Blogia
Travelling. Blog de cine.

The killing of a sacred deer. Entre la sátira y la tragedia griega.

Resultado de imagen de “La matanza de un ciervo sagrado”

 

“La matanza de un ciervo sagrado”, si traducimos el título al español, es la última película del griego Yorgos Lanthimos, cineasta situado en un istmo propio donde lo surrealista y lo metafórico dominan unas turbias relaciones humanas. Un film dispuesto a convertirse en la comedia más oscura del año, con algunas detallistas y aterradoras escenas de sexo. Una nueva película que no te dejará indiferente, o la adorarás o la detestarás.

Sirviéndose de Cincinatti, como escenario, comienza con un primer plano de un corazón humano en una mesa de operaciones, acompañado de la famosa sinfonía “Stabat mater” de Shubert. Lo que sucederá en ese quirófano presagiará que estemos frente al precipicio de la muerte-

Colin Farrel –que vuelve a estar a las órdenes de Lanthimos, tras “Langosta”- interpreta al respetado cirujano Steven Murphy, un personaje al que parece acompañarle el éxito profesional y personal.  Es un médico con una gran reputación, una preciosa mujer como esposa (Anna, Nicole Kidman) y dos hijos, Kim y Bob, e incluso empieza a relacionarse con un chico, Martin (Barry Keoghan, visto en “Dunquerke”), hijo de un paciente suyo que falleció en la mesa de operaciones, años atrás. He aquí el quid de la cuestión. Todo lo que suceda, a continuación, estará marcado por los diferentes encuentros entre la familia Murphy y este joven,  lo que no vamos a desvelar.

Junto a  su director de fotografía habitual, Thimios Bakatakis y su guionista, con quien escribe todas sus películas, Efthimys Filoppou, crea un thriller con ribetes de pesadilla, próximo  a los ambientes claustrofóbicos del primer Polanski. También estarían Kubrick, Cronemberg, la serie “Dimensión desconocida” o “Funny game” de Michael Haneke, otro cuento moralizante, donde no hay 0pciones fáciles, no se mantiene el control y no hay finales felices. Si creías que lo más raro del año iba a ser “Mother” (Darren Aronofski) o que su anterior trabajo “Langosta” ya tenía lo suyo, prepárate para un extrañísimo film. Un detalle lo encontramos en las conversaciones e interpretaciones, realizadas con poca emoción, con la idea –creemos- de enfocar el interés en las palabras y así ir llenando los huecos vacíos que va dejando el guion. El espectador sacará el sentido ambiguo de muchas de las líneas de diálogo. Lanthimos abre conversaciones con ideas como esta: “nuestra hija comenzó a menstruar la semana pasada” o resuelve situaciones de esta forma: “te afeitaré la cabeza y te haré comer tu pelo”.

Resultado de imagen de “La matanza de un ciervo sagrado”

Podríamos adelantar un importante spoiler con la idea de ayudar a comprender la película.  El “ciervo sagrado” del título hace referencia a un mito griego, por el cual Agamenón fue castigado por Artemisa a consecuencia de que su hija Ifigenia matase a un ciervo –animal sagrado para la diosa-. Debido a ello, el rey de Micenas se vio obligado a sacrificar a su propia hija.

Los locos, locos mundos de Yorgos Lanthimos.

¿Se imagina que unos padres sobreprotegiesen tanto a sus hijos que los aislasen del mundo real? En “Canino”, el director griego partía de este supuesto para situarnos a una particular fábula sobre el aislamiento, mientras que en “Langosta”, nos mostraba una extraña distopía.  

-¿Ha pensado el animal que va a ser si acabara sólo?

-Sí, una langosta.

En una sociedad, espejo a la que vivimos, una serie de personas se reúnen en un hotel para un particular servicio: conseguir una relación sentimental en un plazo de tiempo determinado, con la condición de convertirse en un animal –a elección propia- en el caso de no lograr su propósito. Entre ambos títulos, el cineasta heleno insistió en esa misma fórmula de cine europeo antiburgués, en “Alps” (2011), una historia en la que se comerciaba con el dolor de los familiares de fallecidos: suplantamos a sus seres queridos por un precio módico. Tras estos tres films, Lanthimos dirige su mirada más inquietante, partiendo de la risa satírica del teatro del absurdo, al grito silencioso. De esta forma, descubrimos cómo vuelve hacer de las suyas, en su última película con tan profundo sabor a tragedia clásica griega. Quede aquí una cita, al final de crónica: “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”.

                          Resultado de imagen de “La matanza de un ciervo sagrado”

0 comentarios