría en otro de los grandes referentes.

 -¡Esto es Esparta!

 La película 300 marcaba un hito en el cine de acción y no sólo por la puesta de escena completamente radical en el género pemplum, sino por estar cercana a lo que nos podemos encontrar en cómic, la principal influencia que tomó Zack Snyder para el film. A esto habría que sumar aspectos técnicos en fotográfica (uso de cámaras superlentas), un ritmo trepidante o el protagonismo de unos seres más próximos a los dioses que a los mortales por sus habilidades. Elementos todos ellos que han ido apareciendo en los títulos del mismo género, ya sea con un trasfondo mitológico a la vieja usanza –lo que explica que se reelaboren historias ya conocidas- o como con un barniz histórico, en esta ocasión la catástrofe del Vesubio.

 Con todo esto, es lógico que Hollywood se interesase por un resurgimiento del clásico pemplum, en dónde situamos el film que nos interesa, Pompeya (Pompeii, 2014). Un título - a priori- diferente a lo que suele ser la filmografía de este realizador británico Paul W. S. Anderson, quizás uno de los directores más extravagantes y personales, quien se ha atrevido a recrear la erupción del Vesubio que destruyó la ciudad romana.

 -Era la joya de nuestro imperio.

 Ciertamente podríamos destacarla sobre otras propuestas -Hércules. El origen de la leyenda (2014)-, no sólo por mostrarnos la épica del pemplum, sino por trasladarnos al cine de catástrofes apocalípticas con su recreación del Vesubio. Es, entonces, cuando descubrimos al realizador de siempre que no hace más que repetir una y otra vez los mismos esquemas que le hacen lograr tanto éxito: una narración manoseada dramáticamente y una reinterpretación acelerada de los géneros. Lo que sumando al casting de actores que suele hacer en sus películas y a su personal estilo audiovisual, convierte cada uno de sus trabajos en un patio de recreo donde desarrollar su libertad creativa y su "ética" adaptada de los tiempos que vivimos. Una construcción cinematográfica que aparece tanto en la saga de Resident Evil como esta, en concreto: la descripción de un mundo sin salvación, sometido por un incontrolable y omnisciente poder, que regirá la vida de sus personajes.

 He aquí dónde la cosa empieza a fallar en la película, sobre todo por sus referentes. Pompeya es una historia de amor algo poco más que improbable entre un bárbaro celta y la hija de un rico hacendado pompeyano, ubicada en Pompeya en el momento justo en el que el Vesubio entre en erupción. Una historia de amor, en el momento más inoportuno que nos recuerda a Titanic (James Cameron).

 -¡Pueblo de Pompeya, qué comiencen los juegos!

 Pompeya 2014 Imagen 17

Pero la principal referencia es Gladiator (Ridley Scott), de la que toma unas cuantas ideas prestadas. Por lo pronto, por el protagonismo que toman los juegos gladiatorios, aunque la influencia más destacada es que nuestro héroe debe enfrentarse a Roma después de que un centurión de su ejército masacrase a su familia y se convirtiera en un gladiador invencible. ¿No os suena el argumento?

-Mi familia fue masacrada por los romanos.

-Lo siento mucho.

-¿Lo sientes? ¿Qué sabe un romano de sentimientos?

 Lo cierto es que Rusell Crowe pone más carisma que Kit Harington, a quien le hemos visto en la serie Juego de tronos.

 -Mi nombre es Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del Norte, general de las legiones medias, fiel servidor del verdadero emperador, Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada y alcanzaré mi venganza, en esta vida o en la siguiente.

 Entre el amor y la venganza, se añade la amistad entre dos enemigos de la arena, destinados a enfrentarse a muerte, como en Gladiator.

 -Esta noche he visto al hombre que asesinó a mi familia, tal vez los dioses me han salvado.

 Mientras se enfrentan unos pocos buenos contra ingentes cantidades de malos, otra marca de la casa del cineasta que podría tomar también de Ridley Scott, como las devastadoras erupciones del volcán que recuerdan demasiado a los proyectiles que se lanzaban en las batallas entre cristianos y musulmanes en El reino de los cielos, otra película de Ridley Scott.

 De ahí que el principal problema de la película es la falta de originalidad argumental y la poca consistencia del guión, una película que no transcenderá demasiado y que nos confirma que Paul W. S. Anderson aún no ha podido superar Horizonte final, la película más redonda de su filmografía.

Pompeya (2014)

Pompeya 2014 Imagen 8

Pompeya 2014 Imagen 6

 Pompeya 2014 Imagen 15

Pompeya 2014 Imagen 3

Tolkien: El legado de la épica.

Tolkien: El legado de la épica.

A finales de los años veinte del pasado siglo, un grupo de escritores se reunían todos los jueves en una tertulia filosófica-literaria, ente ellos se encuentran J. R.R. Tolkien y C. S. Lewis, unos amigos que se enfrentan dialécticamente, defendiendo dos visiones antagónicas del mundo. Tolkien era religioso, Lewis, ateo. Años más tarde, Lewis abraza la fe cristiana convencido por los miembros de la tertulia, justo en el momento en que Tolkien se aventura a crear una mitología para Inglaterra comparable a la griega. Dos títulos de literatura fantástica estaban a punto de aparecer, Las crónicas de Narnia y El Señor de los Anillos, novelas que describen la lucha entre el Bien y el Mal el siempre tema maniqueísta que aflora en este tipo de literatura, entre dos puntos de vista tan distintos como el de Tolkien con un claro trasfondo universal, sin que existan ninguna referencia clara hacia ninguna religión, y el de Lewis, que ahonda la metáfora literaria con importantes referencias a pasajes bíblicos.

                       

Entonces llegó un tal Peter Jackson.

Por supuesto que no era un desconocido, pero viendo su filmografía anterior y la saga de El señor de los anillos, aquella estaba en las antípodas. Pasó del gore de cine independiente al blockbuster, haciendo posible un reto que parecía inalcanzable, traspasar la letra impresa a imagen de una obra difícil de adaptar. La tecnología dio como resultado un espectáculo visual único que llevaría la historia a los altares de la épica y a su realizador, Peter Jackson a la cima de Hollywood. Pero la trilogía ha disfrutado de un éxito relativo, sobre todo por el hecho de introducir un estilo visual inalcanzable hasta la fecha y por servir de guía de todo lo que iba a llegar. Si lo que se quería haber conseguido es que El señor de los anillos se convirtiera en una película pionera de la historia del cine, entonces, ha fracasado. ¿Por qué hablamos de éxito relativo e incluso de fracaso?

Nadie puede negar que el primer King-Kong marcase a fuego todo una época, como hicieron Ben-Hur, El Padrino, Drácula, e incluso Tiburón (Steven Spielberg) o La guerra de las galaxias (George Lucas). Pero no ha sucedido lo mismo con El señor de los anillos, a pesar del tremendo éxito de taquilla, de las legiones de seguidores, el merchandising y sobre todo por revitalizar la literatura fantástica en el cine, de lo que hablaremos a continuación.  Y esto, explica –en parte- las enormes dificultades para llevar a cabo el proyecto de El hobbit. Aparte del abandono de Guillermo del Toro en la preproducción, se pasó de una película a una trilogía: ¿por qué se necesitan las mismas películas para trescientas páginas que para una densa obra en tres volúmenes?

Al fin y al cabo, ¿qué huella está dejando en la memoria colectiva o en el imaginario popular?

Unos cuarenta años después de la publicación de El señor de los anillos, a mitad de los noventa, una escritora admiradora de Tolkien y Lewis, llamada J. K. Rowling comienza a ser mundialmente conocida por las novelas sobre un niño aprendiz de mago. La nueva literatura de Rowling arrasa en todo el mundo y son muchos los que se frotan las manos en la industria cinematográfica, pensando en airear el filón iniciado por Rowling, con una explosión del cine fantástico que tuvo sus inicios en 2001, en el año que surgieron las sagas de El Señor de los Anillos y Harry Potter. Desde entonces son muchas las novelas fantásticas que han sido adaptadas al cine,  los autores de las Crónicas de Spiderwick se inspiraron en los cuentos de los hermanos Grimm, en donde siempre hay un niño capaz de usar su inteligencia para vencer al gigante o una princesa ingeniosa que escapa así del terreno mágico. El objetivo de tal Richie era crear unos personajes sin poderes, que no vivieran en un país no muy lejano, pero que tuvieran las habilidades suficientes para enfrentarse a cualquier reto.

Tolkien se aleja aboslutamente de la realidad, Lewis nos cuenta la historia de unos niños reales que se adentran en un mundo fantástico. En el mundo real la vida sigue tal y como la conocemos. En Harry Potter, J. K. Rowling da por hecho de que los magos ejercen sus poderes tanto en el mundo real como en la escuela Howarts, al igual que los trasgos y los ogros pueden afectar tanto al mundo de los humanos como el de la fantasía, sin embargo, en esta cinta la intromisión de los personajes reales con los fantásticos tiene un valor mucho más metafórico.

- Tenemos que proteger la casa, ¿lo entiendes?

Proteger la casa es lo mismo que salvar a la familia, o lo que queda de ella tras la crisis provocada por la separación de los padres. La fantasía se usa para acercarnos a unos temas, al igual que en El Señor de los Anillos o Las crónicas de Narnia el mensaje se hacía en un contexto mitológico, para culminar con una clara conclusión moral. En Las crónicas de Spiderwick se utiliza un escenario absolutamente real, donde los personajes fantásticos sirven para introducir una teoría tan freudiana como la necesidad de matar al padre para poder crecer, metafóricamente hablando claro. Plantear de manera creíble esta idea es el mayor éxito de Las crónicas de Spiderwick, una película familiar que puede hacer estremecer a todo tipo de preadolescentes o a todos aquellos que hayan vivido las consecuencias de una separación. Sin embargo, una de las principales bazas resulta ser encontrarnos entre los créditos el nombre de John Sayles (el guionista), y aunque es un poco descabellado incorporar Las crónicas de Spiderwick dentro de la filmografía de Mark  Waters, es verdad que sería un perfecto complemento en un programa doble con El secreto de la Isla de las Focas, del mismo director.

Con todo, nos encontramos con ejemplos de cine juvenil con reminiscencias clásicas: unas historias con alma de aventura, capacidad para la sorpresa, un humor excéntrico y particular.

 

El Hobbit: Un viaje inesperado. El regreso a la Tierra Media.

El Hobbit: Un viaje inesperado. El regreso a la Tierra Media.

-Más allá de sierras y ríos se alza una solitaria montaña. Los enanos están decididos a recuperar su tesoro.

¿Preparados para regresar a la Tierra Media? Con El Hobbit, Peter Jackson nos invita a volver a los escenarios  del épico y mágico mundo de El señor de los Anillos, con el fin de viajar en el tiempo y conocer los orígenes de la historia, siguiendo la obra escrita por Tolkien. Sin embargo, el regreso a la Tierra Media trae consigo algunas preguntas: ¿por qué una obra de trescientas páginas cubre el mismo metraje que el colosal trabajo de adaptación de El señor de los anillos? Pasándose de una película a una trilogía, con el fin de que se estrenase con la cadencia de un año.

Martin Freeman (actor revelación de la serie The office y con el papel de Watson en el nuevo Sherlock Holmes televisivo) es el encargado de dirigir a esta nueva tropa de personajes, con el rol de Bilbo. Se recordará que Bilbo, el tío de Frodo –protagonista dentro de un grupo coral formado por numerosos personajes principales- es el personaje fundamental en esta ocasión.

-Señor Bolsón, a su servicio.

-Estoy rodeado de enanos, ¿qué hacen aquí?

Bilbo Bolsón emprende el viaje un cambiaría su vida, en una adaptación espectacular, acompañado de un grupo de enanos, hacia la Montaña Solitaria. La búsqueda de un tesoro que le robó el dragón Smaugh le apartará de su rutina hogareña y le hará cumplir su destino de héroe.  

 

-Jamás pensé que esté fuera el hobbit.

-Me dijiste que buscara al cuarto miembro del grupo y encontré a Bilbo Bolsom. Los hobbits pasan desapercibidos, si se lo proponen, y eso nos da una gran ventaja. 

Entre los personajes que recuperan de El Señor de los anillos, encontramos un rejuvenecido Gandalf, en la piel de Ian McKellan, aunque sobre todo destacamos ese gran descubrimiento que fue Gollum. Personaje que contará con importantes escenas en esta primera entrega de lo que será El Hobbit, interpretado por Andy Serkins, actor especialista del motion capture, en donde se desdobla como segunda unidad y ayudante de Peter Jackson. 

-Después de los trasgos, los murciélagos y los peces, están los hobbits.

“Quería hacer algo independiente y en ningún caso una precuela de El Señor de los anillos. El hobbit nos dio la oportunidad de indagar más en la aventura, porque El señor de los anillos trataba temas más oscuros”. Según sus propias palabras, creemos al director porque El hobbit: un viaje inesperado es una superproducción en toda regla –para lo bueno y para lo malo-, un espectáculo visual con el añadido de la épica. Y para esta empresa, no se ha escatimado en medios, llegándose a superar el gran trabajo a digital de El señor de los anillos, incorporándose un 3D rodado a 48 fotogramas por segundo. “Aumentar el fas fotogramas por segundo de 24 a 48 nos ofrece la posibilidad de reflejar la historia de forma más realista y emocionante. Como cineasta quiera la gente sea transportada a una mágica aventura y no nos engañemos, el cine es magia”.

-¿Por qué no jugamos a los acertijos?

-Si Bolsom pierde nos lo comemos entero.

La búsqueda de la espectacularidad y el entretenimiento se traduce en todos esos efectos digitales que forman las secuencias de acción: la escena de los Gigantes o la huida del reino de los trasgos, pero también encontramos en la película otras ideas que preparan la marcha hacia la oscuridad de El señor de los anillos: El soberbio prólogo que cuenta la historia de Erebor, la reunión del Concilio Blanco o la figura de Radagast el Pardo.

-El nombre de las espadas se deben a grandes gestas.

-Insinúa que mi espada no ha conocido batallas.

-Nadie diría que es una espada, parece más bien un abrecartas.

Pero la película cuenta con una mayor torpeza formal, con unos encuadres mucho menos brillantes que en los de la trilogía y una menor calidad fotográfica. Quizás aún estemos por ver lo mejor, en las dos siguientes entregas, tal y como sucedía en El señor de los anillos pues el filme de La comunidad del anillo servía como presentación.