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Guerras en 16 milímetros: reporteros en el infierno.

Guerras en 16 milímetros: reporteros en el infierno.

 - Las cadenas de televisión de todo el mundo dieron la noticia, pero es esta imagen, esta única fotografía, la que se convirtió en un sinónimo del dramatismo de ese momento histórico.

Andie MacDowell en Las flores de Harrison.

 Con una imagen se puede ganar o perder una guerra. Y si la escenificación de la toma de Iwo-Jima, inauguraba la victoria norteamericana en el Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, las imágenes de las víctimas de los bombardeos de napal significaron la derrota en Vietnam. Quizás por eso, la estatua de Sadam Husseim, derribada tras la toma de Bagdag, estaba frente al Hotel Palestina, donde se alojaba los reporteros gráficos supervivientes. Pero la guerra de Irak es nueva por numerosos motivos. Las imágenes que escenifican la derrota moral de las tropas norteamericanas son estas, las encontradas en la red, colgadas a sus protagonistas y enviadas a la prensa. En este sentido, Brian de Palma con Redacted acierta al atender a Internet como flujo de verdad, como un medio libre en donde la guerra llega sin censura. Por ejemplo, todos podríamos recordar la manipulación de los medios en la primera Guerra del Golfo, en donde las imágenes -que procedían de la CNN- mostraban una realidad monolítica y distorsionada del conflicto. Del mismo modo, tampoco fueron auténticas las imágenes de la evacuación de las tropas españolas de La Habana en 1899, filmadas por un operador de Edison como testimonio de un género naciente, el de la propaganda política. Este Estas revelaciones, a veces poco documentadas, pero siempre del agrado del público, comenzaron a integrarse en el género de la ficción. Muestra de ella es la reconstrucción que Griffith hizo en El nacimiento de una nación de los episodios bélicos de la guerra de Secesión. Los condicionantes tecnológicos del cinematógrafo limitaron a los hechos bélicos de la Primera Guerra Mundial, a los noticiarios de la época, en un momento en que la propaganda era todavía escrita. Sin embargo, figuras como la de Robert Cappa con el testimonio gráfico de la Guerra Civil española -sobre toda esa famosa imagen del republicano abatido en el Cerro Muriano, cerca de Córdoba, al comienzo del conflicto-, contribuyeron a la creación del reportero de guerra, integrado en las tropas regulares y armado con una cámara de cuerda de 16 mm.

 Fue Frank Capra el gran artífice de la propaganda política en la Segunda Guerra Mundial, con su serie ¿Por qué luchamos? que coordinaba el trabajo de los reporteros, con un discurso didáctico cuyo objetivo era explicar, de forma simple, las causas del conflicto. Y, por tanto, de la intervención norteamericana en el mismo. Gran patriota, John Ford, también arrimó el hombro, con La batalla de Midway, 7 de Diciembre, como su máxima contribución del gran cineasta a la victoria del Pacífico.

 - Nadie se daba cuenta de que levantaban una segunda bandera. Hank no levantó esa bandera, levantó la otra, la de verdad.
- ¿La de verdad? ¿Hay una bandera de verdad?

 Recientemente, Clint Eastwood reflexionaba en Banderas de nuestros padres sobre la instrumentalización de una imagen y sus consecuencias, dejando al descubierto las mentiras de la maquinaria propagandística norteamericana, planteando un dilema sobre los fines y los medios, fácilmente exportables al contexto histórico actual.

 - ¿Es cierto que el presidente está de acuerdo con un gobierno revolucionario que no será ni pro francés ni pro comunista? ¿Un gobierno próximo a una tercera fuerza?
- El amor es la gran fuerza que al final unirá a todo el mundo.
- Luego me cuentas cómo acaba.

 Con el tiempo, este empleo de la propaganda y de los medios de comunicación fue instrumentos muy útilos por los gobiernos para continuar políticas colonialistas en lugares tan distantes como África o Asia. En este aspecto, destaca -por su repercusión en el séptimo arte- la guerra que mantuvo Francia para conservar sus reductos coloniales, lo que desangró a la población gala y dividió a la opinión pública. Son los años cincuenta, Indochina y Argelia. Destacando El americano tranquilo, Joseph L. Mankievitz y La batalla de Argel. Aquí, Gillo Pontecorvo señala que la libertad de prensa o la ausencia de un control sobre la misma, por el gobierno francés, fue una de las causas de la derrota gala.

- Coronel, Voatier, se ha hablado durante todo este tiempo no sólo de los éxitos obtenidos por los paracaidistas, sino también por los métodos que fueron utilizados por los mismos. ¿Usted puede decir algo al respecto?
- El éxito es el resultado de esos métodos.

 Esta libertad de prensa se extiende a la Guerra de Vietnam, en donde el trabajo de los corresponsales de guerra de la televisión, sirvió para que el clamor popular obligara a la Administración de Nixon a retirar las tropas. De este modo, encontramos un primer testimonio en Apocalipsis Now (Francis Ford Coppola):

 - Actúen igual que en el combate, igual que en el combate, no miren a las cámaras.

 Pero fue el maestro Kubrick, en La chaqueta metálica, el primero en mostrar el conflicto bélico como espectáculo mediático.
 
- ¿Eres fotógrafo?
- No, soy corresponsal de guerra.
- ¿Y has visto mucha guerra?
- No, he visto poca, en la tele.

Otras propuestas en el celuloide, serían El reportero (Michellanguello Antonioni), protagonizada por Jack Nicholson, y Nieve que quema, con Nick Nolte, en donde un fotógrafo se encuentra perdido en medio de un reportaje de guerra, en el contexto del conflicto de Vietnam. Hasta llegar a la televisión, como una fuente inagotable de imágenes morbosas que deben emitirse a tiempo para combatir otra batalla, la de la audiencia, con el info-show que llega a nuestras pantallas a través de los informativos. De esto se hace eco, Hotel Rwanda, magnífico testimonio de las crueldades en una guerra civil y el genocidio entre dos étnias rivales.

 - Tengo unas imágenes increíbles, es una masacre, cadáveres, machetes. Si te las envío inmediatamente, ¿estarán listas para el informativo de la noche?

En los Balcanes, la televisión vuelve a jugar un papel fundamental en la denuncia del genocidio llevado a cabo por las tropas de Milósevic, con Territorio comanche, la adaptación cinematográfica de la novela de Arturo Pérez- Reverte, como el mejor ejemplo dentro de nuestro cine, poniéndose de manifiesto los riesgos de oficio que sufrían estos reporteros que trabajan en pleno escenario de guerra. No obstante, la magnífica Las flores de Harrison funcionaba mejor como retrato del horror y la sinrazón vista desde la mirada de una periodista (Andie McDowell) dispuesta a todo a encontrar a su marido, reportero británico desaparecido en el conflicto. Pero la guerra, para la televisión, es un espectáculo que puede venderse sin bajar la mirada, sobre todo si los muertos no pertenecen a occidentales o a un país desarrollado. En este sentido, destacada el trabajo que Danis Tanovic presenta En tierra de nadie.

 Para llegar, por fin, a la Guerra de Irak, en donde parece prevalecer el tema de la censura, siempre que se cita la libertad de prensa en el celuloide. Recordemos dos ejemplos. Jarhead, de Sam Mendes:

 - Eso es censura.
- ¿Censura? Esto es el ejército, somos marines, aquí no hay libertad de prensa.

Y el documental de Michael Moore, Farenheit 9. 11: "El gobierno no emitía estas imágenes, para que no se supiera lo que ocurría en estos casos, sobre el regreso de los cuerpos de los soldados muertos". El nuevo filme de Brian de Palma, Redacted, comparte puntos interesantes con esta filmografía, como por ejemplo, la manipulación mediática norteamericana, la de los bombardeos sin cadáveres, los ataúdes que vuelven a casa de los que sólo se sabía por las imágenes de Internet. De hecho, la película se cierra con unas imágenes, de las cuales algunas no se pueden ver con detalles.

 

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