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Inmersión. El hundimiento de Win Wenders.

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Hace tiempo, Wim Wenders era el director alemán al que parecía salirle todo bien. Hizo unas maravillas, en blanco y negro, y con viajes a ninguna parte de unos personajes desarraigados, que contaban más con sus silencios que con sus palabras. Luego, llegó a América y entre sus tropiezos y aciertos, hizo un destacado film: “París-Texas”. Pero ahí se le acabó su buena estrella. Wenders comenzó a interesarle más una serie de documentales, pequeñas delicias que veían cuatro gatos, mientras que sus ficciones naufragaban, una y otra vez. Este es el caso de “Inmersión”, su última película.

Adapta una novela de JM Ledgard, sobre dos personas que se enamoran tras un encuentro casual, en un hotel francés, que toman como descanso justo antes de marcharse a sus respectivos destinos. James (James McAvoy) es un espía escocés a punto de embarcarse en una peligrosa misión en Somalia, mientras que Danielle (Alicia Vikander) es una biomatemática, a punto de descender a los fondos marinos con la idea de explorar las formas de vida que allí se encuentren. Pero todo se torcerá cuando secuestran los yihadistas a James, y Dannielle espera una llamada que nunca va a producirse.

Encabeza el reparto, una de las actrices de moda: Alicia Vikander – la sustituta de Angelina Jolie, en las aventuras de Lara Croft- y un actor que nunca ha me gustado, James McAvoy, salvo en la fantástica  “Conspiración” (Robert Redford).

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Lo más frustrante de “Submergence” (Inmersión, 2017) no es el romance preparado para la ocasión, trufado de citas, sino el guión. Encontramos en la película un conjunto de lugares bellamente fotografiados y una música, exuberante, firmada por el español Fernando Velázquez, pero el texto hace aguas debido a la multitud de géneros y temas que trata, de forma confusa: una historia de amor, un thriller de espionaje y una aventura submarina, con el tema del terrorismo yihadista y el cambio climático, de fondo.  Desde el principio nos queda claro que hay problemas con el libretto, escrito por Erin Dignam, el responsable de aquel fiasco  titulado, "Diré tu nombre” (Sean Penn), que desperdiciaba otra pareja de actores con talento (Javier Bardem y Charlize Theron) en pos de un romance fallido. No diremos que “Submergence” resulte tan desastroso, porque encontramos grandes aciertos en la película.

El sello español.

La película que contó con un pequeño rodaje en España –en Castilla La Mancha- tuvo su sello español en el compositor Fernando Velázquez. El reciente Goya a la mejor música original, por “Un monstruo viene a verme”, tiene una envidiable carrera con títulos tan destacados como “El orfanato” 0 “Lo imposible”, mientras que también firmó el score de la última película del cineasta alemán. Según mi humilde criterio, la música resulta demasiado exuberante; como si a Gustav Malher le hubieran encargado la banda sonora de alguna aventura acuática de James Bond, de los 60.

El título, si no te has dado cuenta, es la metáfora de la trama de ambos personajes. Danielle se sumerge en el fondo pelágico del océano, mientras que James es llevado a una prisión, donde se hundirá en el pensamiento del Islam más radical. Otra forma de inmersión. Es curioso que Wim Wenders diga que no lee críticas de sus películas cuando éstas dirigen una mirada crítica al mundo que nos rodea.

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