Los espacios cerrados de Roman Polanski.
Este es un reportaje sobre uno de los directores que encontraron en el espacio, el espacio cinematográfico, algo más que un simple decorado. Polanski observó en los escenarios el mejor contexto para sus historias, al mostrarnos cómo nos relacionamos con la arquitectura. ¿Pueden los edificios, las paredes, las ventanas, influir en nuestro comportamiento y en nuestros miedos?
Desde sus inicios a su denominada “Trilogía del apartamento”, Polanski tiene predilección por los escenarios mínimos y las idílicas parejas, de clase media tirando a alta, en las que estalla todo tipo de conflictos. Personajes en conflictos y aislados en unos pocos o veces únicos escenarios. Ahí quedan para el recuerdo: El cuchillo en el agua, Repulsión, Callejón sin salida o La semilla del diablo. Cada nueva película de un director como Polanski es una nuevo paso para entender mejor sobre el conjunto de una obra que presenta algunos aspectos comunes a pesar de la variedad. El enclaustramiento de sus personajes en un espacio cerrado puede entenderse como un espacio físico, pero también como una proyección de su atormentado universo mental. De hecho, el inquietante aire claustrofóbico de sus espacios cerrados, presente en la “Trilogía del apartamento”, no se limitaba a los peligros que provenían del exterior, sino en el miedo que se va incubando en las mentes de sus personajes.
Polanski elige poderosas referencias a la hora de presentar a sus “criaturas” en un escenario en la que una fuerza invisible y malévola está dispuesta en impedirles salir, al mismo tiempo que resulta de lo más realista. “Lo que a mí me gusta es un escenario completamente realista en el que haya algo que no encaje”, una idea hitchcockniana de presentar la normalidad para ir, poco a poco, mostrando la anormalidad, que encontramos en influencias suyas como El ángel exterminador (Luís Buñuel).
-¿Cuánto tiempo llevamos aquí? No lo sé, he perdido la cuenta pero imagínense los cambios de lugar de cada uno de nosotros en esta horrible velada.
Su opera prima, El cuchillo del agua, es toda una declaración de principios y una obra maestra que supone un gran reto en este cine suyo tan claustrofóbico. Rodado prácticamente en un barco, en el que apenas cabía el equipo de rodaje, nos cuenta la historia de un triángulo amoroso en el que ya estaban presentes las obsesiones del director.
-En todos los edificios de apartamento suceden cosas.
-Ese tiene el record de acontecimientos desagradables.
Si los protagonistas de la película no se hubieran enamorado de este edificio, nos hubiéramos perdido toda una historia de terror. Y eso que no venía con buenas referencias. El Dakota, el edificio real en el que se rodó la película de Polanski, ya tenía su fama por alojar a personajes no muy aconsejables y por algunos sucesos que pasaron a la historia, como el asesinato de John Lennon. Uno de los aciertos de Polanski es conseguir que una historia satánica resultara realista.
"El habitante incierto" de El quimérico inquilinio; el rol de Catherine Deneuve, en Repulsión; o el músico polaco de origen judío Wadysaw Szpilman, de El pianista, son ejemplos de personajes de Polanski sumidos por el espacio, por los apartamentos en donde se desarrolla su historia. Sin embargo, sería en su última película, Carnage, (Un dios salvaje, en español) donde nos lleve al extremo de su unidad espacial. Nos encontramos en un apartamento neoyorquino de Brookling (aunque se rodó en París), a través de dos matrimonios que se reunen para discutir sobre una trastada de sus hijos, una pelea de chicos que nos lleva a una acertada crítica social.
Especial Atmósferas y "geografía del espacio" en Travelling.
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