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Tocata y fuga de Lolita.

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-Nunca deberíamos haber atravesado el río Mississippi.

Contra la hipocresía de la mentalidad franquista surge esta comedia de enredos amorosos, “Tocata y fuga de Lolita”, mucho más que un film sobre los relevos generacionales que surgen en la historia del cine cada cierto tiempo sino sobre la libertad, sobre todo la sexual, y las convenciones de la época. Se trata del debut cinematográfico de Antonio Drove –director maldito y prácticamente desconocido por los profanos, que apenas realizaría unas pocas películas- aunque lo que llama la atención es el reparto encabezado por la entonces miss Mundo Amparo Muñoz, Arturo Fernández y un soberbio Paco Algora, en estado de gracia.

-Nikolai, ya te he dicho que no, no seas pesado.

-Siempre te pones así cuando hay más gente delante y no puede ser.

Una película apegada al momento en que se rodó y, en concreto, al movimiento en el que surgió –del que hablaremos más adelante- la llamada “tercera vía”. Un film con un discurso crítico en plan de comedia de enredo, en donde la caracterización de los personajes está magnífica, junto con la química entre los actores, sobre todo representada en el padre –interpretado por Arturo Fernández- y el novio “proge” de la hija –un inmenso Paco Algora- en cuyos trabajos se sustenta buena parte de la película.

 

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Las dos Españas.

Coincide, también con un momento de transición en donde las convenciones tardofranquistas son más evidentes al surgir nuevas mentalidades, lo que representan ambos personajes masculinos: Arturo Fernández, y Paco Algora,  los dos extremos de la sociedad que estaban viviendo. El primero es un personaje burgués, con una buena posición social y política –es candidato a Procurador a Cortes por el tercio familiar- y viudo, manteniendo una relación con un amante, mientras que Algora representa al progresista y cinéfilo, cariñoso y divertido, que no tiene dónde caerse muerto, presentado como una especie de alter ego del propio director, Antonio Drove. 

-¿Y este dónde duerme?

-En la cocina, en un saco de montaña.

-Ya verás en qué condiciones honestas, pero calamitosas vivo.

Paco Algora interpreta a un personaje muy carismático, a través de mil referencias cinéfilas (sobre todo del western y de unos títulos muy concretos, aquellos considerados del western crepuscular como Jonnhy Guittar (Nicholas Ray) o Mayor Dundee (Sam Peckimpah). En el reparto, habríamos que destacar también a la bellísima actriz británica Pauline Chaloner a quien habíamos visto en “La residencia” (Narciso Ibáñez Serrador) en donde interpretaba a Catherine, la alumna del internado que sufría unos dolorosos castigos al comienzo de la película, mientras que aquí encarna a la amiga de Amparo Muñoz, quien se enamorará del personaje encarnado por Arturo Fernández.

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Antonio Drove, un director olvidado.

Antonio Drove, que había participado como actor en uno de los títulos clásicos de Iván Zulueta “Uno, dos, tres, escondite inglés”, tuvo una gran actividad desde el punto de visto cinéfilo, llegando a entrevistar para TVE al mismísimo Douglas Sirk. Pero más allá de la dirección –solo realizó cuatro cortometrajes y cuatro largometrajes- fue realizador en TVE y director de algunos episodios de la mítica serie “Curro Jiménez”; pero sobre todo guionista. Por ejemplo, escribió el guión de “Al diablo con amor” (1973), película de Gonzalo Suárez que suponía su segunda colaboración con Ana Belén y Víctor Manuel.

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A esta comedia, le siguió otra del mismo estilo en donde quiso repetir éxito de taquilla, repitiendo como protagonista Paco Algora: “Nosotros que fuimos felices” (1976). Aquí, trabajaría junto a Amparo Soler Leal y Emma Cohen –con quién protagonizaría Algora “Bruja, más que bruja”, a las órdenes de su amigo Fernando Fernán Gómez-. Pero 1976 fue el año de la primera huelga general de taquilleros y el film fue un fracaso.

Años más tarde, Drove dirigió su obra maestra: “La verdad sobre el Caso Savolta”, adaptación de una novela de Eduardo Mendoza, con un reparto genial y una gran producción artística. Su última película, adaptación de otra novela –El túnel- ya supuso su ocaso como director.

La tercera vía.

Uno de los aspectos obligados a detenernos a explicar fue eso que  se llamó “tercera vía”. Estuvo suscrita por el realizador Roberto Bodega y el productor José Luis Dibildos quien financió una serie de películas a través de la productora Ágata Films, situándonos entre “Españolas en París” (1971) y “Hasta que el matrimonio nos separe” (1977). Fue un intento de hacer un cine socialmente comprometido, pero que fuera comercial, alejándose por tanto, del cine que se hacía del landismo y las españoladas,  y el cine de autor con reminiscencia intelectual y simbólica como el de Carlos Saura o Víctor Erice.

En realidad sería un total de siete películas, todas ellas comedias y críticas hacia un tipo de convenciones sociales en donde había temas tan variados como la inmigración (Españolas en París), el machismo (La mujer es cosa de hombres), la hipocresía sexual (Tocata y fuga de Lolita) o la publicidad (Vida conyugal sana). Algunos de estos films estuvieron escritos por José Luis Garci, siendo José Sacristán una de sus principales referencias interpretativas –aunque otros títulos, como el que analizamos, tuvo un reparto propio-. También contaban con una construcción narrativa cercana a la screwball comedy americana, aunque con grandes diferencias, por ejemplo, sus personajes no estaban situados en la clase pudiente española sino sobre todo en las nuevas clases medias propias del tardofranquismo. Tampoco intentaban caer en el recurso de la risa fácil sino crear personajes con una psicología y una sociología muy marcadas; un ejemplo clarísimo sería esta película de “Tocata y fuga de Lolita”.

 

1 comentario

Gordon Willis -

Que grande era Paco Algora, pero que poquita cosa era esta película.