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El Gran Lebowski: Coen al 100%.

El Gran Lebowski: Coen al 100%.

- Nadie me llama Lebowski. Soy “El Nota”, tío.

 Hace alg o más de diez años, los hermanos Coen parieron a su criatura más vaga, un tipo al que sólo le tocaron su fibra sensible cuando le mearon su alfombra favorita.  

 - ¿Qué hago para divertirme? Pues lo normal: jugar a los bolos, conducir por ahí, tomar ácido de vez en cuando.

 El Gran Leboswki es Coen al 100%. El lado mentecato de estos particulares cineastas aflora cada vez que el prestigio amenaza con ensombrecer su lado rebelde. Así, Bartok Fink fue seguida por El gran salto; después de No es país para viejos, dirigieron Quemar después de leer y El Gran Lebowski surgió tras Fargo. El momento álgido de su carrera, no hay necesidad de negarlo. Por supuesto, su premisa tiene que ver con esos personajes con ocurrencias estúpidas, a causa de las cuales se ven envueltos en casos de secuestros o extorsión, que se complican hasta que, muy a menudo, acaban con alguna cabeza destrozada por un balazo. Del mismo modo, la mayor parte de sus creaciones tienen la misma dimensión que los cartoons, creados por Tex Avery. El Gran Lebowski no es la excepción.  

 “El Nota”, un genial Jeff Bridges en estado de gracia, es un tipo desaliñado, vago hasta la parálisis, envuelto en el humo de porros y amante de los bolos y de los llamados rusos blancos. Un tipo que Sam Elliot y su quebrada voz nos ponía en antecedente en plena templanza californiana:

 - Hacia el Oeste hubo una vez un tipo del que os quiero hablar. Respondía al nombre de Jeff Lebowski. Al menos ése fue el nombre que le pusieron sus amorosos padres, aunque él nunca lo utilizó mucho. Veréis, este Lebowski se hacía llamar El Nota. El Nota… Un nombre que ningún hombre usaría en el lugar del que provengo. Había un montón de cosas que no tenían sentido con respecto a El Nota…

 El argumento es, en realidad, un disparatado viaje de pirados con mucho ácido, bolos y enredos de por medio, junto a una descerebrada banda de matones nihilistas, que confunden la casa de El Nota con un tocayo millonario y se mean en su alfombra.

 - Daba ambiente a la habitación.

                           

  Desde entonces, y sobre todo desde que ese millonario le contratase para entregar el rescate de su esposa pre-púber, las cosas se complican, la historia se enreda gracias a los curiosos personajes que rodean al Nota. El primero de ello es su amigo Walter (John Goodman), un pirado obsesionado con Vietnam, decidido a ayudarle en “la misión”, para acabar complicándolo todo.

 Jeff Bridges, John Goodman junto a otros actores, secundarios geniales, algunos de ellos fetiches de los Coen como James Gandolfini, Steve Buscemi (Danny, un tipo apocado al que siempre le mandan callar) y John Turturro (Jesús Quintana), el excéntrico rey de la bolera, la chulería hecha arte.

 - ¿Estás preparado para que te jodan, tío? Dejadme deciros algo, pendejos: cómo vengáis con una chorrada, como saquéis una pipa en la bolera, os la quitaré, os la meteré en el culo y voy a apretar el gatilla hasta que haga click.

- Jesús.

 - Tú lo has dicho, nadie toca los huevos a Jesús.

                                    

También hay interesantes cameos, como la cantante Aimee Mann (en la cafetería, como la nihilista de los nueve dedos) y el guionista Charles Kaufman, en la escena del baile en el teatro. Aunque no podríamos olvidarnos del personaje femenino de Julianne Moore (Maude Lesbowski).

 - Mi arte ha sido descrito como fuertemente vaginal, lo cual molesta a muchos hombres. La misma palabra incomoda a algunos.

 Referencias a su propio entorno y anécdotas aparte (porque los Coen no sólo han construido con el Nota uno de los personajes más emblemáticos de la historia del cine, sino que han atado cabos de la realidad, que siempre inspira) El Gran Lebowski tiene una clara inspiración cinematográfica. El largo adiós, de Robert Altman, también centrada en un tipo sin suerte (nada menos que Phillip Marlowe) fue la película de cabecera a la hora de poner en pie la historia. Y por supuesto la cultura norteamericana en general, a la que hace un guiño-parodia (la música de Eagles, la versión de Hotel California, de Credence; el bowling, etc.). Toma, por ejemplo del filme de Altman el detalle de la bolera que aparece en el despacho de Marlowe, como el hecho de que uno de sus personajes fuese un gánster judío convencido, como es Walter (John Goodman). Es más, el título en el original, The Big Lebowski recordaba al de The Big Sleep, El sueño eterno, obra de Raymond Chandler, el creador del detective Phillip Marlowe. Incluso la silla del Lebowski millonario es copia de la que utiliza el personaje del General Sternwood en El sueño eterno.

 La película no fue un éxito en el momento de su estreno, pero ahora está entre las grandes del género, un filme de culto. Casi como sin quererlo, con la tranquilidad de un personaje como El Nota.

                         

                                      


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