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Travelling. Blog de cine.

Tribulaciones de un director.

Tribulaciones de un director.

Después de conocer el Quién es quién en un rodaje, en Cuando  Hollywood destripó Hollywood, presentaremos algunos de los problemas con los que se puede enfrentar un director a la hora de poner en pie un trabajo. Tras conocer el cine desde las bambalinas de un rodaje, al participar en la producción de una película, doy fe de los mil y un problemas que surjen a la hora de poner en práctica los sueños de largos años. De hecho, muchos filmes han destacado las dificultades que encuentra el director para poner en marcha su proyecto. Cantando bajo la lluvia, por ejemplo, fue pionera -en este sentido- de los problemas tanto de los técnicos como de los actores a la hora de experimentar con el sonido en el séptimo arte, pero uno de los momentos brillantes eran los aprietos del realizador con su equipo de especialistas de dobles:

- No, no, ha caído muy mal, Ben. Debías habar saltado para caer patas arriba, encima de los vasos. ¡Hágalo otra vez! ¿Listo, Ben? ¡Ben, Ben! Se ha desmayado, estupendo.

Como el director (Antonio Resines) que pretende hacer una película folclórica en Alemania, en pleno III Reich, mientras que su estrella (Penélope Cruz) no acierta ni una; a causa de los extras, dice ella. En La niña de tus ojos (Fernando Trueba).

 - ¡Qué no, Macarena, que te has saltado tres marcas! Qué no estás en lo que debes estar.
- Pero, ¿cómo quiere que me concentre con esta música que no es española, ni es ná. Y esta gente, que parece más muerta que viva, ¡mira cómo palmean!
- ¡Cómo quieres que le explique cómo se palmea a unos prisioneros de un campo de concentración! ¡Florinda, coño, que me estoy volviendo loco!

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O esa escena genial de Viaje a ninguna parte, en la que el pobre director se desquicia ante un Fernando Fernán Gómez que no acierta en el registra de su frase: aquel mítico "¡Señorito!". Los cineastas se han tenido que enfrentarse a estos problemas y a actores con excesivo ego, que intentan ningunear al realizador, en ese ejemplo de cine indie que fue Vivir rodando de Tom Diccillo.

- El único motivo por el que elegí participar en esta película es porque me dijeron que eras colega de Quentin Tarantino. No llegarás a nada.

 Otros deben aguantar a productores de altos vuelos, que pretenden cargarse su película de un plumazo, como Ed Wood (Tim Burton), considerado como el peor director de la historia.

 - No se va a estrenar en Los Ángeles, porque nadie va a querer ver esa puta mierda.
- Oye no te permito hablar así de mi película.
- ¡Tu película! Ojalá fuera tu película, ojalá no hubiera tirado hasta el último céntimo que he dado para esa basura.

Los hay también que discrepan con los productores por querer cambiar el final de la historia. Paco Rabal era Máximo Espejo en Átame (Pedro Almodóvar), un realizador vejete capaz de todo por salvar a su estrella de la muerte fílmica.

- No hay problema, Lola, cambiaré el final.
- Tú no cambiarás nada.
- ¡Pues lo voy a cambiar!

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Mientras el cutrerío del cine español permite que el pervertido Ricki (Antonio Banderas) campase a sus anchas por el estudio y llevarse algunos recuerdos, como las bragas de la protagonista. De todo ello, Paco Rabal nos deja una máxima: “Cuando se ponen el corazón y los órganos genitales en una película siempre te sale algo personal”.

Como los hay que por no ponerse de acuerdo y no contentarse con nada, algunos se desquician porque no aparece el atrezzo adecuado. Los hermanos Taviani imaginaron en Buenos días Babilonia, el rodaje de uno de los clásicos, Intolerancia de Griffith. El cine, sin embargo, nos ha demostrado que la realidad siempre supera a la ficción.

- Circularon y circularon… ¡pero los caballos no pudieron arrastrar nada! No son del color que he pedido, llévatelos. Los había pedido blancos, ¡blancos!

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Al final, hay directores que se contentan con que su película haya gustado en algún lugar del planeta, como sucede con Woody Allen en Un final made in usa.

 - Los franceses han visto tu película en París y creen que es la mejor película norteamericana en cincuenta años.
- ¡Bromeas!

Y ahora, uno se puede preguntar: ¿y por qué leches lo ha puesto dentro de las comedias? ¡Amigo, tu no has visto la cara del director después de todo esto!

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