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Travelling. Blog de cine.

Érase una vez... El reino de la fantasía en el celuloide (I).

"Totó... me parece que esto no es Kansas. Estamos sobre el Arco Iris".
Jydy Garland en El Mago de Oz.

Desde el Viaje a la luna de George Méliès a las más recientes visitas a algún mundo maravilloso, el honorable de ayer y hoy ha asistido a un centenar de viajes a reinos remotos e imaginarios. Ya sea de manera paralela con la literatura o creando mundos propios, el cine ha conseguido rastrear estos rincones mágicos con una agudeza particular. Ya se trate de explorar el ser humano, viajar al interior de la Tierra, hasta llegar a su centro, con todo el magma o una realidad paralela; sumergirse en las profundidades del mar o burlar las barreras entre la vida y la muerte, los viajes a lugares remotos, vedados al común de los mortales, satisfacen el interés de todos nosotros por desvelar sus misterios y por mostrarlos algo más de cerca.

Estos relatos contienen una mezcla de exotismo, misterio y atracción. Sus personajes entran en un ambiente desconocido que poco a poco irá envolviéndolos, hasta formar parte de él. Algunas historias muestran como la búsqueda de objetos maravillosos nos sirve de metáfora de ese Sueño Americano, que es anhelado desde una cinematografía y una sociedad, que en otras ocasiones lo ve como una aventura que ilumina al mismo tiempo que destruye la inocencia de quienes se dejan arrastrar por ella. Así que toma una pizca de fantasía y otra de realidad cotidiana. Mézclalas, agítalas y te saldrá un estimulante cocktail. El séptimo arte ha disfrutado llevándonos a paraísos imaginarios, a reinos fabulosos en donde plasmar hasta la saciedad relatos épicos, llenos de guerreros, magos y elfos. En este sentido, repasaremos los itinerarios asombrosos que saciarán tu sed de maravillas.

Los mitos y las leyendas, los dioses y los monstruos de la Antigüedad, han sido inspiración paran centenares de historias, engalanadas en la gran pantalla. Empezamos con un clásico, por derecho propio. El ladrón de Bagdad es una de las primeras revisiones de un mundo fantástico surgido de la literatura, uno de los relatos que formaban parte de Las mil y una noche. La palabra "delicioso" está devaluada hoy en día, pero recobra todo su sentido si lo aplicamos a esta fantasía oriental en tecnicolor. Alfombras voladoras, princesas con velo, lámparas con genio y un malvado visir (Conrad Veidt), con un pícaro protagonista, un joven Abú el ladrón (Sabú), "nieto de Abú el ladrón e hijo de Abú el ladrón", con una dirección tan caótica que necesitó de varios realizadores (Michael Powell y otros), bajo la producción de Alexander Korda, un especialista de historias desarrolladas en escenarios exóticos e inspiración literaria, como El libro de la selva o algunas adaptaciones de H. G. Wells.

                       

Sin embargo el nombre fundamental del género sería Harryhausen. Y si enumerásemos las películas en las que figura como animador, nos sorprenderíamos que estas apenas llegan a la decena. Sin embargo, ha sido tal el impacto de su trabajo en la animación moderna que estos títulos obvian a su director en beneficio de él, Ray Harryhausen. Sus maquetas y muñecos poblaron la imaginación de historias con ovnis y godzillas, en filmes como La tierra contra los platillos volantes, Hace un millón de años en la Tierra y Surgió en el fondo del mar. Pero fue su excelente trabajo en la historia de fantasía, con la antigüedad como telón de fondo, donde es más recordado. Jasón y los Argonautas nos acercaba a otra de las geografías plagadas de relatos épicos como el del Vellocino de oro, con una versión cinematográfica a cargo de Don Chaffey. Gran parte del mérito correspondió a este genio de los efectos especiales, cuyas creaciones (gigantes de metal, esqueletos guerreros y una impresionante serpiente de siete cabezas) le coronaron como el rey del stop motion. Sin alejar la mirada de estos escenarios, encontramos otro gran trabajo con la firma de este animador, Furia de titanes, con un Perseo definido por la testosterona (Harry Hamli), enfrentado al reparto de la mitología griega en pleno para salvar a su amada Andrómeda (Judy Bowker), mientras Zeus (Laurence Olivier) le observaba desde el Olimpo. Lo mejor de la película es la lucha contra una siseante Medusa, pero con algunas otras escenas interesantes como la cabalgada aérea de Pegaso.

                                 

Toda buena historia fantástica debe contar con una odisea iniciática, al estilo de la escrita por J. K. Rowling, con jóvenes personajes que van descubriéndose así mismo y lo que le rodea, a través de la fantasía, buscando una realidad paralela porque a veces la cotidiana le abruma o aburre. "¡La realidad es mentira!", grita Ramón (Fernando Ramallo), adolescente freak en cuyo interior está alojada el alma del guerrero Beldar (Loel Joan), en El corazón del guerrero. El director Daniel Monzón, además de plantear una divertida historia de realidades paralelas, volcó todas las obsesiones de un quinceañero español con querencia por la fantasía: partidas de rol, música heavy, las chicas neumáticos de dibujantes como Luis Royo. Esta temática ha sido muy recurrente y atractiva para el guionista de cualquier latitud. Entre las producciones de animación japonesa, destaca Hayao Miyazaki y una de sus incursiones del tema, El viaje de Chihiro.

A veces, la fórmula para crear un mundo de fantasía es tan sencillo como coger algo ya presente en la realidad (un animal, por ejemplo) y alterarlo ligeramente. Eso hizo, el guionista y codirector Merian C. Cooper para crear a su peluda estrella. El resultado: King-Kong y millones de espectadores impactados tras contemplar a ese supergorila con debilidad por las rubias que, gracias al stop motion, resultaba amenazador y tierno al mismo tiempo. Personajes que tenían la jungla como decorado, con monstruos de marionetas, pero, pasada la anécdota, la película ofrecía mucho más. Consiguió que esas criaturas fueran tan convincentes como para devolver el sentido de la maravilla al mundo de los años treinta, huérfano de prodigios, inmersos por la crisis y amenazados por una nueva guerra. Un admirador llamado Peter Jackson resucitó una de sus pasiones juveniles con todo el poder de la animación digital.

De las maquetas a los muñecos de trapo. Dentro del laberinto es una de esas historias imaginativas en donde destaca sobre todo por las marionetas del taller de Jim Henson (Los teleñecos y Barrio Sésamo) y la interpretación de una Jennifer Connelly adolescente. Olvida a David Bowie marcando más paquete de lo aconsejable y las canciones, y penetra en el laberinto tan fascinante como cuando se estrenó, hace más de veinte años.

- Tienes trece horas para cruzar el laberinto antes de que tu hermanito se convierta en uno de nosotros... para siempre.

1 comentario

Karla-cinematografía -

Una entrada maravillosa, me ha gustado mucho.El mundo del celuloide sin duda estaba marcado por una clase de misticismo que aún es incomprendido, saludos, gran post! Cinematografía