El maestro del agua. Rusell Crowe debuta en la dirección con la campaña de Gallipoli.
Hace pocos días estuvimos hablando del debut cinematográfico del actor Ryan Gosling, aquella película que a muchos nos ha resultado algo pretenciosa –Lost River- para luego encontrarnos con esta correcta película a cargo de otro miembro de Hollywood, que también debuta en la dirección. Un film más próximo a Invencible (Angelina Jolie) que al trabajo como director de Ryan Gosling.
Este año 2015 se cumple el centenario de Gallipoli, una campaña de la Primera Guerra Mundial, que supuso un momento inaugural en la historia de Australia, ya que fue la primera vez que los australianos lucharon como ANZAC y no como parte del ejército británico. Por ser un hito tan significativo no era de extrañar que regresemos a Gallipoli, con un nuevo debut de otro actor de Hollywood, Russell Crowe, con El maestro del agua.
En 1919, a raíz de la Gran Guerra, el granjero australiano Joshua Connor viaja a Gallipoli para recuperar los cuerpos de sus tres hijos que nunca regresaron de la campaña. Los tres cayeron el mismo día, el 7 de agosto de 1915. Sin embargo, después de recuperar dos de los cuerpos descubre que uno de sus hijos fue hecho prisionero por los soldados turcos, y con la ayuda del comandante Hasan, busca el paradero de su tercer hijo.
-Si ese es su hijo, él está prisionero, él no murió aquí.
La Gran Guerra fue la primera vez en la que se hicieron intentos por recuperar e identificar los cadáveres de los soldados caídos. La historia de la película se inspiró en una carta del coronel Graves en la Unidad de Guerra Imperial, al destacar que un hombre australiano llegó a Gallipoli en busca de las tumbas de sus hijos. Sin embargo, a partir de ahí la película toma algunas licencias dramáticas obvias al contarse esta "historia verdadera". El título El maestro del agua es una referencia a la capacidad de Joshua para localizar el agua subterránea necesaria para su granja en pleno clima inhóspito. Con esta habilidad –propia de los zahoríes – logra localizar el lugar donde los cuerpos de sus hijos están enterrados en el campo de batalla.
-Hemos encontrado a sus hijos, Edward y Henry, ¿cómo supo que estarían allí?
Esta campaña fue recreada en 1981 en Gallipoli (Peter Weir), aclamado como uno de los mejores logros del cine australiano. Mantiene una imagen épica de la guerra junto con un retrato entrañable de dos jóvenes Archy (Mark Lee) y Frank (Mel Gibson) que, procedentes de los extremos opuestos del espectro social, se enrolarán para esta batalla. Una película que destacaba el espíritu deportivo de Australia en numerosas ocasiones, de hecho, el personaje principal hará del atletismo una estimable aportación a esta campaña.
-¿Qué son tus piernas? Muelles de acero, ¿Y qué van a hacer? Llevarme a toda velocidad, ¿A qué velocidad puedes correr? A la de un leopardo, ¿Y a qué velocidad vas a correr? A la de un leopardo.
Pero con El maestro del agua Russell Crowe se las arregla para traer una nueva perspectiva a este momento tan mitificado en la historia de Australia. La película de 2015 ofrece un mayor protagonismo a la visión turca de la batalla. Esta perspectiva tan diferente del film de Weir comienza con el simple hecho de reconocer que los turcos ni siquiera llaman a la campaña como el sitio de Gallipoli. El personaje del Mayor Hasan nos recuerda que mientras fueron diez mil los australianos y neozelandeses los que cayeron allí, serían 250.000 los turcos que perdieron la vida. Además, incluso en 1919 la guerra aún no había terminado para ellos. Mientras que al resto del mundo el fin de la guerra dio un respiro, los turcos estuvieron defendiendo su territorio.
-Tiene una guía anticuada.
-No he venido a hacer turismo, voy a Gallipoli.
-Allí solamente hay fantasmas.
Junto a esta exploración de Turquía en las secuelas de la guerra aparece una subtrama romántica totalmente innecesaria cuando Joshua conoce a Ayshe, la mujer que dirige el hotel donde se hospeda en Estambul. Ella también está de duelo después de haber perdido a su marido en la guerra, algo que todavía no había confesado su hijo Orhan. Esta subtrama romántica bastante trillada no es ni de lejos tan interesante o atractiva como el resto de la película y nos muestra un incómodo choque de caracteres, con una historia entre un ser bastante sombrío y el otro que puede resultarnos luminoso o caprichoso.
-¿Está vivo? ¿Tienes esperanzas?
-Las esperanzas me mantienen vivo.
Eso sí, este debut como director sin ser una obra maestra, representa la habilidad de alguien que conoce la profesión en sus 25 años como actor. Mientras que algunos de sus elementos narrativos son bastante ordinarios, la película nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre los sacrificios realizados en ambos bandos, en la guerra, y logra una buena contribución a la hora de profundizar en la campaña de Gallipoli.
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