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El Che, símbolo de una cinematografía revolucionaria.

El Che, símbolo de una cinematografía revolucionaria.

Ernersto Guevara, El Che, es una estación inexcusable en ese tipo de cinematografía revolucionaria. El séptimo arte, -entendido como archivo de mitos, arquetipos y héroes, o como ustedes prefieran- perdería buena parte de su magia sin este guerrillero que sumamos a la lista de revolucionarios de la pantalla que han querido cambiar su entorno con distintas armas, la palabra, el amor, la actitud. Sin embargo, ha aparecido en numerosas películas, aunque sea difícil de sustraerse a la tentación haiográfica o denigratoria.

 - Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina que han decidido escribir ellos mismos para siempre su historia.

 Pero con el rostro de algunos actores más o menos conocidos, se ha querido sobresalir lo heróico de sus actos más que sus valores ideológicos.

 - La guerra de guerrillas es la guerra del pueblo, la lucha de las masas, tratas de llevar este tipo de guerras, sin el apoyo de la población, es correr hacia el desastre inevitable.

 Casi de manera inmediata a la muerte del Che, llegaba una producción norteamericana, muy maniquea, dirigida por Richard Fleisher y protagonizada por Omar Shariff. El propósito del filme no era otro que mostrar a la Revolución cubana como fruto de una serie de carambolas y casualidades del azar. En realidad, correspondía –perfectamente- con ese intento de descrédito de los Estados Unidos hacia el guerrillero revolucionario. De este modo, entre los años setenta y ochenta surgió toda una serie de referencias en el cine de Hollywood hacia él como a su mensaje, como sucedía en El Padrino II. Los intereses de la mafia en la isla caribeña encontraron como uno de los escollos, esta revolución que terminaría triunfando.

 A mediados de los noventa, surgieron otras reconstrucciones tanto de su etapa cubana como de su visionaria andadura sudamericana, a medio camino entre el entusiasmo confeso y las limitaciones narrativas, junto a desproporcionadas apuestas dramáticas y sus escasos logros cinematográficos. Incluso llegó a convertirse en una caricatura del famoso grupo humorístico británico, The Monty Phyton, y hasta Hitchock lo empleó como referencia obligada en su tergiversada visión de la revolución cubana en Topaz, uno de los títulos más mediocres de su filmografía.

 - Buenos Aires quedó atrás, quedó atrás también la bella vida.

 Habrá que esperar una visión más beneplácita del Che, en Diarios de una motocicleta, en la que aparece un retrato vehemente del personaje a cargo de Walter Alles. En esta, se reconstruía el viaje iniciático de Ernesto Guevara por América Latina, en donde el Che iba dándose cuenta de la realidad social, en compañía de su amigo Alberto Granados.

 - Constituiría una sola raza mestiza desde Mexico hasta el Estrecho de Magallanes, así que librándoles de cualquier carga de provincialismo, brindo por Perú y una América unida.

La última película sobre este personaje, es el díptico que realizó sobre su vida el cineasta norteamericano Steven Sorderberg con el actor Benicio del Toro como alter ego del Che. Los dos títulos que forman un bloque, Che, el argentino, y Che, el guerrillero, vienen a prolongar esta visión, imprimiendo a los hechos y actitudes una solvencia a cargo de sus responsables y el resto del equipo.

 - Nosotros no estamos aquí en el monte sólo para pegar tiros. Un pueblo que no sabe leer ni escribir, es un pueblo fácil de esclavizar.

 Sorderberg afronta el embite, fascinado por el personaje pero sin ocultar el lado más oscuro del Che, de este modo sabe diferenciar las escenas de la selva, -rodadas con planos generales- y las que tienen como escenario las Naciones Unidas, en donde apareció el Che, como rostro de la revolución. Su discurso fue provocador con frases lapidarias como esta: “Nuestros ojos libres hoy son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de esclavos coloniales nos impedía observar: que la civilización occidental esconde bajo su fachada un cuadro de hienas y chacales”.

 - Quítate ese complejo de extranjero, tú te entrenaste con nosotros, tú estuviste con nosotros, has sido herido combatiendo con nosotros. Eres tan cubano y revolucionario como cualquiera que está aquí.

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