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Akira Kurosawa

La influencia de Kurosawa en el cine americano.

La influencia de Kurosawa en el cine americano.

Los temas, el simbolismo y las formas estéticas de las películas de Akira Kurosawa deben sus orígenes a las ideas y sensibilidades que surgieron durante su juventud. Estos incluyen el marxismo, que llamó la atención de los intelectuales japoneses en los años veinte y treinta; novelas rusas clásicas, que hipnotizó a la elite cultural de su país; la pintura impresionista, que sacudió el mundo del arte contemporáneo; y el deporte del kendo, que Kurosawa practicó cuando era un niño. A pesar de ello, parece que lo único que se ha querido destacar, desde Occidente, es el legado que ejerció Shakespeare en el cineasta nipón.

En aventuras como Los Siete Samurai o La fortaleza escondida, los personajes cómicos son partes integrante del conjunto. En años posteriores, este equilibrio entre la comedia y el drama se convertiría en algo esencial del  cine de Hollywood.  Esto será también reconocible desde películas bélicas como The Dirty Dozen (Los doce del patíbulo, Robert Aldrich), a films de mafias como Uno de los nuestros o adaptaciones literarias  como El Señor de los Anillos, por no hablar de las filmografías de directores como Altman, Spielberg o Tarantino.


La fortaleza escondida en particular, es un ejemplo de la influencia de Shakespeare en Kurosawa, además de servir de uno de sus trabajos más influyentes. La película presenta una naturaleza moral e histórica familiar entre los personajes propios de los dramas de Shakespeare, pero también de la saga creada por George Lucas, Star Wars.


Dos campesinos, Tahei y Matakishi, configuran con su diálogo el escenario de la historia, con una serie de primeros planos que darán lugar a una de las parejas cinematográficas más populares de todos los tiempos, R2D2 y C3PO ,  durante los instantes iniciales de la “space  opera” de Lucas, en el planeta Tatooine.  George Lucas llegó a reconocer la influencia del film de Kurosawa en sus diferentes personajes: la Princesas Yuki y Leia; Makabe como Obi Wan (o Han Solo), e incluso el General Tadokoro como Darth Vader. Las similitudes en el atuendo, sus estilos de vida o la filosofía entre los samurais y Jedis son notables.


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Sin embargo, un título esencial de la filmografía de Kurosawa en Hollywood es Los siete samuráis. Su legado no sólo lo encontramos en las revisiones de Los siete magníficos e incluso Bichos, sino también en aspectos técnicos de montaje, como los cortes rápidos para dar ritmo a las escenas de batallas.  Los siete magníficos traslada al Oeste la historia del film de Kurosawa que, dicho sea de paso, era su particular recreación de uno de sus géneros favoritos en el mundo de los samuráis. Una influencia muy interesante de la película la encontramos en Conan, El bárbaro (John Milius), sobre todo en una escena: Conan y sus dos compañeros recogen todo el armamento posible de antiguos guerreros caídos en combate, mientras que los campesinos recuperan las armaduras de los samuráis muertos en la batalla.

                                   

Otra adaptación en el mundo del western lo acometió Sergio Leone, en su primera parte de la famosa Trilogía del Dólar, Por un puñado de dólares. La película fue Johimbo, y si en el caso del film de Sturgues, Kurosawa se sintió orgulloso por su readaptación, el cineasta japonés se sintió traicionado por Leone, por las semejanzas que existían entre los personajes encarnados por Clint Eastwood y Toshio Mifune.

Esto permitiría que, el propio Kurosawa, se implicase en su propia adaptación de Johimbo en un contexto americano: a través del guión de El último hombre (Walter Hill), protagonizado por Bruce Willis.

Muchos años después de la desaparición del gran maestro del cine japonés, es mucho lo que aún podemos reconocer como parte de su inmenso legado. Sólo basta ver parte de la cinematografía de su país centrada en la figura de los samuráis; las películas bélicas que marcan categóricamente una división de estructura entre la preparación al combate y la batalla, propiamente dicha (al estilo de Los siete samuráis o la americana Doce del patíbulo) o el cine judicial, enfocado por la subjetividad de sus personajes, siguiendo el denominado “fenómeno Rashomon”.

Dersu Uzala, la aventura soviética de Kurosawa.

Dersu Uzala, la aventura soviética de Kurosawa.

En un momento de gran depresión, Kurosawa logró recuperarse gracias a las muestras de apoyo y por una oferta de la Unión Soviética para realizar una película de un tema propiamente ruso. Así nació uno de los proyectos más interesantes en la filmografía del cineasta nipón, un film sobre un peculiar personaje, el cazador nómada que servía de guía a un oficial ruso, durante una misión de carácter científico y cuyo nombre da título a la película, Dersú Uzalá. También se trata del único trabajo del maestro Kurosawa, alejado de los temas y ambientes propiamente rusos, aunque como demostrará un visionado muchas de sus ideas aparecen en el film.

Dersú Uzala y el capitán del Ejército ruso, Arseniev, que lo lleva como guía y que, con el tiempo se convertirá en su amigo, son los únicos personajes que importan en la película (los soldados inexpertos en compañía del capitán son sólo un indiferente coro griego, burlándose de Dersu hasta que aprendan a respetarlo). Pero esta es realmente la historia del capitán, por lo que Dersu siempre se filtra a través de su mirada, que me pareció un poco condescendiente. Yo no dudo del aprecio que los dos tenían el uno al otro, pero se sentía más como una relación padre-hijo, entre el capitán mucho más joven que juega a ser el padre tranquilizador con Dersu, cuyas emociones y creencias son retratados como sencillas e infantiles.

                    

Filmada en pantalla panorámica por Asakazu Nakai, el director de fotografía de muchas de las mejores obras de Kurosawa (incluyendo Ikiru, Ran, Trono de Sangre y Seven Samurai), Dersu Uzala hizo de este personaje con una sabiduría tremendo sobre los placeres primarios  sus y  peligros de este hermoso pero implacable paisaje. En una de sus expediciones, Dersu y el capitán se separan de los otros y pierden su camino en un tramo cubierta de tierra helada. En la caída del sol, cortaron la hierba tan rápido como les era posible, tratando de conseguir lo suficiente para protegerse de la noche fría mientras un viento feroz  los amenazaba. Hay más peligro y suspense en esta escena que en toda las que protagonizan juntos.

Arseniev encuentra con aquel personaje dos mundos totalmente distintos, uno procedente de la ciudad y otro del campo, pero también la diferente formación de ambos (él con una disciplina militar y universitaria, con un carácter científico, mientras que aquel, formado en plena naturaleza, con la observación y el sentido común como principales herramientas. Pero para su sorpresa, el capitán Arseniev descubrirá como toda su formación es inútil a la hora de sobrevivir en la taiga.

-Capitán, el sol es gente importante, si el sol muere, todos morimos.

Incluso el ecologismo de la película se lleva al extremo con otras diferencias, mostrando a la ciudad como un lugar deshumanizado y la naturaleza como el mundo donde la humanidad y la cooperación son posibles.

                                

                     

Entre las curiosidades para los cinéfilos, las memorias de Arseniev ya habían contado con una anterior adaptación cinematográfica, a cargo de Agasi Babayan (1961). Pero Babayan reduce la historia a unos escasos 80 minutos, faltándole la capacidad reflexiva y lírica de la película de Kurosawa. Seguramente, muchos de los que adoren el gran filme del cineasta japonés, desconocerán la existencia de este título. 

Después de esta presentación, os invitamos a descubrir el reportaje audiocomentado sobre la película, que se ha preparado para nuestro canal de Youtube. 


Ran: El Rey Lear según Akira Kurosawa.

Ran: El Rey Lear según Akira Kurosawa.

Ran, literalmente maldad o caos, es el vigésimo séptimo trabajo de Akira Kurosawa al que se dedicó diez años para poder realizar una película llena de detalles sobre la decadencia de unos reinos del Japón feudal, adaptación de la célebre obra de Shakespeare, El rey Lear.

El envejecido del Señor Hidetora decide repartir sus territorios entre sus tres hijos, en vez de las tres hijas del original de Shakespeare e influido por los dos hermanos mayores, destierra al menor por decir la verdad. Poco a poco, empezaremos a sentir el Ran, el caos del título, con el enfrentamiento de sus hijos, una destrucción de los lazos de deber que una vez unía un hermano a su hermano, un hijo a su padre, un samurái a su señor. 

El argumento de Ran es la historia de Hidetora, aunque en el fondo se trate de una asimilación del Rey Lear al mundo feudal japonés. La interpretación de Tatsuya Nakadai es magistral, con un patetismo gracias también a un maquillaje que recuerda al teatro . Junto a este personaje encontramos otras grandes adiciones de Kurosawa como Lady Kaede, inspirado ligeramente en Goremil de Shakespeare, y sobre todo Kioyami, el peculiar “tonto”, una versión benigna de Lady Kaede.

Entre las versiones más o menos ortodoxas del clásico de Shakespeare encontramos una desconocida, pero genial, a cargo del soviético Grigori Kozinetvs, una de las diez mejores adaptaciones del bardo isabelino en el cine. Una versión más clásica es la inglés Peter Brook, mientras que una de las más heterodoxas de las que recuerde nos lleva al particular Jean Luc Godard, una adaptación deconstructivista del Rey Lear con un reparto heterogéneo formado por Burgues Meredith, Molly Ridgway, Peter Sellers e incluso Woody Allen. 

Os dejamos este reportaje audiocomentado de la película, animo a conocerlo esperando que guste al lector. Cuenta con importantes spoilers.  

                

                        

                             

Los siete samuráis. Héroes sin gloria.

Los siete samuráis. Héroes sin gloria.

Akira Kurosawa es, con justicia, uno de los grandes cineastas de todos los tiempos por películas como Kagemusha, Ran o este inconmensurable clásico que es Los siete samuráis, película que cumple este 2014, sesenta años.

Los siete samuráis (Shininon no samuráis), fue sin duda un título que le hizo muy popular, porque junto con Johimbo fue uno de sus films más saqueados por otras cinematografías. Sin duda se trata de uno de los films más influyentes de la historia del cine, y no sólo en la industria de su propio país, sino también Hollywood, influyendo en Sam Peckipah o Sergio Leone, o una múltitud de títulos como Los sietes magníficos (John Sturgues) e incluso, el film de animación, Bichos.

Su director, Akira Kurosawa quería reinterpretar el cine clásico de samuráis con un baño de realismo, logrando un gran resultado a la hora de romper las convenciones genéricas. Este género representaba en imágenes las disciplinas del bushido, que contaba con una serie de normas que todo samurái debía cumplir, reglas que transcendió al cine con una serie de protagonistas que se debatían entre sus deseos y su deber. En este sentido, Kurosawa rompió una norma básica que imperaba en estas películas: el lento y ceremonioso ritmo de los combates por uno más dinámico, propio del cine norteamericano.

Cuando Kurosawa tomaba al cine americano como referencia, lo hacía pensado sobre todo en un director en concreto: John Ford. De hecho, Kurosawa sería para los fidei-jeki (cine de samuráis) lo que Ford era para el western: "Una película de acción debía ser ante todo una película de acción, pero que cosa más maravillosa si además plasma la humanidad". Esta aspiración de Kurosawa es lo que refleja la película; y de ahí la comparación que se ha hecho entre el cine del director japonés con el de John Ford. Se ve cómo la épica no aparece sólo en el derroche bélico y la marcialidad, esa parafernalia que suele ser representativo del arte de Kurosawa: a ver su desenlace nos debería recordar a Centauros del desierto, película que es posterior, pero refleja la misma idea. Alguien que se aleja del hilo de la historia, que se apartado por la felicidad de los otros.

Campesinos y samuráis.

-¿Cuándo recogeris la cosecha?

-Dentro de diez días. 

A Kurosawa le preocupaba las diferencias de clases desde su juventud y de hecho formó parte de "la liga de aristas proletarios", de ideología marxista. Aspectos que se integran a la perfección en los conflictos sociales y en la dialéctica entre el individuo y el grupo: "Os moveréis como un grupo no como un individuo". Kurosawa debió observar la complejidad para atender psicológicamente a cada individuo, por lo que decidió lentamente retratar a la comunidad de campesinos, cómo estaban organizados, quiénes eran sus jefes, hasta presentar a los samuráis, junto al lento proceso de la lección, otro de los grandes momentos de la película, junto a las batallas. La película de hecho está construida en grupos: los bandidos, el pueblo y los samuráis; y está planificada según el grupo, habiendo entre estas, una historia de amor.

                      

De esta forma,  sorprende la película por la capacidad de reflejar los dos grupos sin que uno de ellos destaque sobre el otro. Refleja la épica propia de la casta militar, ya en sus postrimerías, junto a una casta de parias que contratan a esos samuráis anacrónicos, hambrientos, junto a la psicología de los personajes que apareciendo en pantalla, desde el maestro al joven discípulo, hasta el bufonesco tragicómico Mifune, que forman parte de un friso humano, lleno de fragilidad.

La acción se desarrollaba en el siglo XVI, una época de guerras civiles, en la que los habitantes de una aldea deciden contratar a unos samuráis, sin amos, para derrotar a un grupo de bandidos que los hostigan frecuentemente.

-Sólo somos campesinos.

-Contrataremos samuráis.

-¿Qué contratemos samuráis? Nunca he oído una cosa semejante.

De hecho, también hay una gran diferencia entre los dos grandes personajes dentro del grupo de los samuráis, interpretados por sus dos actores fetiches: Takashi Shimura y Toshio Mifune.

Shimura es el ronin que lidera el grupo, un personaje maduro que ha cosechado una experiencia vital: "No tengo ninguna habilidad especial, soy un hombre humilde"; mientras que el personaje viril, sanguíneo y controvertido, está representado por Mifune, hijo de campesinos que aspira a ser samurái, Kikuchiyo. De ahí que estalle violentamente con los campesinos, a quienes desprecia.

-Escuchad, los campesinos son tacaños, son muy astutos, quejicas, malvados, estúpidos y asesinos.

 

El estilo de Kurosawa.

Y todo esto, en un estilo que no fue muy seguido en su país y que en occidente, tampoco fue comprendido del todo -como explicó el gran crítico André Bazin-, por su violencia combinada con el contenido lírico, propio del director

En su momento, la cultura japonesa era una de las grandes desconocidas, desarrollándose en la cinematografía nipona unas grandes diferencias entre el dramatismo de Mizoguchi, el enfrentamiento generacional de Ozú o la épica de Kurosawa, hasta pasar a los cineastas menores como Kitano, en la violencia, Shiuma, en el erotismo o Inoshiro Honda, en el popular género de monstruos. En todas ellas, sin embargo, subyace un perfeccionismo extremo y un cuidado formal, junto a una belleza estilizada y profunda.

En este sentido, Rashomon ya se había considerado como una explosión en el género, pero habría que entenderlo como un antecedente de este friso que es Los siete samuráis: es decir, Rashomon a la enésima potencia. En este película, Kurosawa desplegó una repertorio formal impresionante. "Me gusta ver cine mudo y cuando hago una película, intento imaginarme cómo sería la escena si fuera muda y luego elimino el diálogo innecesario". Esta recuperación de técnicas del cine mudo es una de las características formales de la película, junto con la dinámica de las composiciones espaciales o el empleo de la cámara lenta en los combates a espada son algunas de las convecciones formales de Los siete samuráis.

Y gracias a la filmación con varias cámaras, hizo un montaje vibrante y nervioso por lo que Kurosawa revalorizaría las reflexiones acerca del montaje de Sergei Eiseinstein, como reflejo de elementos opuestos. La cámara dinámica y los elementos de los personajes en los momentos de acción se contraponen con los planos estáticos, siendo un destacado ejemplo la batalla final, bajo la lluvia, del dominio del montaje que aplica Kurosawa. Esta batalla final es comparable con la que cierra Eisentein su película de ambientación medieval, Alexander Nevski, o la que reflejó Orson Welles en sus Campanadas a medianoche.

“Hemos vuelto a perder”-dice Kanbei, al final, “los únicos que han ganado son los campesinos”.

El cine feudal y samurái de Kurosawa.

El cine feudal y samurái de Kurosawa.

"Para un director cada trabajo que se terminaba suponía una vida entera. Yo he vivido muchas vidas". Akira Kurosawa.

30 películas en cincuenta años acreditan la carrera cinematográfica de uno de los más grandes cineastas de la Historia, quien como director debutó en los años cuarenta, en plena segunda guerra mundial, tras abandonar una carrera de pintor y comenzando el oficio a la sombra de directores hoy olvidados. En un época en la que los otros grandes cineastas del Japón, Mizoguchi y Ozu, ya habían desarrollado el grueso de sus respectivas filmografías. Marcado por un profundo sentimiento realista, por las tradiciones narrativas japonesas y el ritmo de Hollywood, Kurosawa realiza -desde sus inicios- una manera particular de contar una historia, comenzando con películas con su tiempo que le tocó vivir. A través de relatos melodramáticos como El perro rabioso, aunque pronto se fue caracterizando por los clásicos de la literatura.

-Supongamos que un hombre tiene un problema, es un caso hipotético, puede ser hombre o mujer, pongamos que el cuerpo de esa persona, a pesar de no haber perdido su fuerza, está corrompido.

Un director que reflejó la angustia como la violencia, y uno de los mejores cineastas de representar el fin de cómo se entendía un mundo. Así hizo en Un duelo silencioso.

-O bien mueres tú o bien muere mi marido, me da igual quién sea pero uno de los dos tiene que morir.

Kurosawa empezó a darse a conocer internacionalmente, en el Festival de Venecia, con Rashomon. Un relato caleidoscópico sobre un asesinato y su investigación sucedido en el Japón medieval y desde entonces, su carrera estuvo marcada tanto por esa época como por el rostro expresivo del actor Toshio Mifune, con quien formaría un tándem hasta en dieciséis ocasiones.

-Sé muy bien que mi cuello vale mucho y que algún día me lo quitarán, porque nunca escondo nada.

 El otro recurrente fue Takeshi Shimura.

 -Iba a buscar leña... ¿que sí vi alguna espada? ¡No, no! 

Ambos actores representan los dos modelos de personajes que sobresalen en los melodramas de Kurosawa, con el personaje maduro que ha cosechado una experiencia vital: "No tengo ninguna habilidad especial, soy un hombre humilde", en el film Los siete samuráis; y el personaje viril, sanguíneo y controvertido, representado por Mifune.

La Era Tokugawa (1600-1868), una etapa de la historia del Japón dominada por sangrientas guerras civiles, el mundo de los grandes señores y las milenarias tradiciones, se convertiría en el telón de fondo recurrente en la filmografía de Akira Kurosawa. Una serie de películas a medio camino entre el cine de aventuras y las reflexiones sobre la crueldad y la injusticia.  

-Sólo somos campesinos.

-Contrataremos samuráis.

-¿Qué contratemos samuráis? Nunca he oído una cosa semejante.

Los siete samuráis es la obra de cabecera, en este sentido, uno de los títulos más brillantes de su carrera; eso sí, sin olvidar una visión paródica y casi quijotesca del género del fidei-jeki. "Yo nací en una familia de samuráis y tuve una educación formal, así que no sé mucho de la gente del pueblo".

-Escuchad, los campesinos son tacaños, son muy astutos, quejicas, malvados, estúpidos y asesinos.

Pero lo que hizo realmente destacar a Kurosawa es su sentido cinematográfico. No se entiende el cine contemporáneo sin la figura de este director, no se entendería el sentido del montaje -en el cine de acción- en la última etapa del western (desde Sam Peckipah), sin esa forma de rodar con tres cámaras que permitían introducir insertos veloces, manteniendo una armonía de conjunto. Por eso fue fundamental en una multitud de cineastas americanos, sobre todo para uno: Sergio Leone, quién tomó su Yohimbo para su primera película: La muerte tenía un precio.

-Sin mi espada me siento desnudo.

En otras ocasiones, tomaba prestado textos ajenos para envolver las propias historias de Japón. Así sucedía con Trono de sangre con William Shakespeare. "Hay grandes similitudes entre la guerra civil japonesa y las obras de Shakespeare, por eso no fue difícil adaptar a Shakespeare a un mundo japonés".

-Yo confío en él y daría mi vida.

-Pero ¿sabe él, lo que se oculta en el fondo de tu corazón?

Sería en su mundo feudal en donde Akira Kurosawa adaptaría en dos ocasiones la obra de Shakespeare, demostrando que el teatro del dramaturgo inglés se consideraba universal, trasladándose a ambientes alejados del contexto occidental. De esta forma, fue de los primeros realizadores que supieron sacar partido de la violencia formal en pantalla siguiendo el punto de vista de las ambiciones personales y las fatales consecuencias del poder, con una puesta de escena cercanas a auténticas coreografías.

Aún nos quedaría dos grandes películas de este ciclo que Kurosawa dedicó a este cine, que no podríamos olvidar: Ran y Kagemusha. Se tratan de dos películas que no existirían sin el apoyo del dinero de Hollywood, pues su éxito con Dersú Uzalá no fue suficiente para que cine japonés invirtiera en ellas. En este sentido, cobraron importancia George Lucas y Coppola, convertidos en productores ejecutivos.

-He tenido un sueño, soñé con un campo salvaje, por lejos que fuera no encontraba a nadie.

                               

                               

  

Vivir. El realismo emocional de Kurosawa.

Vivir. El realismo emocional de Kurosawa.

 -Este hombre es el protagonista de esta historia, pero hablar ahora de él es sencillamente aburrido, porque lo que hace es sólo matar el tiempo. Por el no pasa el tiempo vivo, o sea, no se puede decir que está vivo.

 La inquietud ante la perspectiva de la vida y la llegada de la muerte sería uno de los grandes temas del realizador, que centraría "Vivir", su película número 13 en la filmografía de Kurosawa. Una realidad que le tocaba vivir a este personaje principal, interpretado por Takeshi Shimura, a la que el cineasta japonés dota de un profundo sentido del drama. Su actor fetiche encarna a un funcionario, Watanabe, que ha vivido una vida anónima, refugiándose detrás de sus rutinas cotidianas pero, de pronto, recibe la noticia de una grave dolencia. De hecho, la película arranca con la radiografía de un estómago.

 -Esta radiografía muestra el estómago del protagonista de esta historia.

 A partir de ese momento, es un personaje consciente de la fragiligad e inminencia de la muerte, por lo que recorrerá un viaje iniciático en la que se deberá plantear su vida al completo. Una vez que sabe que va a morir, busca consuelo en su hijo, Mitsuo, que vive con él, de una forma muy curiosa por parte de Kurosawa de mostrarnos el conflicto y a los personajes. En una escena, su hijo y su mujer llegan a la casa, encienden la luz de una lámpara y se encuentran a su agazapado en la oscuridad de una sala.

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 -Tengo cincuenta mil para echarme una buena juerga.

 Decide gastarse el dinero, porque considera que su hijo y su nuera no se lo merecen, y en su periplo nocturno se encuentra con una serie de personajes, destacando un escritor bohemio, un personaje curioso que se define así mismo como un Mefistófeles: "Un Mefistófeles virtuoso que no exige recompensa", con quién visitaría la noche tokiota, pero con un tratamiento formal muy original porque en ese periplo Kurosawa entorpece la visión del espectador, a través de rejillas o cortinajes, lo que convierte a todos los lugares que visitan en una especie de jaula. Una escena muy larga que llega su clímax en un momento en el que Watanabe decide cantar, deteniéndose la acción de los demás personajes en torno a él.

  -¿Cómo tiene tanta vitalidad? Su vitalidad me asombra, me llena de envidia.

Otro de los personajes que aparecen en la historia es la chica, Seiko, que encarna el sentido de una juventud absolutamente perdida en este hombre que va a morir. Contraponiéndose en esa misma escena, un cumpleaños al fondo, con un coro sarcástico de las adolescentes cantando "feliz cumpleaños". Pero entonces, su vida da un giro, creando un misterio entre aquellos que le conocieron, importante por la elipsis, con la que continúa la película, con el funeral del personaje y el coro hipócrita de amigos y familiares, que pretenden dar una respuesta a ese cambio en su vida, en su etapa final.

 -No comprendo por qué un hombre que llevaba treinta años como funcionario en las oficinas públicas se comportó como lo hizo.

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El "realismo emocional" de Kurosawa.

 Kurosowa supo reunirse de un equipo y un reparto familiar con los que trabajaba tanto su popular cine de samuráis como en aquellas películas ambientadas en su propio tiempo. Eso sí, con una desigual fortuna. Si Takeshi Shimura  triunfaba con este personaje, a Toshio Mifue no le salía tan bien las cosas interpretado a un médico, de nombre Barbarroja, alejado de los ambientes feudales. Kurosawa encontraría grandes dificultades para continuar con su carrera, tras el fracaso comercial que supuso esta última película, uno de sus trabajos en los que desarrollaba algunos de sus planteamientos preferidos, como el comportamiento ejemplar como eje de una historia de iniciación.

 -¿Es cierto que los médicos no influyen en la vida o la muerte?

-Eso parece.

-Entonces, los que deben vivir se recuperan, y los que han de morir, mueren.

 La onomatopéllica Do-Des-Ka-Den era una mirada hacia la occidentalización de su país, supuso un duro revés que condujo al realizador a un intento de suicidio. Quizás se trate de su película más inclasificable, una especie de reverso de uno de sus trabajos anteriores menos conocidos: Bajos fondos.

 -Los japoneses preferimos la luz tenue a los rayos ardientes del sol brillante, nos gustán más las sombras que el sol, y también nos gusta vivir en contacto con la naturaleza.

 Hollywood premiaría una de sus trabajos más interesantes de su última etapa como director, la vida de ese pequeño cazador -pero de gran sabiduría- que era Derzú Uzalá, personaje que era capaz de descifrar por las señales de la naturaleza el sentido de la vida, en su contexto más profundo y humano.

 -Capitán, el sol es gente importante, gente muy importante. Si el sol muere, todos mueren.

 Con un estilo reflexivo y contemplativo, haciendo coincidir la dimensión de sus personajes con la acción moral y el contexto que los rodea. Un director capaz de medir la cadencia narrativa con el contenido de sus historias, con lo que termina haciendo un estilo sumamente cinematográfico, a pesar de apoyarse en otras técnicas y disciplinas como el teatro tradicional japonés , la danza, la música y, sobre todo, la pintura, disciplina a la que dedicó una película: Los sueños.

 -El otro día estuvo terminando un autorretrato, como la oreja no me salía bien, me la corté y la tiré.

 Cerramos, volviendo con Vivir, recordando un filme realizado en su mismo año y con una inevitable conexión. Hablamos de Humberto D de Vittorio de Sica (1952), uno de los filmes característicos del neorrealismo italiano. Como el Watanabe de Vivir, nos encontramos con un antiguo funcionario jubilado, pero en esta ocasión sin apenas t dinero para seguir adelante y malviviendo en una pequeña pensión de la que amenazan con echarle por todos los meses que debe de paga.