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¿Hacemos una porno?: Kevin Smith persigue la fórmula Apatow.

¿Hacemos una porno?: Kevin Smith persigue la fórmula Apatow.

El irreverente e iconoclasta Kevin Smith fija la mirada en uno de los protagonistas de Virgen a los cuarenta, para un papel hecho a su medida. Una comedia romántica, provocativa desde su título: ¿Hacemos una porno?, que -como su nombre sugiere-, se centra en una pareja de amigos, empleados de una cafetería con sueldos míseros, que buscan en la pornografía la forma de salir de sus problemas. Deciden hacer una película pornográfica doméstica para que les lluevan los millones.

- Tú te cachondearás, pero estas son las circunstancias por las cuales la gente suele ofrecer sexo por dinero o de hacer cine porno.

El mundo del porno vuelve a estar en el punto de mira de un cineasta independiente, en esta ocasión para poner de novedad tópicos de las relaciones entre parejas.

- Soy actor.

- ¡Anda ya! ¿En alguna que yo haya visto?

- He trabajado en películas con repartos sólo masculinos.

- ¿Sólo masculinos? ¿cómo Glen garry glenn ross?

- Como Glen y Kenny le maman la polla a Ross, y saborean sus huevos con su graciosa boca.

La industria de Hollywood ha fijado su interés en el cine X, como un negocio turbio y libidinoso, pero no en pocas ocasiones se ha hecho con humor. Por eso, el género que más se ha acercado a estas tramas sea la comedia: no hay mejor remedio para la crisis que hacer una porno, sobre todo si se trata de sexo con risa. El productor, las estrellas, el equipo de producción o los amaters, el cine ha repasado todas las claves del cine X para conocer el quién es quién de la profesión. Evidentemente esto no es cómo lo reflejó brillantemente Paul Thomas Anderson en Booghie Nights, ni tampoco la cinta de Kevin Smith es un drama que indaga en la vida turbia de algún actor porno, como hizo Milos Forman.

- En este caso, Larry, estamos ante una gilipollez de acusación, pero hay que tomarla muy en serio, porque posiblemente estamos hablando de siete a veinticinco años.

- ¿Veinticinco años? Sólo soy culpable de tener mal gusto.

                                  

Es una irreverente película que sigue los postulados de la fórmula Apatow. No es casualidad que la última comedia americana esté marcada por la misma combinación de humor disparatado, con alguna pincelada escatologica y cierto poso melancólico. La historia de este filme, de hecho, sirve como coito entre el propio Smith y la comedia de Judd Apatow, en donde todavía sigue siendo una asignatura pendiente la visión peterpanista de la clase media americana. Ese plano excesivo del pene tuneado de Jason Mewes o el característico humor, marca de la casa, son dos ejemplos de ello. Si a esto le sumamos que el protagonista, Seth Rogen, es el actor fetiche de Apatow, la relación termina estando servida.

- Hola me llamo Bragas de abuela y nadie me quiere follar. No hay nada más blanco que mi enorme culo.

- ¿De dónde lo has sacado? Este enorme culo ha sido lo último que he descargado de Internet y ha tenido

200.000 visitas en 3 horas.

Pero estamos hablando, por supuesto, de Kevin Smith, un cineasta obsesionado por el comic, la ciencia-ficción, Star Wars, y los frescos y soeces diálogos que giran entre las claves de toda una generación, como hiciese en esas obras de culto gamberras como Clerks, Dogma o Malrrats.

- Hasta las marujas hacen porno casero.

- Vale, pero yo no me veo en una peli porno.

- Fíjate en Paris Hilton, vende perfumes a chavales y no me dirás que esa chica no es retrasada.

                       

                             

Por eso no resulta extraño que entre su argumento, quisiera hacer una versión lúbrica de La Guerra de las Galaxias. Pero ya se sabe, el roce hace que entre Zack (Seth Rogen) –el director del filme- y Miri (Elisabeth Banks) –la estrella-, las cosas se compliquen. Un tema clásico de este tipo de comedias flota en toda la película: ¿es posible que dos amigos de toda la vida lleguen a enamorarse? Curiosamente el mensaje es absolutamente tradicional, el sexo debe ser expresión del amor y no se puede saltar por encima de la persona al practicarlo. Un mensaje conservador en un formato radical y provocador. Muy americano.

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