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El bar. El ángel exterminador de Alex de la Iglesia.

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Alex de la Iglesia nos presenta, en su última película, a un grupo de personas aleatorias que quedan atrapadas en un céntrico bar de Madrid porque algo pasa ahí a fuera y salir a la calle supondría ser abatido. Historia, con la que regresa a sus orígenes, a aquel bar de su cortometraje “Mirindas asesinas”, en donde aunaba el thriller con un auténtico sabor de comedia negra; dos de las señas de identidad del cineasta vasco.

A las 9 de la mañana, de un día cualquiera, un grupo de personas desayunan en un café de Madrid. Uno de ellos tiene prisa, sale del bar y cae fulminado por un francotirador. Desde entonces, la tensión entre los personajes irá in crescendo mientras se sucedan las situaciones extremas e hilarantes. Es un film en el que aparece lo que previamente habíamos visto en sus anteriores 13 películas, y en la que cabe prácticamente todo. Leí en una crítica, que “El bar” comenzaba como la mítica “La cabina” (Antonio Mercero)  y terminaba como “Deep Blue See”, pero sin tiburones, y tomaba por loco al que lo habría escrito, hasta que vi –por fin- la película. Thriller, comedia, terror posapocalíptico, cine de catástrofes, la “psicología del encierro” de los “Diez negritos” y otras muchas cosas, se dan cita en este particular bar de Álex de la Iglesia.

De bar en bar.

Sabina decía eso de que el fin del mundo te pillase bailando, sin embargo, comparto esa visión del director de que a los españoles, el apocalipsis les pudiera pillar en el bar, el lugar idóneo donde encontrar a muchos de nosotros. Entre vasos de vidrios desgastados, servilletas en el suelo y cafés recalentados, asistimos a una de las faunas con una idiosincrasia más auténtica: la del español que saca a relucir sus miedos, su frustración y sus deseos en uno de estos locales tan nuestros. Y la película, en este sentido, se convierte en toda una radiografía de una sociedad, desde lo íntimo pero también desde lo bizarro, como suele hacer el director vasco. No por casualidad –en esos característicos créditos iniciales de “El bar”- nos muestra imágenes de virus y bacterias, contempladas desde el microscopio.

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Los ocho personajes que se dan cita en el local de la película serían caricaturas de los tipos que encontramos en una ciudad cualquiera: el hípster, el ejecutivo trajeado, la pija buenorra, el borracho vagabundo o el camarero, interpretado por Secun de la Rosa, que no para de darle a la lengua. Una especie de “Ángel exterminador”, de Luis Buñuel, pasado por el tamiz del humor de mala baba de los tebeos de Bruguera de la “Rue del Percebe”.

De hecho, los bares son lugares comunes en gran parte de la filmografía del director, donde sitúa momentos  claves de su cine. La tasca castiza y céntrica de Madrid, podría recordar al bar, cercano al edificio de “La comunidad”, pero sobre todo al de su cortometraje, “Mirindas asesinas”.  También tendría similitudes con otro corto en blanco y negro, y con bar como escenario: “Las 7:35 de la mañana”, esta vez, firmado por Vigalondo, cuya acción transcurría en una pequeña tasca situada a dos calles de la plaza de Montese, en el barrio de Malasaña, donde encontramos “El amparo”, el bar de la película de Alex de la Iglesia.

De hecho, lo mejor de la película es el brillante arranque, para un decepcionante final. Abandonan la localización del céntrico café de Madrid y se lanzan hacia el subterráneo de las cloacas e incluso vemos a Blanca Suárez, en ropa interior y cubierta de aceite. Es entonces cuando el delirio y la falta de coherencia llegan a su cénit.  De hecho, “El bar” es Alex de la Iglesia, al 100%. El exceso, la bizarría, la tragedia con humor negro o los relatos corales ya forman parte de su cine, o  ¿es que, no habéis visto ninguna de sus películas?

1 comentario

Roger -

Que gran película, me ha encantado. Se supera Alec de la Iglesia en cada nueva película