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El cine de Orson Welles.

The third man: Una deliciosa pincelada de intriga y espías.

The third man: Una deliciosa pincelada de intriga y espías.

Cornelius Leyden se dedica a escribir novelas policiacas, mientras que a su alrededor se inicia una intriga a partir de un personaje que cree muerto: Dimitrius Metropoulos. Y en torno a ellos, un conflictivo paisaje europeo previo a la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, no hablamos de El tercer hombre, pero La máscara de Dimitrius, de Jean Neagulesco (1944) cuenta con innumerables similitudes con The third man (Carol Reed, 1949), rodada cinco años después.

Partir de esta idea es arrojar algo de luz sobre una película de la que es muy difícil aportar aspectos nuevos. Se han escrito una multitud de obras sobre la importancia de la música en la historia, sobre la fotografía expresionista y, especialmente, ha sido tema común la influencia que ha ejercido  Orson Welles. Junto a estas ideas, ofrecemos una novedad: Eric Ambler.

Graham Greene o John Lee Carré fueron algunos de los autores que destacaron la obra de Eric Ambler cuyo título más destacado, La máscara de Dimitrius, es un ejemplo de novela de espionaje y thriller de intriga. Sobresalen esos villanos fuera de lo común, con la continuada reflexión acerca de la ligera línea que separa la transgresión de la ley de su legitimidad. La historia, que fue adaptada al cine, por Negulesco, está construida en torno a un cadáver, no víctima sino verdugo. Un personaje, asesino y estafador, metido en diversas conspiraciones políticas, pero con una personalidad que cautivará a un escritor holandés, Cornelius Leyden (Peter Lorre). Pero aquí parecen acabar las similitudes. El protagonista de La máscara de Dimitrius recorrerá un periplo entre destacadas ciudades de Europa, con una estructura del film, reconstruida a base de flashbacks. Se trata de un film sobre la que se proyecta la sombra de Ciudadano-Kane.


“Hoy en día nadie piensa en términos de seres humanos, los gobiernos no lo hacen, ¿por qué nosotros sí? hablan del pueblo y del proletariado y yo de los tontos y los peleles que viene a ser lo mismo, ellos tienen sus planes quinquenales, yo también.”

En cierto modo, en El tercer hombre no falta la influencia de Orson Welles. Una de sus claves  es la presencia de unos personajes que se ven envueltos siempre en el turbador mundo de la ambigüedad.  Desde Charles Foster Kane (de Ciudadano Kane) al nazi refugiado en Estados Unidos, Fran Kindler (de El extraño), Gregory Arkadin (en Mr. Arkadin) o el villano Quinlan, en Sed de mal, sus personajes parecen moverse en la ambigüedad moral del bien y del mal. Pero sobre todo se ha querido destacar la escena de la noria.

En esta encontramos el famoso discurso. En el momento en que se abre la puerta del coche de la noria en que están montandos, Harry intenta justificarse a sí mismo: "Recuerda lo que dijo no sé quién: en Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, hubo guerras matanzas, asesinatos... Pero también Miguel Ángel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amordemocracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!"

***

La historia comienza con un prólogo narrado ("No sabía nada de la vieja Viena, antes de la guerra..."). La ciudad de posguerra destrozada se había dividido en zonas, repartida entre los vencedores, como sucedió con Berlín. En esta situación nos encontramos a un americano: Holly Martins (Joseph Cotten), un escritor alcohólico de westerns, recién llegado por una invitación de su compañero de Universidad Harry Lime. Pero él está siendo enterrado, nada más llegar a Viena. ¿Cómo murió Lime? Será la pregunta, de la cual surge la trama.

"El tercer hombre" (1949) fue producida por hombres que conocían la devastación de Europa de primera mano. Carol Reed trabajó en un documental sobre la guerra, para el ejército británico, y  Graham Greene, quién no sólo escribió sobre espías, sino que también sirvió como uno de ellos. Reed peleó con David O. Selznick, el productor, sobre todos los detalles de la película; Selznick quería rodar en grupos, filmar un final optimista y fichar a Noel Coward en el papel de Harry Lime. Sus ideas fueron pronto olvidadas. Reed desafió las convenciones rodando en Viena, junto a las montañas de escombros y una auténtica red de contrabando. E insistió en la música de cítara de Karas (El tema musical de “The third man" sería uno de los mayores éxitos de 1950).

¿Ha habido alguna vez una película donde la música estuviese perfectamente adecuada a la acción como en "El tercer hombre" de Carol Reed? La banda sonora se realizó con la cítara de Anton Karas, quien estaba tocando en una calle vienesa cuando Reed le oyó. El sonido resulta  alegre pero sin mostrar excesiva alegría, como un silbido en la oscuridad.

Reed y su director de fotografía -ganador de un Oscar-, Robert Krasker, también diseñaron un estilo visual imprudente, pero inolvidable. Hay fantásticas ángulos oblicuos y grandes angulares que distorsionan rostros y lugares, mientras que la iluminación hace que la ciudad se convierta en una pesadilla expresionista.

Cerramos este breve texto dedicado a El tercer hombre con otra similitud cinéfila, está mucho más conocida que aquella con la que abrimos el artículo: Casablanca, de Michael Curtiz. Ambos cuentan con héroes exiliados, presentes en un mundo de traición y contrabando. Ambos héroes se rodean de dos mujeres maltratadas por la guerra. Sin embargo, en "Casablanca" queda patente la esperanza de la victoria, mientras que "El tercer hombre" empieza a testimoniar los años de la Guerra Fría,  de la paranoia y la traición. El héroe no consigue a la chica, en ninguna de esas películas – pero, si en "Casablanca", Ilsa se queda con el líder de la resistencia para ayudarle en su lucha, en "El tercer hombre" Anna pierde a ambos. Sin embargo, Harry Lime salvó a Anna, una persona que se enfrentó a una muerte segura, a pesar de que Holly Martins nunca entenderá lo que hizo para poder sobrevivir a la guerra. Y al final, un simple: "adios, pequeña, adios", entre ellos. ¿Qué esperabais? En esta historia, no habría ocasión para decir eso de: “Este es el origen de una buena amistad”.

             

Ciudadano Kane: Técnicas cinematográficas y puesta de escena.

Es prácticamente imposible aportar algo nuevo a lo ya dicho de Ciudadano Kane, siendo el film más comentado desde que en 1941 surgiese esta obra maestra. Pero en esta fecha tan distinguida de Orson Welles resulta obligado acercarnos a este clásico.

Es uno de los milagros del séptimo arte que en 1941 a un realizador primerizo; un escritor bebedor y cínico; un director de fotografía innovador y a un grupo de actores de radio y teatro de Nueva York se les diese el control total de un estudio, la RKO.  Pero "Ciudadano Kane" es más que una gran película; se trata de una síntesis de todas las lecciones aprendidas del cine sonoro, como "Nacimiento de una nación" fue la cumbre de la época del cine mudo, y "2001", señaló el camino más allá de la narrativa.

Ciudadano Kane reunió también la experiencia que Welles tomó de su etapa de la radio para una transgresión sonora, difícil de calibrar desde nuestra perspectiva: Así vemos cómo los personajes alejados se oyen con menor volumen, e igualmente se recurre a otros trucos como los ecos, reverberaciones. En cuanto a la fotografía, se colocan las cámaras en todas las posiciones posibles, con grandes aportaciones como la profundidad de campo. Para aumentar la profundidad, Welles a menudo compone el plano en una estructura de triple: algo en el primer plano, plano medio y fondo a la vez.

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La película está llena de detalles memorables. La secuencia del mitin político. El barrido de la escena del desayuno que refleja la crisis en su matrimonio, la cámara descendiendo a través de una claraboya hacia una patética Susan Alexandre o las numerosas transiciones, entre las que destaca una simbólica, a través de un plano detalle de una hoja que contiene la vida de Kane, escrita por su tutor y que muestra fechas específicas para dirigirnos a momentos concretos de la historia.

El tiempo narrativo es otra de las grandes aportaciones de la película. Ciudadano Kane no está contado de una forma lineal sino con saltos temporales. Aparecen en la película siete partes, algunas completadas por flashbacks.

El montaje narrativo que definió Griffith en El nacimiento de una nación fue incorporado al estilo cinematográfico de Ciudadano Kane. Recordemos esa famosa escena en la que asesinaban a Lincoln con el montaje llevado a cabo en la escena de la ópera.



Dentro del laberinto de su propia estética, Ciudadano Kane desarrolla dos temas interesantes. La primera se refiere a la degradación de la personalidad privada de una figura pública, y la segunda trata el peso aplastante del materialismo. En conjunto, estos dos temas comprenden la amarga ironía de una historia sobre el sueño americano que termina en la nostalgia, la soledad y la muerte. Pero se hace una gran distinción entre el tema personal que se desarrolla verbalmente a través de los personajes, mientras que el tema materialista se desarrolla visualmente, creando un contrapunto estilístico distintivo.

A fin de cuentas, se trata de la película de un iconoclasta, un rebelde de veinticinco años que viene de fracasar en sus últimos proyectos y que se enfrenta a lo que es la vida del personaje con más poder de su época, Randolph Hearst. Pero lo cierto es que a pesar de ser una de las películas de la que siempre ha hablado bien la crítica, al espectador lo ha dejado frío. Ciudadano Kane fracasó en taquilla. Es verdad que gran parte de este fracaso –y de los posteriores obstáculos que encontraría el propio Wells en su carrera,- se debió a la reacción de Hearst. Pero habría que destacar que muchos de los grandes innovadores, y no sólo del cine, no fueron lo suficientemente comprendidos en su tiempo. A Orson Welles le afectó el que podríamos llamar como “síndrome de Prometeo”, quien padecería con su vida el haber arrebatado el fuego de los dioses para el beneficio de los hombres. Eso sí, desde entonces, Ciudadano Kane nunca ha dejado de encabezar las listas de mejores películas de la historia del cine.

Orson Welles: El prestidigitador y el cineasta.

-Rosbeud.

Muchos creen que "Rosbeud" fue lo primero, el verbo que se hizo carne en el cine con Ciudadano Kane, pero antes ya había probado las lides de la dirección con unos cortometrajes. Tampoco habrá muchos que sepan que Orson Welles quiso llevar la muerte de Federico García Lorca al cine, junto a su amigo Charlton Heston, o que participó en un proyecto de llevar a Batman a la televisión en 1946.  

Hace cien años nació uno de los genios del séptimo arte, incomprendido e inclasificable. Fue un niño prodigio que, a la edad de 13 años logró ganar un premio en un concurso escolar de teatro-organizado entre varias escuelas- y en el que participó interpretando a Marco Antonio y Julio César, en la obra Julio Cesar, de Shakespeare. El jurado de tal concurso rehusó darle el premio porque creían que su escuela había contratado a un actor para ese doble papel, pero tuvieron que corregirse al descubrir la verdad. En otra ocasión, a la edad de 16 años, el joven Orson Welles fingió ser actor de Broadway para entrar en una compañía teatral durante un verano. 

Muchas veces habremos creído que el verdadero Orson Welles tenía bastante de esa ambigüedad de sus personajes que interpretaba en el cine. Director, productor, guionistas y actor, revolucionó el cine cuando ya lo había hecho en la radio con esa retrasmisión radiofónica de la invasión de los mundos de H. G. Wells, que muchos consideraron como un noticiario real. Todo esto tiene que ver con el cine de Orson Welles, un estilo marcado por la falsedad y el engaño.

- Los mentirosos profesionales – decía él mismo en su película F de fraude – esperamos ofrecer una verdad, su nombre pomposo es el de arte. Lo dijo el propio Picasso. El arte es una mentira, una mentira que nos hace descubrir la verdad.

El cine de Welles es un constante juego de artificios visuales que está muy lejos de convertir su técnica en virtuosismo vacío, con un expresionismo lleno de ángulos difíciles, contrapicados, eternos contrastes entre la luz y la penumbra, y el simbolismo con  el que dotaba sus potentes imágenes, reveladoras de verdades que nos sumergen en mentiras, pero que al mismo tiempo revelan nuevas verdades. Casi un juego conceptual más que semántico que nos acerca al modo que Orson Welles veía el cine y que, de algún modo u otro, aparecía como una constante en su filmografía.

Otra de sus claves en su amplísima producción cinematográfica es la presencia de unos personajes que se ven envueltos siempre en el turbador mundo de la ambigüedad.  Desde Charles Foster Kane (de Ciudadano Kane) hasta Harry Lime (El tercer hombre), pasando por el nazi refugiado en Estados Unidos, Fran Kindler (de El extraño), Gregory Arkadin (en Mr. Arkadin) o el villano Quinlan, en Sed de mal, sus personajes parecen moverse en la ambigüedad moral del bien y del mal.

En este 2015 vamos a hacer un mayor recorrido a la figura de Orson Welles, a sus principales películas, pero también a sus claves menos conocidas. Desde Andalucía (donde reposan sus restos mortales, en la finca del torero Antonio Ordóñez en Ronda) a Ciudadano Kane, hasta la película aún inédita de Orson Welles, treinta años después su muerte. Pareceraun fake de este autor que jugó a la genialidad y al engaño en toda su carrera, pero es otra muestra más de la personalidad completamente arrebatadora de este gran cineasta. Una persona, Orson Welles, capaz de hablar sin tapujos de la gente de su propio gremio: "El otro día he visto una de las peores películas que he visto nunca: La ventana indiscreta… Te diré lo que es sorprendente de la película: descubrir que Jimmy Stewart puede ser un mal actor, hasta Grace Kelly está mejor que él, está sobreactuado".



Su primer trabajo como director y actor, antes incluso que Ciudadano Kane. 


Descubriendo a un genio del séptimo arte: Orson Welles.

Descubriendo a un genio del séptimo arte: Orson Welles.

Considerado un genio del séptimo arte, tuvo una vida tan azarosa como para llevarla a la gran pantalla, y así  Orson Welles  como personaje, aparece en algunas cintas,  como la receinte película de Danny Huston Fundido a negro, pero atrajo la atención de muchos cineastas la figura de este genial realizador. Por ejemplo, Woody Allen escogió una de las más características escenas de la Dama de Shanguay, para el final de su película Misterioso asesinato en Manhattan, como también en Criaturas celestiales (Peter Jackson) aparecía la figura de Welles, e incluso en el film Ed Wood (Tim Burton).

 - ¿Sabes en cual de mis películas tuve tanta libertad que no los estudios no se atrevieron a quitar ni un solo fotograma?.

  - ¿Cuál?

  - Ed, sobre toda la cosas, debes tener una en mente. Debes hacer realidad tus sueños, no vivir la vida de nadie. 

 La amplitud de su dilatada carrera incluye una incursión en el mundo del espectáculo como director teatral, con una personal adaptación del drama Macbeth de Shakespeare y una labor como guionista y actor de radio, a pesar de repetir una y otra vez una misma clave, mezclar a partes iguales lo que en su trabajo contaba como divertimento y su profunda reflexión sobre el carácter poliédrico de la verdad.

- Los mentirosos profesionales – decía él mismo en su película F de fraude – esperamos ofrecer una verdad, su nombre pomposo es el de arte. Lo dijo el propio Picasso. El arte es una mentira, una mentira que nos hace descubrir la verdad.

El cine de Welles es un constante juego de artificios visuales que está muy lejos de convertir su técnica en virtuosismo vacío, con un expresionismo lleno de ángulos difíciles, contrapicados, eternos contrastes entre la luz y la penumbra, y el simbolismo con  el que dotaba sus potentes imágenes, reveladoras de verdades que nos sumergen en mentiras, pero que al mismo tiempo revelan nuevas verdades. Casi un juego conceptual más que semántico que nos acerca al modo que Orson Welles veía el cine y que, de algún modo u otro, aparecía como una constante en su filmografía.

Otra de sus claves en su amplísima producción cinematográfica es la presencia de unos personajes que se ven envueltos siempre en el turbador mundo de la ambigüedad.  Desde Charles Foster Kane (de Ciudadano Kane) hasta Harry Lime (El tercer hombre), pasando por el nazi refugiado en Estados Unidos, Fran Kindler (de El extraño), Gregory Arkadin (en Mr. Arkadin) o el villano Quinlan, en Sed de mal, sus personajes parecen moverse en la ambigüedad moral del bien y del mal.


 El colmo de la ambigüedad entre la realidad y la ficción argumental la alcanza Welles en Una historia inmortal, cuyos protagonistas llegaban a contratar a una pareja de jóvenes para que diesen realidad a un idilio que sólo tenía cabida en una leyenda local. Pero este no sería el cenit de sus creaciones ilusionistas, la cumbre la consigue cuando decide convertirse el mismo en el protagonista de sus historias, en el personaje favorito para el juego de espejos: la película F de Fraude (Fake)

  - Dama y caballeros, como introducción os diré que esta película trata sobre la trampa, el fraude, sobre las mentiras.


 Welles, en cierto modo, veía el espectáculo como un engaño artístico y supo sacarle un gran partido; por ejemplo, trabajó de prestidigitador al servicio del Ejército para animar a las tropas que participaban en la guerra, pero también quedó reflajada esta impronta en el trailler de su ópera prima, Ciudadano Kane, que el propio realizador preparó con un resultado tan atrevido y polémico como el mismo filme. No obstante,  uno de sus mayores logros ilusionistas lo encontramos en su etapa como actor radiofónico, antes de su incursión en la realización con Ciudadano Kane. Se trata de su conocida adaptación al mundo de la radio de la novela de H. G. Wells, La guerra de los mundos, que llevó a cabo Orson Welles un Día de todos los santos. Sobre su relato radiofónico, el propio Welles dedicó un comentario en  famoso documental que la BBC dedicó al cineasta norteamericano (Historia de una vida en el cine).

  Una nueva particularidad del genio de Orson Welles fue la de reservarse los papeles más importantes de gran parte de su producción cinematográfica, así como interpetar a diferentes personajes con otros directores, en algunas realizaciones en donde participaba como guionista y productor, aunque casi siempre permanecía la misma caracterización de sus roles. Como actor trabajó en la versión de John Huston de Moby Dick, y en una posterior del mismo realizador, de título Rooth of Heaven. En esta útilma Welles interpretaba a Sy Sedwick, un presentador de radio que visitaba África.

 Puestos a destacar las constantes claves en torno a Welles, existe una leyenda que no se ha podido quitar de encima, la de derrochador, lo que él negaba de manera frecuente, como por ejemplo en el citado documental de la BBC: “jamás me he pasado ni del presupuesto ni del plan de rodaje”, aunque otros que le conocieron si confirmasen  lo que se decía de Orson Welles; por citar a un ejemplo, Emiliano Piedra, uno de los productores de Campanadas a medianoche, destacaba del cineasta el hecho de retrasar la conclusión del film varios meses después de los que se había proyectado.

Pero más importante sería, sin duda, su personalidad arrolladora que llegaba a superar su obra, por lo que no dudó jugar al verdadero o falso sobre otra leyenda que circulaba sobre él y su trabajo. Como ejemplo, están dos películas que se le atribuyen como suyas, aunque estén firmadas con los nombres de otros directores.

- En Italia, durante treinta años, bajo los Borgias, tuvieron guerras, terror, asesinatos, y derramamiento de sangre... pero produjo Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal, quinientos años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? El rejoj de cuco.

La sospecha más sonada es  que fueran suyas las mejores escenas de El tercer hombre, dirigida por Carol Reed. De cualquier forma alguien capaz de generar tal cantidad de imágenes inmortales, estimulantes y poderosas, dentro de lo simbólico y de la pura narrativa, es lógico que estimule la imaginación de los espectadores que tienen la suerte de encontrarse con ellas.