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Travelling. Blog de cine.

Clint Eastwood

Mula.The Old man and the Gun.

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Cuando decida retirarse de su profesión, se habrá perdido una forma de rodar y comprender el mundo que pocos como élhan sabido representar. Con una combinación perfecta de estilo y forma de dirigir, más allá de los ochenta, Eastwood(con 88 años), dirige y protagoniza la increíble historia real de un nonagenario que se convirtió en correo  para un importante cártel de la droga, trasportando cocaína. Cuenta con un reparto encabezado por el propio Eastwood, junto a Bradley Cooper, Lauren Fishburne, Dianne West y Andy García, y muestra algunos de los temas recurrentes en su cine como el perdón, el arrepentimiento, la inmediatez de la muerte o el desapego en la familia.

El guión está escrito por Nick Schenk (El Gran Torino), a partir de un artículo de Sam Dolnick que se publicó en New York Times Magazine. Las primeras compases de la película nos muestran a un Earl Stone triunfador como una destacada figura en una convención de lirios de día, junto a unas adorables damas. El espectador descubre como una ironía que el personaje principal haya dedicado su vida, como horticultor, al cuidado de las flores más efímeras que existen. También comprobamos cómo prefiere divertirse con extraños en el bar de un hotel antes que aparecer por la segunda boda de su hija, Irish (interpretada por Alison Eastwood, hija del director).

Pero a consecuencia del embargo de su invernadero, en Illinois, decidirá aceptar un trabajo (por el que ganaría una buena suma de dinero solo por conducir), con la idea de mantenerse a flote.  Earl Stone se había pasado la vida conduciendo y ni tan siquiera le habían multado por exceso de velocidad. Unas manos seguras al volante, tan seguras que un cártel mexicano lo emplea como mula, dispuesto a pasar por alto su edad y sus imprevistos.

Es una reflexión meditada, conflictiva y tierna sobre cómo Estados Unidos condiciona a la gente, en un país en donde el trabajo es una identidad en sí misma. Un viejo floricultor, veterano de guerra, que se preocupa de las flores antes de que cualquier persona de su entorno. Podría ser un símil autobiográfico de sí mismo: un anciano inmensamente rico que se niega a retirarse de su profesión porque es más respetado como cineasta que como padre (no por casualidad, es un tema recurrente en su cine e incluso participa su propia hija). E incluso Internet acaba con el negocio de flores de este individualista floricultor, tal y como está haciendo la Red al cine tradicional.

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El fin del héroe anónimo norteamericano.

Clint Eastwood ya había anunciado la retirada de la interpretación tras la olvidable “Golpe de efecto” (2012) y “Mula” podría ser ese conveniente Canto del Cisne, su particular “The Old man and the Gun”, comparándolo con el último personaje de otro gran veterano de Hollywood: Robert Redfort.

Desde sus primeras imágenes, con las flores movidas por el viento y esa música emotiva tan suya (esta vez firmada por Arturo Sandoval), descubrimos el tono de esta película dramática, con algún punto divertido. Pero más allá  de la condición genérica de thriller, el film se acerca más a la línea de esos legendarios westerns que tanto han gustado al viejo Eastwood. “La mula” sería un riff de esos personajes que interpretase a tanto las órdenes de Sergio Leone como de Don Siegel.

Este Earl Stone estaría dentro de esos personajes -desde su Harry el Sucio hasta ese abuelo de El Gran Torino- que Eastwood interpreta mejor: un veterano de guerra convenientemente racista, un personaje conflictivo a pesar de que Eastwood sepa exactamente cómo mostrarlo encantador.

Sin duda estamos en la zona de confort de uno de los grandes nombres del séptimo arte, después de que su última película recibiese tantas críticas. Pero “Mula”venía llena de prejuicios. Muchos la tildaban de racista y “trumpista”, antes de que nadie la hubiese visto e incluso algunos consideraban a Eastwood prácticamente acabado al sentirse decepcionados por su último trabajo como director. La película logra acallar las voces más críticas, sin ser un film redondo.

El veterano cineasta representaría un cine que ya se ha quedado viejo. Con la película como excusa, Eastwood diseña un personaje que crea su propio código de conducta, a través de un individualismo cada vez más caduco (incluso el propio Stone lo entiende así). Esos personajes errantes y anónimos que ha interpretado como nadie en el cine, desde ese “hombre sin nombre” de Leone hasta  el Walter Kowalski de “Gran Torino”, han llegado a su fin.

 Quien quiera conocer el artículo de donde procede esta película puede hacerlo a través del siguiente enlance.

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15:37. Tren a París. Clint Eastwood se reinventa.

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-Tengo la sensación de que la vida te empuja hacia algo, que hay un propósito mayor. Yo quería ir al frente a salvar vidas.

Cumple sus ochenta y ocho años, en mayo, y es su trigésimo sexto largometraje, tras las cámaras, lo que demuestra el buen estado de salud del cine de Clint Eastwood (el mejor director, en activo).  El film recrea el atentado yihadista que evitaron tres jóvenes americanos, quienes se han prestado a interpretarlos a sí mismos; nos referimos de Anthony Sadler, Alex Skarlatos y Spencer Stone.  Evidentemente, se trata de un suceso puntual que el veterano cineasta enriquece con  el retrato de los tres amigos, desde la infancia, y elige –para ello- una forma de contar la historia que a muchos no ha gustado. Eastwood se reinventa, para la ocasión, e intenta sacar lustre de un suceso que bien valdría para  un cortometraje.

Antes de visionar la película ya había leído una buena tirada de críticas negativas de aquellos que se sentían decepcionados y la verdad es que muchas de ellas son fácilmente comprensibles. Si ven esta y la comparan, por ejemplo, con Mistic River –otro retrato de tres amigos, cuyas vidas marcadas por una tragedia, los traslada a los recuerdos de la infancia-, “15:37. Tren a París”, resultará una esfinge hasta el último momento: aburrida y dramáticamente inerte. Y sin embargo, hay algo de interés en la película. El film sigue en la línea de sus dos anteriores trabajos (El francotirador y Sully) otras dos historias sobre ciudadanos anónimos, convertidos en héroes, surgidas de noticias del telediario. Clint Eastwood no recurre ni a Bradley Cooper ni a ninguna otra estrella, sino que cuenta con los mismos protagonistas (el terrorista, Ayoub El-Khazzani, estaba en prisión, y por lo tanto, no pudo ser disponible). Dos de los muchachos formaron parte del ejército, de ahí, que tuviesen preparación para el combate y primeros auxilios; y al menos, uno de ellos, contaba con una profunda fe cristiana.

El efecto de realismo que logra Eastwood resulta extraño. Evidentemente ellos no son actores y se observan carencias interpretativas pero sí logran subrayar una genuina calidad para la película. ¿Tres Bradley Coopers habrían logrado algo más? “15:37. Tren a París” comienza con una situación tensa, a bordo del tren y luego va paulatinamente reduciéndose el dramatismo, cuando focaliza la historia a las tres vidas de estos personajes. Pasamos de unas infelices e insatisfactorias infancias a la vida de mochilero cuando deciden tomarse unas vacaciones en Europa, situaciones cotidianas que más de uno habríamos vivido en alguna ocasión. Entonces pasaríamos al suceso central, el ataque terrorista que –en un nuevo giro- Eastwood trata tangencialmente para situarnos en el verdadero momento central de la historia: Cuando François Hollande otorga a los tres jóvenes la Legión de Honor, a través de una serie de imágenes reales. Podría extenderme en este sentido pero eso quitaría interés a la película. Dejo al lector que descubra, por sí mismo, la historia que quiso contar Clint Eastwood. Un film que resulta algo irregular, pero con muchos aspectos destacables. Seguramente quien conecte “15:37. Tren a París” en la carrera del director quede decepcionado ante los films tan grandísimos que Eastwood ha creado en el pasado, pero este nuevo título no es un “descarrilamiento” sino una reinvención de su propio estilo.

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Los puentes de Madison: El clímax melodramático de Clint Eastwood.

Los puentes de Madison: El clímax melodramático de Clint Eastwood.

"Este tipo de certeza viene pero una vez en la vida." 

"Los puentes de Madison” (Clint Eastwood, 1995) no es sobre el amor o el sexo, sino sobre una idea. La película se abre con la información de que dos personas una vez  se conocieron y se enamoraron, pero decidieron renunciar al amor.  

Veinte años más tarde, Francesca (Meryl Streep)  sigue siendo esa mujer de cierta edad, con el hábito entumecido, casada con un buen hombre, pero aburrido, Bud, y vagamente consciente de que la vida no ha resultado como esperaba. Entonces, un día, mientras que Bud y sus hijos,  están ausentes en la feria estatal, un extraño llega a la ciudad. Ese es Robert Kincaid (Clint Eastwood),  asignado por la revista National Geographic para tomar imágenes de los puentes del condado de Madison.

Casi todo el mundo conoce la historia. La novela de Robert James Wallern  fue un gran éxito de ventas, por una historia convincente: proporciona la fantasía de erotismo dentro de la virtud perfecta, elevando a un nivel espiritual la fantasía en la que un desconocido se presenta en la cocina de un ama de casa tranquila y la lleva en sus brazos.


Es fácil analizar la historia, pero es más difícil explicar por qué esta película resultó tan profundamente conmovedora - ¿a causa de una maravillosa historia de amor, protagonizada por Clint Eastwood y Meryl Streep? Si la historia hubiera terminado  en un "final feliz” con ellos  juntos, nadie hubiera leído el libro de Waller y ni tan siquiera existiría una película. El clímax emocional es la renuncia, cuando Francesca no abre la puerta de la camioneta de su esposo y corre junto a Robert.

Cuando hace 20 años, Clint Eastwood compró los derechos de la novela para adaptarla al cine, a muchos se les arquearon las cejas, de la sorpresa. Los lectores ya habían empezado a materializar la historia en sus mentes, y no con Eastwood - o con Meryl Streep, en su caso-. Todavía existía la tendencia de identificar a Eastwood con sus papeles del western y de los thrillers violentos de los setenta. Nadie, hoy en día se atreve a decir alguna palabra en contra del bueno de Eastwood, pero entonces, muchos le seguían tildando de fascista.


Y Streep encarna maravillosamente Francesca Johnson, la mujer italiana que se encuentra con un marido y dos hijos, viviendo en una granja en medio de un horizonte siempre fijo de Iowa. Los dos personajes principales construyen sus interpretaciones no por sus grandes gestos, sino por una infinidad de pequeños detalles sutiles de amor que sienten el uno por el otro.

Uno de los aspectos en que se asienta Los puentes de Madison, es la banda sonora, a cargo de Lennie Niehaus, uno de los compositores más preciados de Hollywood, destacando sus colaboraciones con Clint Eastwood. La música es el alimento del amor, o eso he oído, y la película nos brinda unos platos ricos para darse un festín, destacamos –en este sentido- la suite del Love theme.

                                        

Eastwood y su director de fotografía, Jack N. Green, encontraron una maravillosa representación de la luz, la sombra y la luz de las velas en la escena clave entre la mesa de la cocina, con el jazz y el blues tocando suavemente en una radio. En todas las secuencias con Eastwood y Meryl Streep encontramos los matices adecuados. Sin embargo, la historia que completa a la principal - aquella que implica a los hijos adultos de Francesca, en la que se encuentra sus diarios, después de su muerte- no es tan efectiva. Este mecanismo de encuadre, añadido por el escritor Richard LaGravenese, es necesario; permite dar profundidad a la historia de amor perdida. Pero Annie Corley y Victor Slezak, como Caroline y Michael, nunca parecen muy reales, y la reacción  de Michael por el comportamiento de su madre, en particular, parece forzada.

Esta historia podría fácilmente tratarse de forma vulgar, se podría reducir a los elementos evidentes de la seducción, el sexo y la separación melodramática. Pero, al final, la trama central se ilumina y nos deja una de las mejores historias de amor de todos los tiempos, a cargo de Robert y Francesca, de Clint Eastwood y Meryl Streep, que cumple hoy veinte años. 

Pale rider: El jinete pálido.

Pale rider: El jinete pálido.

Se cumple treinta años de un western de Clint Eastwood, firmado tanto como director como por actor:  “Pale rider” (Jinete pálido), título que alude al Apocalipsis.

-Y contemplé un caballo pálido; y el nombre de su jinete era La Muerte. Y el infierno le seguía.

Una vez que Eastwood se convirtió en un actor, cuyos estados de ánimo y sus silencios formaron parte de un estilo a la hora de transmitir una emoción, pasó a ser un director que jugaba con los detalles en lugar de llenar cada escena con su propia imagen o diálogo: Se nos muestra sus ojos, una esquina de la boca, el rostro en sombra, o su silueta con una fuerte luz detrás de él. Es un hombre de pocas palabras. Reside en los otros personajes  proyectar las  emociones sobre él. Él puede, de hecho, ser el “jinete pálido” sugerido en el título.

Otros detalles de la película no resultan tan sutiles. En líneas generales, "Pale Rider" es un western tradicional, con una historia mil veces vista. Es más, el film alude directamente a un clásico de George Stevens, Shane (Raíces profundas). Lo hace a través de una evocación disimulada: el grupo de mineros frente a un grupo de hombres armados, la amistad con un honrado miembro de la comunidad, el buscador de oro Hull Barret (Michael Moriarty); la historia de amor imposible con la prometida de éste, Sarah (Carrie Snodgress); y la fascinación, esta vez con connotaciones amorosas, que siente Megan (la hija adolescente de Maggie) hacia el predicador, el personaje de Eastwood. Otras veces, las semejanzas son más determinantes: el asesinato de Spider (Doug McGrath) a manos de Stockburn recuerda a la muerte de Elisha Cook Jr. tiroteado por Jack Palance, en Shane.

-Hay muchos pecadores por aquí. No querrá que me marche antes de terminar mi labor, ¿verdad?

Está por descontado la influencia de Sergio Leone, desde ese particular Hombre Sin Nombre que es el personaje de Eastwood hasta los guardapolvos que visten los hombres de Stockburn y que recuerdan a los de la película Hasta que llegó su hora.

E incluso, el film recuerda a sus anteriores wesntern. De “El fuera de la ley”, retoma –aunque lo mejora- la secuencia de apertura: la tranquilidad de la colonia minera, perturbada por la presencia de unos hombres a caballo. De “Infiernos de cobardes”, su aureola mística y fantástica: La joven Megan entierra a su perrito, reza una plegaria que se entrelaza con las imágenes de un misterioso predicador que se acerca cabalgando.

No podemos olvidarnos del grandísimo trabajo del director de fotografía Bruce Surtees, cinematógrafo que ha acompañado ha Eastwood desde sus primeras películas, siendo está su última colaboración. Su estilo ha sido, muchas veces, comparado con el que desarrolló Sergio Leone, en su famosa Trilogía del Dólar.

"El jinete pálido" es, sobre todo, un logro considerable, un western clásico tanto por su estilo como por su emoción. Muchos de los grandes westerns han surgido de una profunda comprensión por parte de un director junto con la presencia de su actor fetiche; en este sentido habría que destacar, las películas de John Ford junto a John Wayne. Después de su larguísima herencia en este género y de haberse dirigido a sí mismo en nueve ocasiones anteriores, Eastwood entiende a la perfección  cómo funcionan los códigos de un cine tan suyo como el western para desplegar en pantalla una majestuosidad cinematográfica, que hoy la mantiene como uno de sus títulos más destacados de su filmografía. 

El francotirador. Join to the Seals!

El francotirador. Join to the Seals!

Basada en la autobiografía de Kyle, personaje cuidado por Bradley Cooper, nos llega la historia de este joven de Texas que, movido por unos valores puramente americanos y los atentados del 11S, se convertirá en el tirador más eficaz en la historia militar de Estados Unidos. Se trata de un héroe de la Guerra de Iraq, un conflicto que fuera y dentro del país es tan impopular como el cáncer de colon.

Eastwood se hizo cargo del proyecto después de que Spielberg lo abandonará y American Sniper no podría haber llegado en un mejor momento para el director, sobre todo tras la sensiblera espiritualidad de del Más Allá de la vida y los sombríos ecos del musical de Jersey Boys. Y aunque es cierto que fracasó en los Oscar (1 estatuilla de las 6 nominaciones con las que fue al Dolby Theatre) la película rompe records de taquilla. Nos encontramos, también, ante el Eastwood que pretende ser el de Cartas desde Iwo Jima, adaptándose al estilo reflexivo y estético del director. Pero la anterior era una obra maestra y esta es bastante irregular. Igualmente, nos encontramos con ecos de la frontera –propios de los western de Eastwood- pero sobre todo de la particular guerra llevaba a cabo en suelo iraquí, con los marines yendo de casa en casa, en busca de insurgentes. En el film destaca, sobre todo, el carácter terrorista de estos combatientes.

-Tengo a un hombre en edad militar, hablando por un móvil y mirando al convoy.

-A lo mejor está hablando a la parienta.


El personaje principal, Chris Kyle es un francotirador de los Navy Seals y en la película acompañamos el día a día, de un grupo de ellos, en pleno combate en Iraq. Acrónimo de Sea, Air and Land, son los Comandos de la Marina, expertos en toda clase de armamento y técnicas de combate. Reciben el mejor y más duro entrenamiento posible. Actúan en pequeños grupos,  siempre pares. Su insignia es un águila aferrando un ancla y un tridente.

-Deja que te haga una pregunta, Chris, ¿te sorprendería que te dijera que la Armada te ha atribuido más de 160 muertes? ¿Alguna vez piensas que has podido hacer cosas que desearías no haber hecho?

-Yo no soy de esos.


"American Sniper" cuenta con algunos de los mejores trabajos de edición que he visto en los últimos años: las escenas de batalla, superan tanto a "Act of Valor" en la intensidad como a La noche más oscura (Kathryn Bigelow) por referirnos a títulos recientes. La secuencia de la batalla culminante - que se desarrolla durante una tormenta de arena - es un tour de force de morderse las uñas. Eso sí, la película mantiene semejanzas con En tierra hostil (Kathryn Bigelow).

Contada con una economía dramática, esta es la más interesante película sobre la guerra de Irak desde The Hurt Locker (En tierra hostil). De hecho, muestra la confusión de la zona de combate, e incluso los acontecimientos, de forma  fragmentada como el film de Kathryn Bigelow. A través de sus giros argumentales, Kyle desarrolla una cruzada personal para localizar a ’El Carnicero’ o al francotirador antagonista (Mustapha) en esos duelos, casi de estilo western de ese tipo de personajes que enriquece el género bélico (recordemos el de Salvar al soldado Ryan, Steven Spielberg) o el soviético y el alemán que mantienen un duelo en Enemigo a las puertas (Jean Jacques Annaud).

Un lugar para amar, un lugar para morir.  

La película traza el viaje de Kyle a través de cuatro períodos de su servicio en Irak, junto con la yuxtaposición de secuencias de batalla viscerales con instantáneas de su turbulenta relación con su esposa (Sienna Miller) y los niños.

Más allá del personaje estafador de Limitless (Sin Límites) o el bipolar de "Silver Linings Playbook” (El lado bueno de las cosas): Y por mucho que sienta el desaire de la Academia ante Jake Gyllenhaal o admirar el reciente giro de Benedict Cumberbatch como Alan Turing, el regreso de Michael Keaton (Bird) o la transformación de Edward Redmayne en La teoría del todo, Cooper se ha merecido su nominación a los Oscars por los giros dramáticos que aporta a una figura compleja.

El Kyle de Bradley Cooper es un personaje vivo, complejo, que ama a su esposa y el país y está convencido de la virtud moral absoluta de su misión. Sin embargo, es mérito de Cooper que las líneas sean borrosas entre el héroe y el villano inmoral.

-Lo que me quita el sueño son todas esas personas que no he podido salvar.

Su contrapunto emocional lo representa Sienna Miller, con un personaje que como hizo en Foxcatcher, rompe el retrato de la esposa que le ha ido reservando Hollywood, interpretando a Taya Kyle. Es a través de sus ojos honestos cuando apreciamos la erosión del alma de Kyle. "Tus manos son diferentes", le dirá en una ocasión, mirándole con recelo.

-No te lo digo lo suficiente, estoy orgullosa de ti, eres un gran padre.


Más allá de las líneas trazadas por el propio biopic, American Sniper cuenta un conflicto -el familiar, con hijos recien nacidos- mil veces visto, que apenas aporta nada, incluso dentro de la filmográfía de su director. Y en un personaje, que en un punto del argumento, apenas hace avanzar la historia.

Como era de esperar, esta no es una película fácil de ver. Con los años, se ha visto un despliegue de destalles controvertidos en pantalla, pero pocos como los horrores de "American Sniper", como los que mantiene el personaje de “El carnicero”. Sin embargo, cualquier otra cosa haría un flaco favor en cuanto a la honestidad de la película.

De hecho, ha empezado a recibir críticas por considerar insurgentes al pueblo iraquí y por la excesiva puntería del personaje principal. Y no sólo en Irak, en donde la película ha sido retirada, sino en los propios Estados Unidos; nombres como el actor Seth Rogen o Michael Moore, desde su twitter, se han pronunciado en contra. Pero American Sniper no es como algunos críticos han acusado, una mirada acrítica en su tema. Se sugiere - aunque nunca se llega a expresar directamente - que Kyle sufría de una afección poco saludable para el campo de batalla: más allá del deber patriótico, parecía sentir una especie de auto-realización a través de la guerra.

Pero si la película explora los rincones más oscuros del personaje de Kyle, es también porque retrata de igual forma a una sociedad que suele estar disociada de sus soldados. Va en el sentido de esa participación ciudadana que caracterizó los conflictos del pasado: A Kyle y a sus camaradas se les envían a Irak, en largos períodos de servicio (en los que encontramos una respuesta violenta por parte de una población local hostil), para acabar en hospitales de veteranos, que cuentan con una financiación insuficiente, y en última instancia, se espera volver a integrarse en una sociedad relativamente desconectada. La película de Eastwood nunca responde si las normas requeridas para tratar la deshumanización del enemigo, durante la batalla, son conciliables con las normas culturales contemporáneas. De hecho, es una pregunta que ningún director de cine ha sabido responder.

El francotirador. El tráiler de la última película de Clint Eastwood.

Clint Eastwood forma parte de ese selecto club de cineastas que a pesar de su avanzada edad siguen demostrando un buen nivel, gracias en parte al equipo del que se rodea, para contarnos la vida del soldado Chris Kyle (francotirador de los Navy Seals) que ostenta el record del mayor número de enemigos abatidos en combate, por los Estados Unidos. La película está protagonizada por Bradley Cooper, nominado al Óscar como Mejor Actor en 2013 y junto a él, participan, Sienna Miller, quien toma el rol de Taya Renae Kyle, esposa de Chris Kyle; Max Charles (Colton Kyle), Luke Grimes (Marc Lee), Kyle Gallner (Winston), Sam Jaeger (Capitan Martens), Jake y McDorman (Ryan Job).

Una película que ya está creando grandes expectativas, que cosecha muy buenas críticas pero que –de nuevo- se va de vacío en las  nominaciones  por parte de la Academia, en esta ocasión de la gala de los Globos de Oro.

Podemos contentarnos con disfrutar del tráiler, a la espera de su estreno el 15 de enero.

                        

Y de un pequeño reportaje, de elaboración propia, con una recopilación de escenas de tiroteos. A tiro limpio.

                   

            

Cartas desde iwo-jima: La épica del sacrificio.

Cartas desde iwo-jima: La épica del sacrificio.

Una propuesta inédita y atrevida que nos cuenta la batalla desde la perspectiva del derrotado, de los japoneses, para mostrarnos que el enemigo tiene una vida, unos deseos y unos miedos afines; que en definitiva, tiene humanidad.

-Maldita isla, por mí que se lo queden los americanos.

-Es parte de nuestra sagrada patria.

-Esta isla no tiene nada de sagrado.

Nos referimos a ese monumental fresco épico sobre la batalla de Iwo-Jima, contado en dos películas, sobre ambos bandos del frente, algo nunca visto, y que ofrece interesantes perspectivas. La dualidad estaba presente en el propio Eastwood: “Banderas de nuestros padres es más una película sobre la heroicidad y el impacto de la guerra después de la vuelta a casa, pero como un análisis de la falsedad de la celebridad, mientras que en Cartas de Iwo-Jima no hay lugar para la celebridad. Ellos simplemente estaban allí para perecer en aquella isla. Son dos historias completamente diferente, que tienen como punto de unión un mismo acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial”.

La primera de ellas, Banderas de nuestros padres, se centraba más en la propaganda, tan necesaria en el mundo de hoy -esté o no en guerra- analizando esa famosa foto de los soldados americanos izando la bandera. Por su parte, Cartas desde Iwo-Jima, desvela la tragedia vivida por los japoneses con una solemnidad y precisión sobrecogedora. El visionado de ambas películas consigue transmitir el efecto perseguido por su director, hablarnos de la inutilidad de la guerra, en la que miles de jóvenes murieron sin la oportunidad de vivir una vida.

-No debemos esperar regresar a vuestra casa con vida, yo iré por delante de vosotros. Siempre por delante de vosotros.

-¡Banzai!

-¡Banzai!

“Me resultó llamativo el grado de sacrificio de aquella gente y me preguntaba por lo que sentía acerca del sacrificio, acerca de la inutilidad de sus actos”. Existe una cita, al respecto de esto, a cargo del propio general Kuribayasi: “Sé que puede ser inútil, pero por eso estamos aquí”. Cerca de veintidós mil soldados japoneses, un gran número de ellos todavía en su juventud e inexperiencia, perecieron en una cruenta lucha por defender un enclave estratégico de las islas que conforman Japón.

-Todos los supervivientes atacarán a la vez en una ofensiva general.

Una historia con personajes.

-Yo me prometí a luchas hasta la muerte por mi familia, pero pensar en ella me hace difícil en ella.

Al mando, se encontraba el general Tadamichi Kuribayashi, interpretado por el siempre esplendido Ken Watanabe.  Pero la película -que toma su título de las cartas que enviaban los soldados a sus familiares, como también de las reflexiones escritas del general- reposa en sus personajes. Junto a la figura de Tadamichi Kuribayashi, no podemos olvidarnos que el argumento cuenta con otros destacados personajes como el de Saigo, el joven y extraordinario Kazunari Ninomiya; Takeichi Nishi, un amigo del general y campeón olímpico de salto; y el también joven Shimizu, -procedente de los Kempeitai-.

-Nosotros contamos con una gran ventaja, ¿y por qué?

-Por qué no son disciplinados y dejan que sus emociones se interpongan en el cumplimiento del deber.

                                      

                

                

Un apunte de Historia.

La batalla de Iwo Jima, que tenía el nombre en clave de «Operación Detachment», es uno de los combates más sangrientos entre los Estados Unidos y el Imperio del Japón, entre febrero y marzo de 1945, durante la denominada Guerra del Pacífico (1937-1945).

Como historiador, siempre siento emoción al encontrarme con una película respetuosa con los acontecimientos históricos que intenta reflejar, como también por sus protagonistas anónimos. Y la verdad es que de esta cruenta batalla apenas había tenido más información que aquella que nos brindaba el cine o la historia americana. Por ejemplo, sabía bien de aquel monumento de Washington, D.C., Raising the Flag on Iwo Jima, situado junto al cementerio de Arlington; pero prácticamente nada del sacrificio de aquellas tropas japonesas que defendían la isla.

-Enhorabuena, tu marido se va a la guerra.

Es una película honesta y completamente recomendable que nos habla de la guerra, pero también de la humanidad que hay en cada uno de nosotros, convertido en un alegato antibelicista. Un retrato del heroísmo, la amistad, la lealtad o el compromiso. Una forma muy diferente a cómo nos lo había contado Arenas sangrientas.

- Adelante, vamos, la guerra no ha terminado.

                       

         

Sin Perdón: aniversario de un western crepuscular.

Sin Perdón: aniversario de un western crepuscular.

Sin Perdón (Unforgiven, 1992) fue la película que marcó a todos aquellos que aún todavían le tildaban de actor facistoide, revelándose como el gran cineasta que hoy crea tantos apegos, precisamente entre aquellos que entonces le criticaban. Cosas que pasan. Y lo más curioso de todo fue que Eastwood lo hizo con los mismos aspectos  que había conocido hasta entonces; de hecho, no es casual que apareciese en los créditos: "Dedicated to Sergio and Don". 

Su Sin Perdón sería el gran colofón de un género visitado como actor y director, siendo el western el que marcó sus inicios y su carrera posterior. Sergio Leone lo puso al frente de la llamada Trilogía del dólar, definiendo al personaje que fuera a acompañar a Eastwood el resto de su filmografía: introvertido, solitario y violento. Personajes lacónicos hasta el paroxismo y una puesta de escena que le acompañaba al mismo ritmo. Ese Hombre sin nombre de Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el malo y el feo, sería el anticipo de todos esos Josey Wales, Jim Duncan o Will Munny, pero también de su personaje Harry Callahan. La larga influencia de Sergio Leone y de Don Siegel aparece en la película,  pero no es la única. Eastwood quiso hermanar el estilo del western moderno con el clasicismo de los grandes del género (Ford). En un impresionante plano, vemos el cielo rojizo del atardecer con la figura recortada de William Munny (el propio Clint Eastwood), ante la tumba de su mujer fallecida, Claudia. Momento enfatizado por un brillante tema musical, compuesto por el propio Eastwood. 

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Eso sí, compartiendo géneros, sus personajes han ido repitiendo gestos y caracteres hasta llegar a definirlos, desembocando en una repetición de una misma historia finalmente dramática y violenta.

 - Usted mató a Charlie Peppers, ¿verdad? Y también mató a William Hardy y robó un tren en Missuri.

- Un momento… Anda, hijo, ve separando a esos cerdos.

El peso de la conciencia y del pasado, la venganza y la violencia han sido temas repetidos en la filmogracía del cineasta. Todos los personajes, de una forma u otra, están marcados por la violencia e incluso su puesta de escena, su estilo, está definido por ella. Uno de los aspectos más interesantes de Sin perdón, -que comparte con sus anteriores westerns como director (El fuera de la ley, El jinete pálido e Infierno de cobardes)- son las atmósferas, si no sobrenaturales, sí recargadas. Una puesta de escena en la que recupera una luz tenebrosa junto a los paisajes naturales, apostando por un significado dramático: por una parte, la ilumación de los  bosques, las ciudades cubiertas de barro y por otro, las escenas a oscuras, bien en interiores como en exteriores nocturnos debilmente ilumandos por hogueras, en las cuales los personajes dan riendas sueltas a sus sentimientos más turbios:

- He matado a mujeres y niños, he matado a cualquier cosa que se moviera y tuviera vida y hoy he venido a matarle a usted, por lo que ha hecho.

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 Recientemente leí una entrevista en la que le preguntaban a Eastwood sobre aquella obra maestra que es Mistic River. Entonces, le criticaron el exceso de "oscuridad" de la película; el director se justificó en su momento con lo siguiente: "Cuando ves a Velázquez y lo que hizo durante sus años más oscuros, tiendes a preguntarte por qué hizo eso. Pero estoy seguro de que él no llegó y se dijo “voy a empezar a pintar de forma oscura, voy a iniciar una etapa oscura en mi carrera”. Tan sólo lo hizo". Esto mismo vemos en Sin Perdon (y otras tantísimas películas suyas). Sus personajes ya no representa al héroe americano, sino una ambigüedad moral, sumidos en problemas de conciencia y con una búsqueda incansable de la justicia.

- Dime, ¿qué han hecho esos tipos? ¿Robar reses, matar a alguien?

-No, cortaron a una mujer.

- ¿Qué?

- Le marcaron la cara, le cortaron la oreja, le cortaron las tetas, todo salvo el coño, supongo.

También Sin perdón ha aportado al género una herencia que se ha hecho notar en la mayoría de los títulos, rodados desde entonces. Un subgénero que surge a raíz del claroscuro de este western crepuscular. Por cierto, entre las influencias se encuentra el proyecto del remake japonés, con Ken Watanabe, como protagonista, que ahora mismo se está rodando. 

        Sin perdón

        unfergiven

          Unforgiven remake