Drácula, de Bram Stoker al cine.
Como sucedía hace pocos meses con Frankenstein, el regreso posmoderno y desmitificador del personaje clásico con Yo, Frankenstein (Stuart Beattie), llega una película inspirada en otro icono cinematográfico, la figura de Drácula que saltaría de la literatura de Bram Stoker al cine. El film, Drácula: La leyenda jamás contada, a cargo de Gary Shore, supone otra vuelta de tuerca que al menos nos permitirá repasar uno de los personajes del cine de género más recurrentes.
Como el conde “vampiro” aparece inspirado en un personaje real, veamos un apunte de Historia. En el siglo XV, Europa oriental estaba sometida a dos grandes imperios, el otomano y el Imperio Sacro Germánico, entre los cuales situamos el territorio de Transilvania en la actual Rumanía. El príncipe Vlad II formaría parte de la “sociedad del dragón”, enfrentada al turco, tomando su apodo de Dracul. Su hijo, Vlad III (conocido como Draculea, “hijo de Dracul), se hizo célebre por su crueldad inhumana contra aquellos que le estorbaban, empalándolos tras los banquetes. Desde entonces se le conocía como Vlad Teped (El Empalador).
La novela, escrita de manera epistolar, presentaba otros temas al ya conocido retrato del conde Drácula, como el papel de la mujer en la época victoriana, la sexualidad, la inmigración o el folklore y como curiosidad, cabría destacar que Bram Stoker no inventó la leyenda vampírica, pero la influencia de la novela sido una de las inspiraciones más determinantes para el personaje en el cine.
Nosferatu, una sinfonía del horror era una película muda de 1922 dirigida por F. W. Murnau, encuadrada dentro del expresionismo alemán. Es una de las más grandes películas de la Historia del cine, protagonizada por Max Schreck, en el papel del conde Orlock. Thomas Hutter y el conde Orlock eran los personajes principales en la primera versión, adaptando el original de forma apócrifa porque Murnau no llegó a conseguir los derechos de Bram Stoker para su adaptación al cine. Como consecuencia, se decidió filmar su propia versión de la novela que curiosamente es la película más fiel a la historia original de Stoker.
Fue un personaje de matinée hasta que la Universal encargó a Tod Browning, Drácula, una película de terror de 1931, con Béla Lugosi en el papel principal. Producida por Universal Studios, la película iba a estar protagonizada previamente por Lon Chaney, pero tras su fallecimiento fue escogido el actor húngaro, quién lo había interpretado en el teatro.
- Yo soy Drácula.
- Mucho gusto conocerle.
Su encarnación fue tan definitiva que jamás pudo librarse de este personaje. Queda como ejemplo su papel en White zombie (Walter Halperin), con el mismo atuendo que Drácula. Se trataba de un personaje de porte aristocrático y educado, que influiría en muchas de sus posteriores recreaciones –desde Christopher Lee a Frank Languella o Gary Oldman, con una gran capacidad seductora y contando con dos antagonistas muy particulares, Jonathan Harker y el doctor Van Helsing, desde Peter Cushing a Anthony Hopkings.
El Drácula de Bela Lugosi contaba con un decorado gótico al servicio de paisajes nebulosos, llamas oscilantes en las chimeneas, árboles secos con ramas retorcidas, subterráneos y todos aquellos escenarios que invitan a las manifestaciones del terror. Los castillos erigidos a orillas del mar o al borde de un abismo cobran protagonismo, apareciendo casi como un mausoleo: las estancias son bellísimas y sofocantes, con un mobiliario como reducto del pasado y unos espesos cortinajes movidos por el viento.
-Escúchelos. Son los hijos de la noche, qué agradable música componen.
Al mismo tiempo se estaba rodando la versión hispana (dirigida por George Melfort), con el actor español Carlos Villarías en el papel principal y que logró evitar la censura del film de Tod Browning, permitiendo una mayor sexualidad en los personajes y la historia.
La primera de una serie de películas de terror de la Hammer también se centraba en este personaje basado en la novela de Bram Stoker. Esta obra cinematográfica de 1958 fue dirigida por Terence Fisher, con Christopher Lee y Peter Cushing encarnando al Conde Drácula y al Doctor Van Helsing, respectivamente. El horror de Drácula introducía, por primera vez, el color rojo de la sangre, gracias al tecnicolor, pero también los primeros planos de los hipnóticos colmillos del personaje, que acompañará a Drácula en las sucesivas adaptaciones. Es con Christopher Lee cuando se produce otra de las grandes innovaciones, pues con su Drácula la sangre no es leit motiv del personaje sino la seducción, la sed de la carne. Este matiz abrió paso a las futuras aventuras amorosas del conde rumano en la gran pantalla. El deseo de la sangre dio lugar a un curioso título, Sangre para Drácula, interpretado por Udo Kier en los años setenta, que supuso una novedad en este sentido. Su Drácula es un ser enfermizo que necesita constantemente sangre no contaminada de una virgen.
Mientras que la versión abiertamente romántica del personaje la introdujo Frank Languella, en la película dirigida por John Badhman. Un único film distintivo en la larga serie de Drácula la aportó su compatriota alemán Werner Hergoz quien rescató la visión esquelética y pálida del Nosferatu de Murnau, con un personaje cortés pero que al mismo tiempo parece como si estuviese planeando acabar con su invitado, constantemente. Ese legado del realizador expresionista también se observa en los decorados, en la música y en la importancia de las sombras.
Hasta llegar a la que iba a ser el film que acabaría con el resto de las adaptaciones cinematográficas, el Drácula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola. Se trataría de una “summa total” de aquel personaje, desde los orígenes del Conde Drácula a la Inglaterra Victoriana, separándole un “océano de tiempo” entre su amada y él, que confluiría en el personaje de Mina, encarnado por Winona Ryder.
Encontramos unas secuencias iniciales, que entroncan con la historia, la pérdida de su fe y la tragedia de su amada, en las cuales Coppola recurre a una serie de planos y técnicas que Kurosawa planteó en Kagemusha, película producida por él mismo.
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roger -