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Centauros del desierto: Sesenta aniversario.

Se cumple el 60º aniversario de “Centauros del desierto”, del que ya es difícil aportar algo de novedad después de todo el tiempo que ha pasado, los ríos de tinta que ha hecho correr y las innumerables referencias que ha despertado en todo tipo de cineastas. Allí se recoge la esencia del Oeste, desde los primeros planos. Esa puerta que abre, ese horizonte lejano en pleno desierto y un jinete que se acerca.

Es una película sobre largas ausencias y breves reencuentros; también sobre el fantasma de la Guerra Civil y sobre unos perdedores. Sobre la soledad y el sempiterno desierto. En el fondo, la historia de un hombre que es incapaz de regresar a su hogar, como reza la canción que abre la película: Eso y mucho más, como la  idea de la frontera y la dureza de la vida en una tierra ocupada por colonos, que aparecía con grandeza y dramatismo en Ford.

- No pude evitar que mataran a tu hijo.

- No tienes nada que reprocharte, esta tierra es la que la mató, Ethan, estoy seguro.

- No digas eso, lo que pasa es que vivimos aquí y Texas no es tierra para habitarla por seres humanos, ni este año, ni el que viene. Y sabe Dios, cuántos más.

Película clásica, entre las clásicas de uno de los grandes. ¿Qué decir de John Ford que no se sepa ya? Nada, que fue más que un hombre que hacía películas del Oeste.  Mucho más que un artesano, planificando sus trabajos de manera magnífica, fue alguien capaz de crear mitos allí donde los demás veíamos una simple historia, de crear una épica en torno al western. Muchas veces se ha considerado al western, el género americano por antonomasia, la representación del nacimiento del propio país. Una visión de la historia, con un sentido épico ante que historicista, tal y como se hacían con los Cantares de Gesta o las tragedias griegas. Con ese fin, Ford supo sacar el mayor partido posible a los recursos que tenía a mano, esa capacidad hipnótica de Monument Valley, junto con el formato panorámico de los años cincuenta. Esta era la novedad cinematográfica, con la cual los grandes estudios intentaron frenar la competencia que ejercía la televisión en esa época: el Cinemascope. Nunca el desierto se volvería a ver con los mismos ojos.

-La encontraremos, tan cierto como que la Tierra da vueltas.

La historia real de una niña secuestrada por un grupo de indios, en el siglo XIX, dio pie a una historia sobre la obsesión, una búsqueda obsesiva y sin descanso. Pero sobre esta trama –que todo el mundo se conoce al dedillo- reposa unos detalles que no se cuentan, pero se intuyen: el pasado del personaje de Ethan Edwards (John Wayne). El hombre enemigo del hombre, adentrándose en un territorio salvaje, en donde nos sumergimos entre la fraternidad, el honor y la heroicidad; los valores humanos reflejados con sobriedad y  a través de unos excelentes diálogos. Al fin y al cabo, el film recoge la esencia del cine de Ford. Personajes ambiguos, el eterno contraste entre la búsqueda de una identidad y la violencia, y la perspectiva de un género –como el western- en constante evolución. Un cine, el de Ford, en donde cabían los espacios abiertos, como los de Monument Valley –La diligencia, Centauros del desierto- como también los interiores –El hombre que mató a Liberty Wallance-.



1 comentario

Juan Antonio -

Comentario de la película en relación con la (excelente) novela de Alan Le May, en https://humanodivinoymas.blogspot.com.es/2017/09/momentos-estelares-de-la-historia-del.html
Y su relación con otro western, "La venganza de Ulzana", en https://humanodivinoymas.blogspot.com.es/2017/08/momentos-estelares-de-la-historia-del.html