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Tarantino: Un cineasta irregular con momentos de puro cine.

Tarantino: Un cineasta irregular con momentos de puro cine.

Jean-Luc Godard podrá gustar más o menos, e incluso nada, eso depende de cada cuál. Pero con independencia de la opinión que cada uno tengamos, de lo que no cabe duda es de su importancia en el cine contemporáneo. No quería empezar parafraseando sin sentido, sino por una sencilla razón: todo el cine actual puede considerarse godardiano. El cine de Godard, sobre todo el que rodó durante las décadas de los sesenta y setenta, es esencia de cine hecho a base de cine o de retales de otras películas. Así, podemos comprobar cómo gran parte de la cinematografía actual (señalando un 90% me quedaría corto) es un cine hecho a base de retales. 

En el caso de Quentin Tarantino, Godard debe estar arrancándose los rizos de la calva, porque en este nouvellevaguista cachondo prima la reivindicación de las formas pulp a lo DJ desbocado por encima de sus líneas argumentales.Tarantino copia, y eso no es una novedad, mezcla toda aquello que le gusta para que el resultado sea espectacular: violencia, explosiones o chicas guapas peligrosas, hasta crear su estilo. Quentin Tarantino es un cineasta que creó un estilo propio y único, combiando los estilos de sus géneros favoritos. Él expresa sus películas exactamente desde su punto de vista, por ejemplo, en Kill Bill, combinó el estilo de las películas de kung fu de Sonny Chiba y los spaghetti westerns. "Yo robo de todas partes, los grandes artistas roban, no hacen homenajes", dijo el propio  Tarantino en el Festival de Cannes en donde ganó con Pulp Fiction.

Quentin Tarantino arrampló -esa es la palabra correcta- para cada una de sus películas, que podía haberlas proyectado en un Grindhouse, por la temática de su cine y el sabor que destila, desde el blackxplotetion, con Jackye Brown, hasta el cine de venganza de los setenta, con Kill Bill. No olvidemos tampoco al personaje interpretado por Christian Slater, Clarence Worley, en Amor a Quemarropa. Filme que fue dirigido por Tony Scott, pero escrita por Tarantino, que presenta su alter ego definitivo, un friki que pasa el tiempo libre en grindhouses viendo películas de kung-fu, el cine de las artes marciales o wuxia, y buscando el amor de prostitutas. Si nos detenemos en Kill Bill, hay en el cine muchas mujeres de armas tomar, justicieras buscando venganza, muy al gusto de Tarantino, como encontramos en el personaje de La Novia, Uma Thurman. Por citar algunos ejemplos, están Sissy Speack en Carrie, Brian de Palma; Sigurney Weaver en La Muerte y la Doncella (Roman Polanski) y Lee Yeong-ae, en Simpatías por Señora Venganza (Park Chan-Wook). Pero dos destacan fundamentalmente, Jeanne Moureau en La novia vestía de negro (François Trouffaut), quien decide vengarse de los hombres que mataron a su esposo en el día de la boda, y Junko Miyazono, protagonista de una trilogía hiperbólica, con una acción desenfrenada. Ésta narraba la historia de venganza de una joven japonesa, armada con katana y cadenas. ¿A qué os suena?

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-Los que podáis caminar podéis iros, pero dejad vuestros miembros cercenados, ahora son míos.

¿La mejor escena de su filmografía? En Malditos bastardos, Tarantino supo sacar de Walzt una de las escenas más brillantes de su filmografía, aquella en la que se presentaba el cazador de judíos. Todo un subtexto de grandes quilates para mostrarnos una certera visión de la crueldad del terror nazi. Pero Tarantino fue mucho más que eso, un gran esteta de la violencia (sobre todo en ese doble episodio de Kill Bill), un amante de la cultura pulp y del cine Grindhouse, con una enorme erudición cinematográfica. Un director a quien no le importó incorporar en su argumento sus miedos y obsesiones (el gusto por el cine o el fetichismo de los pies, siempre están presentes en sus películas).

-Tocarle los pies a su mujer o darle lengüetazos en su sagrado agujero. No es el mismo juego, ¿comprendes? No es la misma liga, ni si quiera es el mismo deporte.

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             La cámara desde el maletero

También suele repetir bastante en sus películas el plano imposible desde el maletero de un coche, aunque a veces el mismo plano lo encontramos en otro contexto, como hizo en Malditos bastardos. El último elemento común que destacamos en Tarantino es el reflejar la catarsis de sus protagonistas en cada película, sobre todo desde Kill Bill. En sus historias, sus personajes sufren pero al final viven una experiencia catártica, lo que vemos en esa Novia dispuesta a vengarse, quién luchaba en realidad por su hija perdida, sin saberlo.

-Tu has visto mi coche y yo he visto he visto tus piernas. No he estoy diciendo que esté acosando, pero tampoco soy un corderito.

Death Proof era una versión de la historia de caperucita roja, con una vuelta de tuerca al mito con la mujer restituyendo su propio honor. Pero su catarsis más espectacular de su filmografía lo logra en Malditos bastardos, al ofrecer un final del nazismo que muchos hubieran deseado en la realidad. 

- Marcel, querido, vamos a hacer una película especialmente para nazis.

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