El último lobo: Jean Jacques Annaud regresa a China.
Wolf Totem (con un presupuesto de $ 32 millones) se basa en una novela de 2004 escrita por Lu Jiamin, todo un bestseller en China, donde es el segundo libro más leído en el país (después del Libro Rojo de Mao). Es una saga con lazos autobiográficos del autor acerca de un estudiante de Pekín enviado a Mongolia para enseñar a los pastores nómadas, con quienes comparte un vínculo profundo con los lobos que el gobierno quiere sacrificar.
-Estos dos jóvenes instruidos vivirán dos años con ustedes. A cambio les enseñarán chino a los niños.
Dos estudiantes de Beijing, Chen Zhen (Feng Shaofeng, visto en la película china de Ann Hui, The Golden Era) y Yang Ke (Shawn Dou) fueron enviados a las estepas de la provincia septentrional de Mongolia Interior en 1967, durante el segundo año de la Revolución Cultural, como explica Chen con una voz en off que entra y sale de la narración. Tienen el propósito de enseñar a los niños nómadas a leer y escribir en chino, aunque pronto se hará evidente que aprenderán más de los lugareños y en especial de su líder de barba gris, Bilig (Basen Zhabu). De hecho, no hay una sola escena en la que Chen realmente se sienta a enseñar a nadie mandarín.
La fascinación de Chen con los lobos de las estepas comienza desde el principio, después de desoír uno de los consejos de Bilig y ser acorralado por una manada. Este breve enfrentamiento ya ofrece un escaparate sólido no sólo de la música de cuerdas de James Horner junto con la puntuación dominante de la percusión, que expresa la tensión, con el enfoque del director de fotografía, Jean-Marie de Dreujou, de los primeros planos de unos amenazantes lobos.
Lu Jiamin
Aunque la historia de Lu Jiamin ha estado presente a la hora de escribir la película, El último lobo ha contado con hasta cuatro guionistas: Annaud, Alain Godard, Lu Wei y John Collee, dispuestos a forjar una historia convincente y que fluye de manera coherente con las interacciones de Chen con su lobezno o la gente del lugar. Dando lugar a una película que a menudo da una sensación didáctica e incluso condescendiente hacia los nómadas. La hija de Bilig, Gasma (Ankhnyam Ragchaa), por ejemplo, nos introduce en una historia romántica totalmente superficial. Sin embargo, son reveladores todos los destacados aspectos emocionales de la película procedentes de escenas en las que el animal ocupa el lugar protagonista.
Algunas reflexiones sobre la forma en que los mongoles y los chinos Han son como lobos y ovejas, respectivamente, dejan entrever un trasfondo político más pronunciado en la novela, al igual que la presencia de Bao como miembro del Partido Comunista, al odiar su trabajo de aniquilar a los lobos –con el fin de preservar la seguridad de los ganaderos- pero limitándose a cumplir órdenes. Annaud también toma un claro mensaje ecológico a la hora de presentarnos el equilibrio natural que juega un papel tan importante en la relación de la tribu con los animales y los paisajes de los alrededores. El viejo sabio, Bilig, recuerda al líder del partido local, Bao Shunghi (Yin Zusheng), que los lobos se enojarían y volverían para vengarse si los humanos destruían sus fuentes de alimentos, para hacer dinero rápido - su carne y la piel eran muy codiciados-. Pero sobre todo marcarían un impacto en los personajes, las órdenes del gobierno por la que debían capturarse las crías de los lobos.
-Han llegado las directrices de este año, con la captura de los lobeznos, llevándonos las crías, y así evitaremos que proliferen.
-Si nos llevamos sus crías, se enfurecerán y se vengarán.
-Es una orden.
Otros de los placeres tangenciales de la película es cómo El último lobo sugiere el paso de las estaciones, su impacto en las tradicionales yurtas –las viviendas de los mongoles- y la forma en que se reconoce implícitamente cómo un estilo de vida secular está siendo rápidamente destruido por la enorme necesidad de país para alimentar a su creciente población.
Encontramos una destacada secuencia de persecución, con la participación caballos y los lobos en una tormenta de nieve durante la noche. Escenificada de forma espectacular, con unos impresionantes planos cenitales y un gran uso de una mínima luz, junto con las apagadas luces de las linternas de los pastores que dan al espectador el suficiente sentido de lo que está pasando al mismo tiempo que ilustra una abrumadora sensación de confusión y pánico de los protagonistas. También cabría destacar otra secuencia, tomada a plena luz: aquella que nos mostraba el día después de este citado ataque de los lobos, con una multitud de cadáveres de aquellos caballos congelados en un lago, para mostrarnos la crueldad de la naturaleza con una misteriosa belleza.
Dos manadas de lobos fueron entrenados específicamente para esta película prácticamente desde el día en que nacieron, en 2010, por el entrenador de animales Andrew Simpson, quien había dirigió documentales sobre lobos de Siberia. Los resultados del trabajo de Simpson y de Annaud son a menudo impresionantes, aunque a veces parece que algunos planos no fueron necesariamente filmados simultáneamente e incluso en el mismo lugar.
Observando su filmografía, podemos sospechar que Jean Jacques Annaud, se sienta especialmente sensible por estos temas ("Me siento muy honrado de ayudar a tratar de detener la degradación del mundo") reconoció el director en una entrevista, pero es el "alma-hermandad" que siente con Lu el verdadero factor decisivo. Lu Jiamin fue a Mongolia en 1967, el mismo año en el que Annaud fue enviado a enseñar cine en Camerún, como parte de su servicio militar. De esta forma, el cineasta francés regresa a China –años después de su Siete años en el Tíbet, película por la que se le prohibió la entrada al país- para una película, algo irregular, pero muy necesaria, sobre todo si nos ayuda a concienciarnos a favor de la naturaleza.
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Sara -