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Jack Finney: De la literatura a un género clásico de la ciencia-ficción.

Jack Finney: De la literatura a un género clásico de la ciencia-ficción.

Don Siegel, Phillip Kaufman, Abel Ferrara y Oliver Higsfield fueron los cineastas que realizaron adaptaciones de la famosa obra, a la que podría sumarse The faculty (Robert Rodriguez), inspirada parcialmente en el texto original de Jack Finney.

En el McCarthismo y la caza de Brujas encontramos el componente ideológico de la primera adaptación, a mediados de los años cincuenta. De impecable factura técnica, muy superior a los standars de la época, la obra de Don Siegel no necesitaba describir entre líneas que la ideología del invasor es la del enemigo comunista, pero eso sí, muchos observaron en su historia el contexto de los primeros compases de la Guerra Fría.

- De repente, cuando estéis durmiendo os absorberán vuestros cerebros, vuestros recuerdos y volveréis a nacer en un mundo sin preocupaciones en donde todos serán iguales.

- ¡Vaya un mundo!.

En este sentido, La invasión de los ladrones de cuerpo es uno de los títulos inaugurales de una manera de plasmar esta psicosis que sería imitada hasta la saciedad, tanto que se hicieron diversas secuelas de este clásico dirigido por Don Siegel. Si fueras alien (léase, comunista) y quieres invadir la Tierra (o los Estados Unidos), ¿por qué exponer tus platillos volantes a las flamantes armas nucleares humanas?. 

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La segunda adaptación de finales de los setenta traslada la trama a la ciudad de San Francisco. Protagonizada por Donald Sutherland y Jeff Goldumb, gracias a la brillante dirección de Phillip Kauffman, La invasión de los ultracuerpos, consigue retratar con precisión el aislamiento y desesperación del hombre en medio de la urbe moderna, dejando atrás la politización de su predecesora. Eso, teniendo como telón de fondo la Guerra de Vietnam y el caso Watergate, con un cameo del protagonista de la primera adaptación, Kevin McCarthy, que aparecía en medio de una calle, cortando el tráfico, tal y como lo hacía en la famosa última escena de la película. ¿Quién no tiene pesadillas con el grito espeluznante del final del film? Una oda sobre la falta de emociones de la vida moderna y la incomunicación, como una gran parábola social. 

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La estética apocalíptica de las escenas de las persecuciones rodadas por Kauffman ha influido en una multitud de directores, de la talla de Danny Boyle, como se observa en 28 días después, pero también en la tercera adaptación que vino de la mano de Abel Ferrara, que incomprensiblemente adoptó el mensaje anticomunista de Siegel, tomando las medidas que popularizaron el filme de Kauffman, para repetir la fórmula. Demostraba lo absurdo que puede llegar a ser una repetición. En esta ocasión, en Body Snackers (Ladrones de cuerpos), el cineasta ambientaba esta historia de invasiones alienígenas en una base militar, con el mismo final apocalíptico que las anteriores. 

- Vamos, la historia de los ladrones de cuerpos es una historia inventada, la puedes encontrar en la sección de ciencia-ficción de la biblioteca.

- Y La Lista de Schidler, también, pero toda ficción se basa en algo real, ¿no? ¿Qué nos enseña la Srta. Burke en la clase de literatura? "Escribir de lo que sepáis". Quizás ese escritor...- Jack Finney.

- Se encontró con alienígenas en su instituto y quiso escribir sobre una invasión. 

Inspirada en clásicos de la ciencia-ficción, The Faculty narra la invasión alienígena, desde el punto de vista de un grupo de adolescentes (todos ellos arquetípicos de ese universo teen de los institutos) que un buen día descubren que sus profesores son extraterrestres. Algo que todos hemos sospechado alguna que otra vez.

La más reciente incursión, La invasión de Oliver Higsfield nos demuestra que este género está vivo, pero sin novedades en el frente. Eso sí, toma prestado elementos de la actualidad, el pánico al 11S y las "imperfecciones" sociales, globales, de nuestro mundo: las guerras, el terrorismo, la violencia. 

-Un mundo sin guerras, sin violaciones, porque en nuestro mundo no nos hacemos daño. Todos somos uno. 

Este es el fundamento político de La invasión, una película complaciente que, abogando por la democracia, justifica buena parte de los males que padece nuestro mundo. Desde las guerras a las peores injusticias, al fin y al cabo, esto son sólo daños colaterales surgidos de la imperfección humana. 

- A veces hay que hacer cosas que nos duelen para tener una vida mejor. 

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Dejando a un lado la más que cuestionable ideología de La invasión, la nueva adaptación de la novela de Jack Finney, rinde homenajes a sus predecesores e introduce novedades interesantes en la trama. Para empezar, los alienígenas no se duplican ya a través de vainas, sino que mutan a través de un sueño del portador de un virus. Y lejos de ser un problema local, la invasión es global; pero lo fundamental es que en esta nueva versión se crea un núcleo de resistencia muy organizado contra la epidemia alienígena. La invasión se empeña en subsanar las lagunas de credibilidad de cualquier obra de género y descuida el componente psicológico de los invasores, simplemente carecen de emoción, poco más sabemos de ellos. Una vez más el antagonista es un arquetipo mal definido. 

- Tranquilícese, se les puede engañar, pero hay que estar tranquilo. No muestre ninguna emoción, así no pueden distinguirnos. Mantén la calma.

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