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Martin Scorsese

Silencio. La fe, según Martin Scorsese.

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2017 no puede empezar mejor, cinematográficamente hablando, con una película que estará entre lo más destacado del cine de este año, sin ser un film completamente redondo. Hablamos de “Silencio”. El esperadísimo último trabajo de Martin Scorsese,   sobre unos misioneros jesuitas que sufrieron por la fe, en el Japón del siglo XVII, donde fue prohibido el cristianismo. Llega, de esta forma, el primero de los films con opciones en los Oscars, a la espera de estrenarse las otras aspirantes (“Moonlight”, “La, la, land” o “Manchester frente al mar”).

La película comienza con un largo momento de silencio real, un silencio que no resulta tranquilo, pues se mezcla con la quema de madera, las olas chocando y el viento entre la hierba, pero también entre los gritos de dolor y los gemidos de agonía. Dos sacerdotes, Padre Rodrígues, Andrew Garfield (“Hasta el último hombre”) y Francisco Garpe, Adam Driver (“Patterson”) viajan de Portugal a Japón en busca de un tercer misionero, Cristóbal Ferreria (Liam Neeson), sospechoso de cometer apostasía, al ser obligado a pisar un crucifijo y renunciar a su fe, tras ser duramente torturado. Otro de los personajes principales deberá vivir la misma experiencia, más tarde. La película no hace otra cosa que reflexionar sobre la fe: ¿Cuánto sufrimiento puede soportar un hombre antes de renunciar a lo que es más importante para él?

Scorsese y su co-guionista Jay Cocks –quien hizo una reescritura de “La última tentación de Cristo”, sin acreditar- toman prestado elementos que, de una u otra forma, ya había explorado, en otras ocasiones. No sólo en aquellos dramas con un trasfondo teológico (Kundun o La última tentación de Cristo), sino también en aspectos desarrollados en sus thrillers; podría pensar en la fantasía autoflagelante del joven de “Malas calles”. Esto también es característico de alguien como el propio Scorsese, que estudió para ser sacerdote, aunque cambió el seminario por la escuela de cine, para luego tejer en sus películas situaciones, imágenes y temas cristianos.

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“Silencio” nos traslada al lodo y barro de dos jesuitas que se enfrentarán a una aventura con una profundidad espiritual que les será agotadora, tanto a ellos como al espectador.

El reparto.

Dos actores de moda, como Andrew Garfield (“Hasta el último hombre”) y Adam Driver (“Patterson”) encabezan el reparto, en el que también merecería citarse a Liam Neeson,   cuyo magnetismo en pantalla y su grandísima personalidad podría exigir unos minutos más, en la historia. Por último, mencionar a Shinya Tsukamoto, el inquisidor, uno de los personajes más curiosos del film, junto a una multitud de secundarios que se pondrán en la piel de esa sufrida comunidad de cristianos japoneses.

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La difícil subsistencia de los Kirishitan.

En “Kagemusha” (Akira Kurosawa, 1980), encontramos la exótica imagen de un jesuita bendiciendo a un señor feudal antes de marchar a la batalla, la de Nagashino, en donde los mosqueteros del ejército de Oda trituraron a la caballería de Takeda, en 1575. Los primeros misioneros cristianos, -llamados en Japón “Kirishitan”, sobre todo jesuitas portugueses y españoles- empezaron a llegar a mediados del siglo XVI. Y el cristianismo prosperó en la isla de Kyushu, con la iglesia principal en Nagasaki, pero a pesar de contar con unos doscientos mil simpatizantes, la crisis económica y las presiones del Gobierno, forzaron su persecución: los 26 mártires de Nagasaki y la Rebelión de Shimabara, serían los dos episodios más destacados. Debido al desgobierno, al aumento de impuestos y a la reacción que hubo a los cristianos, estalló un levantamiento armado en Shimabara, un pueblo-castillo, la segunda mayor sublevación en la Historia de Japón, duramente reprimida.

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“Silencio”, el último viaje transitado por Scorsese, es un proyecto que lleva preparándolo treinta años.  La película adapta una novela de Shūsaku Endō, que iniciaba tras esta sublevación campesina, fechada entre 1637 y 1638, y el escritor japonés describe con todo lujo de detalles las persecuciones cuando el cristianismo quedó prohibido y continuaron ocultos, los llamados “Kakure Kririshitan”.

En ese Japón feudal, aparecen dos ideas encontradas, la de los portugueses que pretenden evangelizar a la mayor población y la de los japoneses que se oponen al adoctrinamiento, aunque para ello, lleven a cabo la tortura y las ejecuciones como medio de persuasión.  Para crear un clima de sufrimiento, configura un sinfín de elementos: las crucifixiones, las torturas en las aguas termales o en el pozo, las grutas en las que se esconden los dos jesuitas portugueses o las misas clandestinas que se ven obligados a llevar los Kakure Kririshitan.

La novela ya había sido adaptada en los años setenta por Masuhiro Shinoda. Si Scorsese destaca los aspectos de la fe, el dilema moral y los conflictos internos de los dos religiosos, junto con el del Padre Ferreira y la comunidad de fieles japoneses, la versión de Shinoda –guionizada por el propio autor de la novela- desarrollaba una mayor diversidad de temas, sobre todo cuando quiso alejar la cámara al contexto en que se movía la historia. Es decir, a conocer mejor el país y su población desconocida, a los ojos de los dos jesuitas portugueses, uno de los puntos más débiles en la película de Scorsese. Los japoneses terminan siendo un mero decorado, como una estampa de época.

Scorsese une a sus dos actores fetiches: Robert de Niro y Leonardo Dicaprio, en un mismo proyecto.

Scorsese une a sus dos actores fetiches: Robert de Niro y Leonardo Dicaprio, en un mismo proyecto.

Recordamos casos muy significativos, el encuentro por primera vez en pantalla de dos veteranos como Al Pacino y Christopher Walken, ambos neoyorquinos, ambos con un Oscar, en Tipos legales (Fisher Stevens, 2012) o el más llamativo del propio Al Pacino con Robert de Niro, que no coincidieron hasta Heat (Michael Man) y como compañeros de reparto, en Asesinato justo (Jon Avnet, 2008).

Ahora van a encontrarse, en un mismo proyecto, los dos actores fetiches de Martin Scorsese: Robert de Niro y Leonardo Dicaprio, junto a Brad Pitt. En su primera etapa, describía en la pantalla los retratos crispados individuales de personajes insatisfechos de la época que le tocó vivir, siempre tomando la ciudad de Nueva York como escenario y Robert De Niro como alter ego.

-12 horas de trabajo y sigo sin poder dormir ¡maldita sea!

Taxi Driver, Malas calles, Toro salvaje o El rey de la comedia eran algunos de los títulos en las que vemos la imagen de De Niro como primer actor fetiche del director. La última etapa está marcada por la presencia de Leonardo DiCaprio (Shutter Island, Infiltrados, El lobo de Wall Street).

Lamentablemente, esta primera toma de contacto de ambos actores no se trata de un largometraje sino de un corto destinado a promocionar una cadena de casinos –Melco Crown Entertainment-; un mundo que Scorsese conoce por su impactante trabajo de Casino. Entre tanto, el cineasta parece que lleva unos años preparando un biopic sobre Frank Sinatra.

Por si no fuera poco, también se une al proyecto Brad Pitt, para un corto que estará escrito por Terence Winter, guionista que ha trabajado con Scorsese en Boardwalk Empire o El lobo de Wall Street.

Relacionado con esta idea, podríamos recordar el primer trabajo de Martin Scorsese, como director: el cortometraje The big shave (1967).             

                           

Diario de rodaje: Martin Scorsese.

Diario de rodaje: Martin Scorsese.

Referirse a Martin Scorsese es hablar de la  Mafia, Nueva York, italiamericanos, el gran despliegue de violencia y el slow motion “que sugiere una hiperconciencia elevada” como algunas de las marcas de la casa que forman parte del ya extenso y brillante legado cinematográfico de este cineasta. 

Dicen que se metió en el cine porque tenía asma y su padre le llevaba todas las semanas a ver películas, porque lo que quería ser él, en realidad, era gánster o sacerdote. Hay mil curiosidades sobre Scorsese que permiten comprender mejor su filmografía, como que fue monaguillo o ex adicto a la cocaína. El cineasta se siente orgulloso por su familia (sus padres hacían apariciones en sus películas) y sus orígenes italianos, tanto que se  llegó a recopilar las recetas culinarias de su madre en “Italiamerican: The Scorsese Family Cookbook”,  como por ejemplo sus albóndigas que aparecían en Uno de los nuestros. E igualmente, muchos conocerán su intensísima labor cinéfila, recuperando films del olvido, pero pocos sabrán que una de las películas que más le marcaron fue El fotógrafo del miedo (Peeping Tom). Su director Michael Powell es uno de los más admirados por Scorsese y, de hecho, su viuda –Thelma Schoomaker- llegó a ser una de sus principales colaboradoras como montadora de todas sus películas desde Toro salvaje.

En su primera etapa, describía en la pantalla los retratos crispados individuales de personajes insatisfechos de la época que le tocó vivir, siempre tomando la ciudad de Nueva York como escenario y Robert De Niro como alter ego.

-12 horas de trabajo y sigo sin poder dormir ¡maldita sea!

Scorsese  sentía fascinación por estos antihéroes, figuras caídas en desgracia que representan las miserias sociales como eran Travis Binckle de Taxi Driver, Jacke La Motta de Toro salvaje o los conflictivos jóvenes de Malas calles. En este primer grupo también situamos a los inquietantes personajes de Max Cady de El cabo del miedo y Rupert Pupkin de El rey de la comedia.

 También fue un renovador de géneros clásicos, como fue New York, New York, aunque sobre todo a Scorsese siempre lo identificaremos con su particular visión de la mafia.

 -¿A qué te dedicas?

-A la construcción.

-¿Con estas manos? Nadie lo diría.

-Soy delegado sindical.

Goodfellas (Uno de los nuestros) supondría un hito fundamental en la filmografía de Scorsese, porque su Henry Hill inició a esos personajes reales, a pesar que de que no representaban a sujetos realistas sino a una salvaje atracción por la ambición y la cultura americana del éxito. En cuya línea siguió grandes personajes como su Sam “Ace” Rosthein de Casino, e incluso el Howard Hughs de El aviador o el Jordan Belfort de El lobo de Wall Street.

Pero no solo es un retratista del lado más turbio de la ciudad de Nueva York, sino también de su historia. Del origen de las clases más refinadas (La edad de la inocencia) a las más humildes (Gangs of New York), mostrando la violencia de su etapa fundacional. Pero existen otras facetas dentro del cineasta, como documentalista, acercándose  a ciertas personalidad de la cultura, sobre todo del mundo de la música, como Bob Dylan (No direction home: Bob Dylan) o Rolling Stone (Shine a Light) como también a través de su innegable impronta cinéfila (Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano y Mi viaje a Italia).

-Como director estoy enganchado. Jamás me he considerado de Hollywood, según el concepto que tengo de ello. Y tampoco soy un cineasta italiano, por tanto considero que me encuentro en un espacio intermedio.

Una voluntad amable y pedagógica que se enlazaría con algunas rarezas de su cine como por ejemplo la reciente La invención de Hugo.

Más allá de estas películas, existe una filmografía menos conocida, con la que cerramos el reportaje. Tuvo una colaboración con Roger Corman: Boxcar Bertha, y un road movie de corte independiente: Alicia ya no vive aquí. En su primera película ya iban apareciendo actores frecuentes en su filmografía, un tal Harvey Keitels en “Who is that knoking my door”. Pero su primer actor fetiche fue Harry Northup, con papeles más o menos importantes en sus seis primeras películas; eso sí, sus padres (Catherine y Charles) son quienes acaparan más apariciones en pantalla. Entre las actrices prefiere rubias, a quienes ha dedicado una marca de estilo propia, la “cámara lenta” para enfatizar el enamoramiento de su protagonista: Siempre Robert de Niro y en tres ocasiones. En Taxi Driver, con Cibyll Shepherd; en Toro Salvaje, con Cathy Moriarty; y en Casino, con Sharon Stone.

 

Casino. Muerte y lujo en Las Vegas.

Casino. Muerte y lujo en Las Vegas.

Martin Scorsese llegaba al proyecto de Casino con algunas grandes obras maestras en su haber como Toro salvaje, Taxi Driver o Godfellas cuando se enfrentó a una de sus películas más redondas de su filmografía.  Un film en donde la música tenía una intensa relación con las imágenes desde los propios títulos de crédito, realizados por el más grande de todos los tiempos: Saul Bass.  Robert de Niro, Sam “Ace” Rohtstein, arrancaba su coche que estallaría a los pocos segundos, mientras sonaba la famosa La pasión de San Mateo, de Bach.

Martin Scorsese se plantó en Las Vegas con una historia real para retratar el mundo del juego  a través de la vida del director de uno de los casinos, el Tangiers, al servicio de la mafia, en los años setenta. 

-Cuando llegué pude contratar a unos cuantos vaqueros de allí, estaban conectados con los peces gordos locales. Tenía que soportarles, esos cretinos ni sabían cómo estar allí.

Para lograr una visión tan realista, Scorsese contó con la colaboración de algunos de los que vivieron todo aquello en primera persona, como  un joyero, de verdad, que fue incorporado a la historia con una frase totalmente improvisada: “Acabamos de recibir un lote de diamantes de Israel”. E incluso se consiguió que la película fuera rodada en un casino real, hotel y casino Riviera , cuyo director –que aparecía en las imágenes- colgó un cartel en la puerta: “De Niro, Joe Pesci y Sharon Stone ruedan la película Casino. Pasen”. Pero no todo eran facilidades. El equipo tenía que rodar entre la una y las cuatro de la mañana con el fin de no molestar a los clientes del casino.

Las líneas generales del argumento serían verídicas, lo que explica la amplia visión de la mafia, desde el glamour a lo más cotidiano, con las reuniones de los jefes o las mujeres cocinando, mientras se ofrece una información muy detallada de cómo funcionaba un casino, como se escamoteaba el dinero, etc. Con una aproximación al estilo de documental con la voz en off de los principales protagonistas, pero hay otras líneas de voz en off que salen de lo narrativo, lo que rompe el ritmo, como vemos en este ejemplo del actor Frank Vincent.

-Estos vejestorios tienen una cosa clara. No les gusta que se ande follando con las mujeres de otros. Eso es malo para el negocio.  

De hecho, está rodada a base de diálogos cortos, estilo que Nicholas Pileggi creó para Uno de los nuestros aunque esta ocasión se llevó al extremo, incorporados a la narración mediante la voz en off.

-Ace estaba tan preocupado por el casino que se olvidó por qué habíamos venido.

Mafiosos en Las Vegas. Los personajes de Casino.

        

Si la historia gana fuerza es sobre todo al impresionante plantel de personajes. Sam Rothstein  aparece interpretado por Robert de Niro en un rol muy diferente del Jimmy Conway de Goodfellas;  El Nicky Santoro de Joe Pesci parece ser una continuación de  Tommy DeVito, personaje que le había hecho ganar un Oscar al mejor actor de reparto. Y el trío de ases, lo cierra una portentosa Sharon Stone,  como Ginger  McKenna. Actriz  que vino de triunfar con Instinto Básico (Paul Verhoeven, pero deseosa de demostrar lo buena actriz que era, más allá de su imagen de mito erótico.

 - Yo, Ace Rosthein, era el mejor apostador del mundo, era tan bueno, que cuando apostaba podía cambiar el sentido de la apuesta de los demás jugadores del país.

El personaje de Sam “Ace” Rosthein está basado en Frank “Lefting” Rosenthal quien fue muy preciso y cauto, y para quién lo único ilegal en Illinois fue apostar, lo que en Las Vegas y Nevada era completamente legal. Lo que le dio tal libertad, que llegó a pensar que podía llevar una vida normal, casarse con una chica guapa, tener hijos, etc.

-Me conoces desde hace dos o tres meses, ¿qué puedes saber?

-Tengo 43 años, no quiero esperar. Te conozco lo suficiente para saber que te amo mucho.

Un hombre precavido, que cometió un error, emparejarse con una mujer como Ginger.

-Hagamos un trato, ya no somos jóvenes. ¿Piensas pasarte la vida robando fichas? Yo podría cuidar de ti. Los dos estamos solos, juntémonos, a ver qué pasa.

Ahí está el problema. El personaje femenino era una mujer independiente, que había ganado el dinero, sola y se resistía a que le impusiera nada.

-No has contestado al busca.

-Lo he tirado.

-¿Lo has tirado?

Ginger es una “prostituta”, una de lujo, por supuesto, exclusivamente de Las Vegas. Alguien que no tiene sitio fijo, sabe moverse por los caminos y que tiene el respeto de la gente respetable. Alguien peculiar porque estaba realmente enamorada de la única persona que la trataba mal y que le quitaba el dinero, aunque ella dejaba que se lo quitase. Estamos hablando de Lester Diamond (James Wood).

-Te estoy protegiendo en esto, ¿vale? Recupera tu parte y serás la primera, ¿vale?

Sharon Stone quedó complacida con Scorsese por haberle escogido para ese personaje, a pesar de lo cual, se llevaría la peor parte del rodaje: Este vestido de joyas pesaba veinte kilos;eso sí, la recompensa llegó al ser la única nominada a los Oscar de todo el equipo.

-¿Sería demasiado que llevara todo eso al mismo tiempo?

Es difícil pensar en una situación más aventajada para la Mafia, en los años 70, antes de derrumbarse todo. Entonces aparece Nicky Santoro (Joe Pesci), en las Vegas. En cierto modo, se pasaba de una época a otra.  

-Si me va mal a mí, va mal a mucha gente.

-Olvida la puta licencia. Reclamo este territorio, no vas a necesitar una licencia.

Como si fuese una continuación de Godfellas, no sobre la misma historia, pero sí sobre el mismo mundo. Como si uno de los gánster de poca monta de Uno de los nuestros recibiera el paraíso de la mano de los dioses de Chicago, aunque pequen y  ese paraíso se desmoronase a sus pies. La avaricia, como sabréis, es el pecado de Casino.

-Dinero, toneladas de dinero. ¿Qué creían que estábamos haciendo en medio del desierto? Es por todo ese dinero.

Junto a ellos, un grupo de secundarios entre los que encontramos a conocidos comediantes y actores de la televisión americana, como Alan King (Andy Stone), Kevin Pollack (Phillip Green), Dick Smotheu (Senador), Don Dickley (Billy Shepherd) o L. Q. Jones (Pat Webb), habitual en los western de Sam Peckipah.

-Es débil, es incompetente. Pone en peligro el local. No puedo hacer nada por él.

-Tiene razón. El viejo Don es tan inútil como un peine para un calvo.

Incluso la madre de Scorsese, apareció en el film en un pequeño cameo, junto a Ving Vella, que sale dando voces y soltando tacos.

-Tiene a su gente, ¡esos cabrones! Le arrancaré los malditos ojos.

-Otra vez.

-No he dicho un taco, dije “malditos”.

-Ya vale.

5 grandes escenas de Martin Scorsese.

5 grandes escenas de Martin Scorsese.

“Las películas tocan nuestros corazones, despiertan nuestra visión, y cambian nuestra forma de ver las cosas. Nos llevan a otros lugares. Nos abren las puertas y las mentes. Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que seguir con vida”.

Agradecemos que Martin Scorsese hubiera dedicado su vida al cine, porque de no existir, lo hubiéramos inventado. Con mayor o menor fortuna, ha buscado su sitio entre los cineastas más interesantes en la historia cinematográfica de su país, dando lugar a una veintena de grandes películas, algunos documentales espléndidos y algo de televisión. Recordamos algunas escenas que hemos querido destacar.

Nuestra primera gran escena firmada por Scorsese es la secuencia de la segunda cita que tienen Karen y Henry en el restaurante Copacabana, en el film Godfellas (Uno de los nuestros). Un alarde cinematográfico a través de un complejísimo plano-secuencia. Comienza con un plano detalle de Henry dando una propina al aparca coches y continúa llevándose a Karen, hacia  la puerta de servicio recorriendo un laberíntico pasillo que desemboca en la cocina, sorteando todo tipo de obstáculos y que concluye en el comedor.  Pero lo más importante, no sólo es el aspecto cinematográfico y estético del plano-secuencia, sino que Martin Scorsese logra con sus escenas trasmitirnos todo lo que siente sus personajes; lo que veremos en las siguientes secuencias elegidas dentro del particular Top Five de set- pieces del realizador.

                                        

La elección de Scorsese para realizar este plano-secuencia se debe a la necesidad de transmitir al espectador la sensación de sorpresa, que experimenta el personaje de  Karen. Henry reparte propinas, saluda a algunas personas con las que se cruzan por su camino o que fuesen invitados a champagne por una celebridad  en el mismo momento en que fueron acomodados en una mesa. Al mismo tiempo que Karen cae rendida ante la atractiva personalidad de Henry Hill, el espectador queda deslumbrado ante un alarde magistral de cine en poco menos de 3 minutos.

Otra de mis escenas favoritas no es una escena en sí. Los títulos de crédito pueden ser espectaculares, y hay verdaderas obras maestras, pero la que me gusta más es sencilla: en blanco y negro, un boxeador con la cabeza cubierta con una capucha calienta en el ring antes de un combate. Al fondo apenas se adivina el público, oculto por un espesa niebla atravesada ocasionalmente por algún flash. Soledad en medio de una multitud. Y una de las composiciones musicales más hermosas nunca compuestas, el Intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni.

Y lo que venía después de los créditos es aún mejor, "Toro salvaje" de Scorsese, con un inmenso e inolvidable Robert de Niro, destacando la escena de la cárcel.

  -Me llaman animal. Yo no soy un animal, yo no soy un animal. ¿Por qué me tratan así? Yo no soy tan malo, yo no soy tan malo, yo no soy tan malo... Yo no soy lo que creen... Yo no soy lo que quieren...

                                       

Con guión de Paul Schrader, destacamos otro gran momento de Scorsese firmado por el gran Robert de Niro: una escena totalmente improvisada, en la que Travis  Biclke habla consigo mismo frente al espejo en Taxi Driver. “¿Me estás hablando a mí?” “Are you talking to me?”, una Smith & Wesson, mucha rabia contenida y una frase antológica, atribuida al propio Bruce Springsteen, que la solía decir a su audiencia mientras vitoreaban su nombre, en los conciertos. 

-Un día llegará una verdadera lluvia que limpiará las calles de esta escoria.

Las buenas películas las podemos veer, una y otra vez, decubriendo cosas nuevas, por ejemplo, la modernidad hace treinta años. Aquel personaje, Travis, era el ex combatiente de Vietnam, con insomnio, que se hizo taxista nocturno en la ciudad de Nueva York hasta que su ira  y el deseo dejaron paso a una violencia atávica.

-Aquí hay un hombre que va a cortar por lo sano, que va a acabar con la chusma, la prostitución, con la basura. Y acabará con todo eso.

Culpabilidad y deseo, las mismas obsesiones de ese gran Travis Bickle, volvía a aparecer en la filmografía de Scorsese en un film con una violencia que estalla de la forma más refinada posible rodada por este director, “el más violento de mis films" (Martin Scorsese, 1993). Hablamos, por supuesto, de La edad de la inocencia.

El personaje central, está encarnado por un ángel, la dulce May, Winona Ryder, un año después del ‘Drácula de Bram Stoker’ (Coppola) perfecta como la tímida manipuladora,  incapaz de matar una mosca pero también de fraguar el destino más adverso a sus semejantes. ¿Y la escena? El propio Scorsese considera como escena clave de la película, en la que Newland (el personaje de Daniel Day Lewis) está dispuesto a tomar la iniciativa de una separación, y ella le comunica su embarazo,  la señal social que sancionará, a la postre, el fin de su vida.

Cerramos este Top Five, con el segmento que Martin Scorsese dedicó a la ciudad de Nueva York como parte de un trabajo común, junto a otros grandes directores: Francis Ford Coppola y  Woody Allen. Nos referimos a Apuntes al natural.  "Whiter shade of pale", de Procul Harum, sonando a todo volumen y un Lionel Dobie (Nick Nolte) barbudo, pinta y bebe, mientras llena la imagen.  

-¿Qué demonios importa lo que yo piense? Es tuyo. Haces arte porque tienes que hacerlo. Porque no tienes opción. No tiene nada que ver con el talento, tiene que ver con no tener opción de no hacerlo. Si te rindes, no tenías que haber pensado en ser artista.”

                                   

La invención de Hugo: Martin Scorsese en su tercera dimensión.

La invención de Hugo: Martin Scorsese en su tercera dimensión.

-¿Dónde están vuestros padres?

-Yo trabajo con Papá George, en la tienda de juguetes, seguro que me ha visto allí. Y este es mi primo que ha venido del campo, Hugo.

La figura de “Papá George” – quien no es otro que George Melié, inventor que acuciado por las deudas se mete en el mundo de la juguetería y de allí, al cine- centra “La invención de Hugo”, el particular homenaje de Scorsese a esa fantasía que fue la invención del séptimo arte.

El cine, -visto como el mayor espectáculo de todos los tiempos, una invención del cual el espectador del siglo XXI disfruta de las más modernas tecnologías- debe tantísimo a Melié y a su particular cine de ficción; pero la película de Scorsese no se queda en esta fundamental figura del cine sino que sirve de homenaje a esa infancia del séptimo arte, desde Buster Keaton a los hermanos Lumiere.

-En 1905 se estrenó una película llamada Un tren llegando a la estación. Cuando el tren corría hacia la pantalla la gente gritaba de miedo, porque creían que corrían peligro por que el tren les arroyase.

No por casualidad, estamos en Francia: allí nació el cine.

Un plano aéreo sobrevuela el París de los años treinta y se cuela sobre los andenes de la estación, pasando a toda velocidad entre vagones, junto a pasajeros y acompañantes, para adentrase en el recibidor principal de la estación de Montparnasse. Allí vive un niño solitario y soñador, manteniendo los grandes relojes hasta que conoce al mayor de los pioneros del séptimo arte, George Melié.

-En las máquinas nunca sobran piezas, siempre tienen las que deben tener, así que pensé que si el mundo era una gran máquina yo no podía sobrar.

Un homenaje a la magia del cine.

Martin Scorsese se reinventa una vez más para regresar al París de los años 30 y lo hace, rodándolo en 3D. Una oportunidad para descubrirnos otra de sus facetas que demuestra la gran versatilidad del director, con su primera película con niños como protagonistas pero sobre todo por ese acercamiento al 3D. Así logra un bellísimo retrato de la ciudad de París, gracias sobre todo al magnífico diseño de producción de Dante Ferretti o la partitura de Howard Shore, son algunos de los detalles que dotan a la película de una enorme entidad cinematográfica que, a pesar de lo que lo que pueda pensarse, se revela como una culminación lógica de su tarea que ha recorrido desde el documental -  “Un viaje personal con Martin Scorsese a través del cine americano” (Scorsese y Michael Henry Wilson), pero también a ese viaje al Hollywood dorado que fue “El aviador”.

Desde que Georges Franju rindiese un homenaje en su “Le grand Méliès, reconstruyendo el legado gracias a la colaboración de la viuda e hijo del propio Méliè, son muchos los que se han acercado a la figura de este pionero del cine. Christopher Malayov lo interpretaba en un cortometraje de los años ochenta: “Le cauchemar de Melies” y aparecía como personaje en “Klimm”, encarnado por el actor Gunther Guilliam. En esta ocasión, el personaje central es un hombre que de trabajar, poniendo a punto los relojes, terminará mostrando a un niño huérfano la magia del cine, a través de George Melié.

 Una película maravillosa, que sin duda será una de sus muchas rarezas en una filmografía en la que está más acostumbrado a describirnos los mecanismos mentales de unos personajes que pueblan los violentos mundos de la mafia. Aunque, eso sí, en ocasiones se aleja de la temática que cubre gran parte de su filmografía (Nueva York y el tratamiento de la violencia) y se acerca a pequeñas obritas, muy desiguales pero igualmente interesantes.

 -George Melié fue uno de los primeros en darse cuenta que el cine tenía el poder de capturar los sueños.