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Wonder Wheel. El parque de atracciones de Woody Allen.

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2019 podría pasar a la reciente Historia de Hollywood, por ser el primer año en que Woody Allen se tome un descanso. Ya se sabe, la cita anual de este director, guionista, actor y saxofonista, que  desde hace más de cuatro décadas lleva haciendo una película al año. De ahí que cobre interés su último trabajo: “Wonder Wheel” –literalmente, “la rueda de la maravilla”.

Estamos en una etapa creativa del cineasta neoyorquino en la que cada vez cuenta con una menor base de fieles a su cine, entre títulos como la aceptable “Café Society” o la maravillosa “Crisis en seis escenas”, después de la brillante “Blue Jasmine”. De hecho, para la ocasión regresa a Nueva York, desde su parada en la Gran Manzana de 2011; es decir…. Se traslada a Coney Island, en los años 50, con una historia que sigue el día a día de una camarera, en el hogar durante la infancia, de su alter ego Alvin Singer, el narrador de “Annie Hall”, que dice haber crecido bajo la montaña rusa de un parque de atracciones.  Ginny (Kate Winstley), la protagonista, vive en un apartamento que da directamente a la inminente noria del parque. La atracción, que da título a la película, oculta la vista del océano mientras que ofrece una luz azulada y roja, expresionista, al interior de la casa.

El plano de apertura de la concurrida playa de Coney Island, con el parque de atracciones, al fondo, forma parte del estilo visual definido por el gran Vittorio Storaro, con un malecón –lujosamente construido por Santo Loquasto- y un vestuario magnífico, a cargo de Suzy Benzinger. Con todo ello, Allen demuestra que a sus ochenta y muchos años aún sigue en forma y sabe rodearse de un buen equipo técnico, como de un buen arsenal de referencias.

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El universo de Tennesse Williams.

En su cine ha habido una infinidad de referencias teatrales que iban desde William Shakespeare a Chejov o los mitos griegos (“El sueño de Cassandra), pero últimamente Woody Allen parece haber fijado la mirada en un dramaturgo norteamericano de gran calado cinematográfico: T. Williams. Como sucedía en “Blue Jasmine”, la sombra de Blanche Dubois es alargada.

Woody Allen le ha escrito un personaje que le viene como un guante a la actriz que demuestra una gran madurez, veinte años después de aquel gran éxito que fue “Titanic” (James Cameron, 1997). Su personaje, Ginni, es una pelirroja que había estado con un baterista de jazz, a quien adoraba, aunque esa etapa de su vida le parece ahora un espejismo. Sus sueños de ser actriz se encuentran enterrados en una rutina diaria centrada en un trabajo que odia y en un matrimonio del que se resiente, con un hijo Richie (Jack Gore) y su segundo marido, Humpty (James Belushi), al estilo de Stanley Kowalsky.  Aunque ella guarda un secreto: un romance  con un socorrista, con alma de poeta (Mickey, Justin Tinberlake). Junto a ellos, un mafioso y su mujer (Carolina, June Temple), que sentirá una atracción por Mickey.

Como también recurre a las citas de la “Filosofía Allen”, es decir, a las charlas sobre los defectos y el destino, como también a los asuntos del amor: “el corazón tiene sus propios jeroglíficos”, dirá Mickey en un momento de la película. En sus últimos trabajos podemos comprobar una tendencia a repetir temas y tonos, dentro de un terreno familiar en donde encontramos pocas variantes y una dinámica común: el triángulo amoroso, entre la joven ingenua, la mujer madura con una vida frenética y el atractivo artista, muerto de hambre.  A todo esto, Allen añade una subtrama sobre mafiosos que hará sonreír a los fans de “Los Sopranos”, pues los gánsteres italianos Bobby y Paulie de la famosa serie, (Tony Sirico y Steve Schirripa), participan en la película.

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El principal problema es que la historia es repetitiva, como la noria que da vueltas y vueltas, y que en determinados momentos aparece al fondo de la imagen.

Una película sobre los sueños rotos, muy sombría, con la alargada  influencia del teatro, a través de una puesta de escena bastante teatralizada. Personalmente, siempre es un placer encontrarse con Woody Alllen y lamento mucho que le obligasen a tomar unas vacaciones forzadas.   

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