Casablanca. La estela de un clásico.
El éxito, casi inmediato de Casablanca, propició que dos años más tarde, Michael Curtiz rodara Pasaje a Marsella, una historia similar ambientada también en el entorno de la resistencia, en una colonia francesa, con Bogart y buena parte de los actores de la primera, pero mucho más enfática y propagandística, al mismo tiempo que alejada del anterior encanto.
- Trato de volver con una mujer, nunca pretendí luchar.
- Ya sé lo de Paula y todo lo que ha sufrido, pero la Francia que tu y yo amábamos está en guerra, sino lucha, ¿por qué íbamos a ayudarfle a escapar?
- Eso se lo dejo a su conciencia.
Mucho más cercana en casi todo, también con Bogart, en un papel calcado del Rick de Casablanca, acabó siendo Tener y no tener, dirigida por Howard Hawks, en la que cambiaron el café por un barco de pesca, la ciudad marroquí por la martinica, y el idealismo de Ingrid Bergman por la naturaleza de buscavidas de Lauren Bacall.
- ¿Por qué vino aquí?
- A comprar un sombrero.
- ¿Por qué?
- A comprar un sombrero. Fíjese en la etiqueta, así quizás me crea.
Cuentan que Howard Hawks se apostó con Ernest Hemminguey que era capaz de hacer una buena película con su peor novela. Pocas historias dan tanta credibilidad para esa apuesta, aunque sí confirma la pésima calidad del original, cuyo trasfondo se encontraba en Cuba. Lo que nos interesa es que el cineasta quería darle la vuelta a Casablanca. Eso de ver a Bogart ahogándose las penas en alcohol por un amor pasado, no estaba en el universo de Hawks. De ahí, la semejanza entre ambas películas, la segunda guerra mundial, los ambientes sórdidos y exóticos, colaboracionistas, patriotas y un americano descreído que se mantiene al margen (el propio Bogart). Casablanca, como tal, conoció una versión televisiva, una serie perpetrada en los años cincuenta, con el cásting menos afortunado posible. Sin embargo, lo más memorable sea, paradójicamente, los spots de los patrocinadores que precedían a la emisión de cada capítulo, por ejemplo, de la conocida marca de cigarrillos Chesterfield. E igualmente de desafortunada e olvidable resultó la otra adaptación televisiva, ya en color, para redondear el despropósito y emitida en los años ochenta con un conocido reparto.
- Todo el mundo conoce a Rick en Casablanca.
- Y a Victor Lazlo en todas partes.
Casablanca es considerada como un clásico menor, de lo que no soy precisamente un seguidor muy entusiasta, pero el público de a pie viene adorándola generación tras generación. En realidad, la película de Curtiz es todo menos una obra maestra. Fue considerada en su época de serie B y de hecho, está plagada de errores técnicos (nunca se respeta la posición de las manos en los cambios de plano, ni el tamaño de las sombras); fisuras en el guión, con algunas situaciones incomprensibles (la llegada del jefe nazi, sin que nadie le acompañe, en la última escena, sabiendo que le podían matar); y fallos de diversa naturaleza (por ejemplo, tras un aguacero, Rick entra en el café con la gabardina totalmente seca). Una película llena de excesos, diálogos lapidarios y poco creíbles: "¿Son cañones o los latidos de mi corazón?", además ambientada en la ciudad más fea norteafricana, algo que empeora sobre todo por el exceso de un escenario de cartón piedra, propio de los grandes estudios. Es evidente, por tanto, que la mitificación de Casablanca no se debe tanto a sus cualidades cinematográficos sino por el hecho de ser todo un icono. Su huella, apoyada sobre el fenómeno Bogart, es larga y profunda en la historia del cine, aunque basta con revisar el impacto en Woody Allen que elevó el modelo a categorías psicoanalíticas, en su película Sueños de un seductor.
- Parece que empiezas con mal pie, muchacho.
- A mí también me lo parece.
- Pues claro, le das todas las ventajas a ella antes de que empiece el juego. Por cierto, muchacho, ¿qué estabas poniéndote en la cara?.
- Una loción para después del afeitado.
- Sí, y los otros potingues, ¿qué son?
- Colonia, desodorante de dos clases y polvos de talco.
- ¡Oh! vamos, chico, vas a oler como un gato doméstico francés.
- Es lo que necesito.
También entre nuestras producciones españolas hay interesantes influencias del personaje de Rick y la película de Michael Curtiz, destacando J. Alonso de los Santos. De hecho, en casi todos sus filmes se está hablando de cine, siempre hay ejemplos de conocidos diálogos o referencias cinéfilas, pero ninguna, quizás, como En bajarse al moro:
- Que no, que no, yo soy un poco burro, pero soy todo músculo, mira.
- No estás mal.
- Tu tampoco estás mal. Vamos, que con ese traje y esa pinta, no pareces la misma que esta mañana. Yo parezco un poco duro, pero al final soy tierno como Humphrey Bogart, ¿tú has visto Casablanca?.
- Sí, claro como todo el mundo.
- Qué película más guay, que lástima que no sea en colores.
Entre las curiosidades derivadas de Casablanca, sobresale una interesante versión en dibujos animados -Carroblanca- producida por los mismos estudios Warner, con Bugs Buny, el pato Lucas y sus habituales acompañantes, suplantando con buen humor a los legendarios protagonistas. E incluso con el ritmo de la inagotable serie de Los Simpson, se llegó -en uno de sus capítulos- a especular sobre un final alternativo de Casablanca, en donde Bogart y Bergman se casaban.
Lisa.- Un momento increíble.
Bart.- Sí, un momento genial, y la interrogación quiere decir que puede que continúe.
Abuelo Simpson.- He visto esta película cientos de veces y nunca me canso de admirar su final.
Pese al desgaste, volver a sentarse frente a las imágenes de este clásico, sigue siendo una inmejorable experiencia iniciática. Aún sabiéndosela de memoria, siempre se descubre algo nuevo, como si se viera por primera vez.
- Y es cierto que perteneces a Victor. Eres parte de su obra, eres su vida. Si ese avión despega y no estás con él, te arrepentirás. Tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde, toda la vida.
- ¿Nuestro amor no importa?
-Siempre tendremos París, no lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca. Pero lo recuperamos anoche.
Pero de todos los momentos de la película, quizás el de mayor número de frases memorables en el escaso cinco minutos de metraje, sea su final, quizás el más mitificado e imitado tantas otras veces.
- Lui, esto parece ser el origen de una gran amistad.
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