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Ciencia-ficción.

¿Real o ficción? ¿Sueño o realidad?

¿Real o ficción? ¿Sueño o realidad?

 El género de la ciencia-ficción ha sido una gran plataforma del séptimo arte capaz de transportarnos a todos esos mundos alternativos, ya sean reales o ficticios, que podamos imaginar. Uno de los viajes alternativos más interesantes sería al mundo onírico, visitado por el cine desde todos los formatos posibles. Siendo una fábrica de sueños, el séptimo arte se ha ocupado en numerosas películas de los reales, pero ya sabemos que por muy jugosos que sean estos sueños tienen a un equipo de talento detrás. Así que en el cine, nos encontraremos con casi cualquier cosa.

 Ha reflejado hasta qué punto la imaginación transforma la realidad, cuando nos introducimos en un mundo onírico. Si la inmovilidad física obligaba a la creación de mundos alternativos, para poder escapar del espacio reducido en el que viven (Mar adentro, Alejandro Amenabar), el cine también demostraba cómo los sueños pueden ser un lugar donde se puede acceder realmente (Origen. Christopher Nolan)

 - Estás en medio del taller, en realidad. Durmiendo. Es tu primera clase de sueños compartidos.

 Pero una distorsión de la realidad, a causa de la mente enferma, da un enorme juego en la pantalla gracias a un interesante recurso narrativo de su director, como hacía Martin Scorsese en Shutter Island.

 - ¿Quién conoce la verdad?

- Todo el mundo.

- ¿Las enfermeras, los celadores? Es imposible que lo sepan.

- Todo el mundo, ¿comprende ahora por qué no pueden dejarle marchar?

 El canadiense David Cronenberg, acostumbrado a explorar el mundo interior, dedicó algunas de sus películas a tratar las relaciones que existían entre la ficción y la realidad, sobre todo en el film ExistenZ. Una subjetiva y cambiante percepción de la realidad. Desde Nirvana, El cortador de césped o Días extraños, a otro de los trabajos del propio director, Videodrome, se plantea en el fondo el mismo tema que el film de los hermanos Wachosky. Los avances de la tecnología permiten replantear aquella metáfora orgánica de una manera casi literal: en el universo virtual de los videojuegos, la realidad, o más bien, la percepción de ella y de nosotros mismos es algo subjetivo, cambiante, sujeto a las reglas de la partida. Lo real no es algo absoluto sino que depende siempre de cómo lo construyamos. Es un tema casi filosófico y que, al fin y al cabo, tiene mucho que ver con el cine, que construye un mundo propio.

 No vamos a decir que toca un lugar común en la literatura española, pero sí un tema recurrente desde Calderón de la Barca (La vida es sueño), pasando por Unamuno (Niebla). La última obra citada, es la referencia no confesa de Más extraña que la ficción, en cuya película, Will Ferrell interpretaba a un inspector de hacienda, de costumbres kafkianas, que descubre que es un personaje de una novela, por lo que acaba revelándose contra la escritora que va perpetrando su destino.

- Harold estaba realmente desesperado y maldecía al cielo, en vano.

- ¡No es verdad, te maldigo a ti, voz estúpida! ¡Cállate ya y déjame en paz!

Puestos a explorar una mente ajena, habría que recordar la lambicada Cómo ser John Malkovich, dirigida por Spike John, en torno a un viaje alucinante por los vericuetos interiores de un actor encantado de haberse conocido.

Cameron Díaz: “No lo acabo de entender, no existe, no existe, ninguna puerta o agujero que conduzca al cerebro de nadie!”.
John Cusak: “Sí, sí que lo hay. Al cerebro o al alma o a lo !que sea. Yo estuve dentro de John Malkovich mirando hacia fuera”.

La recreación de la vida de un personaje dentro de un mundo minuciosamente construido y descrito, y sus comprensibles reacciones hacia el demiurgo o el gran hacedor que rige su destino evoca inevitablemente a las peripecias mediáticas del actor Jim Carrey, en la estupenda película de Peter Weir El show de Truman.

- Puedes hablar, te escucho.
- ¿Quién eres?
- Soy el creador del programa de televisión que llena de esperanzas y felicidad a millones de personas.

Evidentemente, el género predilecto sea el de la sci-fi; el mundo de los sueños ha estado presente en una multitud de propuestas, con el autor Phillip K. Dick como principal referencia. Películas como Desafío total (Total Recall) hacen alusiones a los sueños, pero también otras no escritas por él, pero con un claro estilo dickiano como Dark city (Alex Proyes) o Matrix, ese juego hiperrealista de los hermanos Wachosky que nos vendían el mundo como un gran invento, o a lo sumo, como un sueño.

- ¿Alguna vez has tenido, Neo, un sueño tan real que pareciese real? ¿Qué ocurriría si no pudieras despertar de ese sueño? ¿Cómo diferenciarías el mundo de los sueños del mundo real?

                          morfeo_matrix

Los informáticos de Matrix y compañía nos enseñaron que la mejor forma de visitar otros mundos era a través de un ordenador. Al final resulta que la vida es una creación virtual y no somos más que un mal sueño de unos señores del futuro que no paran de dar la lata. Quién sabe, a lo mejor los chicos de Matrix tienen razón y este mundo solo es un sueño.

¡Atento a las pantallas!. Revisión de un género clásico de la ciencia-ficción. Parte 1ª.

¡Atento a las pantallas!. Revisión de un género clásico de la ciencia-ficción. Parte 1ª.

  Como se puede observar, la ciencia-ficción no sólo no ha decaído desde sus primeras representaciones en el celuloide como Viaje a la Luna (George Meliés) o Metropolis (Fritz Lang), sino que el cine no ha dejado de reflejar la preocupación del ser humano por lo que nos deparará el futuro, articulando muchas de las tramas de algunas de las películas más taquilleras de los últimos años. Los más freaks del género no tienen excusa: zombies, robots y alienígenas amenazan con llenar las salas; lo que da ocasión para repasar un género que ha interesado al séptimo arte desde sus primeros compases, aunque fuese en los años cincuenta cuando fue reivindicado como tal.

 "Es hora de que corra la voz. La voz de... pánico".

 La ciencia-ficción encontró campo abonado en el miedo y la psicosis de la era atómica, la amenaza roja, el terror al holocausto nuclear y las consecuencias de la carrera espacial, que estaban muy presentes en un nuevo género que se inició en 1951 con dos obras maestras.

- No nos interesan los asuntos internos de vuestro planeta. Pero si amenazáis con extender vuestra violencia, la Tierra quedará reducida a un montón de cenizas.

     

Con Ultimatum a la Tierra, Robert Wise, se adelantó a la previsible utilización política del género para alertar sobre las consecuencias del armamento nuclear. Homenajeado por Tim Burtom, en Mars Attack, sus espectaculares efectos especiales quedaron grabados en el subconsciente de varias generaciones.

- Por fin hemos cazado uno.

- ¡Un platillo volante!.

- ¿Pueden ver algo desde el hielo, desde donde están?

- Sólo el contorno. Yo sólo veo una masa oscura. Parece completamente liso, ni puertas, ni ventanillas.

El enigma del otro mundo es la otra gran obra seminal del género. En ella Christian Niby relata la odisea de un grupo de investigadores que descubren un platillo volante enterrado en el hielo antártico. Antecedente claro de Alien, El enigma de otro mundo, tuvo un más que digno remake de la mano de John Carpenter, con The Thing (La cosa). El filme inició el ciclo de "filmes de criaturas", en los cuales alienígenas y mutantes monstruosos amenazaban con el futuro de la civilización. Otro de los filmes en esta línea, La masa devoradora, era el paradigma de las películas bobaliconas de serie B. Pocas veces se ha visto en el cine (desde Stuff, el yogur asesino y la saga de los tomates homicidas) algo tan ridículo como una masa de gelatina roja llegada del espacio exterior que devora humanos. Sobre todo cuando es Steve McQueen el encargado de detenerla bajo la dirección de Y. S. Yeaworth. Hoy se recuerda la película por su eslogan. "Corre, no andes, cuando huyas de la masa".

Precisamente fue Carpenter el encargado de actualizar otro de los clásicos de los años sesenta, El pueblo de los malditos, cuyo original anunciaba el final del ciclo extraterrestre. Todas las mujeres de un pueblo se quedan embarazadas repentinamente y dan a luz a una raza de extraños bebés.

- La pregunta que os iba a hacer es: ¿sabéis si existe vida en otro planeta?.

Los años cincuenta fueron una década de pánico tecnológico, pero también de la amenaza comunista. El Comité de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy aterrorizó durante años a civiles inocentes en su afán por buscar Rojos hasta debajo de la cama, contagiando su paranoia a una nación entera. La obsesión anticomunista de los americanos no tardó en llegar a Hollywood e historias de comunistas infiltrados empezaron a colarse en los cines, a menudo maquilladas con elementos sobrenaturales propias de la ciencia-ficción.

- Deje que trate de explicárselo todo, estamos ante un misterio.

- Por supuesto. Y extraordinario. ¿De quién es el cadáver y dónde está ahora? Un misterio completamente normal.

En el McCarthismo y la caza de Brujas encontramos el componente ideológico de la primera adaptación, a mediados de los años cincuenta. De impecable factura técnica, muy superior a los standars de la época, la obra de Don Siegel no necesitaba describir entre líneas que la ideología del invasor es la del enemigo comunista, pero eso sí, muchos observaron en su historia el contexto de los primeros compases de la Guerra Fría.

- De repente, cuando estéis durmiendo os absorberán vuestros cerebros, vuestros recuerdos y volveréis a nacer en un mundo sin preocupaciones en donde todos serán iguales.

- ¡Vaya un mundo!.

En este sentido, La invasión de los ladrones de cuerpo es uno de los títulos inaugurales de una manera de plasmar esta psicosis que sería imitada hasta la saciedad, tanto que se hicieron diversas secuelas de este clásico dirigido por Don Siegel. Si fueras alien (léase, comunista) y quieres invadir la Tierra (o los Estados Unidos), ¿por qué exponer tus platillos volantes a las flamantes armas nucleares humanas?. En un film anterior, Ultimatum a la Tierra, Robert Wise ya había previsto un tema similar, la llegada de alienígenas a nuestro planeta, aunque con un sentido marcadamente diferente, pues Klaatu (el visitante) y Gort (el robot que le acompañaba) no venían a destruir la vida en la Tierra sino a advertirnos del peligro nuclear.

De ahí que la nueva propuesta sea la de una invasión lenta y encubierta, infiltrándose discretamente en la sociedad, eligiendo para ella una ciudad pequeña y tranquila, como Santa Mira, California, en la cual iban a llevar a cabo un plan tan diabólico como eficaz, reemplazar a los ciudadanos, de manera lenta pero sin riesgos, por clones cultivados en vainas especiales. De este modo, los seres humanos serían absorbidos por una masa homogénea sin sentido del humor, ambición ni humanidad (veáse el comunismo). En este sentido, la escena en la que Kevin McCarthy descubre una vaina que contiene su cuerpo a medio clonar es escalofriante, como también es muy representativa la última escena de la película, cuando le personaje principal llega a la autopista, después de una larga persecución y detiene a gritos a unos conductores.

- ¡Ya están aquí! ¡Tú eres el siguiente! ¡Eres el siguiente!.

 

¡Atento a las pantallas!. Revisión de un género clásico de la ciencia-ficción. Parte 2.

¡Atento a las pantallas!. Revisión de un género clásico de la ciencia-ficción. Parte 2.

El género evolucionó retomando las mismas claves y temas.

Recreación idéntica a la Invasores de Marte, adaptación que Tobe Hopper hizo del clásico de William Cameron Meice, Invasors from Mars. Los antecedentes inmediatos del texto de Jack Finney están, igualmente, en Vinieron del espacio (Jack Arnold) y El hombre del planeta X, de Elgar G. Ulmer.

- No queremos hacer daño a nadie.

- ¿Qué habéis hecho con ellos?

- Sus amigos están vivos, no les haremos ningún daño si hace lo que queremos.

 El gurú de la ciencia-ficción, Ray Bradbury y Jack Arnold nos presentaban en Vinieron del espacio, a unos peculiares habitantes de otro mundo que llega a Estados Unidos, en esta ocasión a Arizona. Esta vez, no se trata de invadir nuestro planeta, sino de querer volver a casa. Son unos extraterrestres de aspecto bastante desagradable, por lo que deciden tomar la imagen de algunos lugareños, a los que acechan con su visión 3D, lo que hace que la gente se comporte de una forma extraña.

 En este sentido, es la primera vez que se explora la posibilidad de que los alienígenas adopten la forma humana como forma de camuflaje, mientras que en El hombre del planeta X, el ser humano es dominado por un rayo de efectos hipnóticos.

- Nos exponen a un rayo, exponiéndose durante horas. 

En ninguna de estas dos obras seminales existe mensaje anticomunista, pero si un clima de amenaza exterior y del peligro tecnológico, que se concreta en Invasores de Marte. En la obra de Cameron Menzie, la dominación mental se logra a través del implante de un chip, curiosamente de color rojo, de este modo la amenaza Roja se vuelve literal en una cinta en que unos cutres marcianos, que bien podrían resultar gaditanos en Carnavales, abandonan su polvoriento hogar para colonizar el nuestro. Cuando una nave espacial se estrella en la Tierra, el único testigo, un niño, David (Jimmy Hunt), no tarda en darse cuenta de que todos los adultos empiezan a comportarse de manera extraña. Manteniendo un patrón similar al clásico de Don Siegel, Los invasores de los ladrones de cuerpo se centraba en la psicología de la paranoia, mientras que este filme de C. Menzie despliega un auténtico festín de pirotecnia en tecnicolor.

Invasores de marte ppal

Estas primeras obras, como el recurso de las vainas, se extendieron por los años cincuenta creando un género bien definido, que escondía con mayor o menor sutileza, ideologías que iban desde el anticomunismo al pacifismo o la complacencia descerebrada de la serie Z. La posibilidad de vida inteligente en Marte, defendida científicamente por el astrónomo norteamericano Percival Lowell fue aprovechada por el novelista de ciencia-ficción H.G. Wells para escribir La Guerra de los Mundos, hipotética invasión marciana en la Tierra. Muy probablemente, por esta vía, llegó al cine la temática. Si bien, no podemos olvidar que ya Meliè, en su Viaje a la Luna, retrataba la vida extraterrestre. Sus helenitas, agresivos saltimbanquis, armados con lanzas, distaban mucho de los sofisticados y futuristas marcianos de Yajov Prokajanov, todo un clásico del cine mudo. Aelita, la primera película soviética de ciencia-ficción, es toda una rareza del cine mudo. Explicaba porque en los años cincuenta la amenaza de invasión marciana parece una metáfora de la amenaza comunista. Aelita, película fiel al formalismo ruso y a las tendencias artísticas de la época, plantea la posibilidad de que los marcianos solicitasen la ayuda de la Tierra, en concreto, de los soviéticos, ante la tiranía de uno de sus líderes. De hecho, los soviéticos envían una embajada para expandir su revolución en el planeta rojo.

                                       

Quizás por la cercanía o por el color del mismo, la amenaza siempre llegaba de allí. Así lo refleja, el cómic, la literatura y la cultura popular norteamericana, hasta que en octubre de 1938, Orson Welles, con su retrasmisión radiofónica de La guerra de los mundos, hizo cundir el pánico en el Estado de Nuevo York.

- Conectamos para retrasmitir desde Wilson Grein, en Nueva Jersey, en donde el aterrizaje de centenares de naves espaciales no identificadas, confirman la invasión a gran escala, de la Tierra, por los marcianos. 

La adaptación al cine de la novela de H. G. Wells sólo era cuestión de tiempo. La primera llegó en los años cincuenta y sus efectos especiales ganaron un Oscar, algo que consiguió Steven Spielberg, con su cuestionado remake. Su dirección corrió a cargo de Byron Haskin, especialista ya de las adaptaciones literarias, sobre todo de las obras de Julio Verne, con quien había coqueteado con la ciencia-ficción en Viaje a la Luna

- Pero, coronel, ¿no deberíamos disparar?

- Es un buen medio de persuasión. Trate primero de comunicarse con ellos, ya habrá tiempo para disparar.

Siempre rentables las inversiones alienígenas fue una de las temáticas preferidas de la serie B. Alardeando de los adelantos de los efectos visuales creados por George Pal y Ray Harryhausen, a pesar del escaso presupuesto de las películas, eran presentadas como superproducciones, propias de estudios como Alliad Artist y Alliad International Picture, conocida por las siglas AIP. Los directores más importantes de la AIP eran Ben Gordom, y sobre todo, Roger Corman, el considerado Rey de la Serie B, un especialista de Poe, con Vicent Price como protagonista, que también cultivó la ciencia-ficción. Plan 9, desde el espacio exterior; Los adolescentes del espacio; o Conquistaron el mundo, fueron títulos representativos que pusieron de manifiesto su deficiente calidad técnica de la gran mayoría de las producciones del género. Las carencias son suplidas con ingenio y lo paupérrimo fue considerado como una forma artística. 

- La perfección no es ningún regalo que sea externo a nosotros, pero el hombre cuando busca esa perfección sólo encuentra muerte, fuego, pérdidas.

El Universo, escenario de la ciencia-ficción.

El Universo, escenario de la ciencia-ficción.

- ¿Cómo se sienten, caballeros, al disfrutar de una vista que ningún ser humano ha contemplado jamás?

  De La Tierra a la Luna (Byron Huskon).

Ya se trate de explorar el ser humano, viajar al interior de la Tierra, hasta llegar a su centro, -con todo el magma o una realidad paralela-; sumergirse en las profundidades del mar o burlar las barreras entre la vida y la muerte, los viajes a lugares remotos, vedados al común de los mortales, satisfacen el interés de todos nosotros por desvelar sus misterios y por mostrarlos algo más de cerca, como hacía en el film de los años treinta, La vida futura.

- El hombre no tiene reposo, tiene que continuar conquista tras conquista. Primero este planeta con sus cientos de obras, y todas las leyes de la mente y de la materia que lo engloba. Luego, los demás planetas, y por fin, hacia la gran inmensidad y a las estrellas.

 El universo, infinitamente virgen, infinitamente vedado al conocimiento humano, es de los pocos decorados naturales que, hoy y siempre, ofrecen carta blanca a la imaginación de los cineastas.  Andréi TarkovskyStanley KubrickSteven SpielbergGeorge LucasRidley ScottFritz Lang,  Robert Wise y otros muchos hicieron del Universo un escenario único en los que explotar la imaginación y el deseo humano de conocer lo desconocido. “Estamos dentro de una máquina viva”, decía el personaje de Spoke, uno de los más peculiares vistos en la particular saga de ciencia-ficción y viajes estelares, Star Treck, creada en sus inicios por Robert Wise. También el cine comercial ha encontrado en el espacio exterior los focos de amenazas que ponen en peligro la integridad del planeta, lo que ocurre en una multitud de cintas, por ejemplo, en Deep Impact o Argmagedon. Pero como caldo de sugestión, sirvió de contexto para un centenar de películas fantasía y aventuras, filmes de las que han salido todo tipo de imaginativos seres y trabajados argumentos, que algunas veces se han servido de ininteligibles explicaciones seudocientíficas para aclarar algunos de los viajes que se les ocurrían a los guionistas, desde Planeta Prohibido, a Starman de John Carpenter u Horizonte Final, del que recogemos lo siguiente:

- Se utiliza un campo magnético rotatorio para concentrar un estrecho algigravitacional que sucesivamente pliegue el espacio-tiempo de acuerdo con la dinámica de tensores de buey hasta que la curvatura espacio-temporal se haga infinitamente amplia, produciendo una singularidad.

Y aún así, sin entender nada, nos lo creemos todo, colaborando con nuestro entusiasmo al hecho de autoengañarnos. ¿Nunca se ha preguntado nadie cómo se podían oír los disparos láser de las naves espaciales, como en la serie La guerra de las galaxias, si en el espacio no se propagan las ondas de sonido? Pero, por otro lado, ¿se podrían imaginar esas secuencias totalmente mudas? Esto es una parte de la magia natural que surge de esta caja de los sueños que llamamos cine, que despierta en nosotros no pocas elucubraciones.

- Puede que haya un planeta igual que este y que exista alguien que nos esté fotografiando en estos momentos.
                       Contact
El descubrimiento de otros planetas es uno de los referentes más importantes y que producen más reflexiones, a parte del pulso que mantienen la ciencia y la religión. Lo que se reflejaba en una de las películas más originales en este sentido: Contact de Robert Zemekis.

- Para lograr esto, estás dispuesta a dar tu vida, dispuesta a morir por ello. ¿Por qué?
- Verás, desde que tengo memoria he estado buscando el motivo, la razón por la que estamos aquí. Y si esta es una forma para encontrar una pequeña parte de la respuesta, yo creo que merece una vida humana.

En el espacio, los personajes de todas películas citadas pueden encontrarse con lo que parecen respuestas a las cuestiones existenciales, de forma de vida inteligente, experiencias extrasensoriales e incluso contactos con materias que tienen influencias con nuestro interior, como ocurre en 2001, cuando encontraron en la Luna uno de los monolitos.

 - Supongo no tenéis ni la menor idea de lo que es.
 - Daría cualquier por saberlo. Lo único seguro es que lo sea fue enterrado hace millones de años.

                   2001 Monolito

Soy leyenda: Clásico de Matheson llevado al cine.

Soy leyenda: Clásico de Matheson llevado al cine.

 Soy Leyenda es la adaptación cinematográfica de una novela, creo que la tercera, del  autor de ciencia-ficción Richard Matheson, que me resultó ciertamente interesante cuando la leí hace unos años. Ahora, Will Smith la protagoniza, ambientada en una Nueva York espectral, a cargo de Francis Lwarence.

 - Nada ha salido como tenía que salir. Había seis mil millones de personas cuando se propagó la infección, soy un superviviente que vive en Nueva York.

Desde siempre la literatura de la ciencia-ficción, nos ha querido prever el mundo del futuro o la realidad en donde existe la amenaza de seres tan imaginarios como terrores más o menos próximos a nuestra cotidianidad, pero con conflictos que reflejan las inquietudes de nuestras almas. Una buena muestra es Soy Leyenda, cuya novela original es un impresionante tratado sobre la soledad, que ahora Will Smith experimentará toda esa angustia en esta superproducción, a cargo del director de Constantine.

 Seguramente tengáis una imagen de un día cualquiera de Manhattam, con la Quinta Avenida. Una calle siempre bulliciosa y atiborrada de adictos a las compras, ejecutivos agresivos y turistas, empeñados en ver algún famoso saliendo de un lujoso escaparate o hacer fotos a cualquier rincón de la que es quizás la acera cinematográfica más famosa del mundo. No hay mejor historia de amor o final feliz hollywoodiense que tenga como escenario la ciudad de la Gran Manzana, decorado del cine por antonomasia. Cuántas veces la habremos vivido junto a Woody Allen o Meg Ryan, paseando por Central Park con música de Cole Porter.  Pero, ¿podéis imaginar esta misma ciudad como un cementerio?. Luce desierta, tomada por arbustos y hierbajos que han roto el asfalto. Un silencio incómodo reina en el ambiente. De repente, vislumbramos la figura solitaria de Smith recortada en el horizonte, con la única compañía de un pastor alemán. Es el último hombre vivo en la Tierra, Robert Neville, el único superviviente de una pandemia que ha asolado la humanidad y cuyo único objetivo es encontrar otros supervivientes.

- Si hay alguien ahí, puedo proporcionar comida, puedo proporcionar refugio y puedo proporcionar seguridad.

                             

 El cambio más evidente con respecto a la novela y las otras dos adaptaciones cinematográficas es la localización de la acción, que pasa de Los Ángeles a Nueva York, para explotar la riqueza visual de la Gran Manzana, pero con un sentido fundamental. Mientras la ciudad de Los Ángeles puede aparecer desierta, según la hora y el día, Nueva York no duerme nunca, siempre tienes la sensación de que nunca se vacía. El contraste acentúa la inmensa soledad a la que tiene que enfrentarse Neville. Pero también es evidente la influencia con el 11-S, pues la trama inicial de la película pueden recordar e incluso recelar sobre el fantasma del atentado en el World Trade Center. En Soy Leyenda, las escenas son muy contundentes: militares y policías coordinando la evacuación de la Gran Manzana, con la imagen de una ciudad bombardeada y en ruinas, lo que no se veía en años. En una espectacular escena, los cazas del ejército intentan aislar y contener el virus destruyendo las vías de comunicaciones de Manhattan, puente de Brooklin incluido. La última vez que lo vimos saltar por los aires fue en Godzilla (Roland Emmerich). En esta ocasión para acercarnos a una historia a medio camino entre Armagedon (Michael Bay) y Náufrago (Robert Zemeckis). A finales de los años cincuenta, el escritor Richard Matheson publicó una novela de ciencia-ficción y terror, destinada a convertirse en un clásico. Su intención era reflejar el tremendo drama del protagonista, en una historia sobre la esperanza y la soledad. Muchas historias, tanto de la pequeña como la gran pantalla, nos han acercado a personajes solos en un mundo hostil o al que no pertenecen. Ya sea desde clásicos de la literatura,  sumamente conocidos en el celuloide, como el Robison Crusoe, de Daniel Defoe, e incluso Los viajes de Gulliver hasta la ciencia-ficción o el thriller. La última mujer sobre la Tierra (Roger Corman), en el primer género citado, o la española Zulo (Carlos Martín Ferrera) son dos ejemplos significativos, antes de que este tipo de argumento se hiciese característico de los Robinson Crusoe en pleno viaje espacial.

                                   

Considerando que la ciencia-ficción está movida por los sucesos que pueden agitar o preocupar al mundo -los sucesos del 11-S lanzaron hondas al género-, en la actualidad aparece abanderando una temática dirigida a plasmar un nuevo desorden mundial, con su pánico, conflicto y paranoia. En este sentido, la lucha por la supervivencia de Soy Leyenda ya sea, mental o física, entre los desechos de un mundo perdido para siempre es sólo superada por el deseo de encontrar una cura a la enfermedad que ha cambiado el rumbo de la humanidad, un contagio vírico de un agente tóxico surgido de la mano del hombre, por lo que se suma al temor del 11-S, el fantasma de la guerra bacteriológica.

- Hemos establecido contacto directo con una colmena, hoy, los análisis de sangre confirman que soy inmune tanto a la propagación por el aire como al contacto.

 La idea del Apocalipsis goza de gran presencia en la literatura como en el cine y arte en general, pero es en el caso del séptimo arte en el que comprende casi un género por méritos propios, desde la narrativa cinematográfica más clásica en títulos como Cuando los mundos chocan (Marcel Carnè) a las experimentales, propias de los falsos documentales como La Jetée (Chris Marker): "Luego, he visto a un hombre morir y la destrucción de París". Por eso, no sorprende que Soy Leyenda haya contado con una versión para cada época de crisis mundial. El último hombre vivo, de los sesenta, era un fiel reflejo del miedo a un holocausto nuclear más que probable, mientras que Omega man (Boris Sagal), en la década de los setenta, un escalofriante resultado de la carrera armamentística de los Estados Unido y la Unión Soviética, en la Guerra Fría.

 - Las instalaciones sanitarias son ya insuficientes ante la catástrofe. Las autoridades de la defensa civil declaran que la situación es similar en el resto del país. La ley marcial se ha implantado en toda la nación. Informan que en ciudades como Nueva York o Los Ángeles, las víctimas de la plaga caen muertas por las calles, por sus casas y lugares de trabajo.

 En cualquier caso, esta última versión tiene mucha más relación con el planteamiento de Omega man que con el propio libro de Matheson. Charlton Heston machote, de pose aguerrida y prepotente era el protagonista en aquella ocasión, icono ya rancio de los setenta, de cuyo estilo tampoco se libraron los vampiros, con gafas de sol, pelo a lo afro y, en general, con un estilo próximo al de los punky.

- Volaremos la historia desde que el triunfo de la maquinaria, en lugar de ayudarnos, nos amenazaba y cuando mueras, habrá desaparecido el último recuerdo del infierno para siempre.

Estas son las cosas en que no se parecen una y otra versión, porque en la puesta de escena y el mensaje de lucha heroica contra un enemigo enfermo, que no quiere ser curado, son prácticamente idénticas.

 - Si estáis organizados, ¿por qué no intentáis hallar la curación?

- No hay curación. Ninguna. No la había antes y no la hay ahora. Pero hemos hallado la salvación y lo soportamos. La única carga insoportable eres tú.

El personaje Robert Neville, de Soy Leyenda, se ve rodeado por un horror casi surrealista, un universo de miedos y temores ancestrales, que toma forma en una de las supersticiones más antiguas de nuestra cultura, la existencia de vampiros. La primera y más fiel de las adaptaciones de Soy Leyenda, "El último hombre sobre la Tierra" (Ubaldo B. Ragona), representaba a los vampiros casi como a zombies, quién sabe si por herencia de La noche de los muertos vivientes (George A. Romero), cinta de unos años antes. En este universo infectado, Vincent Price intenta sobrevivir al ataque de unas criaturas sedientas de sangre, mientras descubre que el sano se convierte en la anormalidad, el monstruo, la amenaza.

- No puedes unirte a nosotros, eres un monstruo para nosotros. Eres una leyenda en la ciudad.

Esta es la esencia perdida en la nueva versión: "No todo está perdido, si encontramos un remedio en una semana o dos, podemos frenar la propagación". La idea central no era la epidemia en sí sino en la posibilidad de renacer, de ahí que el personaje principal -un reputado científico- se obsesionara en buscar la forma de sanar. Una película con aire de blockbuster, con el espíritu y el detallismo de la segunda de las adaptaciones de Matheson. Así, por ejemplo aparece el refugio de Whanginton Square, en donde el personaje de Smith se oculta cada noche, una especie de mansión-fortaleza con todos los lujos que sólo un superviviente postapocalíptico podía permitirse. Por poner unos ejemplos, su salón cuelga un par de cuadros que Neville tomó prestado de los museos de la ciudad, La noche estrellada, de Van Gogh, y El sueño, de Henri Rousseau. Un imponente Rothko adorna el gimnasio y otros tantos recuerdos de todo tipo aparecen desperdigados por la casa. ¡No está mal para un tipo que creció en los suburbios de Filadelfia!

Matrix: ¿Qué es lo real?

Matrix: ¿Qué es lo real?

En un futuro indeterminado las máquinas han superado al hombre y le obligan a vivir en Matrix, un programa de realidad virtual, mientras que en la realidad el hombre no sirve más que como “combustible” de las mismas máquinas, cultivándose en grandes campos. En un momento en que la realidad está sometida a debate, la tradicional cinematografía con sus vaqueros e indios, sus piratas, sus dramas y romances, ya no son suficientes. Hace tiempo que la acción dejó de ser el enfrentamiento clásico entre el bueno y el malo. Eso es de los tiempos de Mariacastañas. Ahora lo que priva son las luchas con algunos alicientes, entre los que tienen mayor peso, los tecnológicos, pero también la dialéctica entre lo real y lo virtual, y el enfretamiento entre las dos dimensiones existentes, la de los vivos y muertos. Mucho de todo esto tiene Matrix, que presenta el enfrentamiento clásico maniqueísta pero entre lo palpable y lo imaginario, llevado a la enésima potencia.

Estos desconocidos colaboradores de la Marvel habían ya apuntado maneras como buenos realizadores con Lazos ardientes, un thriller de contenido lésbico, antes de embarcarse en esta película moderna hasta el desmayo que intenta presentar la realidad como un gran invento. Interesante por sus numerosas referencias - que aunque básicas, resultan atractivas -: Alicia en el país de las maravillas, la mitología griega, las películas de Bruce Lee, los comics de la Marvel, el cristianismo, Blade Runner. Y todo esto, junto a una estética cyber-punk y un redescubrimiento musical muy acorde con sus pretensiones: Marilyn Manson, Prodigy, Rob Zombye, Propellerheads,... En realidad, un collage de algunos de los mejores recortes de estos géneros proscritos que hace que Matrix sea un entretenimiento reflexivo. “¿Qué pasaría si lo que vivimos no es realmente lo que vivimos?”.

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Un tema recurrente. 

Aunque nos encontramos ante un sofrito bastante interesante y entretenido acerca de las consecuencias de la robótica, de la era digital y de !la informática, junto a grandes dosis de acción adredalínica y espectaculares efectos especiales, en realidad, el transfondo filosófico que refleja esta saga de Matrix ha sido uno de los temas recurrentes de la literatura y un filón cinematográfico. No vamos a decir que toca un lugar común en la literatura española, pero sí un tema recurrente desde Calderón de la Barca (en La vida es sueño), pasando por Unamuno hasta llegar a autores contemporáneos como Gonzalo Suárez, con sus correspondientes traducciones a la pantalla.

La recreación de la vida de un personaje dentro de un mundo minuciosamente construído y descrito, y sus comprensibles reacciones hacia el demiurgo o el gran hacedor que rige su destino evoca inevitablemente a las peripecias medáticas del actor Jim Carrey, en la estupenda película de Peter Weir El show de Truman.

- Puedes hablar, te escucho.
- ¿Quién eres?
- Soy el creador del programa de televisión que llena de esperanzas y felicidad a millones de personas.

El éxito de Matrix permitió que se produjeran en EEUU decenas de secuelas de la taquillera película de los hermanos Wachowsky. Entre ellas, merecería la pena citar la película Nivel 13, del director Josef Rusnak. Se trata de Matrix revisitado y se quedan anchos. Resulta que la vida es una creación virtual y no somos más que un mal sueño de unos señores del futuro que no paran de dar la lata. El canadiense David Cronenberg, acostumbrado a explorar el mundo interior, dedicó algunas de sus películas a tratar las relaciones que existían entre la ficción y la realidad, sobre todo en el film ExistenZ. Una subjetiva y cambiante percepción de la realidad. Desde Nirvana, El cortador de cespedo Días extraños, a otro de los trabajos del propio director, Videodrome, se plantea en el fondo el mismo tema que el film de los hermanos Wachosky. Los avances de la tecnología permiten replantear aquella metáfora orgánica de una manera casi literal: en el universo virtual de los videojuegos, la realidad, o más bien, la percepción de ella y de nosostros mismos es algo subjetivo, cambiante, sujeto a las reglas de la partida. L!o real no es algo absoluto sino que depende siempre de cómo lo construyamos. Es un tema casi filosófico y que, al fin y al cabo, tiene mucho que ver con el cine, que construye un mundo propio.

Pero también existen referencias a este tema entre algunas producciones patrias. Ya queda muy lejos una especie de precedente del Show de Truman, made in Spain, en donde José Luis López Vázquez era secuestrado y confundido con un peligroso terrorista, a quien le retienen y le torturan, para que todo fuese el entramado de un programa televisivo. La película se llamaba El concurso. Pero más próximo a nosotros está la inquietante segunda obra del director Alejandro Amenábar, Abre los ojos, ubicándose en una zona limítrofe entre el sueño y la realidad.

En otro orden de cosas, encontramos muchos relatos que entremezclan la realidad y la ficción desde el punto de vista de un escritor que se ve superado por la mecánica de sus propias invenciones. En este apartado merece una reivindicación Los pasajeros del tiempo, en donde Nicolas Meyer hacía viajar a través del tiempo y del espacio al mismísimo H.G.Welles para perseguir nada menos que a Jack el Destripador.

- Tú eres el que no pertenece a este tiempo, tú, con tus absurdas teorías de una sociedad perfecta y justa.

A medio camino entre el mundo creado por el autor y el creador mismo, es la película sobre Kafka de Steven Sorderberg, como kafkiana es la atmósfera que inauguraron los hermanos Cohen en el claustrofóbico hotel donde un dramaturgo de nombre Barton Finch condescendía para trabajar para la industria del cine sobreviviendo a duras penas al desaliento de sus propias pesadillas. Y puestos a explorar una mente ajena, habría que recordar la lambicada Cómo ser John Malkovich, dirigida por Spike John, en torno a un viaje aluciante por los vericuetos interiores de un actor encantado de haberse conocido.

Cameron Díaz: “No lo acabo de entender, no existe, no existe, ninguna puerta o agujero que conduzca al cerebro de nadie!”.
John Cusak: “Sí, sí que lo hay. Al cerebro o al alma o a lo !que sea.Yo estuve dentro de John Malkovich mirando hacia fuera”.

Hasta llegar a David Fincher, en películas como Seven o The game, en donde los protagonistas son controlados por organizaciones o personajes desquiciados que manipulan al heroe para llevarnos a un enfrentamiento entre el representante del bien y del mal.

- ¿Para qué es esto? ¿Qué vendéis ustedes?.
- Es un juego.
- ¿Un juego?.
- Específicamente diseñado para cada participante.

Evidentemente el caso de Matrix se presenta original desde el punto de vista formal, pero con una temática llena de precedentes en el celuloide, así como ciertas escenas que recuerdan al cine conspiratorio de los años setenta. En las disciplinas dedicadas a la observación visual, como la cinematografía y la fotografía, el término paralelaje sirve para definir las diferencias que existen entre lo observado por un visor y la imagen que recoge la cámara. Sin detenernos a explicar en qué consiste, lo importante es el resultado pues el ojo humano percibe de lo observado imágenes falseadas. Si damos un sentido metafórico a este efecto, constatamos la diferencia entre el conocimiento del mundo mediante la observación, por una parte, y lo que en verdad son las cosas, por otra, en una sociedad avanzada en la que la ocultación de la información es clave.

Esta idea que se desprende en la película de los hermanos Wachowski sirvió de base a numerosos filmes de acción de la década de los setenta, como por ejemplo, El último testigo de Alan J. Pakula. Películas sobre la conspiración y la paranoia que planteaban una necesidad de encontrar una nueva forma de pensar la posmodernidad como lógica, y para entender, de paso, las tecnologías como instrumentos de mediación entre lo real y lo percibido.En este sentido, Matrix comienza como un thriller en la línea de las cintas de los setenta, encontrando secuencias muy características del cine conspiratorio como la escena en la que el personaje interpretado por Keeanu Reeves (Neo) es sometido a un duro interrogatorio, que termina con una sesión de lavado de cerebro. Desde entonces, la película toma un giro de 180º y se adentra en el terreno de la ciencia-ficción, cuando descubrimos al otro gran personaje de la saga, el de Morfeo (Laurence Fishburne), el líder del grupo conspiratorio que pretende dejar al descubierto el auténtico Matrix y liberar a la humanidad del yugo impuesto por las máquinas. Una especie de Gandalf, un Obi- Guan Kenobi, e incluso un Pigmalion de la era posmoderna.

Y a pesar de que el estilo deja mucho de desear, si no es un referente del llamado cine-verdad, al menos es un correcto ejemplo de cinta de acción, con mucho montaje, explosiones por doquier, gente a porrillo e imágenes quemadas. En definitiva, mucho ruido, pero pocas nueces.

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La guerra de las galaxias. Un hito en la ciencia-ficción.

La guerra de las galaxias. Un hito en la ciencia-ficción.

"La guerra ni es divertida ni tiene encanto, y no hay guerras buenas, salvo excepciones como la Revolución Americana, la II Guerra Mundial y La Guerra de las Galaxias".

Bart (Los Simpson).

Nos encontramos en un instante de la historia del cine en donde la ciencia-ficción cambió sus reglas. Si podías soñarlo, podías verlo y a medida que fue evolucionando la tecnología informática, los directores más ambiciosos dejaron volar su imaginación. Con el país de las maravillas que definiese Spielberg y el cosmos como escenario del cuento de aventuras de Lucas, la ciencia-ficción llegaba al mainstream y nacía el blockbuster moderno. Hay películas que marcaron un hito fundamental en la historia del cine y sin embargo estuvieron a punto de no llevarse a cabo. Esto le sucedió a George Lucas, cuyo proyecto inicial era una versión documental de la guerra de Vietnam - el futuro Apocalipys Now -, aunque debido a la situación política de su país no sería posible una historia que destacara la capacidad de un pequeño grupo para derrotar una superpotencia. De ahí que lo ubicasen en un escenario exótico, para que la idea del Bien y del Mal imperase, entonces, en "una galaxia muy, muy lejana, hace mucho tiempo", donde el grupo de Darth Vader (David Prowse) y el de Obi Wan Kenobi (Alec Guiness) cruzaban sus espadas en el episodio 4 de una serie proyectada en 9 partes. 

Podemos considerar a La guerra de las galaxias como el Big Bang de "la cultura del tuenado", porque George Lucas echó mano de sus influencias y las explotó en pantalla a hipervelocidad, mientras encajaba todo el tinglado de esta estética multireferencial con el tema más clásico del séptimo arte: la eterna lucha entre el Bien y el Mal. Las space-operas, la estética del western, Errolt Flint, el cine japonés de Kurosawa o los mitos artúricos, tenían cabida en esta inmensa saga, como también todo un arsenal de maquetas y miniaturas permitieron que estas películas salieran adelante, hasta la más moderna tecnología.

 En este sentido, los aspectos técnicos son  unos de los principales referentes de Star Warsm, no sólo por ser un anticipo de la era digital, sino sobre todo por la estética. En realidad, el auténtico éxito de George Lucas fue preparar toda una batería de nuevas tecnologías, y de intensos efectos especiales, contando básicamente con rudimentarios sistemas y una caterva de maquetas. Por eso, marcaría un antes y un después en el cine de Hollywood. Y esto llevaría que los modelos a escala, los robots motorizados, las armas, las naves, los rayos láser y la holografía cobraran más importancia que los propios actores de carne y hueso. También se haría un importante trabajo por parte de Ben Burtt, el encargado de dar vida a los múltiples sonidos del film, como por ejemplo, el de los gruñidos del wookiee Chewacca o la entrañable respiración entrecortada del mítico Darth Vader.


La estética de la saga es otro de estos puntos fuertes de La Guerra de las Galaxias: los uniformes de los soldados imperiales, los exóticos seres, los bhantas (los moradores de las arenas), las naves, los decorados. Hay una influencia de Jim Henson en muchas de esas extrañas criaturas que pueblan el universo de Lucas, pero sobre todo se observa el estilo de este genio de las marionetas (Barrio Sésamo, Cristal Oscuro) en el personaje de Yoda, el maestro jedi,  que nació como muñeco, antes de digitalizarse por completo. En esta estética no podemos obviar el carácter bélico de muchas de sus escenas. Como cine de entretenimiento, la saga galáctica contaba con buenas dosis de acción y un gran despliegue de este tipo de secuencias, con algunas batallas en el espacio entre las X-wings (Alas X) y los TIE Fighters (cazas imperiales), que se adelantaron a la era de los videojuegos e hicieron soñar a toda una generación. Pero el mejor combate de la serie tiene lugar en tierra, en la nieve, en el arranque de El imperio contraataca, la segunda de la serie (o la quinta, según se mire). Panorámicas propias del cine bélico, como las de David Lean, en el que vemos un ataque de infantería en toda regla, apoyado en los blindados, esas inmensas vacas mecánicas.  

 Quizás, por ello, Star Wars sea la película más comentada, alabada, plagiada, criticada y parodiada de la era del blockbuster. Podrá gustar más o menos, e incluso nada, eso depende de cada cuál. Pero con independencia de la opinión que cada uno tengamos, de lo que no cabe duda es de su importancia en el cine contemporáneo. La apertura de Dan Perry de la saga, es tan archiconocida e imitada como tantos otros detalles, como su estética, sus armas, sus naves, sus uniformes o los androides. E incluso Drew Struzan, el creador del cartel de Las Guerras de las Galaxias, inició un nuevo rumbo en la cartelería cinematográfica, con un estilo propio muy marcado en numerosos ejemplos contemporáneos: la serie de Indiana Jones, Hook, Harry Potter, e incluso el de Torrente 3. La granja de los Skywalker, el hogar de Luke creado por Lucas entre los interiores y alrededores del hotel Sissi Driss, en Matamta (Túnez) es uno de los escenarios más legendarios de la ciencia-ficción, con esas localizaciones más famosas de Tatooine, como Mos Eisley, que hoy pueden ser visitadas e incluso servir de alojamiento. 

 


 Sin detenernos en el merchandaising o el sistema Dolby de cuatro pistas -inaugurado con Star Wars-, George Lucas recupera el concepto de saga. Estrategia cinematográfica que surge en los años sesenta con las de Tarzán o la serie de James Bond, reincorporando la idea de serial. En El Imperio contraataca aparecía uno de los to be continued más conocidos del cine. Irving Kershner dejaba a Han Solo congelado en carbono, mientras Darth Vader soltaba una de las frases lapidarias de la saga: "Luke, yo soy tu padre". Esta estrategia se conoce con el término "Cliffhanger" (cuya traducción literal sería "quedarse colgado"), aplicada tanto al cine como a la televisión, para dejar al espectador en la estacada y un final abierto que espera cerrarse en la siguiente continuación. 

Ahora la mítica saga de las galaxias ha cumplido más de cuarenta años, sin perder la magia que despertaba el primer Star Wars que surgía en los años setenta - a pesar de que las precuelas han restado algo del lustre de su leyenda-. Cuarenta años, casi el mismo número de guiños que la televisiva serie de Los Simpson ha dedicado a ella. Han aparecido algunos de sus personajes más célebres: Mark Hamill, haciendo de él mismo, encasillado como Luke; R2D2 y C3PO humillados por los Cylones de Galáctica -la producción cinematográfica que más debe a la saga creada por George Lucas-. Ha sonado la música, y les ha sorprendido, con frases memorables como la de Homer: "¡No puedo creer que Darth Vader sea el padre de Luke!".