Blogia
Travelling. Blog de cine.

Gabriel García Márquez, entre el cielo literario y el infierno cinematográfico.

Gabriel García Márquez, entre el cielo literario y el infierno cinematográfico.

 Cualquiera de los que hayan leído a este autor y entienda algo de cine, observará la gran dificultad para adaptar a un lenguaje cinematográfico el personalísimo estilo de Gabriel García Márquez, lo que no ha impedido que decenas de directores hayan tropezado en la misma piedra.  Sus novelas han dado pie a numerosas películas, gran parte de ellas todo un fiasco, que nuevamente ponen de relieve la poca estima por los originales o por mantener una cierta dignidad las obras literarias. Eso de que algunas novelas nunca tuvieron que salir a luz de la cinematografía destaca sobre todas las cosas en el caso de García Márquez (gracias a Dios, nadie se ha empeñado en adaptar Cien años de soledad), pero recurrir a estilos tan personales y a diversas nacionalidades para plasmar en imágenes una letra tan sagrada, no ha mejorado este panorama.

En La viuda de Montiel, el chileno Miguel Littin versionaba un cuento sobre una mujer que afronta la muerte de su marido, cacique del pueblo. Se podían reconocer a Geraldine Chaplin y Katy Jurado entre los papeles principales del reparto.

- Así, el Senado de salvación otorga pensión íntegra correspondiente al 76% de su salario mensual a quienes combatieron al ejército revolucionario e incluyendo a aquellos que participaron en los conflictos religiosos.



 Para ser justo, habrá que recordar que existe, al menos, una adaptación como poco respetable de una novela del escritor colombiano, El coronel no tiene quien le escriba, transplantada a un universo inequívocamente personal como es el de Arturo Rimpstein. El realizador mexicano dirigía a Fernando Luján, Marisa Paredes y Salma Hayek en este drama sobre un militar a la espera de la pensión prometida.

 - Ya ni parecemos compadres, ahora ni siquiera aparece. Antes venía a oír el mujerón. Me tiene muy abandonada.
- No dan a uno para penas y mortificaciones.

 La relación de García Márquez con el cine viene de lejos y puede fecharse en su colaboración en una especie de manifiesto surrealista caribeño, La langosta azul, pero la lista de películas en las que ha participado el escritor, aportando sus novelas y sus cuentos como base argumental, o encargándose del guión cinematográfico, es larga y desigual. Crónica de una muerte anunciada, en donde el italiano Franceso Rosi asumía esta adaptación centrada en un crimen inevitable, reunía en el reparto a Rupert Everett, Ornela Mutti y Anthony Delon.  Edipo Alcalde (Jorge Ali Triana) o El señor muy viejo con unas alas. (F. Birri) son algunos ejemplos de adaptaciones de la prosa de García Márquez al formato audiovisual que no han gozado de la misma fortuna.

 - Son ciento ochenta y dos pesos con cuarenta centavos. Los panes son más caros.
- ¿Y eso por qué?
- Porque son más tristes.
- Pues esta semana nos tocan dos fiestas alegres que pan que me llevo y estamos en paz.

 En general, el grueso de la nómina de directores, muchos de ellos respetable e ilustres, además de reincidentes en el interés por la obra de García Márquez, han sufrido en carne propia esa tendencia inexplicable de su prosa a trivializarse, a amanerarse al entrar en contacto con la pantalla o la exposición a la cámara cinematográfica. Y eso, a pesar, del incuestionable empeño y a las mejores intenciones.

- Algo pasa en este pueblo, algo terrible.

 Tal desencuentro, puede achacarse, entre otras cosas a que casi ninguna de esas adaptaciones han surgido de la iniciativa espontánea de un cineasta, sino del resultado de una serie de combinaciones del negocio, tramitación de los derechos literarios y el azar.

 - ¡Qué años tan largos!
- ¿Cuáles?
- Los años en Chile, estas tres semanas. La vida se me ha hecho un infierno, desde que el viento me arrebató la sombrilla.



Esta globalización por las obras del literato colombiano, llevó a que el mozambiqueño Ruy Guerra rodase Eréndira, la historia de una joven que es prostituida por su abuela tras incendiarse su hogar, con Irene Papas y Claudia Ohana como protagonistas.

- Las putas y los escribanos son los únicos enamorados.
- Ahora resulta que las putas y los poetas somos una misma cosa.

 Los argumentos inventados por García Márquez, impregnados de un romanticismo dramático o paradójico, o de un tremendismo pintoresco, parecen sufrir una degradación sistemática que transforma las imágenes literarias en burdos tópicos visuales, y aproxima la grandiosidad descarnada de su manera de narrar, eso que recurrentemente se ha querido llamar realismo mágico, en alientos menos elevados, transitando los géneros clásicos y recavando en convenciones menos nobles, próximas al folletín.

- Lo más importante de un matrimonio no es la felicidad, sino la estabilidad.

Se hace difícil entender las razones que impulsan a los responsables de la industria cinematográfica a tropezar una y otra vez en la misma piedra. En las imágenes de la película Amores en tiempos del cólora, coinciden algunos de los tropezones más llamativos, reconocibles para cualquier espectador con un mínimo de experiencia pero, al parecer, invisibles para aquellos que dirigen este negocio. Por citar algunos de ellos, destaca en primer lugar la insensata insistencia por acumular toneladas de maquillaje para que los personajes parezcan ancianos, como también en esta misma línea la general torpeza del cine a la hora de mostrarnos romances propios de geriátricos. Eso sin detenerse demasiado en que uno de los símbolos de la literatura castellana del siglo XX esté rodado en inglés. 
 

0 comentarios