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Clint Eastwood

J. Edgard: Eastwood y DiCaprio recrean la vida del fundador del FBI.

J. Edgard: Eastwood y DiCaprio recrean la vida del fundador del FBI.

-Todos los que formen parte de esta oficina deben comportase, tanto oficial como extraoficialmente, de forma que de ninguna manera pueda ser criticado por su conducta. 

Una de las constantes de Eastwood en cada nueva película es mostrarnos el lado oscuro de América, contarnos cómo Estados Unidos se forjaba por una serie de héroes sombríos, nacidos de la reflexión de unas épocas difíciles.  En esta ocasión, le toca el turno a Edgar Hoover, una de las claves para comprender la lucha y organización contra el crimen y el comunismo, pero además una figura controvertida. Se preocupó de buscar pruebas incriminatorias para acabar física y políticamente con diversos grupos, desde los comunistas a los pacifistas, pero reunió datos comprometedores de gandes hombres de su época: políticos, banqueros, empresarios, estrellas de Hollywood e incluso de presidentes. Se conoce una cita del propio Truman, que clamó contra Hoover en alguna ocasión: "No queremos que el FBI se convierta en una nueva Gestapo", mientras que el protagonista de J. Edgard se defendía de esta manera: "A veces, hay que saltarse las reglas para salvar a tu país". Personaje que sobrevive a las tentativas de nueve presidentes para desalojarlo en el cargo. Así, aparece en la película incluso la figura de JFK.

-El comunismo es ahora una amenaza exterior, no interior. 

-Señor Kennedy, antes de que usted naciera le oí argumentar eso mismo al señor Mitchel Palmer. 

El personaje cobra vida en la ficción gracias al talento de Leonardo Dicaprio, por momentos reconocibles, debido a la gran labor de caracterización, que le hace envejecer durante los cuarenta años en los que gira el argumento. Termina siendo una crónica apasionante de un largo de la historia del siglo XX, repleto de luces y sombras. Y lo primero que nos llama la atención es el mensaje tan actual del filme, que sin duda, puede tacharse de político. Hay que tener en cuenta que el principal colaborar de Eastwood es un activista gay, guionista de otro filme de episodio turbulento, Mi nombre es Harvey Milk (Gus van sant): hablamos de Dustin Lance Black. Y vemos tras estas líneas esbozadas, la evidente sintonía con la llama "Patriac Act", surgida como consecuencia del 11-S; esta fue una serie de enmiendas y leyes dirigidas a la lucha contra el terrorista, que no hacía otra cosa que actualizar las tácticas de Hoover -rastreo del correo electrónico, colocación de cámaras y de tecnólogía de vigilancia en edificios públicos, etc.- De hecho, la película comienza con la explosión de un paquete bomba, situado en una bicicleta, perpetrado por un grupo anarquista. 
 

El sentido crimefigther de Hoover entiende como algo vital para esa sociedad,  la creación de una fuerza policial dotada de la más moderna tecnología para la lucha del crimen (laboratorio para pruebas; estudio y registro de huellas, expertos en balísticas). Esta misma tecnología le sirvió para resolver uno de los casos más llamativos de su carrera, el del secuestro y asesinato del hijo del famoso aviador Charles Lindberg, aunque el peligro de la manipulación de pruebas y la confesión del condenado, a base de torturas, estuvo presente. Es decir, el fantasma del 11S planea nuevamente en la película. Y curiosamente, J. Edgard no se preocupa tanto por la Mafia, retratada en la película con esos tiroteos propio del cine negro clásico, sino por su lucha contra los sectores más liberales quienes solían criticar la actuación de Hoover, al frente del FBI. 

 J. Edgard es una pieza más en una filomografía dirigida a reinterpretar la historia de los Estados Unidos a través de unos temas que aparecen como señas de identidad de un país, pero a través de un tamiz claroscuro. 

 

-Vi a los Ligburg en París, casi no los reconozco.

-Solo la justicia puede devolver la razón a sus vidas

                 

Sin embargo uno de los aspectos más interesantes del filme, es mostrarnos al personaje, marcado por su temperamento, ideas y fobias. Es otra constante de Eastwood, presentar cómo los heroes sombríos surjen a raíz de unas reflexiones dentro de su mundo interior. El hilo argumental de la película parte de las memorias del propio Hoover, un Hoover viejo y encorbado, que sirve de narrador subjetivo pero de excepción. El J. Edgar de Clint Eastwood es un personaje marcado por su madre, su sexualidad y sus obsiones, con las que veía conspiraciones por todas partes.  

Hoover fue un solitario y un tipo asocial, a pesar de ser un personaje público, siempre rodeado de gente y de aduladores, que tenía en el sexo uno de sus tormentos. El tema de la sexualidad latente, aparece junto con la figura de clyde Toldson y el de su propia madre. El primero fue su colaborador y amigo, con quien compartió una más que sospechosa cierta relación aunque nunca acabase de "salir del armario"; su madre, -Anna Marie Hoover, (Judi Dench, en la película)-era bastante intransigente en este asunto: "Prefiero un hijo muerto a un "narciso" vivo", le increpa en una ocasión. El afecto materno que presenta este personaje recuerda al de Norman Bates, con su madre, en Psicosis (Alfred Hithcock); de hecho, en una escena, J. Edgar se viste con un traje de su madre, recién fallecida.También está marcado por otro personajhe femenino, el que interpreta Naomi Watts, su fiel y atractiva secretaria que se mantendría a su lado todo este tiempo. Un personaje fundamental en la vida de Hoover, que llegó incluso a rechazarle una propuesta de matrimonio.   

-Ya sé que nos conocemos desde hace muy poco, pero me sentiría halagado de que fuera mi compañera, mi esposa.

-¿Le puedo contar un secreto?

-Sí, claro.

-No quiero casarme con nadie, mi trabajo es lo primero. 

 

Un personaje que sabe a poco, por sus escuetas apariciones. 

-Edgard tenemos que comer, ¿comemos juntos, pase lo que pase?

-Me has dejado sólo ahí dentro. 

-Has cometido perjurio. 

Volviendo a Hoover y Toldson, estos aparecen casi siempre juntos en pantalla, se les ve asistiendo a almuerzos, a las carreras, de viaje, e incluso se muestran acaloradas discusiones entre ellos; pero a parte de esto no vemos nada que se pueda intuir una relación homosexual. Pero sus debilidades privadas se convertían en maldades públicas si eran otros los protagonistas. La película representa algunos de estos momentos, uno de los interesantes sea quizás el guiño a la sospechosa relación lésbica que mantenía Eleanor Rooswelt con la periodista Lorena Hickcolk. 

Podíamos cerrar el análisis haciendo un balance positivo de la película, a pesar del ataque de la crítca norteamericana y del ostracismo que ha sufrido en las nominaciones de los Oscars. Quizás no sea un filme redondo, una de sus grandes obras maestras, pero sin duda se trata de un gran trabajo por parte de todo el equipo y de sus principales responsables (reparto, director, caractización, etc...) y un título muy superior a sus últimos trabajos (El intercambio, Más allá de la vida).


Clint Eastwood: Uno de los nuestros.

Clint Eastwood: Uno de los nuestros.

Antaño era el intérprete perfecto para esos tipos duros, cuando todavía no se había convertido en el auteur que es hoy y le criticaban precisamente por su excesivo carácter reaccionario –tildándole incluso de fascista- lo que en la actualidad hace de él, esa impronta que marca su personal estilo como director. Sobre todo porque durante más de quince años no ha hecho otra cosa que trasladar al celuloide el universo americano que había frecuentado como actor.  Pero nadie como Clint Eastwood simboliza el talento y el éxito del cine norteamericano. De hecho, pocos artistas gozan de un favor tan reconocido tanto de la crítica como del público.

Pese a sus bajos (Firefox) y sobre todo por sus altos (Mistic River), Eastwood es merecedor de todos nuestros respetos. Cincuenta años magnum en ristre, cabalgando hacia la puesta de sol y dirigiendo películas merecen un homenaje en condiciones. Su carrera, ya sea como actor o director, es tan extensa que vamos a abordarla desde varios puntos de vista.

Sus películas suelen explorar el mundo criminal y los territorios del melodrama, aunque casi todas ellas parten de elementos genéricos muy diversos. No es fácil encasillarlas en un género concreto, sino que comparten diferentes ideas, nos encontremos en el western o en el drama. Eastwood se ha enfrentado a historias, partiendo de ficciones inventadas por algún escritor o pasajes determinantes de la Historia como la batalla de Iwo-Jima. También suele tener en común el escenario de la ciudad como un lugar desquiciado y violento del que suele explorar ese estado de ánimo. Allí es donde Eastwood nos acerca un retrato del organigrama del poder (social, político, económico) para recurrir al enmascaramiento de la realidad y la supresión de las libertades. El director entiende la manipulación ejercida desde los más altos estamentos, como plantea en Poder absoluto o Banderas de nuestros padres.

A lo largo de su carrera no ha dejado de reflexionar sobre el sentido de la vida, con un gusto cariñoso por los perdedores. Uno de ellos, es Red, el cantautor itinerante de El aventurero de medianoche, que recorre todo tipo de tugurios con la guitarra a la espalda y en compañía de su sobrino, interpretado por su propio hijo Kyle Eastwood.

- Si estás peor, tío Red, tienes que ir al sanatorio una temporada.
- Ya estuve allí una vez, Horst, y juré no volver más.
- Se trata de tu vida.
- Cierto, así es muchacho, y quiero vivirla como me de la gana.

Los resortes de la vejez aparecen muy a menudo en su filmografía, sobre todo porque hablamos de un cineasta que no volverá a cumplir los setenta años y que aún se mantiene en activo y con un envidiable pulso. Lo marcó a fuego en toda una apología de la tercera edad que fue Cowboy space, hasta hacerse más evidente en sus últimas películas.

- Yo ya no me dedico a esto.

Bien interpretado por él mismo o por actores que saben reflejar esos mismas emociones repetidas en su carrera, la verdad es que no ha hecho otra cosa que repetir un mismo molde de personaje. Profesionales retirados, decepcionados por la vida, como sucede en su Ejecución inminente.

- Me importa un carajo Jesucristo y no me importa la justicia ni en este mundo ni en el otro.

A los jovencitos no les cae precisamente bien. Recordemos un diálogo de la película Gran Torino.

- ¿Le pasa algo conmigo, Sr. Kowaltsky?
- Mejor no se lo digo.
- Sí, dígamelo.
- Pues que pienso que eres un virgen de 27 años, sin experiencia en la vida, a quien le gusta coger a las viejecitas supersticiosas de la mano y prometerles la eternidad.

Eastwood pone cara a un veterano de la guerra de Corea que un día ve cómo su barrio se ve ocupado por la inmigración coreana. En realidad, el mensaje de su personaje es el de alguien que se ve fuera de lugar con respecto a la generación actual, sobre todo cuando debe asentarse en unos tiempos por los que no siente mucho respeto.

Sus personajes son también solitarios, desvinculados de la familia. Por ejemplo, lo encontramos en Poder Absoluto.

- Pensaba marcharme a un lugar con un clima más agradable. Pensé que sería conveniente hablarlo contigo, porque eres la única familia que tengo.
- Papá, tu no tienes familia.

Con un acercamiento muy particularidad a la espiritualidad, como hace en Más allá de la vida y en Million Dollar Baby.

- ¿Qué es lo que hoy te desconcierta?
- Lo de siempre, lo de un Dios que son tres dioses.
- Frankie, la gente suele entenderlo como algo propio de la fe.
- ¿Es como una mezcla de trigo, avena y pasas, metida en una gran caja?

                          puentes de madison foto

Y que incluso era capaz de crear una historia romántica como la de Los puentes de Madison

- Los hombres aún hacen eso, ¿verdad? No soy un anticuado, llevarles flores como muestra de agradecimiento.
- Claro, pero esas son venenosas.

Por último, no podríamos olvidar como clave fundamental del cineasta su gran aportación al llamado género Americano. Títulos como Bronco Billy, Un mundo perfecto o Million Dollar Baby, encarnan esa América profunda tan apreciada por Eastwood como lo es la música popular estadounidense, el country o el jazz, o el género cinematográfico americano por antonomasia, el western, uno de sus puntales en su carrera.

Eastwood, armado y peligroso.

Eastwood, armado y peligroso.

- ¿Cómo dijiste que te llamabas?
- No lo dije.

Como actor, Eastwood se ha enfundado en esa imagen del pistolero solitario y vengativo en una multitud de ocasiones, al servicio de Sergio Leone como al suyo propio en películas como Infierno de cobardes. Más allá de estas historias, que cuentan con su propio reportaje, nos interesa uno de sus personajes más célebres, el controvertido Harry Callahan.

- ¿Por qué le llaman a usted “Harry el sucio”?
- Bueno, Harry tiene algo en su favor.  No siente favoritismo por nadie, odia a todos por igual. Ingleses, irlandeses, judíos, negros, indios, chinos. Sólo tiene que nombrárselos.
- ¿Y qué opina de los mejicanos?
- Pregúntaselo.
- Siento por ellos un odio especial.

Nos encontramos ante una interesante mirada sobre el mundo, teñida de una amargura, de un trágico pesimismo, con una violencia que lleva en sí misma el abismo de la muerte. Sus historias reposan en personajes peculiares, que aunque no configuran un mundo en descomposición y corrupto, sí se caracterizan por sus rasgos oscuros. Son personajes que resultan antipáticos, aunque en aras de la historia, terminan redimiéndose.




De su célebre personaje Harry Callahan se creó una saga en torno a la violencia, la ciudad de San Francisco y este policía sin escrúpulos y con malas pulgas. Hubo hasta cinco películas, de las cuales solo merecerían destacarse la inaugural, Harry el Sucio y la filmada por el propio Eastwood, Impacto súbito.

 El personaje principal y el psicópata Scorpio derivaron de un suceso real que atormentó a la ciudad californiana toda la década de los setenta, el caso sin resolver más famoso de Estados Unidos. Nos referimos al asesino que enviaba notas a los periódicos y que firmaba con el nombre de Zodiac; existe una magnífica versión, torturada y realista, a cargo de David Fincher.

De ese personaje también son muy reconocibles sus frases, bien la de Impacto súbito (Clint Eastwood) “Anda, alégrame el día” como el famoso monólogo de Harry el Sucio: “Sé lo que estás pensando, si disparé las seis balas o solo cinco. La verdad es que con todo este ajetreo, incluso yo he perdido la cuenta. Pero siendo este un Magnum 44, la mejor arma del mundo, capaz de volarte los sesos de un tiro, ¿no deberías pensar que eres afortunado?”

Una visión humanizada del propio agente lo encontramos en La cuerda floja, película dirigida por un tal Richard Tuggle. Wes Block, un capitán de Nueva Orleans, parece ser la antítesis de Callahan. Solitario, como el resto de sus personajes, vive con dos hijas que le prefieren a su madre. También la sexualidad está presente y relacionada con el rictus seguido por el asesino.

Otro de sus personajes marcados por la violencia, sería Thomas Highway, su Sargento de hierro, una de esas perfectas para un debate sobre la catadura ideológica del director.

- ¡Soy el sargento de artillería Highway, he bebido más cerveza, he echado más polvos, he meado más sangre y he chafado más latas que todos vosotros juntos! ¡Capullos!

                      El sargento de hierrro

La trama está centrada en el adiestramiento que lleva a cabo Highway en los jóvenes miembros de la unidad, un grupo de descerebrados a los que mete en cintura gracias a la disciplina y al trabajo en equipo.

Toda esta visión hacia la fuerza legítima del orden establecido sería uno de los argumentos para que la crítica viera en este Eastwood uno de los mayores defensores del “facismo made in Usa”. Pero existe una curiosa excepción a la regla, en una de sus mejores películas de su  primera etapa: Ruta suicida. Ben Shockley es un policía alcoholizado que debe escoltar a una testigo, Gus Mally, en un peligroso viaje de las Vegas a Phoneix. En su periplo, la casa de Mally se hundía bajo un torrente de disparos y un autobús blindando era cosido a balazos, por parte de la policía, en una visión poco halagüeña de ese mismo orden establecido.

Pasado los años, nos volvemos a encontrar con un personaje similar a su Harry Callahan, en El gran Torino. Eastwood pone cara a un veterano de la guerra de Corea que un día ve cómo su barrio se ve ocupado por la inmigración coreana. En realidad, el mensaje de su personaje es el de alguien que se ve fuera de lugar con respecto a la generación actual, sobre todo cuando debe asentarse en unos tiempos por los que no siente mucho respeto.

                      Clint Eastwood

El jinete solitario: Clint Eastwood cabalga por el celuloide.

El jinete solitario: Clint Eastwood cabalga por el celuloide.

- Hacéis muy mal en reíros, a mi caballo le molesta la gente que se ríe.

Por un puñado de dólares. Sergio Leone.

En esta ocasión, trataremos el recorrido de Eastwood antes de convertirse en el auteur que hoy fascina, a través de su género favorito, viendo las veces que ha transitado por él, el western.

Compartiendo los géneros, sus personajes han ido repitiendo sus gestos y caracteres hasta llegar a definirlos, desembocando en una repetición de una misma historia finalmente dramática y violenta.

- Usted mató a Charlie Peppers, ¿verdad? Y también mató a William Hardy y robó un tren en Missuri.
- Un momento… Anda, hijo, ve separando a esos cerdos.

Su Sin Perdón sería el gran colofón de un género visitado como actor y director, siendo el western el que marcó sus inicios y su carrera posterior. Sergio Leone lo puso al frente de la llamada Trilogía del dólar, definiendo al personaje que fuera a acompañar a Eastwood el resto de su filmografía: introvertido, solitario y violento. Personajes lacónicos hasta el paroxismo y una puesta de escena que le acompañaba al mismo ritmo. Ese Hombre sin nombre de Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el malo y el feo, sería el anticipo de todos esos Josey Wales, Jim Duncan o Will Munny, pero también de su personaje Harry Callahan.

Su primero de los cuatro westerns interpretados y dirigidos por él, no resulta tanto una prolongación de su etapa anterior como un primer puntal hacia su propia visión del género. Es un filme con un ambiente sórdido y onírico que podría clasificarse de “sobrenatural”, pues en esta -Infierno de cobardes- interpreta a un fantasma -El Forastero- que regresa del más allá para cumplir una venganza.

             

Más apreciada, El fuera de la ley, nos acerca a Josey Wales, un personaje que dista mucho de ser una persona agradable. Es un huraño que se pasa el día mascando tabaco y escupiendo, a cualquier sitio, incluida la chaqueta de un vendedor ambulante que pretende despacharle un elixir (“Pruebe usarlo como quitamanchas”, le dirá). En esta aparecen muchos de los elementos narrativos presentes en sus posteriores acercamientos al género. Como en Sin Perdón, el protagonista practica la puntería con su revólver, pensando en la venganza; o como en El jinete pálido, el filme arranca con una cabalgada de unos bandidos contra una pacífica comunidad.

- Si no nos ayuda, todos moriremos. Te lo ruego. Haz un milagro.

La aureola fantástica vuelve a estar presente en El jinete pálido: La joven Megan entierra a su perrito, muerto de un disparo, y reza una plegaria ante esa divinidad que resulta indiferente ante el sufrimiento humano. El rezo de la chica se alterna con un montaje, en paralelo, con la imagen del predicador cabalgando desde el horizonte.

En sus westerns, va dejando pistas de su estilo. Por ejemplo, crea atmósferas de crispación alrededor de sus personajes, siempre torturados y personificados casi como perdedores. En Infierno de cobardes, Jim Duncan recrea a modo de flashbacks la saña de los latigazos y la contemplación impasible por parte del pueblo. Pero la evolución de estos personajes va ligada a las dificultades que tienen que atravesar en sus historias.



También observamos en sus westerns, una preocupación por la puesta de escena, mezclando la iluminación con los paisajes naturales. Estos cobran un protagonismo dentro de la lectura dramática de la historia: los bosques, los cielos nubosos, el barro o la nieve de los pueblos. Junto a esto, vemos muchas secuencias oscuras, con interiores poco iluminados o los exteriores nocturnos, en los cuales sus personajes sacan a luz sus sentimientos más oscuros.

 Más allá de estos títulos, sería de justicia reseñar otras películas en donde el género se presenta de forma tangencial.  

- ¡Señoras y señores, ante ustedes, Bronco Billy!

El circo de Bronco Billy agrupa a una serie de soñadores que deciden lanzarse a recorrer América con un espectáculo del Salvaje Oeste. Una metáfora del propio Eastwood de interpretar y dirigir “películas de vaqueros”. De hecho, el filme aparece jalonado por momentos muy western. El carácter nómada del circo y sus problemas para ganar dinero, soportar la lluvia y el frío, nos recuerda a las caravanas de los pioneros; en el único momento de violencia, Billy impide un atraco a un banco, con sus viejos colts; e incluso intentan asaltar un tren a la vieja usanza.

En otras películas la referencia a este cine es menor, pero igualmente reconocible. Como actor, protagonizó un filme inusual a las órdenes de Don Siegel, la más extraña de las asociaciones con el director. Ambientada en la época del Oeste (La Guerra de Secesión), lo más interesante de El seductor es la historia de amor que surge mientras el personaje se recupera de sus heridas en un internado femenino.

- ¿Sabe, Edwina?, tengo la impresión de estar prisionera en un colegio de señoritas.
- Está en un colegio de señoritas y usted es un soldado enemigo.

Pero también encontramos referencias al género en otras películas suyas, en donde se haga menos evidente su presencia. En la historia de El aventurero de medianoche, James Steward interpreta a un anciano que evoca el mundo del Salvaje Oeste, sobre todo una referencia a la mítica carrera protagonizada por colonos, quienes se lanzaron frenéticamente a tomar posesión de las tierras de los cherokees.

Dejando aparte estas cuestiones, lo cierto es que el western ha sido uno de los géneros por dónde más ha transitado Eastwood y aquel que ha permitido crear su modelo de personaje ideal. Sería para el director, lo que fue en su momento el cine de suspense para Alfred Hitchcock o el de gánsters para Scorsese; sin la presencia de este género, seguramente hablaríamos de su filmografía de forma distinta.

Las películas de Eastwood sin Eastwood.

Las películas de Eastwood sin Eastwood.

 

En este reportaje repasaremos las películas dirigidas por Clint Eastwood sin que apareciese como actor; personalmente algunos de sus mejores trabajos.

Su primer paréntesis en la filmografía de Eastwood supuso una de sus películas menos recordadas, Primavera en otoño, incursión en el género melodramático al que no volvería hasta Los puentes de Madison. Incomprendida y con poco éxito en su momento aprovechó el tirón de otras producciones que sí contaron con mayor éxito, por ejemplo, Love Story.

- Te molesta mucho si yo te amo.

Una digresión sobre la sexualidad, no con un joven y seductor como protagonista, sino un maduro y desengañado del amor, de vuelta de todo, William Holden, enamorado de una hippie menor de edad. “Con un poco de suerte, duraremos un año”, le dice él; “’¡Un año!”, replica alegre la chica, Breezy (brisa), para quien ese año es mucho tiempo.

El principal escollo que encuentra esta pareja (como sucederá también a los amantes de Los puentes de Madison), serán las convenciones sociales, que ven a él como un “viejo verde” y a ella, como una “putilla” de las que se acuesta con todo el mundo. En una de las mejores escenas de la película, el hombre es echado de casa por culpa de esas mismas convenciones sociales, por ser un viejo acabado sin derecho a amar. Vemos una influencia de Breve encuentro (David Lean), en la idea de la rutina como corruptora de los sentimientos.

La siguiente dirección de Eastwood, sin que apareciese como actor, era Bird. Su primera gran obra maestra, aquella que permitió a la crítica empezarle a ver como el cineasta que tantos apegos está creando, por los mismos que antes le criticaban como actor. Así eran las cosas.

Nos presenta la vida del famoso saxofonista Charlie Parker, sin las convenciones del género del biopic. Aparte de su soberbia carrera musical, a Eastwood le interesan más las sombras de su vida, abundando en este sentido los ambientes en los que se movía, como si se tratasen de recuerdos distorsionados por el efecto de las drogas, a las que se aficionó.

- ¿Cuándo fue la última vez que se desmayó, señor Parker?
- No lo sé, ya hace tiempo.
- ¿Bebe mucho?
- ¡Oh!, algunas veces bebo un jerez antes de cenar.

Luego encontramos otros títulos interesantes, como  Medianoche en el jardín del bien y del mal, un largo título con el que el director adaptaba una novela de John Berdett. Es el retrato de una exótica ciudad sureña, sus peculiares personajes y un crimen; basado a su vez en un hecho real. John Cusak, Kevin Spacey y un joven Jude Law encabezaban el reparto.

Con Mistic River nos acercamos a Boston para una historia torturada sobre otro autor norteamericano contemporáneo. El filme nos cuenta el descenso a los infiernos de una serie de personajes, al aparecer una joven asesinada.

- Es ese el coche de mi hija.
- Lo sé, lo sé.
- Es el coche de mi hija, hay sangre en el interior y habéis traído a vuestros jodidos perros. ¿Por qué estáis aquí? ¿Estás buscando a mi hija, John?
- Estamos buscando, Jimmy. Por ahora, sólo ha desaparecido.

Eastwood volverá a enfrentarnos con el dolor de la pérdida de un ser querida en otras ocasiones. Destacamos en este sentido, los personajes de Más allá de la vida (el pequeño que pierde a su hermano gemelo) y al hijo desaparecido de Christine (Angelina Jolie) en El intercambio.



Nunca había dado tanta manipulación sentimental que llega empachar el efectismo emocional. Más incluso que en Millian Dollar Baby, pues la mostrenca familia de Maggie Fitzgerald –el personaje principal que se enfunda los guantes de boxeo- parece sobria en comparación con las caricaturas misóginas que atormentan a esta madre coraje de turno, casi salida de la pluma de un inspirado guionista de telefilme.

- Ese no es mi hijo.
- ¿Qué? ¿Qué está diciendo?
- Que no es mi hijo.

No podíamos olvidar ese monumental fresco épico sobre la batalla de Iwo-Jima, contado en dos películas, sobre ambos bandos del frente, algo nunca visto, y que ofrece interesantes perspectivas. En la primera de ellas, Banderas de nuestros padres, Clint Eastwood, se centraba más en la propaganda, tan necesaria en el mundo de hoy -esté o no en guerra- analizando esa famosa foto de los soldados americanos izando la bandera. Por su parte, Cartas desde Iwo-Jima, desvela la tragedia vivida por los japoneses con una solemnidad y precisión sobrecogedora. El visionado de ambas películas consigue transmitir el efecto perseguido por su director, hablarnos de la inutilidad de la guerra, en la que miles de jóvenes murieron sin la oportunidad de vivir una vida.

- Soy el amo de mi destino, el capitán de mi alma.

Su último alter ego lo representa Matt Damon, protagonizando dos películas interesantes dentro de su filmografía. Clint Eastwood se aproxima en Invictus a la legendaria figura de Mandela, a través del deporte del rugby. El cineasta, que había abordado el tema de la venganza desde todas las perspectivas posibles, trata en el filme la reconciliación.

- La reconciliación comienza aquí.
- ¿La reconciliación, señor?
- Sí, reconciliación, Jason.
- Jamás, señor Presidente. Hace poco esos hombres querían matar a los nuestros. Quizás esos hombres que están en el despacho, lo intentaron y lo lograron.
- Sí, lo sé. El perdón también empieza aquí.

La película que cierra su filmografía, hasta la fecha, es otra de las que dirige sin que personalmente aparezca como actor. Más allá de la vida nos acerca a uno de nuestros tabúes dentro del mundo occidental, cómo afrontar la muerte. Temática no carente de controversia, al tratarse de un aspecto poco madurado en el cine, del que quizás se hubiera exigido una mayor concreción por parte del director, quien no toma partido en sus conclusiones. El filme, sin ser redondo, es un buen ejemplo de película clásica, muy bien rodada, de las que Eastwood nos tiene acostumbrado.

El tema de la muerte según Clint Easwood.

El tema de la muerte según Clint Easwood.

- ¿Qué nos jugamos?
- El pellejo.

De una forma u otra, la muerte está íntimamente relacionada con su filmografía, madurándose en relación con su carrera como director pero con una gran presencia en sus películas como actor. Así aparecía como un recurso más del espectáculo, que permitía dinamizar las historias que protagonizaba, cuando era el intérprete perfecto para un tipo de rol, violento, solitario y macarra.

En esos personajes, la vida o la muerte dependían de manos delincuentes, pero pronto dejaba de ser el motor para presentar una reflexión que daba vida a esa violencia: la venganza. La muerte que aparecía en sus propios westerns estaba animaba por esa emoción, que permitía relacionar la violencia con las sombras, siempre grises, de su pasado. La mejor reflexión, en este sentido, la recogía Eastwood en su Sin perdón, presentándola como algo doloroso no sólo para quien la sufre, sino como una indeleble huella para quien la perpetra.

- Matar a alguien siempre es muy duro, le quitas todo lo que tiene y todo lo que podría tener.

Curiosamente, cuando la muerte no es el fin - en sí mismo- de la película, esta aparece con un dramatismo que resultaría inusual en sus primeros compases. Así sucede en Cazador blanco, corazón negro (cuando uno de los muchachos aborígenes es aplastado por un elefante) y sobre todo en su magnífica Mistic River.

- ¿Es mi hija, es mi hija, John? ¿Está mi hija ahí?



Pocas veces, la pérdida de un ser querido se ha reflejado de forma tan contundente y con tanto dramatismo. De hecho, toda la historia y sus personajes se ven influidos por este hecho.
 
- Haced lo que tengáis que hacer para ser felices en esta vida, hay tanta belleza.

También la muerte está presente en uno de sus filmes menos convencionales, Los puentes de Madison, pues la película arranca con la reunión de dos hermanos a la muerte de su madre, Francesca Johnson, con su expresa petición de ser incinerada para que sus restos se esparzan sobre el escenario de una pasión oculta. Película que empieza a mostrarnos un interés de Eastwood por la espiritualidad, acentuada en sus últimos trabajos, pero sin ningún tipo de observación religiosa. Por citar un título, en El jinete pálido, recoge lo más próximo a un ser superior de casi toda su filmografía, aunque lo hace desde una interpretación legendaria.

- Si no nos ayuda, todos moriremos. Te lo ruego. Haz un milagro.

Hasta tal punto que no cree mucho en Dios y menos en sus ministros. De forma dramática, lo expone en Million Dollar Baby.

- Debes apartarte, Frankie, para que quede en manos de Dios.
- ¡Me está pidiendo ayuda a mí, no a Dios!

El filme, sobre una joven boxeadora que sufre una tremenda agresión en el ring, busca una respuesta humanista en este duro proceso hacia la muerte. Se aleja del tema religioso por reflexionar sobre uno de sus más importantes tabúes, la eutanasia, presentado en la película como parte de una libertad encorsetada por un destino impuesto.               

                       million dollar baby

                         

Más allá de la vida, su última gran incursión a esta misma temática recoge cómo el consumismo, el laicismo y otros valores propios de la modernidad nos apartan de la espiritualidad, sin llegar a dar una respuesta clara y convincente sobre el tema. 

- Siendo científica y atea, mi mente estaba cerrada a tales cosas.

Eastwood y sus mujeres.

Eastwood y sus mujeres.

Igual que hay “chicas Bond”, las que acompañan al particular Woody Allen o las llamadas “chicas Almodóvar”, el cineasta Clint Eastwood se ha sabido rodear de mujeres y ha logrado sacar todo un potencial de ellas. 

Muchas veces su cine ha sido considerado, a la ligera, como "masculino", pero dentro de sus historiasm una multitud de mujeres han encontrado la forma de expresarse o de relacionarse con otros personajes masculinos, estén o no, interpretados por Eastwood. Encontramos un largo rosario de actrices y personajes, cuyo listado podría ser innecesario. Pero ahí están, Evelyn (Escalofrío en la noche), Mally (Ruta Suicida), Antoinette (Bronco Billy), Jennifer (Impacto súbito), la joven Megan (El jinete pálido), Francesca (Los puentes de Madison), Maggie (Millian Dollar Baby) o Christine (El intercambio).

- ¿Sabe, Edwina?, tengo la impresión de estar prisionera en un colegio de señoritas.
- Está en un colegio de señoritas y usted es un soldado enemigo.

Su relación con las mujeres ya aparecía en sus tiempos de actor, en ese filme de Don Siegel titulado El seductor; aquí, junto a la actriz Geraldine Page.

- Me pregunto si no es una bella durmiente encerrada en su castillo, esperando que un príncipe la libere con un beso.

Los personajes femeninos han acompañado al actor, desde sus primeros trabajos en la dirección. Uno de los más interesantes, lo encontramos en el filme Escalofrío en la noche. Eastwood interpreta a un locutor de radio que sufre un acoso por parte de Evelyn, “una conquista de una noche”. Rol de amante desquiciada, precedente de la menor Atracción fatal.

- ¡Maldita sea! ¿qué ocurre?
- No me digas que estás durmiendo.
- ¡Qué otra cosa voy a hacer a esta hora de la madrugada!
- Me sorprende que tenga la conciencia tan tranquila.
- ¿Qué quieres, Evelyn?
- ¿Qué quieres, qué quieres? ¿Es que tTengo que querer algo? ¿No puedo venir a verte? ¿O es qué hay otra metida en la cama? Es eso, ¿verdad?
- ¡Demonios!
- ¡Eh, sal de ahí! … Creí que… Dios Mío, no me mires así.
- Realmente no sé qué decir.
- Me debía dar cuenta de que no hay nada que lo estropeara.
- ¿Estropear el qué? No hay nada entre nosotros, no sé qué hacer para que lo comprendas.
- ¡No sigas por ahí porque no es cierto, no es cierto!

También es una mujer, Chan, la importante influencia en la vida del saxofonista Charlie Parker (Bird); como la del sargento Thomas Highway (El sargento de hierro), Aggie; o las mujeres de la película Mistic River (Celeste, Annabel y la asesinada Katie). Clint Eastwood sintió una especial atracción por la actriz Sondra Locke, con quien trabajó en varias ocasiones. 

 
Ella fue Antoniette, la joven millonaria que se unió al circo ambulante de Bronco Billy y la prostituta que acompañará a Eastwood en ese peligroso viaje de Ruta suicida. Personaje que vamos a destacar. Lo más interesante de la película es la relación entre los protagonistas, el mutuo reconocimiento de condición de marginados. Dos personajes condenados a entenderse, siguiendo una de las tradiciones más consolidadas de Hollywood: Un policía borracho y una prostituta de Las Vegas.

También fue Sondra Locke, quien encarnase el personaje femenino de Vanesa en el jardín. Se trata de un episodio de la serie televisiva, Cuentos asombrosos, producida por Steven Spielberg. Un pintor (Harvey Keitel), roto por el dolor, al fallecer su esposa, Vanesa (Sondra Locke), destruye todas sus obras.  Una noche descubre que Vanesa “vive”, gracias a un cuadro que se había salvado. Desde entonces, reproduce a su mujer en todos los rincones de la casa, pues esa era la única forma de recuperarla.

En otra de sus grandes películas, Million Dollar Baby, se enfundó en los guantes de boxeo para interpretar a un veterano boxeador, dispuesto a llevar a una chica a lo más alto de las catorce cuerdas, contra todo pronóstico. 

- Si te entreno…
- Trabajaré muy duro.
- No te preocupes y yo olvidaré que eres una chica.
- Si me entrenas, sé que seré la campeona.

Lo que sí lograría, es llevarla a lo más alto de lo Oscars. La actriz terminó obteniendo la preciada estatuilla a la mejor intérprete femenina. Nos encontremos con Eastwood o con algún alter ego, lo cierto es que todos estos personajes han sabido lucirse en sus filmes, bien influyendo en los roles masculinos o bien creando un istmo propio dentro de su filmografía. 

El intercambio: melodrama almibarado de Eastwood.

El intercambio: melodrama almibarado de Eastwood.

 Es una de las mejores citas cinematográficas del momento, el reencuentro con uno de los grandes, Clint Eastwood, director que ha sabido sacar provecho de numerosas actrices y que cuenta por primera vez con el protagonismo de Angelina Jolie, reencontrada de nuevo con el drama. El intercambio, basada en un hecho real, es una película sombría y llena de tensión, en la que brilla una actriz que demuestra que es mucho más que la madre más sexy del planeta.

 - ¡Está vivo, Señora Collins!

Ocurrida en Los Ángeles, en los años 20, retrata la extraña desaparición de un niño y la pintoresca solución que da la policía, que pretendía cerrar el caso.

- He dado a la policía sobradas oportunidades para que reconozca el error y reabra la búsqueda de mi hijo. Dado que se han negado hacerlo, me he visto obligada a exponer públicamente mi caso.

El personaje principal fue la voz que representó a una minoría de aquel tiempo, insistió incluso cuando se le encerró en un psiquiátrico. Esa madre luchando contra toda la ciudad materializa un estudio de las características del ser humano.

- Ese no es mi hijo.
- ¿Qué? ¿Qué está diciendo?
- Que no es mi hijo.

                            

 El intercambio parte de un breve hilo argumental, una mera anécdota melodramática de la que Eastwood sabe sacar el mayor provecho posible, que va creciendo hasta convertirse la gota de un brote de insumisión en una ciudad en donde la corrupción campa a sus anchas. 

 - Señora Collins, ahora mismo es usted tan conocida que creo que la policía vacilaría antes de ir contra usted públicamente. Pero eso cambiaría rápidamente si ven amenazada su posición. Muy rápidamente.

- ¿Qué pueden hacerme ahora? No tienen nada.

 Era una madre soltera y eso no estaba muy bien visto en su tiempo; lo cierto es que eso se volvió en su contra. Pero era una mujer tenaz y con la ayuda del personaje que interpreta Jhon Malkowitz, un pastor protestante que ayudó a esa mujer hasta el final, hasta que consiguió una respuesta.

 - Para mí, sería un honor defender su causa, señora Collins. En mis quince años de abogacía nunca he visto luchar tanto y con tanta fuerza, en algo tan claramente en pro de la justicia.

- Gracias.

                       el-intercambio-2

 Es inevitable esbozar una sonrisa cuando el rótulo de “basada en una historia real” aparece al principio de El intercambio, poco después del nombre del director, porque sino lo supiéramos podríamos confundirlo con un telefilme que entretiene las aburridas sobremesas de domingo. Porque la película más floja como director, desde Ejecución inminente, es una novedad en su carrera, nunca había dado tanta manipulación sentimental que llega empachar el efectismo emocional. Más incluso que en Millian Dollar Baby, pues la mostrenca familia de Maggie Fitzgerald –el personaje principal que se enfunda los guantes de boxeo- parece sobria en comparación con las caricaturas misóginas que atormentan a esta madre coraje de turno, casi salida de la pluma de un inspirado guionista de telefilme.

 La magnífica ambientación, la capacidad envolvente de sus imágenes, la equilibrada fluidez de una narrativa precisa que pone al alcance de cualquiera ante la abigarrada complicidad de su personaje, viene a constatar el magnífico estado de forma de este veterano cineasta, el mejor director vivo según la opinión de este humilde crítico. Clint Eastwood sigue siendo uno de los más solventes tras las cámaras, a sus ochenta años, infaliblemente inspirado y recalcitrantemente independiente, como queda patente en la lista de sus últimos títulos.

- Los periódicos no dicen nada, los he mirado tres veces.

- Era tarde, muy tarde.

Pero en la comparación con otras películas suyas, deja a este nuevo trabajo del realizador en un puesto segundón. Mistic River, con la que El intercambio, mantiene numerosos puntos de semejanza, exploraba con mayor precisión en el dolor basado en la pérdida de un ser querido.

- Es ese el coche de mi hija.

- Lo sé, lo sé.

- Es el coche de mi hija, hay sangre en el interior y habéis traído a vuestros jodidos perros. ¿Por qué estáis aquí? ¿Estás buscando a mi hija, John?

- Estamos buscando, Jimmy. Por ahora, sólo ha desaparecido.

También encontramos similitudes con Million Dollar Baby, o el díctico sobre la Segunda Guerra Mundial, con Banderas de nuestros padres y la superior Cartas desde Iwo-Jima, que narraba un mismo episodio bélico, desde la perspectiva de cada uno de los bandos.

- Deja de decir eso, deja de decir eso. Yo no soy tu madre.

En El intercambio la solidez se sustenta sobre uno de los temas que vuelve a la palestra cinematográfica del director, con la definición del espíritu genuinamente americano, hasta ahora desde géneros y temas tan dispares como el jazz, el western o las contradicciones de la guerra. Esta vez fijando su atención en la corrupción de los poderes públicos y la capacidad heroica de los ciudadanos de a pié para revolver las aguas de la democracia.

 - Se chasquea los dedos y una mujer inocente es arrojada al pabellón psiquiátrico.

 El buen funcionamiento de la justicia es uno de los temas claves de la actualidad, siendo uno de los aspectos más recurrentes del filme la de presentar las portadas del Times, que se hacían eco de la historia, para dar una imagen de la relevancia y el tiempo que conllevó el caso.

 - Según su expediente, usted cree que la policía hizo pasar un impostor por su hijo.

- Yo no digo que fuera un impostor, sólo que no es mi hijo. Equivocaron a mi hijo, que sigue desaparecido