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Cine de acción y thrillers.

Seven: Veinte años de la obra maestra de David Fincher.

Seven: Veinte años de la obra maestra de David Fincher.

"Se7en" (1995) fue la segunda película de David Fincher, después de su fallida secuela de la célebre saga de ciencia-ficción con "Alien 3" (1992), rodado cuando el cineasta contaba con 29 años. En su trabajo  destaca por una imagen de colores saturados y por sus interiores sombríos, de hecho, en “Seven” encontramos un tratamiento fotográfico que se conoce como   “bleach bypass”.  Ninguno de sus films es tan oscuro como éste, ni tan siquiera Zodiac, otra relato criminal que sin embargo posee un mayor valor cinematográfico.  Algunos detalles recuerda a Spielberg, quien dota a sus interiores con un polvo fino invisible para hacer tan particulares  los haces de las linternas, con el fin de destacar la oscuridad que los rodea.

Para comprender parte del estilo del film, habría que reconocer unas semejanzas con Blade Runner (Ridley Scott). Casi siempre llueve en la ciudad. Somerset, el detective veterano, lleva un sombrero y gabardina. Mills, el chico que acaba de ser transferido al distrito, camina con la cabeza descubierta bajo la lluvia. En su primer día, juntos, investigan la muerte de un hombre gordo al que encuentran boca abajo sobre un plato de pasta. En una visita de regreso a la escena, los haces de sus linternas apuntan aquí y allá en el  sucio apartamento, escogiendo un estante forrado con decenas de latas de salsa de tomate, Campbell. Ni siquiera un hombre gordo compra tanta salsa de tomate.

                             

Esta sombría muerte establece el tono de "Seven", una de las películas más oscuras que se hayan producido dentro de la corriente convencional de Hollywood. Hay palabras garabateadas en las escenas de los crímenes; la palabra del hombre gordo se encuentra detrás de su refrigerador: Gula. Pronto comprenderán que se trata de un asesino en serie, con la intención de castigarlos según los siete pecados capitales.

-Hay siete pecados capitales, gula, pereza, ira, soberbia, lujuria y envidia. Prepárate para cinco crímenes más.

                                   

La primera impresión es que responde a la fórmula de las novelas policíacas de Agatha Christie. Sin embargo, "Seven" no se desarrolla en el mundo gentil de los “asesinatos de casa de campo” que aparecía en sus relatos; tampoco trata de una película sobre la captura del personaje; el asesino se entrega cuando la historia cuenta con una media hora más de metraje. Es más bien un estudio de personajes, a partir del lado oscuro del asesino.

Un estudio de personajes.

Es verdad que Somerset se encuentra en el corazón de la película, de hecho, estamos ante una de las mejores interpretaciones de Morgan Freeman. Él encarna la autoridad de una forma natural: conoce todas las lecciones que un policía podría interiorizar durante años, gracias a haber vivido en uno de los peores barrios de la ciudad. Vive solo, en lo que parece un apartamento alquilado. Se pone a dormir con un metrónomo. Se trata de un hombre solitario que se enfrenta a la vida con un sentimiento de resignación.

Cuando se da cuenta de que está tratando con los siete pecados capitales, va a la biblioteca, para empaparse del Infierno de Dante, del Paraíso perdido de Milton y de los Cuentos de Canterbury de Chaucer. No lo hace sólo para leerlos sino como referencia a los espectadores; a menudo es eficaz en una película de terror introducir elementos perturbadores de la literatura como parte de la atmósfera, y Fincher ofrece atisbos de ilustraciones de Gustave Doré para Dante, incluyendo la famosa pintura de una mujer con patas de araña. Ese es uno de los ejemplos que utiliza la película para diferenciar a ambos personajes: Somerset resulta ser un erudito, mientras que Mills parece descubrirlo por primera vez, simpatizando con el espectador.

                           

Seven marcó el estilo a seguir en este tipo de thriller criminal, basado en la caza del gato y el ratón, a base de pruebas cada vez más retorcidas, entre las que situamos películas como Los ríos de color púrpura (Mathew Kassovitz). Pero el film de Fincher también supuso un hito fundamental en un tipo de cine muy americano, las buddy movies.  Somerset y Mills representan una vieja fórmula, el de la extraña pareja, el veterano y el novato. Los actores y los diálogos creadps por Andrew Kevin Walker enriquecen esta fórmula con detalles específicos y precisos, a partir de un discurso de Freeman.  Brad Pitt parece más unidimensional y exaltado, a causa de su juventud, pero también abierto a la inexperiencia de Freeman. Es su esposa Tracy (Gwyneth Paltrow) que traerá la nota de humanidad suficiente.

En este sentido se utiliza en el film el mismo enfoque de William Friedkin para "El Exorcista" o Jonathan Demme para "El silencio de los corderos". Lo que podría convertirse en una rutinaria película de policías es elevado por la evocación mitológica y simbólica. Pero "Seven" no es realmente una película muy profunda, sino que proporciona una convincente ilusión. Casi todos los thrillers convencionales buscan primero ofrecer un espectáculo; éste pretende fascinar. Da la impresión de que el detective Somerset dota de un significado moral a los asesinatos de un psicópata.  

Los cinco asesinatos ofrecen variedad. "Seven" nos atrae sin descanso en sus horrores, algunos de los cuales son más eficaces por presentárnoslo en pocos planos.  El asesino, obviamente, tiene la intención de ejecutar sus crímenes según una declaración moral que él mismo atribuye como si se tratase un ángel exterminador.

El asesino aparece en los 30 minutos del final,  para dominar la película a partir de ese momento. Cuando "Seven" fue distribuida en 1995 los anuncios, carteles e incluso créditos de apertura no mencionaron el nombre del actor. Este actor cuenta con una gran responsabilidad;  él encarna el Mal. Al igual que Hannibal Lecter, su personaje debería ser interpretado por un actor que proyecte no sólo villanía sino  también unas retorcidas complejidades psicológicas. Observen su rostro. Petulante y autosatisfecho. Escuchen su voz. Inteligente y analítica. Recuerdo un plano  de "Fausto" de Murnau (1926) en el que Satanás vestía un manto negro que envolvía un pequeño pueblo. Esa es la sensación que David Fincher crea aquí.

Mad Max: El héroe de la carretera.

Mad Max: El héroe de la carretera.

Ahora que se cumplen poco más de treinta años de la trilogía, celebrándolo con una nueva entrega de este particular personaje del “loco” Max, podemos valorar que Mad Max ha sido pura adrenalina - una cualidad que no se perdió cuando la franquicia recibió una inyección de dinero estadounidense para su tercera entrega-.  

Mad Max surgió en 1979 gracias a George Miller y contó con un presupuesto reducido. La película fue protagonizada por un entonces desconocido Mel Gibson en el papel principal. Cuando Mad Max 2: The Road Warrior llegó dos años más tarde, con un presupuesto y aspiraciones más altas, Warner Brothers puso su interés en él y abrió las puertas de Hollywood, de par en par. Fue un éxito atronador. De la noche a la mañana, Mad Max se convirtió en un héroe de culto y situó a  Mel Gibson en el firmamento del cine. Cuando llegó el momento de hacer una tercera película de Max, Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno, Warner Brothers puso el  dinero suficiente para que Miller (sumándose como co-director George Ogilvie) desplegasen el lado más salvaje. La tercera película de Mad Max representó el final de la saga, aunque Miller en ocasiones había expresado su interés en la producción de una cuarta película. Mientras tanto, Gibson se ocupaba en otras cosas: Arma Letal, Braveheart, y La pasión de Cristo. Pero Mad Max es donde comenzó todo. 

¿Dónde está el origen?

Mel Gibson tiene mucho que agradecer a este personaje, un héroe nihilista y solitario que se  establece en un futuro próximo post apocalíptico. El escenario no es original; de hecho, se trata de una presunción muy popular dentro de la ciencia ficción de serie B. (¿Quién no recuerda El planeta de los simios o The Omega Man?) En Mad Max y sus secuelas,  se saca un gran partido del páramo y el desierto australiano que proporcionar un entorno atractivo a la historia.

El arte, el cine y la literatura han supuesto que el colapso de la civilización se traduciría en el aumento de la barbarie. Esa suposición subyacente  aparece en Mad Max, pero este personaje no es un icono al estilo de Stallone o Schwarzenegger. Él es un personaje real que cambia durante el curso de la trilogía; de hecho las películas de acción siempre funcionan mejor cuando el personaje central parece hecho de carne y hueso en lugar del material de superhéroe.

                                    


Hay algo un poco diferente en cada uno de los capítulos de Mad Max. En la primera película, hay algunas escenas extendidas de ternura entre Max y su familia. Además de ofrecer un cambio en el ritmo y una pausa a la acción, éstas ilustran el tipo de persona que  era Max antes de convertirse en el guerrero de la carretera (o, como el propio Gibson, se refirió más tarde, "El hombre sin nombre" -  como un homenaje a Clint Eastwood).

 Max, un policía de Australia; su compañero, Ganso (Steve Bisley); y otros oficiales están persiguiendo al forajido Nightrider (Vince Gil). A su muerte, el líder de la pandilla, Toecutter (Hugh Keays-Byrne), jura venganza. Las ejecuciones de  la esposa de Max, Jesse (Joanne Samuel) y del niño pequeño, harán que el policía retirado vuelva para aplicar la ley con la mayor furia posible.

Mad Max 2, el guerrero de la carretera es una película de acción y aventura sencilla, lleno persecuciones y acrobacias. Tenga, en mente, por ejemplo, en Han Solo en un entorno desértico post-apocalíptico. Esta es la película que suele recordarse mejor y de hecho es la más lograda de la saga.

- Estoy profundamente decepcionado, me habéis obligado a sacar a mis perros de guerra. Sois unos egoístas, acaparáis la gasolina. Me dicen mis prisioneros que pensáis sacar la gasolina del páramo, qué les habéis enviado a buscar un vehículo lo suficientemente potente para remolcar ese tanque.

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Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno es la más cinematográfica que sus predecesores, pero también es la menos interesante. Max Mad: La furia de la carretera es la cuarta parte, dirigida por su creador George Miller. Ya lo dijo Alfred Hithcock: “cuando no sepas qué hacer, tira de plantilla”. La segunda es el antecedente directo de la que nos llega estos días, pero la cuarta parte viene sin su actor fetiche: Mel Gibson.

-En este páramo, yo soy el que huyo de vivos y muertos.

Esta entrega tiene la originalidad de dar un mayor protagonismo a las mujeres, pero a pesar de la grandísima factura y de algunas secuencias -que seguramente estén entre lo mejorcito del cine de acción-, es más de lo mismo.  Los nuevos tiempos nos traen un Mad Max sin su actor con el que muchos empezamos a disfrutar de este género, se atreven a cambiar a otro personaje “sacrosanto” como es el de Indiana Jones y regresan Polstergeist, Jurasic Park y otros tantos remakes destroza-clásicos que por lo menos en el cine, hacen cumplir esa máxima de “que cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Nightcrawler. Merodeadores nocturnos.

Nightcrawler. Merodeadores nocturnos.

De la mano del debutante Dan Gilroy, hermano de Tony Gilroy, llega otro título destacable; encontrándonos a comienzos de año con algunas películas que, dentro de doce meses formarán parte de las listas de las mejores películas que nos habrá dejado este 2015.  

- Soy una especie de bicho raro, disparo a los que mueren, a los cadáveres. Siempre me ha fascinado su mirada.

El personaje interpretado por Jude Law en Camino a Perdición (Sam Mendes) era un fotógrafo sin catadura moral, a la hora de sacar el mejor provecho de su cámara. La verdad es que el morbo vende.  Lo vemos a todas horas: en televisión, en la prensa, en Internet. La frase: “Si sangra es titular” aparece como un mantra en Nightcrawler que como en otras películas, se denuncia el poder de los medios y la falta de escrúpulos a la hora de triunfar en la guerra de las audiencias.

En la secuencia de apertura, vemos un crimen en progreso, cuando al personaje principal de la película Lou Bloom (Jake Gyllenhaal) lo encontramos en un área industrial restringida, un desguace en la oscuridad de la noche. El ancho de ojos Lou se enfrenta a un guardia de seguridad y finge estar perdido. El espectador descubre pronto el alcance manipulador de Lou, cuando envuelve con saña al guardia en una lucha violenta. Aunque somos testigo de los crímenes de Lou, la cámara bruscamente corta distancia de la escena antes de que termine, dejando el resto a su imaginación.

                                

El hermano de Tony Gilroy, un consolidado guionista, debuta en una película que nos traslada a la noche de una de las ciudades más cinematográficas a través de un personaje sin catadura moral para hacernos una denuncia de la falta de escrúpulos de los reportajes informativos.

-Grabamos noticias de actualidad.

-Quizás, hayas visto las imágenes del robo del coche.

Después de una noche armado con una cámara amateur, negociará la venta del material exclusivo de tiroteos, robos de automóviles y un crimen doméstico, en la estación local de noticias KWLA. Nina Romina (Rene Russo) es la productora en el equipo de noticias KWLA, personaje para quién las preocupaciones éticas no tienen lugar cuando se trata de vender una noticia. Una inquietante musa, cuya relación con Lou nos recuerda a una versión oscura del clásico de Hollywood, El Graduado. En una escena de la película, ella le alienta a perseguir más material gráfico; su personaje se vuelve fríamente hacia él y le dice: "piensa en nuestro noticiero como una mujer gritando corriendo por la calle con su garganta cortada."

Múltiples referencias, una explicación.

Comienza con un plano nocturno en una calle de Los Ángeles en la que podemos ver una pancarta publicitaria totalmente en blanco, esperando su anunciante, para que todas las miradas de los transeúntes terminen posadas en ella. Ese detalle inicial nos hará pensar sobre las formas que un periodista tendrá para sacar la noticia a la luz y así poder luchar, con ventaja, en la batalla de las audiencias. Se presenta como un presunto remedo de aquel personaje de la película de Sidney Lumet, Network, e incluso mantiene similitudes con un clásico del género, El gran carnaval (Billy Wilder). También se nos hace difícil no pensar en Taxi Driver (Martin Scorsese) e incluso en ese otro viaje nocturno, en taxi, por la ciudad de Los Ángeles que fue Collateral (Michael Man). Encontramos múltiples referencias, pero más interesante resultarán las explicaciones, sirviéndonos para la ocasión la película de Martin Scorsese, Taxi Driver.

                        Image and video hosting by TinyPic                                 A lo largo de su carrera, Jake Gyllenhaal se ha destacado por sus personajes torturados, e incluso extraños. Pero en Nightcrawler supera todas las expectativas, con la creación de un personaje inquietante y, a falta de una palabra mejor, espeluznante. Que yo recuerde, Lou Bloom es uno de esos protagonistas inusuales que he visto desde que Robert De Niro interpretase a Travis Bickle en Taxi Driver.

Bickle vivía en la era post-Vietnam una rápida modificación de las normas culturales, incluso viviendo en un año electoral; telón de fondo para las maquinaciones internas más siniestras. Al igual que Bickle, Louis Bloom es tanto un producto de su tiempo como un carácter intemporal. Manierismos peculiares de Bloom y comportamientos delirantes pueden ser atribuidos a una cultura, sobre todo a una en concreto que tiene en la televisión, especialmente la televisión violenta, como en los medios de comunicación, un campo abonado para aquellos espectadores con comportamientos extravagantes.

De hecho, rarezas del comportamiento de Bloom lo encontrábamos en Bickle. Ambos intercambian conversaciones incómodas y poseen unas ideas deformadas sobre la vida o la muerte. En Nightcrawler varios personajes, principalmente Nina (Rene Russo) y Rick (Riz Ahmed, que da una de las más agradables y apreciadas interpretaciones de la película) formulan observaciones sobre la incapacidad para comportarse con normalidad. A medida que la acción avanza vemos cómo Bloom fuerza a Rick en situaciones cada vez más incómodas y eventualmente peligrosas, utilizando el carácter egoísta mientras profesan tener su mejor interés en mente. Es más, no pasa mucho tiempo para que nos demos cuenta de que Bloom siente poca conexión con los que le rodean, lo que le causó a violar las fronteras sociales. Esto es, por supuesto, un sello distintivo de Taxi Driver.

También son dos personajes fruto de una especie de “generación perdida” que les ha tocado vivir. Travis Bickle es fruto de la guerra de Vietnam y, a consecuencia del insomnio que sufre, decide pasar las noches conduciendo un coche, mientras que Lou Bloom surge de la crisis que vivimos; a raíz de no encontrar empleo, se armará con una videocámara para grabar todo aquello morboso que encuentre a la noche, con el fin de vendérselo a una cadena de televisión.

-¡Tienes que grabarlo todo!

V3nganza (Taken 3): Aquí termina todo.

V3nganza (Taken 3): Aquí termina todo.

Liam Neeson es uno de esos intérpretes de prestigio que seguramente muchos lo relacionen con La lista de Shidler como primera opción, cuando se piense en el actor irlandés. Lo cierto es que su carrera ha sido tan larga que ha trabajado en casi todos los géneros (no le ubico en un musical ni incluso en comedias) pero en su madurez parece que los papeles que le reservan están inscritos dentro del cine de acción. 

-Si me pide un rescate, le diré que no tengo dinero, pero lo que sí tengo es una serie de habilidades concretas que he ido adquiriendo en mi vida profesional. Habilidades que pueden ser una pesadilla para gente como usted.

Hay un refrán que dice: “A la vejez, viruelas”. Curiosamente, más allá de personajes más o menos esporádicos en el género, su andadura comenzó con Taken dando vida a un agente de la CIA, retirado, forzado a la vida activa para rescatar a su hija de un complot internacional. La película Taken (Venganza) apadrinada por el francés Luc Besson, trasladaba al personaje a París, con una continuación Venganza 2: Conexión a Estambul.

-¿Tienes hijos?

-Dos.

-Y si te mato, ¿volverán para vengarse?

-Volverán.

-Vuelve a casa y disfruta de ellos y tus nietos. Tú puedes cambiarlo.

-¿Y tengo que olvidar al hijo que mataste?

-No, vivirás con su recuerdo como los padres de las chicas que secuestraste.


La primera entrega, la más destacada, nos introducía en los ambientes del personaje de Jason Bourne –aventuras cosmopolitas de acción, con espía desencantado como protagonista- pero con un aire familiar, propio de las películas de “papá” Besson. Lo dirigía Pierre Morel, conocido por ser el director de fotografía de films producidos o dirigidos por Luc Besson (Transporter, Arthur y los Minimoys), pero fue sustituido por Oliver Megaton para la segunda entrega (Venganza 2: Conexión a Estambul).

Non-Stop. Que no pare el espectáculo.

Gracias al impulso que supuso el díptico formado por Venganza y Venganza2: Conexión Estambul, Jaume Collet-Serra supo aprovechar el tirón que Liam Neeson está ejerciendo como personaje de acción maduro y cansado.  Alquien que, con ritmo trepidante y algunas concesiones del actioner al estilo Besson, ofrece al actor unos registros poco habituales. Pero bajo la batuta del director español, sus personajes se parecen más a los de Hitchcock e incluso a Polanski (Frenesí) que a los creados por las producciones EuropaCorp. 

En Sin identidad, Collet-Serra asumía todas las convenciones hitchckonianas posibles, el falso culpable, las amnesias y las rubias gélidas, e incluso cambiaba Berlín por París, acercándose a la cinta de Polanski citada, Frenesí. En Non-Stop, la influencia del maestro del suspense es palpable, aunque en esta ocasión sea Aeropuerto (George Seaton) y otras disaster movies aéreas, las principales referencias; eso sí, pasado por el filtro del 11S. Al final nos queda una película de suspense de "habitación cerrada" en pleno vuelo intercontinental.



Con sus aciertos y sus aspectos más débiles, todo está pensado para conducirnos en esta línea. Por ejemplo, para reforzar la sensación de encierro - y a pesar de ser una de las convenciones de las historias de misterio- se parte de la idea del falso culpable (que recae en el héroe de la función) mientras que el villano de turno se camufla tras unos oportunos mensajes del teléfono móvil, lo que hace virtualmente sospechoso a cualquiera de los pasajeros del avión. Con esto se crean unas conversaciones -vía mensajes de texto- que se logran dinamizar gracias a las pantallas ampliadas que corren en paralelo a la acción, de forma similar a cómo se realiza la serie Sherlock, con la que comparte no pocos puntos en común, sea dicho de paso.

Que el personaje sea un agente aéreo, cuya misión sea la de velar por la seguridad en pleno vuelo, hastiado de su trabajo y con miedo a volar, es sólo parte de ese ambiente con el cual, el director catalán presenta a su película. El personaje de Liam Neeson parte con una imagen inicial -la mirada borrosa, a causa de la bebida- que permite enfatizar esa confusión y terror que proyecta la idea "del enemigo que viene de dentro", muy próxima a la psicosis que vive la sociedad americana tras el 11S.

***

V3nganza es la innecesaria continuación de Taken, que levantase Luc Besson (como productor y guionista) si no fuera por los 20 millones que ha ganado el actor principal por su tercera incursión en esta saga.

-Se le busca por asesinato, su nombre es Brian Nills.

Se comenta que fue el propio Neeson quien impuso un cambio en el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen, con respecto a las dos entregas anteriores. Así vemos, por ejemplo, cómo la acción se traslada a los Estados Unidos y toma el tema del “falso culpable” que será perseguido hasta el final, por haber asesinado a su mujer. La primera referencia que nos puede venir a la mente es la película de El fugitivo, aquella protagonizada por Harrison Ford, pero aquí prácticamente terminan las coincidencias. En el film de Megaton no hay suspense, desde el primer momento intuimos al verdadero culpable a quién el personaje de Liam Neeson dará caza, mientras él mismo es hostigado por todo Dios.

-Si sigue con esto, la policía de Los Ángeles, el FBI y la CIA, todos irán a por usted.

-Buena suerte.

                     

De Neeson destacamos que al menos haya sacado los 20 millones en limpio por interpretar al personaje por tercera vez; del resto sólo sería mencionable la participación de Forrest Wittacker. La dirección es bastante descafeinada, como si se tratase de un discípulo menor de Luc Besson: las escenas de acción son bastante flojas (nada de esa energía de la primera entrega, dispuesto a torturar ante un interrogatorio) y se habla mucho –y mal-. De hecho, este es uno de los defectos del guión: se abusa del recurso de un tipo de thriller en el que los personajes verbalizan todo lo que va a suceder a continuación.

-A los 21 se alista en el Ejército, a los 23, en las fuerzas especiales, es un francotirador diestro, un maestro en los explosivos. No hay hoja de servicios, ni constancia de bajas. Nada. Este tío de aquí sabe cómo desaparecer.

¿Cómo podríamos cerrar esta crítica? Primero, esperando que realmente la saga concluya aquí o que al menos de pie para que Liam Neeson regrese al cine como los cinéfilos hemos estado disfrutando de él, tantísimo tiempo.

Escobar: El Paraíso Perdido.

Escobar: El Paraíso Perdido.

Andrea Di Stefano -actor italiano que había participado en El príncipe de Homburg (Marco Bellocchio) y en El fantasma de la ópera (Dario Argento)- debuta en la dirección y como guionista en un film sobre uno de los personajes más controvertidos a finales del siglo XX, el narcotraficante Pablo Escobar, personaje que logró reunir a tantos fervientes admiradores como detractores en su carrera criminal por el control del tráfico de la cocaína. Pero como película decepcionará, seguramente, a aquellos que busquen un film al estilo de biopic hollywoodiense marcado por los excesos y la violencia de este célebre narcotraficante colombiano. Su director, nos muestra un retrato familiar y cercano a su pueblo de quién fue el gran capo de la coca en Medellín y Bogotá, interpretado por Benicio del Toro.

En muchos aspectos, el cine actual es revisionista. Se revisan géneros, temáticas y estéticas, se recuerdan grandes clásicos y episodios de la historia, a través de personajes reales controvertidos, como el que interpretó a las órdenes de Steven Sorderberg, en aquel díptico sobre la vida de Ernesto Guevara, Che: El argentino y Che: Guerrilla.

-¿Sabes quién murió en este coche? Clyde Barrow y Bonnie Parker, Bonnie y Clyde.

El retrato del diablo.

Parecerá una obviedad: no es la primera película en la que se recrea una visión ficticia de personajes reales. Destacando dos apuestas diferentes, podría recordar El cartero y Pablo Neruda (Michael Radford), sobre el célebre poeta chileno, y Billy Bathgate (Robert Benton), centrada en el mafioso Dutch Schultz. Tampoco es el primer film en donde un “occidental” descubre el infierno en lo que parecía un paraíso exótico. Eso mismo sucedía al escocés que fue a Uganda con el deseo de conocer el país, para terminar intimando con el dictador y la violencia en torno aquel controvertido personaje (El último rey de Escocia).

Algo parecido sucede con el personaje principal de Escobar: Paradise Lost, Nick, un mochilero canadiense que en Colombia, conocerá a una chica, de quién se enamorará, sin saber que es la sobrina de Escobar, quién idealizaba la figura de su tío, como sucedía con la mitad del país.

-¿Cómo ganó tanto dinero tu tío?

-Con la cocaína, es uno de los mayores productores del mundo. Pero parte de ese dinero se lo da a los pobres.

-Es como Robin Hood.

-Es Robin Hood.

En su momento muchos pensaban que Escobar era un héroe para el pueblo más humilde, una especie de Robin Hood. Es un acierto, por parte del director, ese retrato ambiguo sobre Pablo Escobar que, mantuvo una “relación bipolar con Colombia”. Es verdad que construyó muchas obras benéficas para los pobres, campos de futbol, o un barrio entero llamado "Medellín sin tugurios", pero también es cierto que impuso la ley de "plata o plomo", por la que muchos miembros del gobierno, policía y militares colombianos o aceptaban la "plata" (dinero) o les caía una lluvia de "plomo" (balazos).

Hay una multitud de detalles que se inspiran en los sucesos verídicos de Escobar como otros que dan un mayor calado dramático a la historia. El contundente plano final en donde Nick y su hermano Dylan se encuentran en la playa soñada que, sin embargo, será el inicio de las ilusiones perdidas, es la primera secuencia a destacar. La otra es la amenaza de Escobar al propio Dios a través de un sacerdote estupefacto, que había mediado con el Gobierno en su entrega a la justicia. Como conclusión, reseñar la primera y última conversación entre Escobar y Nick, una de noche y presencial, mientras que la otra, de día, y vía telefónica. 

                         

Perdida. Durmiendo con su enemigo.

Perdida. Durmiendo con su enemigo.

Amy (Rosamund Pike) y Nick (Ben Affleck) son unos escritores talentosos, que forman un matrimonio casi ejemplar, al menos en apariencia. Pero en el día de su aniversario, ella desaparece y Nick pasa de ser víctima a verdugo. Con estas premisas, Perdida podría ser un thriller más de sobremesa sino fuera porque está rodado por David Fincher. Desde hace más de veinte años, y esta es su décima película, el realizador aparece como un gran narrador, demostrando su buen pulso para contar historias de asesinatos.

En un primer tercio, la película nos muestra cómo se conocieron los personajes pero también los problemas que fueron afrontando como matrimonio; todo ello contado en flashbacks. Pero pronto se añadieron otras cuestiones, como la influencia de los medios de comunicación a la hora de creer una estado de opinión concreta o una reflexión sobre la sociopatía. 

-La característica de un sociópata es su falta de empatía.

Nick y Amy vivían en un matrimonio en caída libre desde hace varios años, momento en el cual el personaje de Ben Affleck pasa de ser víctima a sospechoso por su forma de interpretar un papel de marido preocupado pero no desconsolado. De la temática encontramos referencias en algunas películas como sucedía en The Game (entre los hermanos Van Orton), en el trasfondo de “El curioso caso de Benjamin Button” y “Millennium: Los hombres que amaban a las mujeres”.  

 -¿Mataste a tu mujer, Nick? 


El argumento parte de una novela de Gillian Flynn, también autora de su guion, por lo que debemos pensar que la adaptación de David Fincher (acostumbrado a tomar historias ajenas) es mucho más que algo fiel a la atmósfera. Aún eso lo cierto es que no faltan los detalles del realizador-autor que aparecen como un inconfundible sello del director. Tras “El curioso caso de Benjamin Button”“La red social” y “Millennium: Los hombres que amaban a las mujeres” y de introducirse en el mundo de la televisión con la estimable “House of cards”, David Fincher compone con Perdida un sórdido micromundo (quizás su trabajo más cínico hasta la fecha) y nos abandona para retar a nuestra percepción con una película sobre la falsedad, los juegos y la sociopatía temas presentes en muchas de sus películas.

David Fincher, cuestiones sobre  un estilo personal.

Como otros grandes directores de su generación, como los hermanos Scott, Ficher comenzó su andadura en el terreno del videoclip y de la publicidad, dejándonos un estilo visual innegable pero no dirigido a crear piruetas audiovisuales vacías de contenido. Un interesante ejemplo lo encontramos en el montaje de la secuencia de la regata Henley en La red social.

Sus comienzos fueron similares a los de James Cameron. Su primera película fue una secuela (la tercera entrega de una saga –Alien- que comenzaron Ridley Scott y el propio Cameron) y tuvo que esperar a su segundo trabajo (Seven) para mostrarnos su inmensa capacidad cinematográfica y su estilo personal.  Pero su gran capacidad narrativa quedaría patente en una multitud de detalles que, de una forma u otra, aparecen en sus películas. La primera, y la más importante, es que cuenta con las obsesiones del mundo occidental, desde la representación de la cultura del miedo a la crítica del consumismo.

                  

-La llamamos la habitación del pánico. Un cuarto, un torreón de la Edad Medida, de paredes de hormigón, línea telefónica interna y sistema de ventilación.

En Panic Room, madre e hija se encuentran atrapadas en "la habitación del pánico" de su propia casa en Nueva York, una estancia oculta construida como refugio en caso de robo. La película era una reflexión del miedo que aparecía en muchos de sus trabajos, inclusive en Perdida. Lo mismo sucede con la crítica a una sociedad capitalista dirigida al consumismo autocomplaciente. Ikea y un espectacular monólogo a cargo de Brad Pitt aparecían en esa tesis de Fincher hacia el tema que era El club de la lucha.

-¿Entonces qué somos? Sólo somos consumidores. Exacto, el producto secundario de una obsesión con el nivel de vida. Los asesinatos, el crimen, la pobreza, me tienen sin cuidado. Lo que me molesta son las revistas de celebridades, TV con 500 canales, calzones con el nombre de un tipo. Rogaine, Viagra, Olestra. Al carajo con tus sofás y sus patrones de franjas Strinne. Yo digo que nunca estés completo. Yo digo que dejes de ser perfecto. Yo digo que hay que evolucionar. Pase lo que pase.

O en The Game.

-¿Qué se regala a alguien que lo tiene todo?


El amor a Hithcock en su cine es una constante, como también lo es la representación del juego. Hithcock y La huella de Mankiewich aparecían en una multitud de detalles en la citada película de The gane. El film es también un reflejo de la falsedad y de la trampa llevado a la propia narrativa de la película, quedando como ejemplo su final. Ese truco-trampatojo de The game podría ser un ejemplo de cómo es el propio cine de David Fincher, citando las palabras del crítico Hilario J. Rodríguez: “busca riesgos entrecomillados” (Arquitectura fílmica”, Dirigido por… nº 311, Abril de 2002, pág. 21). Busca rentabilizar al máximo su cine, restando los riesgos que pudiesen surgir en sus películas por lo que suele contar con las máximas estrellas del momento y del apoyo de una “major”.

Para terminar con su interés por la psicopatía, presente en su primera película más personal, Seven.

-Pereza, ira, soberbia, lujuria e envidia. Siete, en total. Prepárate para siete crímenes más.

En Perdida o en Zodiac.

-Me gusta matar a la gente porque el hombre es el animal más peligroso que existe.

Malditos bastardos: Un spaguetti-western nazi.

Malditos bastardos: Un spaguetti-western nazi.

- Yo robo de todas partes, los grandes artistas roban, no hacen homenajes.

Quentin Tarantino.

 Jean-Luc Godard podrá gustar más o menos, e incluso nada, eso depende de cada cuál. Pero con independencia de la opinión que cada uno tengamos, de lo que no cabe duda es de su importancia en el cine contemporáneo. No quería empezar parafraseando sin sentido, sino por una sencilla razón: todo el cine actual puede considerarse godardiano. El cine de Godard, sobre todo el que rodó durante las décadas de los sesenta y setenta, es esencia de cine hecho a base de cine o de retales de otras películas. Así, podemos comprobar cómo gran parte de la cinematografía actual (señalando un 90% me quedaría corto) es un cine hecho a base de retales.

 En el caso de Quentin Tarantino, Godard debe estar arrancándose los rizos de la calva, porque en este nouvellevaguista cachondo prima la reivindicación de las formas pulp a lo DJ desbocado por encima de sus líneas argumentales. Tarantino copia, y eso no es una novedad, mezcla toda aquello que le gusta para que el resultado sea espectacular: violencia, explosiones, chicas guapas peligrosas y los malditos bastardos.

 ¿Qué toma prestado el bueno de Quentin para la película? Empezamos por el título. “Aquel maldito tren blindado” (‘Quel maledetto treno blindato’), cuyo título internacional fue ‘Inglorious Bastards’. Pero Malditos bastardos es también una película que bebe de Sergio Leone —buena parte del cine de Tarantino bebe de la obra del director de ‘La muerte tenía un precio’— o Hitchcock, como toma directas alusiones al cine de Leni Riefenstahl, Henri-Georges Cluzot —en la marquesina de un cine puede verse el título de ‘El cuervo’—, o Chaplin. Así, vemos cómo desde  ‘Pulp Fiction’ le pierde la serie B y el exploitation, lo bizarro, lo cutre y lo exótico, como queda bien claro por todos los homenajes (o plagios, según el observador) que nutren su cine.

 - ¿Sargento Hugo Stiltzit? Soy el teniente Aldo Raine, ellos son los Bastardos. Somos unos admiradores de su trabajo, en lo de matar nazis ha demostrado talento, y yo me precio de tener buen ojo para ello.

 En esta ocasión, cambia un par de letras del título en inglés de  Aquel maldito tren blindado, de Enzo G. Castellari, como excusa para esta recreación ficticia de la Segunda Guerra Mundial, una especie de spaghetti-western nazi. Los bastardos es una unidad del ejército americano, compuesta por soldados judíos, que opera en la Francia ocupada. Los dirige, un violento y desgarbado Brad Pitt, el teniente Aldo Raine, un salvaje cazanazis. Junto a él, podemos reconocer a algunos compinches de Tarantino, como Eli Roth, y secundarios como Mike Myers. Sin embargo, el personaje mejor presentado del filme y el más tarantiniano es el Coronel Landa, interpretado por Christopher Waltz.

- ¿Usted es el caza judíos?

- ¡Esto es un bingo! ¿No lo decís así?

- Solo bingo.

  Ver al personaje del caza-judíos comparando las ratas con las ardillas o con esos diálogos, ya te pone en preaviso de que no vas a ver una película de guerra normal.

 - Verás, si pudiera definir qué atributo comparte el pueblo alemán, diría que el instinto depredador de una ardilla. Pero si me preguntan por los judíos, diría que los judíos comparten los atributos de la rata.

                             

 Sin embargo, es la trama lo que haría a un espectador riguroso clamar como si se tratase del propio Hitler: “¡nein! ¡nein! ¡nein! ¡nein!”. Gira en torno a un plan aliado para hacer saltar por los aires una sala de cine parisina donde líderes nazis –incluido Hitler- asistirán al estreno de una película propagandística del Tercer Reich. Claro, el filme es puro entretenimiento. 

- Entraremos sobre Francia, vestido de civiles, con un solo objetivo, ni uno más, matar nazis. Cada hombre bajo mi mando me traerá cien cabelleras nazis. ¡Y quiero mis cabelleras!

 Más que una película sobre la Segunda Guerra Mundial, trata sobre los filmes que la han abordado. Se ha hablado mucho de la conexión con Doce del patíbulo, pero apenas hay referencias a esa película y sí a Sergio Leone y Sam Peckimpah. El estilo de Tarantino es muy spaghetti western: sus escenas son distendidas hasta que estalla la violencia, de repente. De nuevo, su cinefilia se apodera de la historia, pero además de las referencias desbocadas, hay una reivindicación del poder del cine, que Tarantino despliega con unas peripecias argumentales. El cine se ve como arma, sueño colectivo o propaganda. En este sentido, destaca Oshana, interpretada por Melaniè Laurent, que comparte con otros personajes tarantinianos, el sentido de venganza.

 - Marcel, querido, vamos a hacer una película especialmente para nazis.

  Toda la misión está diseñada para intervenir en el estreno del filme Soltz der Nation; el Teniente Hicox es requerido por sus conocimientos cinematográficos, y el juego que tiene lugar en el café está lleno de referencias cinematográficas, empezando por King Kong. Pero además, el propio Tarantino se reinventa. Una prueba de esto son los cinco capítulos en que divide la película, culminadas con una escena violenta, que son precedidas por larguísimas secuencias de personajes hablando entre sí, y en cuatro idiomas. Hay, sin embargo, diferencias entre el texto y el ritmo de Reservoir Dogs, Pulp Fiction y esta. Viene apoyada por una introducción de cuentos de hadas en los títulos de crédito: “Érase una vez, en la Francia ocupada…”, con una escena inicial que es una pequeña joyita a cargo de Tarantino. El coronel Landa visita una granja francesa donde, presuntamente, se ocultan judíos. La escena, repleta de diálogo, es para el director una cumbre personal de su carrera, después de la “siciliana” introducción  que abría Amor a quemarropa, su primer guión.

 Pero se trata de una película irregular. ¿Los mejores momentos? El inicio, al más puro spaghetti western, la escena del café y el coronel Landa. Lo peor, los personajes que se enfundan en los malditos bastardos. Película que puede llevar a engaño, porque la caza de los nazis por ellos, apenas supone veinte minutos de metraje, sin duda lo más flojo del filme.

 

Oldboy. Spike Lee reinterpreta un film de venganzas asiáticas.

Oldboy. Spike Lee reinterpreta un film de venganzas asiáticas.

Hay quienes nos solemos  alarmar por cosas que se nos escapan de la razón: ¿Está  Hollywood falto de ideas y por eso se lanza a versionar todo tipo de películas, ya sean clásicas, europeas o asiáticas?  Llega Oldboy, dirigida por Spike Lee, una película que puede resultar interesante, si no has visto la original.

-El cadáver de Donna Hawthorne ha sido descubierto y el principal sospechoso es Joe Doucett, el ex  marido de la víctima y padre de la hija superviviente.

 Joe Doucett (Josh Brolin) es secuestrado durante veinte años. Cuando por fin lo liberan, se lanza a la búsqueda de los responsables, para terminar descubriendo que sigue estando en el centro de una conspiración.  El proyecto americano estuvo en liza durante más de cinco años y tuvo como primera propuesta a Steven Spielberg y a Will Smith como realizador y protagonista, respectivamente, antes de caer en manos de Spike Lee como director y a Josh Brolin, con el personaje del vengador que en su día fue interpretado por Choi Min-sik. Ahí llegan las primeras dudas: ¿Por qué Spike Lee se atreve con dicho proyecto tan alejado de lo que forma el grueso de su cine? Sobre todo, teniendo en cuenta que no había dirigido ninguna película desde hace una década, desde Plan oculto: otra película –dicho sea de paso- también alejada de sus parámetros cinematográficos.

¿El fin de una era?

Parecía poco probable que este tipo de películas se cruzase en la carrera de Spike Lee, cineasta que durante las dos últimas décadas ha dirigido su atención a los barrios bajos neoyorquinos. Pero que ha sufrido, al igual que a otros directores de renombre –Oliver Stone, Kenneth Branagh o Steven Sorderberg- un proceso de reclusión después de intentar revolucionar el lenguaje cinematográfico y fracasar, por la tremenda marea del cine mainstream. Podemos recordar que Kenneth Branangh fue, en su momento, el gran amante de las letras de Shakespeare y que terminó haciendo films sobre superhéroes: “Thor” y una de acción  al estilo “Jack Ryan” o el caso de Steven Sorderberg de quién no queda nada del entusiasmo indie de sus primeras películas: “Sexo, mentiras y cintas de video”, con su taquillera saga de Ocean´s y sus últimos trabajos que ni siquiera han podido contar con el apoyo de una productora: la muy interesante Behind of Candelabra.

El mismo panorama de “juguete roto” es el que está viviendo Spike Lee, relegado a tv movies y miniseries, y en el mejor de los casos, a encargos como Plan oculto, demostrando lo difícil que es esta profesión.

 ¿Remake o reinterpretación?

Creo que da casi vergüenza ajena tener que recodar a Lee que se trata de un remake en toda regla, a pesar de que al director le moleste que Oldboy sea considerada como tal, y no una reinterpretación. No ayuda a la opinión de Spike Lee, sobre su película, la presencia en el guión de Mark Protosevitch, auténtico especialista en escribir nuevas versiones como atestiguan –Soy leyenda (Fancis Lwarence) y Poseidón (Wolfgam Petersem-). Ahora bien, ¿por qué tendría que pedir disculpas? Una parte de la crítica lo ha destacado y parece olvidar que Park Chan Wook filmaba Stoker, una “reinterpretación” del estilo de Alfred Hitchcock y de una de sus películas: La sombra de una duda. O que incluso, Old Boy era un remedo del estilo de Quentin Tarantino. Lo que llama la atención, es su nueva película conociendo la trayectoria del cineasta de Atlanta, criado cinematográficamente en Nueva York.

-Me importa un carajo lo que diga Spike, Tarantino tenía razón, el negro es sólo una palabra. Y si el lo usaba tan a menudo, ¿por qué yo no?

-Yo preferiría que no lo utilizaras ante mi presencia.

También sorprende por las declaraciones que ha vertido a lo largo de los años contra el cine de Tarantino, lo que hace mucho más extraño aún su interés por Old boy, película que fue premiada en el Festival de Cannes  -con un jurado presidido por el bueno de Quentin-, siendo bien conocida la admiración que Tarantino siente por Park Chan Wook.

Sin importar el motivo por el que Spike Lee decidió embarcarse en este proyecto, la verdad es que la cosa no le ha ido del todo  bien, aunque siendo justos si hay ciertos detalles muy suyos, por ejemplo, la participación de Samuel L. Jackson. Es cierto que han estado distanciados, convirtiéndose en uno de los actores fetiches de Tarantino y llegando a discutir sobre la película Djiango Unchained, pero Spike Lee fue uno de los cineastas que catapultaron al actor en films como  Haz lo que debas o Aulas turbulentas.

-Cuando me despierto me han cortado el pelo, no me gusta el estilo. También me han cambiado de ropa y de Zapatos.

Old Boy comenzaba con una idea totalmente innovadora con un agresor  -el protagonista- agarrando a un individuo, que pensaba lanzar al vacío, al menos el tiempo suficiente como para contarle lo que sabía de su pasado. Se trata de un hombre cualquiera a quien le confinaron en una habitación durante quince años y sin motivos aparentes. Más tarde, sería liberado, con lo que se produce la búsqueda de sus captores, para calmar su sed de respuestas y venganza.

Aquella historia estuvo inspirada por el manga de Tsuchiya Garon y Minegishi Nobuaki y que, a su vez, representaba una actualización de la clásica novela de Alejandro Dumás “El conde de Montecristo”. Formando parte de una trilogía, junto con Sympathy for Mr. Vengance y Simpathy for Lady Vengance.

-¿No soy el monstruo que esperabas encontrar? Pero no te podré responder si haces eso, perderías quince años de curiosidad.

Acción y suspense rodada de una forma tan novedosa que lograría la admiración de la crítica y público internacional. Pero Park Chan-wook planteaba cuestiones filosóficas, por lo que la película transcendía por su calado reflexivo, inédito.

-Ríe y el mundo entero reirá contigo, llora y lo harás solo.                  

La diferencia es que Old Boy, sin llegar a ser una obra maestra, si es una de las más destacadas películas del cine coreano contemporáneo; cine en boga en los últimos años. De hecho, el estilo que creó el director en la  película ha sido imitado por otros realizadores sudcoreanos, sin la misma proyección y algo más que olvidables. En el caso del film de Spike Lee, si no fuera por el trabajo de sus dos actores principales –Josh Brolin y Elisabeth Olsen-, la película  pasaría desapercibida por ser lo que es: una mediocre reinterpretación de un título clásico, sobre todo por su original tratamiento visual y los mil y un detalles que vertió Park Chan-Wook en la película y que desaparecen en su remake americano.   Spike Lee coge la misma historia y casi los mismos planos, pero nos lo pasa vacío de contenido, convirtiéndola en una película de género, sin más pretensiones; de forma similar a ese film de robos que fue Plan oculto.

-Mi colega me dice que te forras o la palmas. Te dan un millón de puntos por robar un banco.

-¿Y eso te parece guay?

-Eh tío, que tu también estás dando un palo.

Si no conocéis ambas películas, juzguen si se trata de un remake o reinterpretación, por estas parejas de fotogramas tomadas como ejemplo.