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REC 4. Apocalipsis. El final de la saga.

REC 4. Apocalipsis. El final de la saga.

Todo lo que empieza tiene un final y el de esta saga, que nos ha acompañado en los últimos años, es REC 4 su última parada. A muchos, seguramente haya decepcionado una historia hilada a base de flashbacks y con un final, tan abierto como cutre. Pero la verdad es que la película es REC por los cuatro costados, para bien o para mal.

Manuela Velasco (Ángela Vidal), heroína de nuestra saga de terror más taquillera de todos los tiempos, regresa a la historia como Alice o Ripley, despertando en lo que parece ser un hospital. El Example de Barcelona, no es, desde luego.

-¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?

La primera secuencia nos devuelve a los escenarios originales de la historia para relacionar esta cuarta entrega con el final de Rec 2. Pero pronto el espectador siente la misma expectación que el personaje de Paco Manzanedo, un militar, quién busca respuestas en el médico, Héctor Colomé, mientras protege a Manuela Velasco del equipo de seguridad del barco. La verdad es que nos encontramos en un set en el puerto de Palma de Mallorca, pero que gracias a los efectos especiales y al croma, parece situarnos en alta mar. Un viejo pesquero ruso varado da vida a ese espacio claustrofóbico que demanda la saga [REC], con sus cabinas, pasillos, escaleras e incluso sus botes.

Lo mejor de la película es su carácter claustrofóbico, como también la actriz protagonista y sus principales responsables. Manuela Velasco fue toda una revelación, galardonada con el Goya por su participación en Rec, de la que perdimos su pista en la tercera entrega a favor de Leticia Dolera, una novia de armas tomar.


Los puntos flacos de la película, como en las anteriores, siguen siendo el guion y la “tropa” de personajes –todos ellos arquetípicos y mal definidos- desde el capitán (en su última travesía) al técnico friki, los maromos cachas de la seguridad privada, el médico inquietante o la anciana rarita (papel que me recuerda a esa otra ancianita adorable, pero senil de la secuela de Cube). Es decir, el argumento se diluye en una multitud de secundarios que no aportan nada a la historia. En la primera entrega, al menos, existía una frescura (también en los acentos) por esos personajes muy reconocibles entre nuestros propios vecinos.

Julio Fernández, Filmax.

Detrás de todas estás películas y de lo mejorcito del cine de terror español, se encuentra el gran mecenas Julio Fernández, a través de la productora Filmax. Quién ha sido el responsable de muchos largometrajes de género, de nuestro país, como colaborador de Paco Plaza (El segundo nombre) o Jaume Balagueró (Darkness) pero también de puntuales films muy destacados (Los abandonados, Nacho Cerdá). En este pequeño reportaje, repasamos algunos de los títulos tras el sello de Filmax.

                             

¿Apocalipsis por el final de la saga?

Este quién escribe no encuentra sentido el subtítulo de Apocalipsis que acompaña a la película, nombre claramente comercial. La acción tarda en arrancar y cuando lo hace, se trata de un caos descontrolado, como en las anteriores, pero que no adquiere un todo global que pueda inducir el título de la entrega.

-¡El huésped no está!

-¡Dé la alarma!

-¡No, tenemos que mantener el control!

 La primera película proponía una postura original que rompía con las estructuras clásicas del cine de terror, y daba frescura a un subgénero tan manido como el de los zombies. Se onseguía con esa cámara al hombro, siempre presente, que aludía a la obsesión por mirar, las críticas a una cierta televisión, el formato de falso documental que desembocab en una odisea de terror y sangre, con el punto de vista del espectador centrado en esa cámara que todo lo que ve. Estos filmes, también otorgaban una atmósfera de terror a sus historias y exprimían su condición de residencia laberíntica. Mucho ha cambiado en la saga, a pesar de mantenerse algunas de sus señas de identidad (de una forma, u otra, las cámaras seguían presente) pero el carácter subjetivo de la cámara al hombro había desaparecido por el formato narrativo convencional. 

La verdad es que no que se puede aportar mucho más sin revelar ningún detalle, porque la película es puro REC, más pan y circo para los amantes de la saga.

 

Resident Evil. Alicia en el país de las zombies-pesadillas.

Resident Evil. Alicia en el país de las zombies-pesadillas.

En los años noventa, un grupo de realizadores ingleses –en  los que situamos a Guy Ritchie o Paul W. S. Anderson- rechazaron el modelo de cine formado por Ivory &Merchant. En cambio, apostaron por una filmografía basada en las adaptaciones de videojuegos y música tecno, por lo que no serían los realizadores más valorados por la crítica, pero sí muy populistas y comerciales. En el caso que nos sitúa, Anderson introdujo importantes novedades a un subgénero muy en boga, hoy en día, a través de la estética steampunk y de la aceleración visual y narrativa, convirtiendo cada set piece en un caos controlado.

Terror, ciencia-ficción, cine de acción, western, artes marciales, ciudades futuristas, paisajes post-apocalípticos y zombies aparecen en una saga filmada con un claro estilo vanguardista en donde fluyen cine, videojuegos y cómics. Es, ante todo, un producto  multireferencial que nace de la adaptación de un videojuego –creado por Campcom- en donde la humanidad se enfrenta a legiones de engendres de no-muertos, todo tipo de mutantes y a una serie de corporaciones que pretenden controlar, en su beneficio, ese apocalipsis zombie.

En cuanto a P. W. S. Anderson, nos encontramos ante un realizador que no hace más que repetir una y otra vez los mismos esquemas, por lo que logra tanto éxito: una narración manoseada dramáticamente y una reinterpretación acelerada de los géneros. Lo que sumando al casting de actores que suele hacer en sus películas y a su personal estilo audiovisual, convierte cada uno de sus trabajos en un patio de recreo donde desarrollar su libertad creativa y su "ética" adaptada de los tiempos que vivimos. Una construcción cinematográfica que aparece tanto en la saga de Resident Evil como en Pompeii, por ejemplo: la descripción de un mundo sin salvación, sometido por un incontrolable y omnisciente poder, que regirá la vida de sus personajes.

                              

A esto habría que sumar su musa, Milla Jovovich.

-Me llamo Alice.

Resident Evil nos suele presentar a este personaje clave de la saga con un primer plano de los ojos para luego mostrarnos el cuerpo escultural de la actriz, convertida ya en icono de una cinematografía vanguardista de acción. Milla Jovovich aparecía  en la película Hotel de un millón de dólares (Win Wenders), pero sobre todo la podemos encontrar como heroína brutal futurista, en la línea que sigue esta saga creada por W. S. Anderson, a fin y al cabo su marido. Alice forma parte de esos personajes femeninos que van repartiendo leña a tutiplén para poder sobrevivir en un mundo futurista, en este, en concreto, dominado por zombies, virus y poderosas multinacionales. De esta manera, Milla Jovovich lucirá, por sexta vez, su impresionante físico, su chispa interpretativa y  todo tipo de habilidades como muy moderna de sí misma, pasada de revoluciones y de adrenalina. O al menos, así se ve ella. “Creo que mi personaje siente una gran evolución a lo largo de la saga, desde la primera entrega en la que  se siente tan desorientada como el espectador hasta que fue capturada por una corporación y la convirtieron en cobaya de laboratorio. Más tarde resulta que hay clones de sí misma por el mundo, destrozado y lleno de zombies. Es entonces cuando se parece mucho a mí, que se toma a broma todo lo malo que le rodea”.

En realidad, Resident Evil abraza la mayor de las vanguardias para desarrollar una historial mil veces vista: la lucha entre el Bien y el Mal, representada por la heroína, -Alice- una especie de Mad Max en su cruzada contra los zombies y la corporación Umbrella. Una construcción clásica narrativa: el viaje del héroe hacia la aventura, a través de una trama que apenas avanza y cuyo mundo no evoluciona (sus personajes son de una pieza, de principio a fin) porque lo importante son los peligros a los que se enfrentan y que parecen no terminar nunca. Una historia que afecta tanto al personaje principal como a sus compañeros de viajes, que se quedan por el camino o que, misteriosamente, reaparecen para luego desaparecer.

Siempre nos quedará Alaska.

Es uno de los detalles de la saga, Alaska, convertido en un McGuffin de tomo y lomo, como parte de la búsqueda –mil veces vista-  de una tierra idílica y virgen que les aleje de la realidad que les abruma o de los mil infectos peligros con los que conviven. Esa Alaska soñada era parte de una tradición clásica del cine de aventuras, repetida hasta la saciedad en las películas de temática postapocalíptica (Mad Max y derivados)  pero también en esas historias de huidas a ninguna parte como Un mundo perfecto (Clint Eastwood). Una tierra habitada por “aquellos que huyen de algo”, se decía en Insomnio (Christopher Nolan).

-Alaska, Phillipe, una tierra firme. El hombre y la naturaleza.

Resident Evil quedará, al final, como una saga pensada para el consumo juvenil que sin avanzar apenas en su argumento, nos va mostrando la supervivencia de unos pocos en un mundo dominado por el caos. 

Retornados: Zombies al estilo de Robin Cook.

Retornados: Zombies al estilo de Robin Cook.

-Hace treinta años que soy un retornado.

Manuel Carballo, -quien debutó con El último justo y dirigiese La posesión de Emma Evans-, vuelve a la dirección con Retornados, película que aporta una variante al explotado subgénero del cine zombie con una idea brillante, resuelta con poco pulso.

Encontramos el virus que los transforma en muertos vivientes caníbales, pero con la novedad de un vía abierta a la esperanza a través de una vacuna que impide a los infectados convertirse en zombies. La relación entre un virus y su vacuna, dentro de esta temática, es la que parece tener mayor aceptación entre las principales propuestas. Lo vemos tanto en 28 days later (Danny Boyle) o en la saga Resident Evil, como en la española Rec (Jaume Balagueró y Paco Plaza). Pero este no es survival-zombie al uso.

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De hecho, la película no lo presenta como zombies sino como enfermos, infectados de un virus, que mantienen su humanidad gracias a una vacuna diaria; haciéndose una interesante analogía con el VIH del Sida.

-Hace falta valor para cuidar a esos zombies.

-No son zombies, son retornados.

Pero después de muchos años, la sociedad comienza a tener problemas con los retornados.

-Esta gente son bombas de relojería, sin dejan de tomar una sola dosis, ya no hay vuelta atrás.

La doctora Kate, interpretada por Emil, es la protagonista de esta historia, forzada a encontrar una cura debido a que su novio está entre esos llamados “retornados”, el último giro novedoso dentro del cine de zombies. Pero el punto de vista de la película, nos hace que sintamos una mayor simpatía hacia los retornados, incluso cuando se convierte en criaturas antropófagas.

-Ya no puedo ayudarte.

-Entonces, ¿qué quieres que haga? Que me quede quieta y ver cómo mueres.

 Es uno de los atractivos del filme de Carballo: los verdaderos monstruos son aquellas pequeñas cedulas dirigidas a exterminar infectados, tanto como el hecho de que se deje de investigar, con el fin de ingredar a los retornados en centros militares hasta que se den con la proteína que impida su transformación. De ahí, que la pareja protagonista decida huir y buscar la manera de sobrevivir, con el fin de que siga vivo.

-No piense que su familia es inmune, cuando hablamos del fin de la humanidad.

La verdad es que la propuesta que presenta el director, en Retornados podía haber sucedido años después que Guerra Mundial Z, como si fuese un apéndice del film de Marc Foster. Nada tiene que ver como George A. Romero, e incluso con 28 días después, no hay zombies catatónicos sino muy reconocibles como personas normales, lo que seguramente pueda relacionarlo con la inquietante Les revenats (Robert Campillo), película que mostraba a los zombies con la misma apariencia con la que habían muerto. 

Es decir, una vez más el cine de género sirve como vehículo para reflejar el mundo en que vivimos, con un tema social. Dice el director: “El zombie, como icono del fantástico, es una figura fundamental de la sociedad moderna. Su naturaleza del devorado del prójimo y su comportamiento de autómata, está presente en una sociedad que se destruye así misma”. De ahí que Retornados no sea una película de zombies al uso, es más un thriller médico –al estilo de Robin Cook- y un drama romántico: “Mis referentes –señala el propio Carballo- no es George A. Romero sino los thrillers hospitalarios al estilo de Coma o las películas de la primera etapa de Cronemberg  como Cromosoma 3 o Scanners. De ahí la analogía con el VIH, mostrando un presente paralelo en el cual hubiéramos sufrido una epidemia hace veinte años”. Los zombies de esta película, adquieren un grado de marginalidad similar al de los enfermos de Sida, como vemos en este diálogo tomado de Philadelfia (Jonathan Demme).

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[Rec] Rompiendo las normas del género de terror.

[Rec] Rompiendo las normas del género de terror.

Las dos primeras películas codirigidas entre Jaume Balagueró y Paco Plaza, el remake de John Erik Dowle y la siguiente entrega de la saga, con Paco Plaza en solitario, tienen algo en común. La obsesión por mirar, la obstinación de la sociedad actual por registrar cada detalle, las críticas a una cierta televisión, el formato de falso documental que desemboca en una odisea de terror y sangre, con el punto de vista del espectador centrado en esa cámara que todo lo que ve. Estos filmes, también otorgaban una atmósfera de terror a sus historia y exprimían su condición de residencia laberíntica. Los creadores de la saga Rec hicieron algo más que orquestar un carrusel de imágenes y sonidos, siempre al máximo nivel de adrenalina. La primera entrega propone una postura original que rompe con las estructuras clásicas del cine de terror. Eso sí, no se decide ni por el mainstream ni por la serie B salpicada de pus, es puro pan y circo para los amantes del género. 

-Se han oído gritos, Mari Carmen del primero ha llamado a los bomberos.

Una de las ideas de la primera película era el concepto de telerealidad, salido del mundo de la televisión, de los programas que -cámara en mano- muestran todo tipo de reportajes. De hecho, seguimos la pista de una reportera y su cámara, viviendo un día con el cuerpo de bomberos que acudirá a un edificio para responder a una rutinaria llamada de emergencia. Ahí empezará la pesadilla, con vecinos y zombies de por medio. 

En Rec 2, la acción transcurre unos minutos más tarde, en el mismo edificio del Example barcelonés. Un comando de los GEOS responde a la situación de emergencia de lo que parece una epidemia vírica.

-Se trata de un virus altamente contagioso, se ha puesto el edificio en cuarentena y nos hemos puesto en contacto con el interior.

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El propio Paco Plaza comentaba que la saga de Rec se inició con ninguna intención de continiudad, sino como experimento entre amigos. "Rec es una película de horror pura, con Rec 2 intentamos girar a elementos de acción, un poquito más de comedia. Lo que queríamos, sobre todo, cuando ya vimos que iba haber cuatro películas, es distinguirlas claramente las cuatro". Pero encontramos con algunas señas de identidad, como la "Niña de Madeiros", el costumbrismo -del que desprende un sutil humor negro- , su carácter revisionista del subgénero zombie y el contexto de fanatismo religioso.

-¡La jodimos, este es un cura!

-Vamos a grabar un poquito a mi primo Koldo, que está un poquito nervioso. 

Rec 3 se subtitula "Génesis" porque se mantinene al principio de la historia, pero también porque desde la primera parte de la saga de Rec han jugado con la iconografía religiosa.

-Aún no, aún no puede estar pasando. 

- ¿El qué?

- El Génesis. Los ángeles abandonaron su propia morada, donde el Señor los guardó en prisiones eternas en donde soportarán el castigo divino y no podrán regresar hasta el Juicio Final.  Es una vuelta al foco de la infección, como nos dice el título añadido de Génesis.

La aventura americana es un pragmático remake al estilo hollywood. Los cambios en esta versión son mínimos: se adelanta la información sobre las causas de los ataques caníbales, se aprecia más exterior del edificio y se muestra el rostro del cámara, perdiéndose así el efecto narrativo de ese personaje, visto como una extensión del propio ojo del espectador. La frase final de Rec, resumía el espíritu de la saga: "¡Grábalo todo, por tu puta madre!".

                         Con Paco Plaza  

                        Con Leticia Dolera         

Lo más llamativo de la saga REC era la cámara subjetiva, pero vaya por delante que  no soy de aquellos que se entusiasmaron con esta propuesta terrorífica. Entiendo que haya mucha gente que disfrutara de un film que destacaba precisamente por desnudar al género de sus convencionalismos, de sus trucos habituales. Surgió una saga, demasiada condicionada por su propio éxito, de ahí que se termine creando una serie de mecanismos repetitivos, que provocan cierta familiaridad con el espectador fiel.

Quizás Paco Plaza empezó a darse cuenta que el formato subjetivo limitaba las opciones narrativas y sobre todo, impedía que su historia tuviera flexibilidad. Rec 3: Génesis supone una ruptura argumental y estética. "Si el primer filme rompía las normas del género, esta se carga las de la saga", decía Paco Plaza en una entrevista. "Queríamos que el cambio se notara muchísimo". Lo más llamativo es el cambio de escenario: nos alejamos del Example barcelonés, para trasladarnos a una boda. Y la primera parte de la tercera entrega, mantiene la esencia de la saga. "Todo el mundo tiene una cámara, por eso aparecen cinco o seis formatos de video. Pero en la segunda parte, queríamos que fuera todo lo antiRec posible o todo lo más cinematográfico posible. Usamos muchos travellings, muchísimas grúas".

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-¿No os habéis enterado de nada?, pues vais a flipar.

El trailer nos dejaba con la miel en los labios a todos aquellos que no pudimos asistir a la premier en Francia ni a su paso por el festival South by Southwest de Austin (EEUU), ("nuestro París-Texas", como bromeaba el director).

 Rec 3 comienza con una boda y con un estilo que recuerda a la cámara subjetiva de las películas anteriores. Es un guiño a las cámaras que llevamos y con las que queremos dejar para el recuerdo hasta el más mínimo detalle. Pero también es parte de la normalidad que se tuerce en una violencia atávica, propia del género. Un momento así no lo fastidia ni siquiera unos zombies y no me refiero con esto a unos cuantes familiares con unas copas de más.

Esta caótica boda es el origen de Rec, la esperada tercera  parte de la saga. Así que abténgansen los más escrupulosos. Rec 3 promete una ración doble de sangre y vísceras. Paco Plaza y su guionista Luiso Berdejo (quién ya escribió la primera entrega de la saga) organizan un evento de altura, llena de miembros cercenados, gritos y una sierra eléctrica con la que se arma la heroína de la película. Clara (Leticia Dolera) pretende reunirse con su marido y hacer frente a quienes le han arruinado el mejor día de su vida: "¡Hoy es mi día, hoy es mi día!". 

- Aún no, aún no puede estar pasando. 

- ¿El qué?

- El Génesis. Los ángeles abandonaron su propia morada, donde el Señor los guardó en prisiones eternas en donde soportarán el castigo divino y no podrán regresar hasta el Juicio Final.  Es una vuelta al foco de la infección, como nos dice el título añadido de Génesis.

 

Génesis, porque se sitúa al principio de la historia, pero también porque desde la primera parte de la saga de Rec han jugado con la iconografía religiosa.

-¡La jodimos, este es un cura!

El propio Paco Plaza comentaba que la saga de Rec se inivió con ninguna intención de continiudad, sino como experimento entre amigos.  "Rec es una película de horror pura, con Rec 2 intentamos girar a elementos de acción, un poquito más de comedia. Lo que queríamos, sobre todo, cuando ya vimos que iba haber cuatro películas, es distinguirlas claramente las cuatro".

-Vamos a grabar un poquito a mi primo Koldo, que está un poquito nervioso. 

Como un video doméstico se tratase, la primera parte se sigue a través de las cámaras de los invitados. La historia da un giro complentamente con respecto a las dos películas anteriores, abandona el carácter claustrofóbico del edificio barcelonés, para mostrarnos el nuevo escenario de esta tercera entrega. Eso sí, continúan algunas señas de siempre, como la "Niña de Madeiros" y el cierto contexto de fanatismo religioso.  

Pero, al mismo tiempo, Rec 3: Génesis, supone una ruptura argumental y estética. "Si el primer filme rompía las normas del género, esta se carga las de la saga", decía Paco Plaza en una entrevista. "Queríamos que el cambio se notara muchísimo". De ahí la elección del formato panorámico, la iluminación e incluso de la presencia del travelling y de la grúa. Es en la segunda parte de la película, con las cámaras domésticas rotas, cuando la acción cobra protagonismo con una demencia de parientes, la presencia de los zombies y de mucho humor negro. Una de las ideas más interesantes de esta nueva propuesta de Paco Plaza es que las violentas criaturas no son seres abstractas o vecinos de un inmueble, sino que son parientes y amigos. 

-¡Son la familia, son la familia!

-Ya no, ya no. 

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Bienvenidos a Zombiland.

Bienvenidos a Zombiland.

Como existe un cine de terror movido por el miedo a las consecuencias de la Ciencia (Frankenstein) o por la subyugación sexual y el tema de la inmortalidad (Drácula), también la industrialización, el consumismo y la sociedad de masas han generado sus propios temores: el mundo cinematográfico del zombie.

 Es verdad que sus comienzos aparecieron como parte de la temática del vudú y con el despegue de la lívido sexual de la Universal, en los años treinta. La obra seminal del género correspondía a Victor Halperin, con La legión de los hombres sin alma (White zombie); cinta que surgía –no, por casualidad- en los años de la Gran Depresión. Todo un precedente de ese clásico que fue Yo anduve con un zombie (Jacques Tournert). Pronto, sin embargo, tuvieron un replanteamiento político o social, como reflejo del miedo atómico o como parte de una sociedad desquiciada, fruto de las consecuencias surgidas de la guerra.

Existe un ancestral miedo a la muerte, escribía Stephen King en su novela Salem´s Lot: “la muerte empieza cuando te alcanzan los monstruos”. El cine lo ha reflejado en una multitud de ocasiones, representándolo en la figura de psycokillers, agrupados en desnaturalizadas familias o en zombies caníbales que, momentos antes, eran familiares o amigos. Es la cotidianidad que se rompe de una manera brutal, atávica y primitiva, al observar que el hombre puede llegar a ser el peor enemigo de sí mismo.

Era la descripción introspectiva dentro de su salvajismo, con la cual George A. Romero creó todo un subgénero a base de revisitar una y otra vez la temática zombie en estado puro. En sus películas, observamos una jauría humana dispuesta a devorarse a dentelladas, mientras contempla la descomposición de los valores de un país. Desde el consumismo más abyecto propio del capitalismo a su ideología propiamente de izquierdas, Romero definió el zombie moderno en diversos filmes (La noche de los muertos vivientes, Zombie, La tierra de los muertos vivientes, etc). Conforme a las ideas del director, presentaba una serie de parábolas sobre la situación política y social de los Estados Unidos, mientras que establecía las señas de identidad del género.

 - Ya saben que estamos aquí.

 La noche de los muertos vivientes fue uno de esos films que marcaron toda una época, rodada en un sobrio banco y negro, y con una acertada puesta de escena con la que supo retratar un pequeño microcosmos humano recluido en una tétrica mansión. Sin embargo, se caracterizó por su enfoque de la seriedad, sobre todo por no tomarse el género demasiado en serio (si en El día de los muertos, mostraba la socialización de un zombie a través de la música, en The survival of dead los hacía montar a caballo).

 Influidos por el cine de Romero, se dieron aportaciones patrias bastante interesantes, como No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau), El espanto de la tumba (Carlos Aured) o La noche del terror (Armando Osorio), hasta llegar Rec (Paco Plaza y Jaume Balagueró) y mezclar el género con la telerrealidad.

 En clave de serie B, el género llega a dotar unos códigos a base de citar otras películas o tramas argumentales. La base primaria de estas historias se acoge al llamado survival movie, en las cuales los personajes prueban diferentes formas de salir del acoso de los zombies. Esto se integra tanto en la narración que la acción se convierte en lo esencial, ocupando la totalidad del tiempo y el espacio del relato. De hecho, la información sobre la historia y sus detalles argumentales suelen ser muy básicos. Los personajes son meras proyecciones del propio espectador, quien focaliza sus emociones no en ellos, sino en la situación tan terrible, sumergiéndose en un territorio hostil plagado de enemigos deshumanizados.

                                

 El género del cine de zombies llegó a degenerar como fórmula, con el gore, el humor y otras rarezas, así como algún que otro remake más que interesante. El amanecer de los muertos (Zack Snyder), revisión del clásico Zombie de George A. Romero, sublimaba la crítica social con uno de las más espectaculares trabajos en este sentido. Como pesadilla, hecha realidad, presentaba un cruento retrato de la transformación de una plácida vida familiar y cotidiana. Bastaría recordar esa escena inicial en la que Ana (Sarah Polley) huía de su marido e hija, convertidos en violentos muertos vivientes.

 Pero pronto se dieron cuenta de que todo esto de tripas, sangre y zombies eran un terreno ideal para el humor. Raimi, Jackson, Wright y otros muchos vieron el cine zombie en su versión más estricta, aunque sin tomárselo muy en serio. Terroríficamente muertos, Braindead, Zombie party eran de lo mejorcito en esta línea; luego llegaría el gore: Stuart Gordon, Brian Yuzna (Reanimator). Hasta alcanzar el cine de acción, más convencional: zombies histéricos y sociópatas de gatillo fácil.

 Observamos cómo, cuando este subgénero parece haber alcanzado una determinada consistencia, se contenta con abrazar las convenciones del cine comercial y el de acción hollywoodiense más prototípicos. Muchas películas se limitan a orquestar las peripecias de un grupo de supervivientes, junto a los temibles tics de los films para adolescentes. El subgénero se ha aprovechado de los propios recursos del cine de acción para explotar estas escenas en donde el ataque o la supervivencia se convierten en un parámetro en este mundo maniqueo de buenos y malos. En donde estas criaturas representan lo mortífero, lo extraño al que se debe aniquilar si se quiere sobrevivir. La taquillera pero mediocre adaptación del popular videojuego Resident Evil, es uno de los referentes en esta línea. Franquicia protagonizada por una heroína con sobradas dosis de adrenalina, enfrentada a devastadores zombies y a una gran multinacional, Umbrella Corporación.

- ¿Qué es La Colmena?

- Rancoon city, el centro urbano más próximo; la mansión, en donde os hemos encontrado, desde la cual hemos tenido acceso al tren, que nos ha traído hasta La Colmena. La Colmena, en sí, está situado bajo tierra, a bastante profundidad bajo las calles de Rancoon city. La Colmena es un complejo secreto de investigación, que dirige Umbrella Corp. y aloja a más de quinientos científicos, que viven y trabajan bajo tierra. Sus investigaciones son de vital importancia, su naturaleza es confidencial.

 Seguramente muchos quedaran defraudados al ver cómo, desde Matrix, el mundo seguía intacto. De hecho, las visiones apocalípticas se han sucedido desde entonces, con algunas versiones dentro de este subgénero. Como parte de la guerra bacteriológica, los zombies aparecen como fruto de todo tipo de experimentos y de reacciones víricas. Así surgía tanto en la saga de Resident Evil (con el T-virus), como en la superior  28 días después, en la que Danny Boyle ambientaba un cataclismo zombie en Gran Bretaña.

- Y no lo veías por la tele, sino en las calles de la ciudad, lo veíamos por la ventana. Era un virus, un virus contagioso. No hacía falta que nos lo dijeran ningún médico, se trasmitía a través de la sangre. Se intentó evacuar la ciudad, pero ya era demasiado tarde, la infección ya se había extendido.

 Al final se pretende extraer una extraña atmósfera de unas ciudades pobladas de muertos vivientes, tal vez como una certera metáfora de nuestro tiempo. El gusto por los zombies no parece terminar, como demuestra el éxito de la televisiva The walking dead (Frank Darabont). Todos deseamos una larga y sangrienta no-vida.