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Descubriendo el fotograma perdido, un acercamiento al falso documental.

El diccionario de la Real Academia de la lengua expresa la ambigüedad presente en el enunciado, porque un documental puede entenderse como cualquier producción cinematográfica o televisiva "que represente con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos o cualesquiera tomados de la realidad". Esto no especifica el grado de objetividad o distorsión de lo que se tome. En nuestro caso, durante los cuarenta años que duró el franquismo, la realidad no se podía tomar tal cual, sino pasada por el filtro embellecedor del NO-DO, el noticiario del régimen y de exhibición obligatoria que daba una imagen alegre de lo que se suponía que era España. Allí la manipulación era absoluta. Las inauguraciones de pantanos y paradores, las imágenes del Generalísimo en diferentes situaciones (pesca, caza), el esplendor de las fiestas y costumbres regionales (jotas, toros, pasodobles), los premios a las familias numerosas, el turista un millón, sólo servía para dar una imagen adulcorada de una España que oficialmente no pasaba hambre y no tenía desempleo.

En este sentido, podemos deducir que el género conocido como falso documental es más viejo de lo que parece y ha provisto al autor de un excelente medio para verter incisivas apreciaciones sobre asuntos candentes, siempre cuestionando la frontera entre lo real y la ficción, verdadero o falso, con todas las subcategorías que podrían verse en medio. En los años sesenta pudimos ver de la mano de Chris Marker (La Jetée) los primeros ensayos de un género, a veces inclasificable, que dio un notable empuje al lenguaje cinematográfico y a su propósito de conmover o manejar al espectador, evitando las narrativas convencionales.

-Interrumpimos nuestro programa para daros una terrible noticia. Desde este momento el gobierno no ha dejado de sentir la presencia de extraterrestres en nuestro país.

Orson Welles sería el precursor del falso documental en la radio con su célebre retrasmisión de La Guerra de los mundos, que media América tomó como verdadera, mientras que en Fraude, su reflexión sobre el engaño se ampliaba a territorios enormemente sugestivos.

- Hemos convertido la llave en una moneda, ¿y dónde está la llave? Ya se lo he devuelto. Mire bien, señor, y encontrará su llave en su bolsillo.

El juego de la guerra (The war game), una producción que la BBC encargó a Peter Barkings, para ilustrar las consecuencias de un ataque nuclear en el Reino Unido, se convirtió en todo un clásico por alcance de su impacto. Otra de las propuestas más inusuales la encontramos en CSA, producción cinematográfica en formato documental y propia del cine independiente que nos sumerge en unos Estados Unidos imaginarios, en donde la Confederación hubiera ganado la Guerra de Secesión. La escena más polémica del film es una especie de teletienda, en donde no se venden tuperveares ni electrodomésticos ultramodernos, sino que se negocia con la trata negrera.

- Hablemos de esclavos. Durante la siguiente hora nos acercaremos a sitios increíbles para que podamos escoger.

- Exacto, Paula. Tenemos a cuarenta fabulosos negros que acaban de llegar y que les están esperando.

En España se ha trabajado este género con excelentes resultados, desde una variante muy jugosa que últimamente se impone, la mezcla de ficción y documental, de la que es un buen ejemplo la poliédrica La leyenda del tiempo (Isaki Lacuesta) inspirada en trazos de la juventud de Camarón de La Isla, hasta la inusual disección de la mente de un supuesto asesino en Aro Tolbukhin, una rara producción de nuestra cinematografía que reunió a tres cineastas: Agustín Villalonga, Lydia Zimermann e Isaac P. Racine.

- Esto debe ser las entrevistas con los condenados a muerte, creo que son los super 8 que nos dieron en la prisión.

La fuente no ha dejado de brotar en este género, en donde en donde encontramos un nombre destacado: José Luis Guerín, con un título fundamental Tren de sombra, una declaración hacia el amor a la pureza de las imágenes y homenaje a los orígenes del cine, a la mirada del espectador y al paso del tiempo. Sin olvidarnos de La seducción del caos, en donde Basilio Martín Patino, quizás padre del género documental posfranquista, compartía una preocupación con Gabriel Rangem, el papel de los medios de comunicación.

- De sus películas se desprende un particular enfoque desde el poder, algo así contestatario en una sociedad en donde se dominan los medios de comunicación. ¿No puede ser una falta de coherencia en todo esto?

-Falta de coherencia total, si yo no fuera incoherente no podría aprovechar la superficialidad característica de las medios para escribir libros que investigan sobre lo profundamente manipuladores que son los medios.

Una particularidad de este subgénero nos lleva a aquellas películas, falsas o verdaderas cuyo empeño en desvelarse es el centro de la historia. Existe un esfuerzo y una experiencia vital que no merecen ser olvidadas. Real o como ficción, el hallazgo de la película olvidada o perdida ha sido el punto de partida argumental para géneros dispares, desde el documental en todas sus variedades hasta el terror o el cine policíaco. El metraje encontrado da lugar a la consecuente investigación o es cuerpo esencial de una película con vocación de verdad, o verdad subrayada y descontextualizada de un cineasta que hace uso de lo ajeno para dotarlo de un valor, en muchos casos ausente en las imágenes encontradas.

- Es evidente que alguien ha violando alguna ley de los nativos, pero dada la posibilidad de comprender el idioma saikiri seguramente no sabremos nunca lo que ocurrió. A no ser que el material filmado pueda darnos alguna idea.

Hacer real la ficción es la utopía del cineasta a través del falso metraje encontrado. Riugero Deodato da buena muestra de esta perversión en Holocausto caníbal, obra de culto para una generación, pero también curiosidad de mal gusto y de dudosa valía. No obstante germen de una técnica que tiene en El proyecto de la bruja de Blair (D. Muyick y E. Sánchez) su máximo exponente. La cinta cree ciegamente en el supuesto y lleva hasta sus últimas consecuencias la narración.

 - Cuando puso la cinta apareció una mujer en la pantalla. Morirás en una semana, dijo. Paró la cinta y entonces sonó el teléfono: Ya lo has visto, y una semana después lo encontraron muerto.

La fascinación por el terror japonés, los kaida eiga o películas de fantasmas, heredan el interés por encontrar imágenes malditas. El videocasete o la emisión fantasma circula como una leyenda urbana letal, metáfora de una sociedad esclavizada y víctima de la deshumanización que la tecnología genera en esta fase posmoderna de los países hiperdesarrollados.

Las imágenes rescatadas del olvido doméstico o las del archivo libre del derecho a la producción, han generado filmes cuya valía no sólo reside en su autenticidad, sino en la transformación mágica que el reciclaje provoca. Pero sobre todo, nos permiten confirmar que la realidad filmada supera con creces cualquier tipo de reconstrucción por relista que pueda parecer. Está es la máxima del reportaje del telediario y la encontramos en algunas rarezas como Transletion, dirigida por Jonathan Carcauette. Su trabajo es una catarsis personal a través de la creación cinematográfica. El material que el cineasta utiliza para narrar su azarosa existencia son video-diarios, mensajes del contestador automático, de otros familiares y un sinfín de documentos sonoros y visuales para reconstruir un testimonio existencial tan demoledor como psicodélico.

Una última opción es la que el cine adopta cuando las imágenes encontradas no pretenden ser reales; este es el punto de partida de Asesinato en 8 mm (Joel Schumacher), una aportación vacía y torpe en el oscuro mundo de la pornografía y el snuff, que tuvo su antecedente español en la opera prima de Alejandro Amenábar, Tesis.

- ¡No, por favor, no por favor!. ¡Por favor, por favor!.

- Han cortado un trozo y no sólo aquí. La película está llena de cortes, y todos del mismo estilo.

El hallazgo de una película snuff en la videoteca de la facultad de Ciencias de la Información quedó como demostración del talento de un universitario fascinado por los giros inesperados que acaban desarmando al espectador. Si bien, es cierto que David Cronemberg en Videodrome ya había planteado esta temática del snuff.

- Torturas, asesinatos, mutilación, ¿no salen nunca de la habitación?

- No. Es enfermizo.

- ¿De veras? Es absolutamente ejemplar. Prácticamente no hay cortes de producción, no puedes apartar los ojos, es absolutamente realista.

El film de Cronemberg encuentra su imagen seminal en el congestionado éter de comienzos de los ochenta. Lo que en Amenábar provoca una impostura ética en el cineasta canadiense genera una oscura obsesión que destruye a su protagonista y un insano morbo en el espectador, lo que no deja de ser ejercicio de necedad sobre la condición humana. Por mucho que duela a los espectadores catódicos.

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