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Homenaje a Saul Bass: Los primeros minutos de un arte.

Homenaje a Saul Bass: Los primeros minutos de un arte.

Hacemos un pequeño homenaje a Saul Bass, maestro en un pequeño arte con el que brillaban los títulos de créditos y las cartelerías de muchos de los grandes nombres del Hollywood dorado. Alfred Hitchock y otros cineastas, como Otto Preminguer, confiaron en este artesano que seguiría un estilo propio y que crearía escuela, pues es cierto que existen títulos de crédito de calidad más allá de Saul Bass. Hagamos un breve repaso a los más brillantes trabajos en esta línea.

A los que nos gustan las películas de Woody Allen también nos resulta interesante sus títulos de crédito, a pesar de que lleva décadas empleando el mismo esquema. Frente a esta idea, Saul Bass es uno de los diseañadores más creativos, pero también más políficos con once colaboraciones con Otto Preminguer (El hombre del brazo de oroAnatomía de un asesinato) y otras tantas con Hitchock (PsicosisVértigoCon la muerte en los talones), pero de destacar uno, señalemos su último trabajo, a las órdenes de Martín Scorsese, para la película Casino. En esta se ve al personaje de Robert de Niro, Sam “Ace” Rohtstein, arrancando su coche que estallaba a los pocos segundos, mientras sonaba la famosa La pasión de San Mateo, de Bach.

 Otro de los diseñores más clásicos, sería Stephen Frankfurt, a pesar de que su trabajo más conocido sea Superman; sin embargo, el más influyente es el que preparó para la película Matar a un ruiseñor (R. Mulligan), que se abre con una caja de puros en la que se guardan algunos de los “tesoros” del personaje Boo Bradley. La música de Berstein hacía el resto. Pero después de Bass, el más destacado sería Kyle Cooper, muy influido por Franfurt, sobre todo en su trabajo más conocido en Seven (David Fincher). Como en Matar a un ruiseñor, la película comieza con un gran despliege de objetos, desde papel a unas tijeras, que sirven para reflejar el subconsciente criminal del psicópata, como en la anterior película se mostraba el lado oscuro de una caja de puros. Otros títulos de crédito realizados por este diseñor fueron las dos primeras entregas de la saga de Spiderman (San Raimi), La isla de Doctor Morau (John Frankenheimer) y Zodiac, la última película de Fincher.

Desde mi gusto personal, uno de los más interesantes comienzos es el de Sleuth (La Huella, Joseph L. Mankiewitz), relacionado con la estructura teatral del film. 


¿Qué sería James Bond sin su Martini agitado, no removido? Seguramente sobreviriría, porque si le cambiaron su clásico Aston Martín por un BMW, es posible que se remuevan todos los arquetípicos más característicos de este galán espía. Pero lo que no cambia es el tradicional título de créditos, a pesar de que se introdujeron algunos nuevos, uno de ellos diseñado por el propio Salvador Dalí. Nos estamos refiriendo a las siluetas insinuantes del agente 007, a ritmo de John Barry, a través del cañón de una pistola. El responsable fue Maurice Binder, quién lo diseñó para la primera película de la serie, 007 contr el Dr. No. El mismo fue el encargado para otras tantas películas, de la que destaca Barbarella (Roger Vadim), interesante por presentar a la actriz protagonista, Jane Fonda, ingrávida, como una fantasía erótica espacial.

En la actualidad, las películas prefieren mostrarse con unos títulos de crétidos diseñados a base de la tecnología informática. Esto es lo que parece privar entre los cineastas, considerados como posmodernos, como David Fincher, con El club de la lucha o La habitación del pánico, o los hermanos Wachowsky, en Matrix, uno de los más destacados de los últimos años, con la casada digital, diseñada por Lynne Cartwright y Simon Witheley. Al final, ininteligible incluso para los yonquis de las pastillas rojas, como ocurre con la película.

De los trabajos españoles, por lo menos uno merece la pena destacar, el de la película Mujeres al borde de un ataque de nervios (Pedro Almodóvar), realizados por Juan Gatti, a pesar de que su trabajo está a medio camino entre los clásicos de Saul Bass y el que preparó Richard Avedon, para el filme de Stanley Donen, Una cara con ángel. Por mucho que algunos osaron compararle con Saul Bass, a mí me resulta una horterada muy al estilo de Almodóvar. Y por citar un trabajo de título de créditos en una serie televisiva, destaca el sobresaliente resultado de una de las mejores series de la historia, A dos metros bajo tierra, diseñados por Danny Young.

 

 


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