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El Gatopardo: cincuenta años de una obra maestra. Curiosidades de un rodaje inolvidable.

El Gatopardo: cincuenta años de una obra maestra. Curiosidades de un rodaje inolvidable.

Luchino Visconti. 1963. Italia.

Reparto: Burt Lancaster (Príncipe Don Fabrizio Salina), Claudia Cardinale (Angelica Sedara/Bertiana), Alain Delon (Tancredi Falconeri), Paolo Stoppa (Don Calogero Sedara), Rina Morelli (Princesa María Stella Salina), Romolo Valli (Padre Pirrone), Terence Hill (Count Cavriaghi), Pierre Clémenti Francesco Paolo), Giuliano Gemma (General Garibaldi), Ottavia Piccolo (Caterina).

Se cumple cincuenta años de una obra maestra del séptimo arte, El gatopardo de Luchino Visconti. Todo un fresco histórico sobre el nacionalismo italiano, el acontecimiento político más importante en la Italia del siglo XIX, convirtiendo a la película en el mejor film de ambientación histórica del cine, junto a Barry Lyndon de Stanley Kubrick.

                               

Así pues, El gatopardo es una película que debe considerarse de Viconti, pero también de otros muchos profesinales que dotaron al film de una grandiosidad inconfundible. De Nino Rota, porque el film trascurre como una narración musical que pende en muchas secuencias, dotándola de brillantes matices, como ya habían planteando en El trabajo. Por citar unos ejemplos, queda magníficamente el tratamiento de la música en la despedida de Tancredi para partir a la guerra, su paseo con Angélica por las habitaciones vacías del palacio, y en la marcha a Donnafugatta. De Guiseppe Rotunno, el director de fotografía habitual de Visconti, en sus principales películas. Del productor Godofredo Lombardo quien convencería al cineasta para buscar a Burt Lancaster, frente a su propia opinión, que prefería a Laurence Olivier. Así hasta medio centenar de nombres, más o menos conocidos, que hacen de El gatopardo una película-río, en donde el simbolismo puede estar presente en muchos de los detalles del film, por ejemplo, en el cuadro La muerte del justo, de Greuze, que adorna una de las habitaciones en donde el personaje principal se refugia del bullicio de la fiesta y que sirve para reflexionar en su propia desaparición física.

                           

Hay tres figuras claves para comprender esta grandísima película: Giuseppe Tomasi de Lampedusa, el autor de la novela; Luccino Visconti, seguramente el cineasta más apropiado por sus orígenes aristocráticos y, por supuesto, la estrella, Burt Lancaster. Actor que bordaría el personaje, a pesar de las reticencias del director y de algunas circunstancias que surgieron en torno al actor. Lo cierto, es que el inolvidable personaje del principe de Salina supuso un giro en su meteórica carrera. 

-La mía es una generación desgraciada, a caballo entre dos mundos, sin encajar en ninguno.

 Sobre el autor, se ha dicho: "Siempre pensé en el libro como una proyección de los deseos de mi primo [Lampedusa], quien vivió una juventud dorada, pero luego su vida fue un constante declinar hasta llegar a la situación casi de miseria".

                                 

El productor  Godofredo Lombardo, defendió la película como un proyecto que no debía olvidar la obra original, ni la particularidad del acontecimiento histórico: "Debíamos hacer comprensible una situación histórica desconocida, incluso para los italianos, y a día de hoy sigo pensado que fue una gran idea. Vivir la sensación de la muerte, de la decadencia, del amor, lo que permitió que uniéramos el estilo de Lampedusa con el ritmo de la película, sin traicionar la novela. La novela es, en el fondo, la historia en la que por primera vez se unen las clases sociales, la historia de un aristócrata que se casa con la hija de un donnadie". También es interesante lo que aportó Giuseppe Rotunno, el director de fotografía del film: "Yo elegí el formato de la película, mejor que el cinemascope porque la proporción en lugar de ser 1:1,2 era 1:1,5. Es fundamental para la calidad fotográfica poder ver la imagen bien grande y como los espacios, en El gatopardo, eran grandes habitaciones de época, con techos muy altos, con lámparas de araña en los techos, conseguimos meter las lámparas en cuadro, lo que hubiera sido imposible con el cinemascope".

Claudia Cardinale comentó parte de la forma de trabajar del cineasta con los actores: "Hasta un parpadeo o un pequeño gesto, debía calcularse y decidirse junto al director. El siempre me decía cosas que eran muy importantes para mí. Me enseñó muchas cosas del tipo: cuando entres en una habitación, no des pasos pequeños, sé dueña del espacio. Y me enseñó otras cosas: recuerda, los ojos dicen lo que la boca no dice, para remarcar así, el contraste entre la mirada y las palabras".

Sin embargo, las curiosidades más interesantes del filme nos acerca al personaje del príncipe de Salina, interpretado magistralmente por Burt Lancaster.

-Soys más que un gran bailarín, soys un acompañante delicioso. 

La elección del protagonista Burt Lancaster fue uno de los episodios más singulares en la preproducción de la película, porque se hizo a propuesta de los productores. "La primera elección de Visconti provocó un pánico generalizado porque quería al actor que había interpretado a Ivan el Terrible, y luego supimos que estaba completamente borracho en algún lugar de Siberia. Así que pensamos en Laurence Olivier pero no podía hacerlo por problemas de salud. Después de esto, la fox y yo [Lombardo] elegimos a Burt Lancaster, aunque Visconti no lo supo entonces. Fue una complicidad a espaldas de Visconti. Luccino era un director que le gustaba estar siempre al mando y tomar todas las decisiones, así que no se puso muy contento y dijo: ¿qué voy a hacer con este ganster americano? Alguien le comentó a Burt Lancaster lo que había dicho Visconti, pero el actor era una grandísima persona y no se ofendió".

Claudia Cardinale señaló sobre este tema que rodeó a su compañero de reparto: "Burt Lancaster llegó solo a Silicia, le presentamos a la poca aristocracia que quedaba e hizo amistad con ellos. Intentó comportarse como ellos, ver y absorver todo lo que pudo, hasta que comenzó el rodaje y le surgió una idea genial: se fijó en Luccino Visconti, no había nadie más aristocrático que él. Tengo el modelo que necesito, justo delante, decía el actor". Pero la paradoja de esta inmensa interpretación reside en que fue doblado al italiano, mientras que en la versión americana (rodada por el entonces, el novato Sidney Pollack) conservó la voz doblada y no la original del actor. Sydney Pollack contó, en alguna ocasión, esta curiosidad de la película: "Como Visconti no hablaba inglés, me dijeron que me hiciera cargo de la versión americana. El caso es que la voz italiana, funciona. De alguna manera, ver la película ambientada en un escenario italiano, el escuchar una voz americana resulta incongruente y produce una sensación extraña e incluso el acento de Burt no suena bien para ese personaje. Yo creo que, en el conjunto de su obra, consideraría El gatopardo, la mejor de sus interpretaciones a pesar de que no es su voz la que se escucha en la película. En la versión perfecta, él no hablaría".

Al fin y al cabo, se trata un relato-río dedicado a desglosar la caída de la nobleza siciliana y el ascenso de la burguesía del XIX, retratando sobre todo a los que se llamaban “gatopardos, hienas y chacales”. Al príncipe de Salina, representado como un Maquiavelo inmerso en este embrollo; el padre Pirrone (Romollo Valli) como el jesuita que aún defendía al Antiguo Régimen; Don Calogero Sedara (Paolo Stoppa), que se presenta como modelo de la nueva burguesía enriquecida, obsesionado por conseguir un título nobiliario, lográndolo tras el matrimonio de su hija Angelica (Claudia Cardinale) con Tancredi; e incluso vemos a Don Ciccio, el pobre organista de Donna Funggata, que no cree en las bondades de los nuevos tiempos. Por lo que deja a las clases oprimidas como mera comparsa de estas élites. Tan sólo aparecen simples pinceladas de los grupos populares: las persecuciones y fusilamientos en la toma de Palermo por las tropas de Garibaldi; la mujer y el bebé sentados en plena calle, cuando pasaban por delate el príncipe de Salina y el enviado del nuevo gobierno, Chevalley; los campesinos en plena faena; la gente que se atropella en el control a las afuera de Palermo; etc...

Pero sería significativo citar uno de los detalles finales del film de Luchino Visconti, por su aproximación al mundo de la futura sociedad mafiosa y a la saga de El padrino. Tras el baile que cierra la película, se escuchan disparos en off, oídos desde el coche que lleva a Tancredi, a su prometida Angelica (Claudia Cardinale) y a su padre, Don Calogero (Paolo Stoppa): un terrateniente había ejecutado a algunos de los que pretendían seguir con la lucha armada, el anarquismo según lo veían estos protagonistas, como representantes del nuevo poder que se hacía un lugar entre los políticos emergentes. Un sucesor de la aristocracia y de los nuevos latifundistas enriquecidos, que habían logrado una gran posición gracias a diversos trapicheos comerciales, enlazándose con la lealtad al clan familiar y al carácter “maquiavélico” de sus protagonistas. Esto se observa sobre todo, en el personaje encarnado en Burt Lancaster, un príncipe siciliano que llevaba a cabo cualquier mecanismo con el pretexto de ascender a su sobrino en medio de ese mundo convulso que supuso el nacionalismo italiano. A parte, existen otros matices y particularidades que lo conectan con aquella saga sobre el mundo de la mafia.  

3 comentarios

Nahuel -

Coincido: El Gatopardo y El espejo coronando la lista de las grandes de la historia del cine.
Discrepo: Vertigo (sobrevalorada), La aventura (La menos inspirada de Antonioni, fisura reparada ampliamente con el desarrollo de sus dos posteriores obras cumbres: La noche y El eclipse).
Que se yo. Opiniones.

Mariano Mestas -

Como dije y repito, posiblemnte la mejor película de la historia.

Al lado de obras maestras como El espejo, Vértigo, La aventura o Los siete samuráis.

Rubén -

Gonzalo, gran artículo y muy ilustrativo. Se aprenden un montón de cosas leyendo tus artículos. Enhorabuena. Un placer leerlos de verdad.
En cuanto a esta película qué puedo decir que no hayas dicho tú ya?? Así que intentaré centrarme en mi opinión personal. Creo que "El Gatopardo" podría decirse que es a Italia lo que quizá "Lo que el viento se llevó" fue a Estados Unidos. No sé, es una impresión mía pero me recuerda por el fin de una sociedad tal como la habían conocido sus protagonistas.Creo que puede ser ésta la mejor película que explique el nacimiento de Italia como país. Me parece una obra mayúscula porque no he tenido el placer de leer la novela de Lampedusa pero ya sabemos lo difícil que puede llegar a ser adaptar novelas al cine. En esta ocasión creo que Visconti hace probablemente su mejor película, aunque a mi "Rocco y sus hermanos" me gusta mucho también.
Lo dicho, enhorabuena por el artículo y espero que sigáis triunfando con el corto tal como lo estáis haciendo. Un abrazo