El cine rompe la cuarta pared.
¿Sabéis a que se llama “la cuarta pared”?
Es un recurso propio del teatro, la televisión, el cine, los videojuegos o la narrativa gráfica que consiste en dirigir la mirada del personaje al espectador, rompiendo la imaginaria pared que separa la historia de su audiencia. El concepto surge en los escenarios, popularizado por Pirandello y su famosa obra Seis personajes en busca de un autor, aunque uno de los ejemplos más memorables entre las representaciones teatrales lo encontramos en una versión de Peter Pan, en la que se pedía el aplauso de los niños para volver a la vida a Campanilla.
En la literatura se destacaría el ejemplo de Niebla, una novela de Unamuno en la cual el protagonista, Augusto, conoce al propio autor, en un momento en que su personaje decidía suicidarse: el problema no es que viviera solo, sino que es un ente de ficción.
Dentro del cine, nos encanta que los personajes rompan la cuarta pared, ya sea para expresar pensamientos, reconocer que están en una película, buscar la complicidad con el espectador o simplemente como recurso técnico o narrativo de la película. En este sentido, son muchas las películas o directores que han recurrido en más de una ocasión a esta ruptura de la cuarta pared. (También recurrimos a un montaje, de producción propia, para mostrarnos una multitud de ejemplos).
"Amélie"
Es una película francesa muy peculiar que nos ofrecía una profunda mirada a las interioridades de una joven risueña y positiva, Amélie. En una escena se enfrentaba directamente al público para contarnos sobre sus preferencias en el cine, y las cosas que le gustaban, más o menos, de las personas.
"Funny Games”
Este ejemplo es fundamental no sólo porque la película esté montada sobre este recurso sino por permite situar la ruptura de la cuarta pared más allá del género de la comedia. Michael Haneke, difumina la línea imaginaria entre el intérprete y el público, en esta historia de dos adolescentes sádicos que toman a una familia como rehenes, para reformular los códigos de la violencia en Hollywood, tanto en la versión alemana como en su remake americano. Constantemente los asesinos ofrecen guiños al espectador y le dirigen preguntas directas al público, destacando una secuencia en la que se llega a utilizar un mando a distancia para rebobinar una situación que les era desfavorable.
Woody Allen rompe la cuarta pared.
Acostumbrado a todo tipo guiños y de excesos narrativos, ha dedicado mucho interés a este recurso. Lo encontramos en La rosa púrpura del Cairo, en donde el personaje de una película atravesaba la pantalla de un cine para conocer a una espectadora, de quién se terminaría enamorando.
Sin embargo, la película en donde el cineasta neoyorquino hace una toda una tesis de la ruptura de la cuarta pared, es Annie Hall. En su comedia romántica clásica, el propio Allen aparece mirando a la pantalla a través uno de sus monólogos más famosos o con una reflexión de lo que harían sus compañeros de infancia, de mayor. Sin embargo, lo más interesante, sea quizás, la presencia invitada de Marshall McLuhan –gurú de la televisión y de la cultura contemporánea- para arremeter contra un pedante, figura que mantenía la animadversión de Allen en otras películas.
-Amigos míos, si la vida fuera así.
Desde la mirada penetrante de Alex, en La naranja mecánica; los comentarios a cámaras de Amelié o los monólogos reflexivos de Woody Allen, lo verdad es que se trata de una de sus armas que tiene el séptimo arte para llamar la atención del espectador. La primera oportunidad, en el cine, se remonta a 1903, al primer western de la historia Gran asalto al tren con el plano no narrativo de un pistolero disparando al público. De hecho, se trata de una de las referencias más repetidas en el celuloide.
Cuatro brillantes ejemplos (según este humilde cronista).
En El moderno Sherlock Holmes (Buster Keaton, 1924), un proyeccionista –que se queda dormido- entra en una película para ayudar al protagonista.
El coro griego, liderado por F. Murray Abraham, de Poderosa Afrodita (Woody Allen).
La escena del mando a distancia, en Funny Games (Michael Haneke).
Y la secuencia en la que un dibujante sufría un paro cardiaco, salvando a Arturo y sus caballeros, en Los caballeros de la mesa cuadrada (Monthy Phyton).
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Roger -