El tercer asesinato. La verdad asesinada.
En el año 2017 se alinearon los astros para que cineastas de renombre decidieran adentrarse en géneros que poco o nada tienen que ver con el grueso de sus filmografías, con unos títulos tan arriesgados que no convencieron en los grandes festivales. Sería el caso de Win Wenders con “Submerged” (“Inmersión”) o el del japonés Kore-Eda. Con “El tercer asesinato”, el cineasta nipón rompe con sus tradicionales historias sociales y familiares (aquí, la relación paterno-filial es una muleta del guión, más que el fin último) para presentarnos una película que bascula entre el thriller y el drama judicial. Evidentemente como thriller no funciona; en su caso, “El tercer asesinato” sería uno atípico, mientras que reserva los escenarios judiciales para el tercio final del film.
“El tercer asesinato” podría entenderse como un complejo drama judicial que cuenta, entre sus lecturas, una crítica hacia la pena capital, aún presente en Japón. El veterano actor Koji Yakusho interpreta a Misumi, un hombre al que vemos matar al principio de la película al dueño de una fábrica de conservas en la que trabaja. El caso parece claro, de hecho, el propio sospechoso confiesa; además, acababa de salir de prisión, al cumplir condena de un homicidio en los años 80. Le defenderá, Shigemori (Masaharu Fukuyama), el hijo del juez, ahora retirado, que le condenó en aquella ocasión.
La relación de ambos personajes es el elemento principal: entre el acusado, que parece culpable a todos los efectos, y su abogado, dispuesto a enfrentarse a una batalla perdida con la idea de establecer los hechos y comprender una verdad que cambia de forma para terminar perdiéndose por el horizonte. La película subraya esta relación con unos planos en la sala de visitas de la prisión: la cara de Shigemori se refleja en la barrera de cristal, junto a la cara impasible de Misumi, al otro lado. Mientras el letrado mira horrorizado a los ojos ilegibles de su cliente, intenta dilucidar tras el vacío que queda.
Durante el visionado, recordaba las narrativas judiciales de Fritz Lang e incluso en algún momento pensé en juegos de suspense como el de Keyser Sozë (“Sospechosos habituales”), pero luego busqué las referencias en el cine de su propio país. Al igual que en sus trabajos anteriores seguía el estilo del drama clásico japonés –en la línea de Mikio Karuse, por ejemplo, esta película sería un homenaje o una versión de “Kagemusha” (Akira Kurosawa), centrando un crimen que se niega a revelarse objetivamente. Hay muchas alusiones a este film, pues Kore-eda difumina constantemente los hechos sobre el homicidio homónimo del título, que deja en el espectador la misma sensación frustrante de Sakie (la habitual Suzu Hirosi de Kore-ede) al final de la película: “Aquí nadie dice la verdad”.
Quien adore su cine lleno de placeres tranquilos y hogareños, se puede sorprender de esta película que juega con la esencia relativa de la verdad y la justicia legal ficticia, con un enfoque próximo a la serie “Ley y Orden”. Pero aunque la trama sea demasiado intrincada y el ritmo se acerque al del drama criminal, lo cierto es que está presente el tono de un director que sabe exactamente lo que quiere. Al mismo tiempo que nos muestra el conflicto entre el abogado –que se frustra por la investigación- y el acusado –que conoce la verdad, pero rehúsa revelarla- Kore-eda reflexiona sobre las relaciones entre padres e hijos, sobre la naturaleza humana y la falacia de la ley que prefiere salvaguardar sus propios intereses en lugar de hacer justicia.
Es cierto que “El tercer asesinato” se situaría a kilómetros de sus dramas familiares profundamente conmovedores (pensaría en “Still Walking” o “Tras la tormenta”) y puede que el carácter de thriller demasiado atípico resté interés por gran parte de los espectadores, pero el film de Koreeda es un título que cautiva, uno de los mejores largometrajes del 2017.
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