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Oh, brother! Relaciones filiales en el cine.

Oh, brother! Relaciones filiales en el cine.

De las relaciones familiares, - entre padres, hijos o hermanos -, el cine ha hecho caja aprovechando una realidad universal y comprendida por todos. Hay amor, unión o como quieran llamarlo, pero también mucho rencor, odio y enemistad entre ellos. Y el séptimo arte ha sabido reflejarlos todos estos.

En Dostoyeski podemos encontrar algunas de las mejores historias sobre hermanos, revestidas de fatalidad. Los hermanos Karamazov, quizás la mejor obra de este universal de las letras rusas, sea el título más recordado en esta línea con una adaptación cinematográfica destacada de aquellas realizadas sobre este relato, a cargo de la dirección de Richard Brooks. Sin lugar a dudas, material dramático de primera condición, la familia es también un territorio de confrontación, en donde los peores instintos cobran a menudo relieve. Desde la historia bíblica de Caín y Abel, mito que daba cuerpo a los constantes celos consanguíneos, ha llovido mucho. Odio entre hermanos, Joseph L. Mankiewitz, recoge una parte del espíritu de Dostoyeski, relatando cómo un padre que construye una fortuna con actividades ilegales, acaba en prisión, y sus hijos, excepto uno, quieren dejarle en donde está y ocupar ellos su puesto. Parecería que el dinero desune a la familia y la pobreza los mantiene unidos, al menos, aparentemente, sobre todo si el objetivo es salir de esta. Rocco y sus hermanos, maravillosa película de Lucino Visconti, cuenta la odisea de una familia del sur que llega a Milán en busca de una vida mejor.

                                    

La fragilidad de las relaciones familiares se manifiesta principalmente cuando se descubren los avatares que deja el destino por el camino. De esto sabe muy bien una de las grandes producciones cinematográficas que tiene en la familia su argumento central. En la saga de El Padrino (Francis Ford Coppola) no vemos otra cosa que la descomposición de una familia y como el hermano menos apropiado, al menos al principio, recoge el testigo del padre.

- Mike, esperan mucho de ti.

- Yo tengo mis propios planes para mi futuro.

- La universidad ha hecho de ti un estúpido.

En la película del no suficientemente valorado Francesco Rossi, Tres hermanos, la imposibilidad de comunicación entre ellos tras reunirse en el funeral de la madre, tiene claras connotaciones sociales y políticas.

-Michel, cualquier robo será para aquella gente mejor que un asesinato.

- Ya te he dicho que pensaba en resolver los problemas a base de tiros. ¡No te permito ni a ti que lo digas! Porque es una forma bastante fácil de taparme la boca.

- Ya está bien, os estáis pasando con esta discusión.

Hay hermanos, como los Clayton, que no se despegan ni para hacer sus necesidades y que presentan una manifiesta violencia proyectada hacia a fuera.

- Cuando se saca el revólver, hay que matar.

Es que esta historia que recoge John Ford en Pasión de los fuertes, -el suceso real de Tonsboctom, de Wyatt Earp, mil veces vista en pantalla desde ese famoso tiroteo en OK Corral, en Duelo al Sol (King Vidor)- nos acerca al western y a la presencia de hermanos outlaws como uno de los temas recurrentes.

                                  

Al mismo tiempo, el cine norteamericano ha sabido reflejar en otras ocasiones como las relaciones entre hermanos comparten sus esfuerzos para extender sus gratificaciones familiares. En este caso no desmerece la película Siete hermanos para siete hermanas, dirigida por Stanley Donen. Pero también hay instantes en la vida como el mismo Woody Allen sugiere (El sueño de Cassandra) en los que se puede recomponer en medio de una gran intensidad dramática las relaciones familiares rotas o distantes, como la que surgió de la literatura decimonónica, siendo uno de los clásicos entre las adaptaciones cinematográficas, Mujercitas. La familia, los hermanos, se unen para limpiar y reivindicar las figuras paternas como elementos no represivos, sino estructurantes. El respeto, la armonía y el humor, en un cierto orden jerárquico, mueven las relaciones familiares y todas las demás.

- Yo creo que si vamos por la estatal vamos a llegar mucho mejor.

- ¿Quieres tardar veinte días para llegar a Maine?

- Pero si no vamos por la autopista, no vamos a pillar a ningún a autostopista.

- ¡Un hombre de ideas fijas! Siempre pensando.

En La mejor elección, esta estupenda serie italiana reconvertida en largometraje, gracias a T. Giullio Tamadisci, dos hermanos tan distintos y opuestos, conservan varios vínculos sagrados y uno de ellos terminará la relación a un alto precio como una forma de honrar su memoria.

Qué tendrán los hermanos que llegaron a cautivar a la más catódica de las familias norteamericanas. En Los Simpson, hermanos hay muchos, desde los propios Bart, Lisa y Maggie, y de hecho es uno de los temas más repetidos por la popular serie de animación. Por rescatar uno de los episodios, nada como el breve segmento de uno de los especiales de Halloween, en donde aparecía el gemelo de Bart, una horrenda mímesis llamada Hugo. Algo que nos demostraba que a pesar de los cambios todo seguía igual:

-  ¡Por Dios! La cicatriz está en el costado izquierdo, esto demuestra que el lado siniestro y por tanto, el malo, siempre ha sido y es... Bart.

- ¡De qué os asombráis!

También hay hermanos decididamente creativos, y entre los más divertidos y geniales, repasemos los que ha dado el cine. Así, si mereces ser recordado por tus hermanos lo mejor es que te apellides Marx.

- ¿Qué suerte tuve en conocerles?

- Vengo a verles en el camarote.

- Precisamente, lo que hacía falta, manos a la obra. Tendré el privilegio de servirle el único sitio que no está ocupado por ahora.

 Los hermanos Marx fueron de las más brillantes colaboraciones que el séptimo arte ha dejado jamás, en una multitud de películas en la memoria de cualquier cinéfilo, con inolvidables diálogos y escenas, como la del ya mítico camarote, en Una noche en la ópera, una de las más disparatadas y geniales escenas de toda su filmografía.  Pero el cine nos ha dejado hermanos cineastas muy interesantes como los italianos Taviani que después de ajustar cuentas con la figura del padre (Padre padrone) demostraron que el aburrimiento puede transvestirse estéticamente. Los geniales Coen han hecho una gran película (Fargo) y el resto de sus vidas han jugado a que las hacían, mientras que los otros hermanos cineastas norteamericanos destacados, los Farrelly, tuvieron una feliz ocurrencia con Pegado a ti, al desmitificar el estado de máxima dependencia posibles entre hermanos, esta vez siameses, con bastante humor y dos buenos actores, Matt Damon y Greg Keaner.

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