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Mother!. El ángel exterminador de Aronofsky.

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El film-shock de la temporada lo firma Darren Aronofsky. El esperadísimo último trabajo del director de “El cisne negro” fue estrenado en la Mostra de Venecia con más abucheos que aplausos. Es cierto que Aronofsky nunca ha sido  un director al uso y todas sus películas han ido sembrando polémicas, pero nunca antes había polarizado tanto la opinión como “Mother!”. Un film en donde no caben las medias tintas, o la odias o te enamoras de ella;  situándome en este segundo grupo, aunque se trate de una película extraña, por ponerle alguna etiqueta. 

Si el sueño de la Razón produce monstruos, los sueños de Aronofsky crean una pesadilla, trasladada a la pantalla a través de una catarata de acontecimientos -aparentemente sin sentido- que prometen no dejar a nadie indiferente. La apuesta resulta valiente desde los propios protagonistas, un matrimonio formado por Jennifer Lawrence y Javier Bardem, unos personajes sin nombres; ella,  la ama de casa, quien se encarga de todo, y él, un escritor, a quien le falta la inspiración.

¿De qué va “Mother!”?

Sobre el papel, no es más que la historia de un matrimonio que vive en una casa solitaria, en medio del campo; en la práctica una pesadilla, que sirve como metáfora de la maternidad, del proceso creativo y la recreación. El mundo que expira y vuelve a empezar de sus cenizas.  Sería una cinta de terror o  un drama, en realidad, inclasificable pero que tendrá que ser contada como una obra maestra.  Al menos, al humilde cronista que escribe, le ha encantado; aunque ya aviso: no es nada fácil analizarla.

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Lawrence interpreta a la segunda esposa de un célebre poeta,  (Bardem) que sufre  una obsesionante sequía creativa (personajes identificados en los créditos, como “madre” y “él”), empeñada en dar lustre a la casa en donde viven. Esta es una mansión de tipo victoriana, en medio de la nada, rodeada de hierba, árboles y viento, y en reformas, tras un incendio en el cual, el personaje de Bardem lo había perdido todo, incluido a su mujer y a su talento literario. Bardem se pasea por la casa con las cejas fruncidas, considerando a Lawrence como una cadena a la que está atado más que a alguien a la que ama. Esa sería la cotidianidad hasta que una noche, se produce un misterioso golpe en la puerta: Ed Harris llega a la casa y desde entonces, ésta se irá llenando de gente; una casa, al mismo tiempo, lugar idílico y  prisión,  que vive y sangra, y que lo irá consumiéndo todo. Todas esas personas que irán llegando, parecen ser admiradores de la obra del poeta, y durante un tiempo su perplejidad es compartida con la del espectador.

“Madre” es –en esencia- una película con dos partes, desarrolladas en dos horas. El primer acto sería la historia de la esterilidad, del bloqueo creativo y los problemas sexuales. El segundo, representaría la fecundidad, la procreación y la creatividad artística. Visto de esta forma, “Madre!” tendría algo de “¿Quién teme a Virginia Wolf?”, pero en un momento determinado –sobre todo tras la primera muerte violenta y la escena  del colapso del fregadero- empiezas a darte cuenta que algo más está sucediendo. Decir que las cosas se ponen extrañas es un simple eufemismo.

Desentrañando el film.                                            

La película se llama “Madre!” y la primera línea de diálogo será “¿Baby/ Cariño?”. El tema de la maternidad cobra una gran importancia, dando un mayor protagonismo al personaje de Jennifer Lawrence. E igualmente juega con una multitud de ideas, desde la cultura de la celebridad, el ego del artista y el proceso de creación; también sobre la musa abnegada y abandonada, las religiones, las guerras, el eterno-retorno o el coqueteo con las drogas. En varios momentos, Lawrence toma un elixir dorado que parece tranquilizarla, un detalle que podría recordarnos al personaje de Ellen Burstyn, en “Requiem por un sueño”, en donde la adicción de anfetaminas era el camino hacia los infiernos.

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Otros temas que podríamos destacar serían el “ecológico” (se ha pretendido identificar a la casa como al Mundo y al personaje de Lawrence, con la Madre Naturaleza) y el “religioso” (¿Bardem sería Dios?) aunque como hizo en “Noé”, Aronofsky se toma libertades con las referencias bíblicas, muchas de ellas, evidentes. Aquí, por ejemplo, encontramos alusiones tanto al Edén y al Génesis, como al Apocalipsis; aspecto que viene reforzado por el estilo fotográfico de Aronosfky y Matthew Libbatique. Ambos realizan una master class de luz y arte renacentista. Jennifer Lawrence brillaría como una Madonna italiana, mientras que la mirada de Bardem recuerda a El Greco. En cuanto al caos infernal de las secuencias climáticas de la película, sería una versión actualizada de las obra del Bosco. Eso sí, buscan constantemente reflejar con la cámara y cada recurso audiovisual, el estado psicológico del personaje principal (la madre) de una forma más extrema que lo conseguido en “El luchador”. De ahí que el cineasta sustituyese la música por una base de sonidos (será la gran competidora de “Dunquerke”, cara a los Oscars) y redujese la cámara a tres tipos de planos: la cámara al hombro (para definir el entorno del personaje de Jennifer Lawrence), el primer plano (destacando su estado de ánimo) y el “punto de vista” o subjetivo (para ver con los ojos de ella).

Es muy difícil escribir sobre algo que no se comprende (sobre todo, los veinte últimos minutos), salvo que seas el propio Aronofsky, cuando no existe química entre los protagonistas y en el guión las cosas parecen como salidas del sombrero de un mago. Eso sí, el nivel técnico del film –rodado en 16 mm.- es prácticamente perfecto. A falta de ver, “Blade Runner 2049”, “Mother!” sería una de las tres grandes películas de la temporada, junto a “Dunquerque” y “Detroit”; una de las más audaces, de los últimos años, que un gran estudio es capaz de producir (la Paramount Pictures); una que va a enojar a mucha gente, aunque seguro que dará mucho de qué hablar.

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